LA TAZA DE ORO – John Steinbeck
Primera novela de Steinbeck, publicada en 1929. Difícilmente clasificable, no es novela histórica propiamente, más bien es un acercamiento novelado a la vida del pirata Henry Morgan (1635-1688), como bien aclara el propio subtítulo. Sobre la vida de este bucanero se han inspirado cantidad de escritores, así como cineastas. Pero mientras Salgari lo presenta como héroe de sus novelas de aventuras, o Exquemelin hace un reportaje en directo de Morgan, puesto que estuvo navegando con él, Steinbeck no hace ni una cosa ni otra. En su momento fue un fracaso de ventas. Y me temo que en ningún momento ha superado esa apreciación. El escritor hubo de pulir mucho su estilo antes de conseguir el Nobel. Aquí sólo encontramos algunos retazos de originalidad y de poesía.
En este texto, hay una aproximación al personaje del pirata Morgan fundiendo la historia con la leyenda, la psicología con la imaginación, la narración con la poesía y diversas digresiones que probablemente hubiera debido evitar…o combinarlas mejor. El subtítulo del libro es, efectivamente, correcto: las referencias a la historia son sólo ocasionales. La “Taza de Oro” se refiere a Panamá, aunque podría ser un símbolo del Grial, tal y como mezcla leyenda y realidad.
No es, pues, un libro redondo. Steinbeck acaba de iniciar su andadura literaria y este no es su mejor trabajo, ciertamente. Presenta pinceladas, esbozos, bosquejos, todo a vuelapluma, deteniéndose, sin embargo, en diálogos que no están suficientemente trabajados o son inverosímiles. El personaje de Morgan, su carácter, no queda más que bosquejado, con trazos gruesos y bastos. Sus hazañas, apenas esbozadas, incluida la más importante de ellas, la toma y saqueo de Panamá. Steinbeck imagina primero a un joven que desea ver mundo, correr aventuras, salir del campo al que le ata su familia… y que cae ingenuamente bajo las garras de un halcón, siendo vendido como esclavo en Barbados. Después, imagina al joven creciendo y liberándose de su esclavitud, , que el autor presenta no sólo como leve, sino además como placentera, encontrando en su amo un segundo padre. Sin embargo, sigue queriendo partir, quiere embarcarse a toda costa y ser bucanero. Finalmente lo consigue, al entrar en contacto con verdaderos piratas y corsarios. Y a partir de ahí, se lanza a toda una serie de peligrosas aventuras en las que la suerte o su sistema organizativo le hacen saltar de triunfo en triunfo.
El tema de las mujeres lo trata de modo muy confuso. No sabemos si las desea o no las desea, realmente, como mujeres, o como botín de guerra. Que sentía pulsión sexual es obvio, pero no que sintiera pasión amorosa alguna. La supuesta pasión hacia la dama panameña, la Santa Roja, queda muy mal resuelto. La relación con su prima Elizabeth, también. Y el enamoramiento juvenil …es tan imaginario como mal resuelto.
Y tampoco el tema de la amistad lo plantea y resuelve insatisfactoriamente, puesto que la relación con Coeur de Gris es bastante increíble.
Y la parte final, en que el rey Carlos II de Inglaterra lo hace caballero y le convierte en vicegobernador de Jamaica, con la misión de capturar y colgar a sus antiguos compañeros de piratería…también es resuelta de un modo demasiado superficial. El rey lo considera poco menos que un estúpido, (pero útil) a lo que le responde el escritor John Evelyn: “Si los grandes hombres no fueran estúpidos, hace mucho que el mundo habría sido destruido. ¿Cómo podría ser de otra forma? La locura y la visión distorsionada son los fundamentos de la grandeza”. Y refiriéndose a Morgan, insiste: “Él anhelaba algo y fue lo bastante estúpido como para creer que podría conseguirlo. Y precisamente por su estupidez… lo consiguió, una parte de ello”.
En algunos momentos, el personaje de Morgan más bien lo vemos como un pusilánime, dubitativo e indeciso, en suma, una imagen borrosa. A veces cruel, a veces sensible, a veces doliente y a veces …estúpido.
