O PAPA O REY. LA EXCOMUNIÓN DE VENECIA Y LA GUERRA DE LOS 30 AÑOS – Alfred Shmueli
Un libro extraño, a pesar de que figura como una novela histórica, tiene muy poco, por no decir poquÃsimo de novela. Apenas hay creación literaria, y se limita a narrar el conflicto polÃtico-teológico que mantuvo Venecia contra el poder del Vaticano en el cambio del siglo XVI al XVII. Fue un conflicto en el que el poder religoso del Vaticano, trató de imponerse también polÃticamente sobre el poder de Venecia, buscando Venecia apoyos en Jacobo I de Inglaterra y en Enrique IV de Francia, pero sin comprometerse del todo con ellos. Es realmente un libro histórico sobre el acontecimiento, donde el único aspecto novelesco son las escasas vivencias personales del narrador (un clérigo veneciano encargado de recopilar la historia del conflicto), mÃnimas en comparación con la narración puramente histórica.
Un libro complejo, complicado, que progresa lentamente para desentrañar la compleja red de discusiones teológicas entre la que avanza la narración. Por desgracia, el autor tampoco parece conocer bien los sucesos que trata. Por ejemplo, olvida que Nápoles era un territorio de la corona española, sabe que Milán lo era, pero nada más… Varios fallos, que también ponen en cuestión si se puede tomar la obra como un texto puramente histórico.
Si estaÃs muy interesados en discusiones teológicas, y en la diplomacia veneciana, os lo recomiendo.
Y por cierto, la guerra de los 30 años apenas aparece mencionada en un par de párrafos. No sé ni por qué se menciona en el tÃtulo.
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Gracias Uro por la reseña. Breve pero certera, certerÃsima.
Esa apostilla «a lo tonto» que pones al final es más importante de lo que parece, porque más de uno interesado en la guerra de los 30 años se puede dejar llevar por ese «gancho». Yo, por ejemplo.
No entiendo como se permiten esas cosas.
Bien dicho, Uro.
Es que es un danto bastante sangrante, no es que aparezca poco, o incidentalmente…Es que solo se menciona en un par de lÃneas.
No he leÃdo el libro pero la sola enunciación de la segunda parte del tÃtulo parece incoherente en sà misma: la excomunión lanzada por Pablo V contra Venecia nada tiene que ver con la Guerra de los Treinta Años, ni cronológica ni temáticamente. Pablo V -el italiano Camilo Borghese- fue nombrado papa en 1605 y el conflicto con Venecia se inició casi inmediatamente, unos doce o trece años antes de que se diese comienzo a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Por otra parte, España y Francia sà se vieron involucradas pero sólo como mediadoras y de forma diplomática. El fondo de la cuestión seguÃa residiendo en las eternas fricciones por los discutidos derechos competenciales de la iglesia y el estado. El desencadenante concreto en este caso fue la promulgación de dos decretos de la República Veneciana por los que la construcción de nuevos templos quedaba sujeta a licencia administrativa y los clérigos sometidos a los tribunales civiles en igualdad de condiciones que los demás súbditos laicos. El papa elevó enérgicas e inútiles protestas y el episodio se enconó. Al anatema dictado por Pablo V contra el dux, el senado y el gobierno en pleno de Venecia respondió ésta con la expulsión de jesuitas, teatinos y capuchinos -toda vez que el clero secular habÃa hecho causa con la República-, a cuya acción replicó el papa por su parte con el entredicho sobre la ciudad lacustre. Hubo paz al fin con la mediación de España y Francia, naciones que ellas mismas repudiaban las anquilosadas tesis pontificias sobre las materias en conflicto: lo hicieron en el plano de la negociación, no en el terreno militar en el que el papa demandaba su participación. España negó al pontÃfice el envÃo de tropas contra Venecia, y Francia rehusó también atender similar petición cuando más tarde se le formuló. La intervención diplomática de ambas potencias no cabÃa esperar que beneficiase a las pretensiones papales: Pablo V levantó la excomunión y Venecia transigió con el retorno de capuchinos y teatinos -no de los jesuitas-, pero las leyes objeto del enfrentamiento no fueron retiradas.
Exactamente Anthos, y expuesto por tà con mucha más claridad que en el libro. El tÃtulo solo responderÃa, ( con la exclusión de la guerra de los 30 años) a los escasos momentos en que el narrador aparece…Es decir, es como si el tÃtulo de «La princesa prometida» fuese «Colombo y su nieto leen un libro».
Juan Antonio de Blas es un especialista en historia militar que se pasó a la novela negra y que ha escrito también dos novelas de capa, espada, y espionaje que son magnÃficas: Soportal de los malos pensamientos y Al fondo, Eger. Ambas están ambientadas en el inicio de la guerra de los treinta años. La primera tiene como argumento un frustrado intento de hacer caer el gobierno de Venecia, en la que aparece como personaje principal Don Francisco de Quevedo, a la sazón espia en Italia por cuenta del duque de Osuna. Las compré de saldo en la librerÃa OPAR. Si alguien se interesa por el tema de los escritores que en algún momento han realizado labores de espionaje, que se anime a leer el libro de MartÃnez LaÃnez Escritores espÃas. Admirado Urogallo, considera la frase anterior como una petición y propuesta en firme para que leas el mencionado libro (si no lo has hecho ya) y nos lo reseñes.
Pues es una lastima, porque el conflicto entre el Papa y Venecia es apasionante. Por otra parte, en España se planteó muy seriamente el envÃo de tropas a Italia, y el conde de Fuentes hizo grandes preparativos en ese sentido (aunque creo que él preferÃa no inmiscuirse militarmente en la cuestión). El interés español en ayudar al Papa buscaba contrarrestar la actitud que habÃa tenido de Felipe II, que apenas hizo caso de las llamadas del Papado a lo largo de su reinado. Felipe III querÃa aparecer como el cruzado del Papado, y por eso se pensó seriamente en el envÃo de un ejército. Como tantas otras cosas de la época de Lerma, mucho ruido, mucho gasto, finalmente para absolutamente nada.
Uro, ¿como puedes llevar este ritmo de reseñas o de lecturas? ¡¡¡es pasmoso!!!
Su vida privada es tan pobre, que no hace más que leer…
Toda mi vida es vida privada queridos curritos.
En cualquier caso, este libro es bastante breve y con un tipo de letra considerable.
Gracias, Urocoq. Voy a echarle un vistazo, pues me has abierto el apetito. Lo de la letra gorda acaba de convencerme.
SabÃa que esa parte te llegarÃa al corazón.
¿»Urocoq»? Jó… Eso en inglés significa… Pues eso… Aunque yo más bien dirÃa «Eurocoq»… Je, je…