LA CAÍDA DE TROYA – Peter Ackroyd

Peter Ackroyd.La caída de Troya.Portada-¿Pruebas, dice usted? Aquí está la prueba –replicó, y se llevó una mano a la cabeza–, y aquí –añadió, señalando el corazón con la otra–. No necesito nada más”.

Un hombre excesivo, así es como habría que definir al protagonista de esta novela. Excesivo en orgullo, en palabras, en obras, en apetitos y en carencias. Excesivo incluso en las pasiones que levanta, siempre extremistas: pasión u odio, admiración o desprecio. Así es este hombre, así es Heinrich, el descubridor de Troya. Pero un momento: ¿de qué Heinrich estamos hablando?

Pues de Heinrich Obermann, multimillonario alemán casado con la joven griega Sophia Chrysanthis y cuya única pasión es encontrar Troya. Perdón: su Troya. Efectivamente, no se trata de Heinrich Schliemann, multimillonario alemán casado con la joven griega Sophia Egastromenos y cuya única pasión es encontrar Troya (perdón: su Troya). No se trata del viajero políglota enamorado de Homero casado con y divorciado de una rusa con quien tuvo tres hijos, sino del viajero políglota enamorado de Homero casado con pero no divorciado de una rusa, con quien tuvo un hijo. En fin: no se trata de este Heinrich sino de otro que le toma prestado casi todo. ¿Qué está pasando aquí? Pues ni más ni menos que la magia de la literatura: sucede que esta novela, que por suerte se lee en un suspiro pese a sus tres centenares de páginas (¿he dicho por suerte? Sí, lo he dicho, vaya; tendré que aclararlo más tarde), esta novela, digo, es una novela y no una biografía. Es decir: que la historia que cuenta es ficticia, inventada, falsa, porque aparte del transfondo histórico (un tal Heinrich casado con una tal Sophia, que excava en Troya con exacerbada pasión y con métodos poco ortodoxos), todo lo demás es pura fantasía del señor escritor. ¿Cómo se le llama a eso: utopía, distopía, realidad paralela? O simplemente novela, ¿no?

Pues sí, simplemente novela. Puro divertimento, pura invención. Porque no otra cosa es esto: un escenario histórico sobre el que se monta una historia ficticia con personajes ficticios pero basados en personajes históricos. A ver si me explico (aunque probablemente ya se me entiende, pero por si acaso): Heinrich Obermann se acaba de casar con Sophia Chrysanthis y acto seguido el matrimonio se traslada a Troya, donde el Sr. Obermann lleva ya tiempo excavando en busca de la ciudad cantada por Homero. Hasta aquí todo cuadra con la historia auténtica, salvo los apellidos. Pero las cosas que van sucediendo en Troya comienzan a tener más que ver con Peter Ackroyd que con Heinrich Schliemann, y es entonces cuando el lector ha de dejarse llevar por uno y olvidarse del otro. Vamos, que el autor se inventa vilmente la historia (pero para eso es el autor, digo yo), y quien espera encontrarse con una narración sobre cómo fueron realmente las excavaciones del alemán en Hisarlik se encuentra con una ficción sobre esas excavaciones inventada por Ackroyd.

¿Y cómo es esa invención, cómo son esas excavaciones? Pues, en fin, son, cómo lo diría, un poco… raras. No por la trama y el desenlace, que sobre esto hay gustos y por eso y por cierto puesto que soy el reseñador, luego expondré el mío; no es por eso, pues, sino por, uf, no sé, quizá el ambiente que se crea, el estilo del autor, el que uno se espere una cosa y se encuentre otra… La documentación por parte del autor me parece, hasta donde yo llego, correcta: habla de Homero, de la Ilíada, de Virgilio, de geografía mitológica, y lo hace bien (salvo un lapsus sin importancia -¿quizá del traductor?- en el que intercambia el altar de Zeus con el de Atenea y viceversa). No, el problema no está aquí. Tampoco en la (re)creación del personaje: un alemán autodidacta experto (¿experto? Una obsesión enfermiza es lo que tiene) en Homero en particular y en todo lo griego en general. Porque hay que estar muy lelo para leer solo cosas griegas, ver el mundo que le rodea a uno en clave griega y hasta ponerle a la descendencia nombres griegos, ejem. Y tampoco pasa nada porque en una novela sobre Troya se hable de hallazgos de tablillas de arcilla con escritura lineal B, que en realidad se encontraron en Creta y en el continente griego pero (que yo sepa) no en Troya. Una licencia del autor, no pasa nada, no hay problema.