Francamente, si se quiere saber realmente algo de Morgan, mi consejo es que se prescinda de este libro y se recurra a Exquemelin (su libro está publicado en Valdemar) o a otros. Y si lo que se busca es una novela de aventuras…diríjanse a Salgari, mismamente, y su serie de El corsario negro. Este es un libro francamente prescindible.
John Steinbeck (Salinas, 1902–Nueva York, 1968) Narrador y dramaturgo estadounidense, famoso por sus novelas que lo ubican en la primera línea de la corriente naturalista o del realismo social americano, junto a nombres como E. Caldwell y otros. Obtuvo el premio Nobel en 1962.
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Estas reseñas también son necesarias e instructivas. Gracias Ario.
Gracias, Iñigo. Creo que incluso los grandes escritores tienen sus horas bajas , sus comienzos, llenos de inseguridades y tanteos. Y bueno, no se puede mostrar un esbozo como un cuadro terminado, ¿no? Pues eso el lector debe saberlo e ir preparado. Mira que a mi me gusta Conrad, pero no recomendaría a nadie que leyera las obras que hizo en colaboración con Ford Madox Ford, por ejemplo. O al menos, que las leyera prevenido.
Ummmmm. .. lo tenía pendiente, pero viendo la reseña, me da que voy a tardar un poco más en leerlo. Es lo que suelen tener las primeras novelas de un autor, que todavía no tiene cuajado el estilo. Leyendo la reseña me acuerdo todavía del final de El corsario negro: «¡Mira, el corsario esta llorando! «
Pues eso, Balbo, llorando (metafóricamente, se entiende) me quedé cuando me bebí esta «taza».
Concuerdo con tu apreciación, Ario. Releí hace unos años la novela y me dejó una impresión penosa.
Steinbeck era muy irregular. Podía escribir grandes novelas pero también unos bodrios infumables. No metería en el saco de los bodrios toda su producción menor, pero ésta es de veras muy menor. Me refiero a las novelas de tono naif, como Tortilla Flat y Dulce jueves (hay otras pero ya no recuerdo los títulos), que escribía entre sus grandes novelas (que tampoco es que sean demasiadas). En conjunto la de Steinbeck es una obra con mucha paja y mucho ripio, pero la parte rescatable está muy bien. De cuando en cuando releo Al este del Edén con sumo placer.
Se agradece, Ariodante, el aviso sobre novelas prescindibles. Bastante saturado está el mercado como para arriesgarse a meterle mano a una mala novela o a una taza de sorbos amargos. Viniendo además de una lectora apasionada de las novelas del mar, piratas y corsarios pues siento decirle al señor Steinbeck y a sus editores que lo mejor sería que dejaran la novela hundirse en los fondos marinos. De todos modos el señor Steinbeck está en esa triste lista de autores cuyo merecimiento del Nobel es, cuanto menos, polémico. Un abrazo.
A propósito de novelas marineras y premio Nobel, ni qué decir que Conrad se lo merecía muchísimo más que Steinbeck. Ojo, no digo que haya que despreciar a este último. Las uvas de la ira y Al este del Edén son dos joyas del realismo social, y el hombre es autor de al menos dos obras breves muy buenas (me refiero a La perla y De ratones y de hombres). Pero Conrad es un novelista de mucho mayor calado.
Lo curioso es que se reedite tanto La Taza de Oro (también con el título de La Copa de Oro). Suscribiendo las palabras de Caballero, mejor sería que pasara al olvido.
Suscribo lo que dices, Rodrigo. Conrad es, para mi, mucho mejor que Steinbeck. Cierto que Al este del Edén y Las uvas de la ira son magníficas, pero un Nobel no se da por una o dos obras sino por el conjunto de la obra de un escritor. Y Conrad obviamente lo merecía.
Respecto a las reediciones de la Taza de oro, yo creo que en España está descatalogado ya…de hecho, compré el libro ( afortunadamente ) muy barato y en un saldo, en la feria del libro de Ocasión.
No es una buena novela. Y desde luego, salvando la Uvas y Al Este, en términos generales el Nobel le venía grande al amigo. Escribir el nombre de Conrad al lado de esta novela ya sería rebajar a Conrad. Si Conrad fuera rebajable, claro. Sin embargo me encantó lo del rey Arturo y sus nobles caballeros, también de Edhasa que leí hace años, más o menos cuando Franco era cabo.
