EL VIAJERO DEL SIGLO – Andrés Neuman
“En realidad es imposible estar completamente en un lugar o irse del todo. Los que se quedan siempre pudieron haberse ido o podrían hacerlo en cualquier momento, y los que se han marchado quizá pudieron quedarse o podrían volver. Casi todo el mundo vive así, ¿no?, entre irse y quedarse, como en una frontera”. [Cita del libro]
El viaje como elemento de aprendizaje, como huida, como movilidad, de amplitud de miras en nuestras vidas, puesto que los viajes pueden ser geográficos o mentales: el discurso humano se puede realizar con los pies o con la mente.
De ambas direcciones de viajes es de lo que se ocupa este libro, entre otras muchas cosas. Premio (y bien merecido) Alfaguara de Novela 2009, el libro de Andrés Neuman Galán (narrador, poeta, traductor, bloguero y columnista hispano-argentino) nos sitúa en una imaginaria y pequeña población alemana de mediados siglo XIX. Wandernburgo es definida por el propio autor como una “ciudad móvil”, lo que la convierte en otro personaje más de esta novela. La ciudad y sus casa, fuentes, torres, relojes, parecen cambiar de sitio según van pasando las horas y los días, o al menos, el protagonista, Hans, lo percibe así. Los personajes de esta historia también van cambiando: fluyen, como un río. Cada día, la ciudad es diferente. Son pequeñas diferencias, pero recibidas por Hans como una necesidad de permanecer para contrarrestar los cambios, la fluidez permanente que parece aquejar a la ciudad.
Hans es un traductor, aficionado -no sabemos muy bien por qué- a la vida trashumante, que no acostumbra a permanecer mucho sitio en ninguna parte. Sin embargo, su llegada –con nocturnidad y sin alevosía- a Wandernburgo cambia esas costumbres. Sus intentos de retomar su trayecto y seguir viaje a Dessau, paulatinamente se ven truncados por una sensación, una incomprensible necesidad de aplazar el viaje. Se hospeda en una posada de la calle del Caldero Viejo, cuyo posadero, curiosamente, se llama Zeit, que en alemán significa Tiempo. Y el Tiempo parece detenerse con él. Lo que iba a ser una sola noche se convertirá en días, meses, un año.
Muchos personajes tienen un encanto especial: el organillero y su perro Franz, muestra el lado “natural” humano; la dulce, bella e inteligente Sophie, que juega en dos equipos distintos y habrá de decidirse al final; el enamorado Rudi, incapaz de una reflexión y discurso intelectual, pero honesto y fiel; el pobre señor Gottlieb, cuya amistad con Hans le acarreará conflictos. En cuanto a los otros componentes de la tertulia, Don Álvaro de Urquijo es un exiliado español, un liberal que tras establecerse en Inglaterra, ha recalado en Wandernburgo y atrapado bajo su influjo, es incapaz de irse. Se convertirá en el amigo inseparable de Hans, en sus recaladas en el Café Europa, y participará en la otra tertulia, la que se reúne muchas noches en la cueva del organillero; una tertulia muy humilde, donde los miembros (Lamberg, obrero del textil, y Reichardt, un viejo jornalero) pertenecen a las clases bajas, con la excepción de Hans y Don Álvaro. Allí los temas de conversación son muy otros.
Las discusiones en el salón de los viernes de la señorita Sophie Gottlieb (en alemán, Amadeus, Dios amado) son de un nivel cultural altísimo: sobre la Europa de la Restauración; la educación sentimental decimonónica; la novela clásica y la narrativa moderna. Así, repasa en múltiples digresiones la emigración, el multiculturalismo, las diferencias lingüísticas, la emancipación femenina y la transformación de los roles de género. Los componentes, además de Hans y Álvaro, son: el profesor Mietter, filólogo; la señora y el señor Levin, corredor de comercio; la señora Pietzine, viuda; y finalmente, el prometido de Sophie, Rudi Wilderhaus, poco interesado por los temas culturales pero muy interesado en Sophie.
Tanto en una tertulia como otra, los tertulianos viajan en sus conversaciones. Viajan por el mundo de la cultura, por la política del momento, por la literatura, se deleitan con la observación de la naturaleza, escuchan o interpretan música, y degustan manjares que, según qué tertulia, difieren bastante por su cantidad y calidad.
Sophie se convierte en el eje de las miradas, pensamientos y sueños de Hans. Mas adelante el lector se dará cuenta de que es correspondido, y si bien al principio su interrelación se compone de, miradas, juegos de abanico, formas de servir el té o arreglos florales, palabras pronunciadas o escritas, …poco a poco la relación se irá haciendo más cercana y más íntima. La situación es peligrosa y condenada a un futuro más que incierto: la dama está prometida y tiene fijada la fecha de la boda. Rudi la ama profundamente, aunque el enlace se ha arreglado al modo tradicional, como un contrato entre padres. Alvaro y Elsa, la criada de Sophie, se convierten en los intermediarios y los confidentes de la relación. La historia de amor tiene un giro cuando surge el tema del trabajo de Hans: la traducción, y Sophie es incorporada con pleno derecho. Este tema esta íntimamente relacionado con la posición de la mujer en el siglo XIX, y plantea jugosas reflexiones, que se desarrollan en la tertulia.
Si esta es la historia principal, además se desarrollan historias colaterales (algunas creo que prescindibles); además, es curioso que el autor no solo desplaza el punto de vista sino que incluso usa la primera persona. La historia paralela de las violaciones del enmascarado; las anotaciones del padre Pigherzog, párroco de San Nicolás; las tribulaciones del obrero Lamberg; la señora Levin; Lisa, hija de la posadera; hasta Franz, el perro del organillero, tiene un cierto protagonismo al final.
Una historia de amor, de amistad, de lealtad y de ternura. Narración muy cuidada en su lenguaje, en la contraposición de los diversos ambientes y los personajes; es posible que, como dice Alejandro Gándara en su reseña en El Mundo (jun-2009) al libro le sobren páginas y divagaciones. Muchas divagaciones son francamente interesantes y los diálogos atractivos, pero su longitud a veces hace olvidar la trama. Aun así, el libro es muy ameno si uno lo que busca es algo más que simple acción. La acción es a veces casi inexistente, o simplemente discurre lenta como un río en su desembocadura, pero el viaje mental nos lleva a un recorrido por los principales temas culturales del siglo XIX, con los que se pueden ver afinidades en la actualidad.
Ariodante
EL VIAJERO DEL SIGLO
ANDRÉS NEUMAN
Alfaguara, 2019
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Casualidad de casualidades, Ario, me compré esta novela en Buenos Aires, en agosto pasado…
Había leído sobre ella en su momento, el año de su publicación. Lo que me incitó definitivamente a hacerme con un ejemplar fue encontrarla citada en el libro La fractura, de Philipp Blom.
Sube pues unos cuantos puestos en la pila. Enhorabuena por la reseña.
Gracias, Rodri, yo hacía tiempo que la tenía a la espera, y este verano me decidí. Y la verdad es que he disfrutado mucho con esa lectura.
Yo lo leí hace unos años y la verdad es que disfrute muchísimo con él, me encantó. Por el contrario a mi mujer le pareció insoportable. Gustos…
Vaya que gran reseña! la verdad es que pinta muy muy bien sin duda lo pongo en mi libreta de pendientes, gracias mil! un saludillo!