CUANDO EL PADRE NOS OLVIDA – Gabriel Froger
El subtÃtulo del libro que nos ocupa es «Los prisioneros de Cabrera en la Guerra de Indepedencia (1808-1814)», lo que nos permite ya hacernos una idea mucho más concreta sobre el tema real del libro. Publicado por primera vez en Francia en 1849, tenemos aquà la narración, de primera mano y en modo de memorias inconexas, de la vivencia de un soldado francés durante su cautiverio por parte de los españoles en la Guerra de Independencia. El narrador real y soldado cautivo, llamado Sebastien Boulerot, se apoya en Gabriel Froger para escribir este periodo de su vida. Froger se coloca a sà mismo en el prólogo como simple copista. Y esta obra se publica en estos dÃas gracias a la traducción y esfuerzos de Laura GarcÃa Gámiz. Creo que con esto tenemos el nombre de los principales implicados de esta historia y en su vuelta a la vida en España en nuestros dÃas.
Y la historia no es otra que el triste, doloroso y trágico viaje por España de un soldado francés preso, especialmente de su reclusión final en la isla de Cabrera. Después de ser derrotados en Bailén, los presos comienzan un viaje a pie hacia el sudoeste de España en el que sufren algún atropello y ataque, pero la vida de los presos empeora sensiblemente cuando son hacinados en unos pontones cerca de Cádiz. Aquà comienzan a morir de manera masiva, debido a la falta de agua y vÃveres. Es decir, los españoles les niegan lo más básico y esto conlleva la muerte de soldados por enfermedad, sed e inanición.
Finalmente, los prisioneros franceses son transportados a la isla de Cabrera. Situada al sur de Mallorca y con unos 15 kilómetros cuadrados, fue la prisión natural de miles de soldados. Una vez más, según este libro, los españoles actuaron como crueles carceleros y las ropas, el agua y la escasa comida (pan y habas) eran entregadas con irregularidad y escasez. Muerte, enfermedad, antropofagia, traiciones infames… todas estas penurias son narradas por Sebastien, pero también cuenta cómo va surgiendo una extraña economÃa y mercado en el que se trafica con todo y especialmente con lo más básico: un pantalón, un poco de hilo hecho artesanalmente, un pequeño servicio…
La narración es quizás el punto más débil del texto ya que no mantiene un hilo narrativo. Es decir, el protagonista nos traslada sus memorias y si bien se pueden perfectamente seguir sus peripecias y el cautiverio, no hay una historia como tal. Sin capÃtulos, la narración va y viene entre hechos y reflexiones. Aunque no es un problema real, conviene advertÃrselo al potencial lector para que se sepa de antemano el tipo de texto al que se enfrentará.
Para los aficionados a la Guerra de Independencia en particular o al mundo napoleónico en general, este libro será un buen camino para conocer este episodio. De todos modos no encontrará aquà información sobre batallas, vida castrense de los ejércitos napoleónicos o cuestión similar. Es más bien la historia de unos hombres llevados al extremo de la resistencia humana, tanto fÃsica como psÃquicamente. Una visión de primera mano de lo que significaba ser preso de guerra en aquellos tiempos y cómo sufrieron y malvivieron parte de aquellos ejércitos que dominaron Europa.
[tags]Cuando, padre, olvida, Gabriel Froger[/tags]
Gran reseña Curistoria, un libro interesante que narra un hecho olvidado de las guerras napoleónicas y de nuestra guerra de independencia…y que nos muestra la brutalidad y el sufrimiento de los soldados que sirvieron en aquellas guerras, muy lejos de las pinturas y pelÃculas de soldaditos con magnÃficos uniformes y húsares y coraceros románticos.
El mismo trato que recibieron estos soldados franceses a principios del XIX lo recibieron los soldados soviéticos a manos de las victoriosas tropas alemanas tras la Operación Barbarroja a mediados del XX. Como vemos la crueldad humana no conoce de épocas ni de fronteras. Felicidades por la reseña pues rescata del olvido unos hechos deleznables.
Es un episodio bastante interesante,aunque truculento,de nuestra historia.El trato que se dió a los prisioneros franceses en Cabrera fue inaceptable e impropio de una potencia moderna (o medianamente moderna) como era España.Aunque este trato tampoco difiere mucho del que algunos jerifaltes franceses dieron a los militares y ciudadanos españoles en general;o sea,que los dos cometieron sus respectivas tropelÃas,unos por imponer su superioridad por las malas y con chulerÃa excesiva,otros por simple venganza.Esto es una constante en la historia de toda nación.
Por cierto,existe un libro que también relata este suceso de forma muy acertada:es de Baltasar Porcel y se llama «El Emperador o El Ojo del Ciclón».Un saludo.
Interesante libro que nos muestra uno de los episodios más ocultos de nuestra historia. En cuanto puedad le echaré una lectura pues el tema lo merece. Fijaos que curioso que en algunos soldados se dio una parte de Sindrome de Estocolmo pues con el tiempo algunos de ellos quisieron volver a ver la isla en donde tan mal lo pasaron.
¡Buena reseña Curistoria, como siempre! :-)
Gracias por las felicitaciones. Es una pena que el libro no esté mejor escrito, es decir, que no sea tan inconexo porque ganarÃa mucho.
Saludos.