El problema está en algo así como que el autor empieza a cavar zanjas y se las deja a medias, y el lector no sabe si vale la pena asomarse mucho a ver qué hay, si las ha cavado a medias por alguna razón, o si es que en el fondo el autor es como el protagonista, que excava por todas partes a ver qué encuentra y luego lo deja todo lleno de agujeros. No sé si me he explicado, pero por ejemplo (venga, me mojo), en la novela se habla de ciertos aspectos sobrenaturales, o que al menos en principio así lo parecen, y uno se pasa la novela esperando (relativamente; tampoco es que sea una ansiedad extrema lo que se genera con el tema) que se resuelva algo al respecto, y resulta que no, que acaba la novela y el fleco queda ahí, agitándose al viento.

O el problema está en que el estilo de la novela viene a ser un poco como la llanura de Troya: bastante plano. Diálogos sin emociones que no llevan a ninguna parte argumentalmente, y personajes sin definir, que el lector puede caracterizar fácilmente sacando del cartapacio algún cliché típico. Porque Obermann, Sophia y un tercer individuo que aparece a media novela se ajustan como un calcetín a los prototipos del triángulo amoroso: marido-viejo-ricachón-fanfarrón-malvado, esposa-joven-abnegada-semisanta, y pretendiente-joven-comedido-queselastendráqueverconelmaridoalgúndía. Y efectivamente, al margen de excavaciones y tramas homéricas, el argumento que subyace en la novela (y que finalmente se convierte -o casi- en el principal) es el que uno se puede imaginar teniendo esas cartas en la baraja. El resultado es, por tanto, digno de un telefilme de sobremesa en el que el marido es un ogro terrible y maquiavélico y los dos jóvenes, esposa y (presunto) amante, víctimas de las circunstancias y también del ogro. ¿Y cómo una novela sobre Troya se puede convertir en esto? Pues eso digo yo.

En fin, que Peter Ackroyd será un autor de éxito (al menos si uno echa un ojo a Internet se lleva esa impresión), pero en esta novela no lo parece. O al menos esa es mi opinión; de hecho el único mérito que le atribuyo a La caída de Troya (bueno, no el único pero sí el más destacable) es que se lee con una gran comodidad y fluidez. Y sin embargo, otros libros suyos reseñados por aquí (Poe. Una vida truncada, Los Lamb de Londres) han tenido más aceptación. El caso es que sin duda La caída de Troya tiene algo más bajo esa apariencia de vacuidad, pero yo, ingenuo de mí, no he sabido verlo.

Por ahí he leído que Ackroyd es un experto en Londres y su historia. Pues oye, que abunde en ese tema, caramba.

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6 comentarios en “LA CAÍDA DE TROYA – Peter Ackroyd

  1. Balbo dice:

    Parece que hay autores que dan el ciento por uno en unos temas y en otros decaen. No son completos. En un principio parecía interesante, apetecible, pero al seguir leyendo me da que lo postegaré a un futuro muy muy lejano. Y eso que el tema es para hecer un novelón, pero parece que el autor se ha quedado en la superficie. Una pena la verdad. De todas maneras… ¡muy buena la reseña Cavilius! :-)

  2. iñigo dice:

    Más vale leer la reseña que leer el libro, o esa es la conclusión a la que he llegado tras leerte Cavilius. Un placer, como siempre.

  3. Ariodante dice:

    Hombre, ¡un griego por aqui! Y un griego, por excelencia…sí, yo tambien pienso que la reseña es mejor que lo que pueda ser el libro.

    Ya leí un libro de Ackroyd y me despedí de él…y me parece que seguirá despedido.

  4. cavilius dice:

    Buena reseña, cavilius. Estooooo, perdón, me he equivocado de automatismo. Gracias a los concurrentes; la verdad es que el libro me decepcionó, pero no porque el tema toque en más o en menos, o con más o menos acierto la cuestión de Troya y sus agujeros, sino porque me pareció, como digo por ahí, plano cual meseta turca. En fin, quizá, ojalá, lo lea otra persona y le parezca otra cosa.

  5. atenea dice:

    Grcias por la reseña Cavi….una alegría para mi famélico bolsillo!

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