HABLADLES DE BATALLAS, DE REYES Y ELEFANTES – Mathias Enard

9788439723943Miguel Ángel está harto de Roma. El papa Julio II le niega sus emolumentos, en tanto que Bramante y Rafael conspiran contra él, indisponiéndolo con el terrible mecenas. Huido a su natal Florencia, “el Divino” es sorprendido por un ofrecimiento venido de Oriente: el sultán Bayaceto II quiere encargarle el diseño de un puente sobre el Cuerno de Oro, en Constantinopla. A sus 31 años de edad, Miguel Ángel es un escultor que se ha granjeado fama imperecedera gracias a su Piedad y su David; también es poeta y compositor ocasional, mas no arquitecto, ni pintor (no todavía). Acaso sea comprensible que el emperador otomano se fíe de su talento en un área en que no ha probado fuerzas; después de todo, los maestros italianos vienen dando muestras de una extraordinaria versatilidad, y su fama traspasa las fronteras peninsulares. Aun así, Miguel Ángel, que apenas se imagina en otros menesteres que el de extraer de la piedra sus bellezas prometidas, titubea. Las deudas apremian, por otro lado, y la eventualidad de prestar servicios a un soberano extranjero -nada menos que el sultán- entraña la oportunidad de desquitarse de su intratable patrono. Miguel Ángel acepta el ofrecimiento y se embarca rumbo a la capital otomana. Sabe que allí enfrentará un reto inédito para él. Lo que no sabe es que lo aguardan otras conspiraciones, otros conflictos palaciegos, pero también conflictos amatorios, de aquellos que pueden inspirar tanto como destruir. Las sorpresas están lejos de acabar para el notable artista.

El novelista francés Mathias Enard (n. 1972) imagina en Habladles de batallas, de reyes y elefantes –publicada originalmente en 2011- una pequeña pero intensa historia a partir de un episodio poco conocido de la vida de Miguel Ángel Buonarrotti, su breve estancia en la ciudad que, a principios del siglo XVI, todavía era conocida como Constantinopla. Registrado por Ascanio Condivi –amigo y biógrafo del artista- y mencionado por Vasari, este episodio estuvo realmente motivado por la encomienda referida: diseñar un puente que salvase la brecha representada por el Cuerno de Oro, famoso entre los estuarios del mundo. La tarea supuso para el artista un jalón más en su rivalidad con otro genio universal, el gran Leonardo da Vinci. Éste, en efecto, ya había concebido con anterioridad un proyecto de puente, pero era demasiado audaz para la época, estéticamente innovador y técnicamente irrealizable. Así pues, Miguel Ángel estuvo allí, en Constantinopla, a mediados de 1506. La sustancia de este acontecimiento, tal como se nos manifiesta en la breve novela de Enard, es debida a la imaginación.

La hechura de la obra combina el relato en tercera persona, fragmentos en primera persona y retazos epistolares. Condensa además varios temas, destacando entre otros el del genio creativo en acción, sus dificultades y sus logros. Vemos a un Miguel Ángel imbuido de su notoriedad, ensoberbecido en su temprana pero merecida gloria; también lo vemos vacilante, inseguro de sus capacidades ante una empresa cuya naturaleza amenaza con superarlo. ¡Ojalá el maestro de sus años mozos estuviera ahí para aconsejarlo, para orientarlo en la tarea de idear el malhadado puente! Empero, el solo hecho de que Leonardo lo antecediera con un diseño en que se percibe la genialidad es bastante aliciente para el florentino… No todo es trabajar, ciertamente. También hay momentos para el ocio, para el regalo de los sentidos. En uno de ellos, Miguel Ángel queda prendado de una hermosa bailarina andaluza, ¿o se trata más bien de un bailarín? Lejos de ser incidental, la ambigüedad en la pasión amorosa es otro tema señalado, con una vertiente adicional que es la de la pasión oculta que el artista inspira en un personaje cuyo papel será clave en el curso de la trama.

Miguel Ángel tiene tiempo de confirmar que los mecenas se parecen bastante, como si de un gremio se tratase. En su altiva lejanía de soberanos entronizados, parece que no comprendieran las necesidades materiales de los artistas ni los mecanismos de la labor creativa. Los ritmos de la mente artística son peculiares, pero de esto los grandes señores no quieren saber nada: sólo les importan los resultados, y, por supuesto, que sean inmediatos. En cambio, ellos se toman su tiempo para pagar. ¿Alejarse del premioso y tacaño Giuliano della Rovere, al que la cristiandad conoce como Julio II, para sufrir las prisas del sultán? No es que la situación haya cambiado mucho. También se entera Miguel Ángel de que la corte otomana es, como todas, un hervidero de ambición, de envidias y de maquinaciones. Pero ignora que él es motivo de una maquinación. Agazapado e inesperado, el drama acecha, y con él el se revelará la sublimidad de la renuncia. Porque renunciar al objeto de la pasión amorosa para salvarle la vida, mientras que se sacrifica casi todo lo que concierne a sí mismo: éste es, o deviene, el tema principal de la novela.

