EL PRIMER NAUFRAGIO – Pedro J. RamÃrez
Guyot levantó la vista hacia el imponente bastidor de madera y le preguntó «¿Es esta la misma?». Al principio el verdugo no le entendió y le hizo repetir la pregunta. Enseguida se dio cuenta de que querÃa saber si se trataba de la guillotina en la que habÃa sido ejecutado su rey. «Solo se ha cambiado la cuchilla», le aclaró Sanson. Trabado por su ataduras, Guyot se arrodilló entonces a duras penas y besó la tarima aún seguÃa empapada por la sangre de Luis XVI.
No fue la primera revolución. Las colonias inglesas ya se habÃan alzado en rebelión contra el absolutismo y la monarquÃa. No fue la primera vez que se ejecutó a un rey. Los ingleses ya habÃan dado ejemplo al respecto con Carlos I. Pero fue la primera vez en que una nación, sin tradición parlamentaria, optó por el camino de gobernarse a sà misma como república a través de representantes elegidos democráticamente por sufragio universal masculino. Sin embargo esta no es la historia que cuenta el libro. No nos cuenta cómo los franceses se rebelaron contra la incompetencia de sus tiranos para reclamar el derecho a convertirse en ciudadanos. No. Nos cuenta cómo una pequeña parte de esos franceses usó la violencia y la presión contra sus representantes democráticamente elegidos para reclamar y obtener el derecho a convertirse en tiranos del resto de sus conciudadanos.
Esa es la historia del primer naufragio. De la primera gran derrota de la democracia y la libertad.
Y el autor nos la relata a lo largo de los menos de cinco meses que antecedieron a ese golpe de estado incruento, en el que un grupo de violentos bien organizados impuso su voluntad sobre la del cuerpo de la Convención Nacional. El proceso no explotó de pronto, sino que vino antecedido por la constatación de la debilidad de la democracia naciente, que era incapaz incluso de movilizar en su apoyo un solo batallón de infanterÃa. Los enemigos de esa nueva libertad, adalides de una libertad que entendÃan superior y más profunda, fueron tanteando y minando poco a poco la seguridad de esa democracia hasta darse cuenta de que podÃan destruirla y sustituirla por su propia «virtud», que ellos mismos juzgaban intachable. La división de poderes, tan defendida por la ilustración, jamás fue una preocupación para unos ni para otros. ¿Al fin y al cabo no eran todos custodios de la libertad y de la lealtad revolucionaria? Los atajos en el camino de la libertad terminan llevando a lugares extraños. Porque la labor del tribunal revolucionario ya ha empezado, ejecutando a lavanderas y porteros por declaraciones a favor de la monarquÃa. Y una vez que la dinámica de la ejecución del disidente comienza, ya no puede parar.
El relato es minucioso y detallado, y no por eso menos apasionante. Va de los salones a los campos de batalla de Flandes, pasando por la rebelión de la Vendée. Pero el campo de batalla donde se producen las principales batallas es el pleno de la Convención Nacional. No es solo la historia de los verdugos de la libertad: Dantón, Marat y Robespierre, es también la historia de ese desorganizado grupo de moderados demócratas y burgueses denominados la Gironda, y que nunca supieron organizarse para defenderse de sus rivales de la montaña.
Cada personaje es descrito y situado en su contexto, a través de numerosas memorias, testimonios, trabajos de investigación y, sobre todo, los periódicos de la época y las transcripciones de las sesiones parlamentarias, en las que por primera vez en la historia de Francia se combatÃa con la palabra, antes que con la influencia o la intriga.
Y la guillotina al fondo, como una amenaza ominosa, hacia la que todos los protagonistas se dirigirán en el plazo brevÃsimo de unos meses.
El primer naufragio.
Pedro J. RamÃrez.
La esfera de los libros, 2011.
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