Suscribo igualmente, Soldadito. A mi también me encantó la del rey Arturo, ¡mira por donde!
Realmente mucho mejor la reseña que el libro, que no me gustó nada.
Gracias, APV.
Sí, a mí también me parece que el Nobel le queda grande, pero insisto, Steinbeck no es autor a menospreciar. Además de las mencionadas, pienso que A un dios desconocido y En lucha incierta son novelas perfectamente rescatables. Por otro lado, guardo un grato recuerdo de Por el mar de Cortés, un emotivo diario de viaje.
Steinbeck no es un innovador, esto está fuera de discusión. No es que su obra marque un antes y un después en la literatura… pero, a la verdad, son muy pocos los que logran hacerlo.
Hay que decir que en cambio la del Rey Arturo si me gustó, lástima que la dejase inconclusa.
Bueno, por si alguna vez los integrantes del premio Nobel nos toman como referencia para cancelar algún premio no del todo merecido o asignar un premio postmortem yo también dejo por aquí que, a pesar de sus buenas novelas, no estoy muy seguro de que Steinbeck se lo mereciera y, sin embargo, Conrad, precisamente por el conjunto de su obra, se lo merecía mucho más.
Conrad es un fuera de serie.
Joseph Conrad es valioso no sólo por la hondura moral de sus narraciones, y no sólo por la elegancia de su estilo –dos factores en que la excelencia de Conrad tiene pocos rivales-. A este escritor hay que calibrarlo además como uno de los innovadores de la narrativa moderna. Fue nada menos que uno de los primeros cultores del llamado “narrador poco confiable”, una técnica que supone todo un quiebre respecto del narrador omnisciente de la novela decimonónica y que por tanto es un punto de inflexión en la historia de la literatura. La importancia de El corazón de las tinieblas, por ejemplo, reside no sólo en su espesor simbólico sino también en su sofisticación formal. El modo en que se va construyendo la historia a medida que progresa el testimonio de Marlow, que de hecho no es el narrador primario sino uno al que el narrador original cede la palabra: buenísimo todo. Sorprendente.
Perderse a Conrad es perderse a uno de los mayores novelistas.
A lo del Nobel no conviene hacerle mucho caso. Son demasiados los grandes escritores que, mereciéndolo, no lo obtuvieron. Al parecer, en los primeros años el criterio de la Academia se ciñó estrictamente a la voluntad de Alfred Nobel, que quería premiar sobre todo el idealismo en literatura. De ahí que ni Tolstói ni Conrad fuesen premiados: resultaban demasiado sombríos y pesimistas.
Rodrigo, a ti te pasa como a mi con Conrad. Le tenemos verdadera veneración. ¿Te acuerdas cuando reseñamos «al alimón» Lord Jim? ¡Qué tiempos!
Pues sí, Ario. Una experiencia gratísima.
Derfel es conradiano fino. ¡Y le ha encantado La marcha Radetzky, de Roth!
¡Roth es genial! Suelo leer todo lo que publica Acantilado, que es mucho…
Me acabo de leer la reseña que escribieron Ariodante y Rodrigo hace algunos años sobre «Lord Jim» de Conrad y me alegraron el día. No sé si hay otras reseñas escritas a cuatro manos en el archivo de Hislibris pero no cabe duda de que son ustedes originales y geniales. Vamos, que desde que Teresa de Jesús y Juan de la Cruz escribieron «al alimón» en el convento de la Encarnación aquellos famosos versos de «Vivo sin vivir en mí…» no había visto yo tanta sintonía intelectual. Un abrazo a los dos. :)
Bueno, bueno, Caballero, no nos compares con Teresa de Jesus y Juan de la Cruz…¡menudo bochorno! Simplemente, cuando Rodrigo y yo descubrimos que a ambos nos chiflaba Conrad y los dos queríamos escribir sobre Lord Jim, pues decidimos hacerlo juntos. Es la maravilla de internet. Te permite colaborar a miles de millas de distancia.