EL SUSURRO DE LOS DIOSES – Rafael Mª Cañadilla Moyano
«Estoy más que orgulloso de ser como soy y de estar donde estoy. Sobre todo, si Roma necesita personas con ética y que trabajen por ella con todas las fuerzas.»
He aquà una novela de romanos con doble lectura. Doble o más, que lectores habrá que sepan ver en ella más de lo que servidor ha visto. Pero doble al menos sà es, porque el que sea una «novela de romanos» es en cierto modo (solo en cierto modo) anecdótico para el objetivo que se marca esta novela, y sobre el cual no cabe elucubrar ni hacer conjeturas puesto que queda claro en cada una de las páginas que la componen, de la primera a la última, incluyendo la contraportada.
¿Y qué habilidades especiales, qué dotes deductivas, qué facultades especÃficas hay que tener para captar esa, cuando menos, doble lectura? Un par de ojos y saber leer, nada más. Y no hace falta ni abrir la novela para descubrir la dualidad. Porque, por un lado, basta ver la portada, en la que aparece la colosal y archifamosa cabeza marmórea del emperador Constantino, para darse cuenta de que se trata de una novela no ya sobre el susodicho emperador (como efectivamente no es el caso ni de lejos), sino sobre romanos, una novela histórica ambientada en la época que simboliza la pétrea efigie constantiniana (es decir, que la portada augura una novela situada en un lapso temporal de 1000 años, ahà es nada). He ahà la primera lectura. Y por otro lado, y he aquà la segunda, la contraportada revela al lector qué hay, de verdad y sin trucos, en las 350 páginas interiores: «El Susurro de los Dioses se sirve de una base histórica para novelar una ficción con un mensaje antiviolencia que se puede aplicar perfectamente a unas circunstancias históricas tan diferentes y a la vez tan iguales como las de hoy en dÃa». Es decir: se trata de una novela histórica de romanos con mensaje antiviolencia, o si se prefiere, una novela con mensaje antiviolencia ambientada en el mundo romano. No hay truco, no hay trampa ni engaño: eso es lo que hay. ¿Nos animamos, abrimos la novela, la leemos? Vamos a ello, que no se diga.
Se trata de la historia del romano Lucio Flavio Silva y de su meteórica carrera de simple legionario a gobernador de Judea. Silva es una especie de santo varón, un dechado de virtudes dotado del más noble de los caracteres y de la más pura de las determinaciones, capaz de convertirse en héroe de Roma sin proponérselo, de calar a cualquiera al primer vistazo, de levantar pasiones incluso en la propia mujer del emperador, de dar lecciones de moralidad a algún filósofo cordobés, de trabar amistades inquebrantables en ambos bandos de la guerra… Silva es capaz de reconocer las virtudes del mundo romano pero también las iniquidades, las injusticias, las corruptelas polÃticas, la violencia gratuita de que se vale a menudo. Silva es, en definitiva, un arquetipo que ejemplifica la bondad de carácter, la integridad, la justicia y la igualdad entre los hombres, sin dejar por ello, paradójicamente, de ser un soldado que mata cuando hay que matar. Y todo esto no es solo una percepción subjetiva: los personajes de la novela repiten una y otra vez que Silva es un caso único y que no hay otro como él. El trasfondo histórico durante prácticamente todo el relato son los enfrentamientos originados por la dominación romana sobre el territorio de los judÃos que tuvieron lugar en las primeras décadas del siglo I de nuestra Era. Silva está, pues, en el momento y lugar precisos para conocer a un rabà llamado Jesús, cuyo contacto le marca de por vida y de quien aprende a afianzarse en sus principios, por otra parte intachables.
Otros personajes que pueblan la novela son igualmente arquetÃpicos, cada uno en su papel. El amigo inseparable de carácter jovial y despreocupado, la mujer enamoradÃsima, el gobernador cruel, el enemigo noble… Por encima de todos ellos planea siempre Silva, asombrando (en el doble sentido de la palabra) a unos y otros. Como digo, el marco histórico es principalmente el enfrentamiento entre judÃos y romanos, del cual Silva es obligado partÃcipe. Ese enfrentamiento culmina en la novela con el histórico asedio de la fortaleza judÃa de Masada, que aunque parece por sus primeras páginas que vaya a ser el argumento principal, no vuelve a aparecer hasta las últimas 40.