La de Enard es una obrita de sobria complexión, sugerente, contenida y vigorosa a un tiempo. Una lectura gratificante.

– Mathias Enard, Habladles de batallas, de reyes y elefantes. Mondadori, Barcelona, 2011. 192 pp.

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14 comentarios en “HABLADLES DE BATALLAS, DE REYES Y ELEFANTES – Mathias Enard

  1. Urogallo dice:

    ¡Que curioso Rodrigo! Hace poco oí hablar de este libro. Lo curioso es que a pesar de su excelente planteamiento (Y de ser bastante breve, para lo que es habitual en las novelas modernas) el libro no terminó de seducirme. Empecé a leerlo y para mi gusto resultaba un poco complejo, comparado con lo que yo esperaba leer en una novelita de evasión.

    Por cierto que tengo pendiente «El elefante del Papa».

  2. Rodrigo dice:

    ¿Que no es El rinoceronte del Papa, Uro? Supe de la novela hace tiempo…

    Compleja, dices. Considerando la estructura y la variedad de registros y de temas condensados en la novela, puede ser. Desde luego, es cierto que no se trata de una simple novelita de evasión, lo cual habla poderosamente a su favor. Pero no es que sea de lectura ardua, como ciertas novelas experimentales.

    A todo esto. Parece que el gobierno turco quería construir el puente de Leonardo, cuyo diseño se conserva (en forma de esbozo). No sé en qué habrá quedado este propósito.

  3. urogallo dice:

    Puede ser rinoceronte…el elefante ya lo tuvo Carlomagno y sería menos llamativo.

  4. Valeria dice:

    Pues yo estaba convencida de que el libro ya estaba reseñado…. En algún sitio de este laberinto que es hislibris se habló de el, seguro. Lo tengo en la pila desde hace un montón de tiempo, y estuve a punto de empezarlo hace muy poco, pero se me vinieron encima otros compromisos lectores. Está bien saber que, por esta vez, no tengo que salir corriendo a comprar nada. :-)

  5. Rodrigo dice:

    Vaya, yo busqué referencias hislibreñas al autor o a la novela y no encontré nada, Valeria.

    Debo decir que no es lo primero que leo de Enard, lo que le conozco me causa una buena impresión. ¿Saben ustedes que reside en Barcelona desde hace bastante tiempo? El año pasado ganó el Goncourt por su novela ’Boussole’ (“Brújula”), que aún no se traduce al castellano.

  6. ARIODANTE dice:

    Rodrigo, ¡qué giro copernicano en esta tu nueva reseña! Y como siempre, descubriéndome nuevos autores o novelas. Esta me interesa mucho, por el tema, que, ciertamente es un episodio poco conocido, y por el autor, al que no tengo el gusto de conocer. Y si va con tu recomendación, me pongo en seguida a buscarlo.
    Yo no recuerdo que se hablara de esta novela por aquí, aunque es posible…
    En fin, enhorabuena y gracias por este regalo, Rodri.

  7. Rodrigo dice:

    Me honra saber que te ha complacido, Ario.

  8. ARIODANTE dice:

    Ya lo tengo! Me lo he comprado en ebook. Y en cuanto acabe los Buddenbrook (aún me queda más de la mitad) me pongo con ello. Thomas Mann es tela marinera…

  9. Rodrigo dice:

    Otro nivel, Thomas Mann. Palabras mayores.

    Ya dirás, Ario.

  10. ARIODANTE dice:

    Diré, diré…me van a faltar palabras. Este Mann es mucho Mann.

  11. ARIODANTE dice:

    Estoy ya con esta novela, y me gusta ….No había leído nada de este escritor, y la verdad es que es muy sugerente, y me está viniendo muy bien después de la densidad impresionante de los Buddenbrook, que terminé anteayer.

  12. Rodrigo dice:

    Sugerente, cierto. Un término muy a tono con la novela.

  13. ARIODANTE dice:

    Acabada! Me ha parecido un soplo de aire fresco, con olor a galandenoche y a jazmín. Más que una novela, yo lo calificaría de relato largo.

  14. Rodrigo dice:

    Y claro. Relato largo, novela breve… Una nouvelle, que dirían los franceses.

    Antes de esta obrita, a Enard lo conocía por Remontando el Orinoco y El alcohol y la nostalgia. Muy distintos entre sí, los tres títulos, y en general bastante buenos. Vale la pena seguirle la pista a ese autor.

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