HAY RÍOS EN EL CIELO – Elif Shafak
Tomando como partida dramática el origen vital del agua como característica primordial de su efecto creador y una escena primigenia localizada en el palacio de rey Asurbanipal en la ciudad de Nínive, la autora británico-turca, Elif Shafak, construye una evocadora novela que presenta al lector tres historias paralelas localizadas en Londres, en la segunda mitad del siglo XIX y en los años 2014 y 2018. En base a las tramas presentadas, la autora ahonda con sentido literario y con mucho sentimiento, en los secretos y misterios de las tierras que rodean al río Tigris, el descubrimiento y la interpretación de la escritura cuneiforme, y la cruel vivencia de los zayidíes, un grupo étnico y religioso localizado en territorio iraquí, objetivo de múltiples persecuciones a lo largo de su historia.
Para Elif Shafak el agua tiene un recorrido universal en el tiempo y en espacio, trasladando de alguna manera, memoria y conocimiento entre generaciones. Para recorrer este camino de ida y regreso, el agua se evapora, llega a las nubes y cae sobre la tierra y sus habitantes en forma de gotas de lluvia. Con esta premisa, se une el destino y se formaliza un nexo transversal entre los protagonistas de esta sui géneris novela. Por un lado, se encuentra un tal Arthur Smith, basado en el personaje histórico George Smith, un hombre humilde y tremendamente estudioso que consiguió traducir, en el tercer cuarto del siglo XIX, la escritura cuneiforme recogida y almacenada en el British Museum de Londres y que posteriormente viajaría a Irak para su estudio sobre el terreno. Esta parte puede considerarse propia del género de la novela histórica, en un recorrido por las calles, entornos y gentes del Londres Victoriano. Arthur goza de la clarividencia de recordar y recomponer en su mente todo lo que ve, en base a lo cual, pasará de vivir una cruel y pobre vida en los suburbios más sucios y terribles de la capital, a trabajar y exponer sus estudios para lo más granado de la sociedad londinense.
Sin embargo, en un momento dado, Shafak decide dar un cambio drástico al perfil de su novela, para volcarse en sendas tramas localizadas en la actualidad. La primera de ellas, en el año 2014, está protagonizada por una familia de zayidíes que sobreviven en Irak, en pleno alzamiento yihaidista. Una niña y su abuela, una mujer con la capacidad de encontrar agua en el desierto, recorren un camino lleno de obstáculos para iniciar a su nieta en un proceso de aprendizaje sobre su etnia, sus leyendas y creencias, muchas de ellas construidas alrededor del agua. La segunda trama, aún se sitúa más cerca de nuestro presente, en pleno año 2018, en la moderna urbe de Londres. Una joven científica especializada en el estudio del agua y su conservación mundial, se enfrenta a un divorcio no bien aceptado por sus tío, un coleccionista de obras de arte antiguas, mientras comienza una amistad con una mujer especializada en realizar tatuajes en escritura cuneiforme en un local situado frente al British Museum.
Estas tres historias transitan entrecruzándose y de manera paralelamente a lo largo de la novela, enfiladas claramente por su relación con la cultura mesopotámica antigua y su vinculación con el agua, especialmente con el río Tigris y la memoria histórica de los zayidíes, en referencia a su cultura tradicional. En ese caminar, los protagonistas sufren una serie de experiencias personales que los van uniendo en pensamiento y sentimientos narrados por la autora con cierta mística evocadora, especialmente en la parte localizada en 2014 y en el viaje realizado por Smith al Irak del siglo XIX, entonces bajo dominio del Imperio otomano. Respecto a la fase ambientada en 2018, los sentimientos derivan a una crisis de pertenencia y supervivencia familiar que creo difiere un tanto de las dos anteriores, aunque se unifiquen alrededor de la escritura cuneiforme y su significado.
Reconozco el valor del trabajo realizado por la autora y, sobre todo, el fin buscado en cuanto a desvelar al lector la existencia del pueblo zayidí y la terrible persecución en la que se ve envuelta a lo largo de su historia, el acto destructor del ser humano en cuanto al agua se refiere, un medio necesario y maltratado por nuestro mundo, y el importante factor unificador en las tramas mediante el descubrimiento de la escritura cuneiforme y por ende, la existencia y conocimiento de la obra milenaria La epopeya de Gilgamesh. Sin embargo, para mí, particularmente, las narraciones paralelas no consiguen aunar interés de manera equilibrada en todas ellas, aún reconociendo la narrativa versátil de la autora, llena de humanismo y mística. A ratos he perdido interés en su lectura y a ratos me embargaba lo que contaba en sus páginas, provocando cierto desconcierto a lo largo de mi viaje lector. Tengo sensaciones encontradas, aunque reconozco el oficio y calidad en una narradora que seguiré de cerca.
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Elif Shafak. Hay ríos en el cielo, traducción de Antonia Martín Martín. Barcelona, Lumen, 2024, 520 páginas.
La acabo de terminar hace un par de horas (en serio), y me ha gustado mucho. Veo las objeciones que apuntas, Iñigo, y en mi opinión es cierto que las tres historias no mantienen del mismo modo la tensión, aunque en el clímax final la autora las trata de poner al mismo nivel.
Mientras la leía iba reconociendo en Arthur Smyth a George Smith, y la nota final de la autora me lo ha confirmado. Yo lo conocía por ser el descubridor de la ciudad de Karkemish.
La parte victoriana y de la vida del arqueólogo es lo mejor de la novela y la desarrollada en 2014 por la niña y la abuela la más humana y sentida… Pero lo veo todo un poco desequilibrado y eso que como apunto en la reseña, la escritora escribe muy bien y con mucho sentido, sin embargo pienso que en esta novela quiere hilar las tramas entre sí y creo que no lo consigue, especialmente por la historia desarrollada en 2018. Por lo demás, es una buena novela.