En cuanto al mensaje antiviolencia: como es de suponer, es el propio Silva y sus ideales quienes encarnan ese posicionamiento pacifista en un mundo en el que la fuerza de las armas es la que prima en el bando romano como en el judÃo. Hay que destacar, si acaso, que la novela se marque ese noble objetivo, tan noble como el propio Silva; nunca está de más propalar el antibelicismo. Sin embargo, el empeño de la novela en alcanzarlo hace algo anacrónico el relato, que demasiadas veces suena a cuento con moraleja más que a novela sin más. El bueno es demasiado bueno y los malos demasiado malos, las situaciones son demasiado estándares, los clichés están demasiado marcados, en fin: la construcción de la novela es demasiado artificial, en aras de transmitir ese mensaje de antiviolencia, como para que el lector la perciba históricamente creÃble. Lo cual lleva a percibir, como anuncié en el primer párrafo de esta reseña, ese carácter histórico de la novela como casi anecdótico. Y no deja de ser paradójico que ello sea asÃ, pues el propio protagonista, Lucio Flavio Silva, existió realmente y fue el general romano que asedió y tomó Masada, como podemos leer en el VII y último libro de las Guerras de los judÃos del historiador Flavio Josefo. Como también existieron Eleazar, Pilatos, Séneca, Tigelino, Claudio, Agripina y algunos otros personajes de la novela.
En cuanto a la prosa, la novela está bien escrita, con un lenguaje nada complejo, absolutamente llevadero y sin artificios. El estilo es lineal, plano, no hay puntos altos ni bajos, y los diálogos suenan declamatorios muy a menudo. Los personajes son también planos, unidimensionales y sin profundidad; ello hace que la novela no permita a uno sentir nada especial al leerla, me temo. Y conste que se dan elementos para que suceda lo contrario: la figura de Jesús, el sacrificio de los judÃos de Masada, el choque de culturas, el amor imposible… Pero todo ello pasa por la novela sin excesivo aprovechamiento, o al menos yo no he sabido verlo, lo cual es harto probable.
El autor, Rafael M. Cañadilla Moyano, ha compuesto una (su primera) novela que en mi opinión no es mala sino sencillamente mejorable, que adolece de ciertas cosas sin duda superables tratándose de un autor novel, a quien le deseo toda la suerte del mundo más allá de la opinión de este humilde e insignificante reseñador.
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Increible, pero cierto, Cavilius reseñando una de romanos y además con un mensaje antiviolencia, inaudÃto…. Mucho te han tenido que susurrar los dioses. ¡Este muchacho, lo mismo sirve para un roto que para un descosido!. Mis felicitaciones.
La tapa se parece a La caida del imperio romano de Adrian Goldworthy
Muy buena reseña Cavi, por mi parte se pospondrá, aunque se esperarán los comentarios de otros que ya le han hechado un vistaso al libro.
¿Te tomaste la medicación Cavilius? ¿Te has equivocado de libro? ¡¡Qué no va de griegos!!
A pesar de lo que me extraña la lectura de esta reseña de manos de nuestro amigo griego, me satisface leer que las sabe escribir igual de bien, sean de uno u otro bando.
La leà porque me llama la atención el tema de la toma (toma tema) de Masada, que luego resultó que en la novela apenas aparece. Recuerdo aquella serie que pasaron por la tele hace muchos años, con Peter O’Toole haciendo de Silva, y tenÃa ganas de conocer una versión novelada del suceso. Error mÃo, porque la novela va de otra cosa.
Esas cosas suelen suceder Cavilius, aunque el libro esté muy bien, qué mal cuerpo te dejan.
Buena reseña Cavilius, aunque sea de romanos y no de griegos.
También me acuerdo de aquella serie sobre la toma de Masada, creo recordar que la ponÃan en las sobremesas veraniegas.
La novela en que está basada la serie es de Ernest K. Gann y tiene el mismo tÃtulo. La compré hace menos de un mes buscandola a través de iberlibro y espera en un rincón a que saque tiempo para leerla.
Por otro lado, no se si la época y el mensaje antiviolencia casan bien, aunque supongo que es lo que intenta el autor. Espero que haya tenido en cuenta algo que ya hemos discutido en otras ocasiones, la diferente percepción sobre las cosas que ha tenido el hombre a lo largo de los tiempos, ya que lo que desde nuestra perspectiva puede parecer brutal, anómalo o injusto, no se veÃa de la misma manera en otros momentos de la historia.
Pues como decÃa en algún lugar de la reseña, la novela me ha parecido algo anacrónica. No porque en el siglo I d.C. no pueda haber un romano al que le parezca mal la conquista y el maltrato de Roma sobre los judÃos, sino por la manera de exponer ese hecho. Me ha sonado a novela sobre x con decoración romana, que a novela romana sobre x.
No sé si me explico…
Muchas gracias Juanrio por informar sobre el autor de Masada que desconocÃa. Ya la tengo localizada en Tiflolibros, biblioteca digital para ciegos en Internet, ya que, en la ONCE no está ni en Braille ni grabada. Asà que, la tengo ya en la carpeta de pendientes esperando su turno.
Seguirá pendiente algún tiempo, Publio, tengo que descansar un poco de novela histórica, pero es un tema que me interesa, asà que no será muy largo.
Cavilius, te explicas perfectamente.