Interesante reseña Curistoria.La verdad es que en la guerra el prisionero acaba formando parte de la Victoria del vencedor, valga la redundancia.Los españoles que cayeron cautivos de los franceses tampoco recibieron un trato muy digno que digamos, algunos como el defensor de Ciudad Rodrigo en 1812, el general Herrasti, dejaron por escrito para la posteridad sus penurias en la Francia napoleónica.
Como dijo Churchill una vez: «Un prisionero de guerra es un hombre que intenta matarte, falla, y luego te pide que no lo mates».
Un saludo.
También hay que decir, que Napoleón no hizo nada por rescatar a esos hombres, los abandonó vilmente durante toda la guerra.
También es necesario, en honor a la justicia, no olvidar el holocausto que las potencias aliadas vencedoras de la 2ªGM provocaron en los soldados alemanes derrotados, de una forma cruel e inhumana, absolutamente digna de un proceso judicial en la lÃnea del de Nuremberg.
Silenciando los crÃmenes propios y una vez en los umbrales de la guerra frÃa, Winston Churchill dijo: «Grandes cantidades de alemanes han desaparecido sin dejar rastro. No se puede desechar la idea de que una catástrofe de enormes dimensiones está ocurriendo tras el telón de acero». Senadores norteamericanos denunciaron las terribles «orgÃas» de castigos, fusilamientos, torturas con agua, abrir las venas, destrozo de cráneos contra el techo en los campos de concentración aliados.
Entre 1.945 y 1.948, murieron o fueron asesinados unos 80.000 alemanes, la mayorÃa ancianos y niños en Polonia que según parece existieron 1.255 campos de concentración dirigido por Jacob Berman. Entre sus ayudantes estaban Lola Potok Ackerfeld, Itzak Klein, Adela Glickman, Moshe Grossman, y otros muchos más todos judÃos cuyos apellidos modificaron para convertirlos en polacos.
Las cifras de expulsados y de los que fueron trasportados a la URSS donde perecieron, son escalofriantes: alemanes de HungrÃa y Rumania, Prusia Oriental: 299.000 vÃctimas, Pomerania: 364.000 vÃctimas, Brandenburgo: 207.000 vÃctimas, Silesia: 466.000 vÃctimas, Danzig: 83.000 vÃctimas, Báltico, 51.000 vÃctimas, Checoslovaquia con Sudetes: 272.000 vÃctimas, Polonia (fronteras de 1.939): 185.000 vÃctimas, HungrÃa: 57.000 vÃctimas, Yugoslavia: 135.000 vÃctimas, etc. etc.
De casi 8 millones de soldados alemanes prisioneros de los aliados, casi 2.000.000 millones nunca regresaron y fueron exterminados de la forma más cruel e inhumana en los campos de prisioneros aliados occidentales en la Alemania ocupada, ya acabada la guerra, con los ejercitos vencedores atiborrados de alimentos. Incluso la Cruz Roja repartio mas de 13 millones de paquetes de alimentos que nunca llegaron a los prisioneros alemanes que morÃan presos de enfermedades, por inanición –cientos y cientos de soldados no llegaban a pesar más de 35 kilos–, sin barracones, ni tiendas de campaña, ni nada de nada. Al aire libre, soportando con sus raÃdos capotes y prendas militares los rigores de la intemperie.
CrÃmenes horrendos de los buenÃsimos aliados que nunca fueron juzgados, pero que no deben ser silenciados independientemente de la posición polÃtica que ocupen los lectores.
En cuanto al libro que se comenta, no se si es riguroso históricamente hablando dada que son las memorias de un combatiente francés, aunque debe de resultar muy curioso. De todas formas, creo que hay pocos trabajos sobre el tema. Un saludo.
Eres un poco monotemático, ¿no crees?
Muy buena reseña, Curistoria. Es una historia estremecedora la que nos relatas aunque los protagonistas sean soldados del enemigo francés en la Guerra de la Independencia pero no por ello dejan de ser seres humanos y, por lo que cuentas, no fueron tratado como tales. La historia de las grandes batallas siempre son asÃ: crueles con el enemigo, si hay rendición y se firman pactos desoués se olvidan. En fin, siempre se dijo que en la guerra todo vale, pues el fin de una batalla es salir airoso de ella. Y, aunque nos duela, los ejércitos españoles, a lo largo de la Historia también han cometido verdaderas barbaridades allá donde pelearon. Bailén fue una batalla dura pero no sólo por la batalla en sà si no también `porque era un dÃa de calor axfisiante y el ejército español tuvo la ayuda de la población de Bailén, sobre todo por el suministro de agua. Esa fue una baza muy a tener en cuenta. Bailén, a la postre, supondrÃa el principio del fin de la invasión napoleónica de España.
Si es verdad, tienes razon, es monotematico pero escalofriante y muy poco divulgado.
Recuerdo un extenso reportaje en HISTORIA Y VIDA sobre esta cuestión. En cierta forma exoneraba en parte a las autoridades españolas que estaban totalmente colapsadas por la situación de guerra, y en realidad carecÃan regularmente de los medios oportunos para auxiliar a los prisioneros.
Me llamó especialmente la atención el detalle de que les entregaban material para elaborar calzado, y luego recogÃan este, recompensando escasamente a los artesanos. Pero ya era un alivio en medio de aquella situación.
Esto que aquà se cuenta de manera novelada es la misma historia contada en primera persona por un soldado napoleónico real llamado Luis François de Gille y de cuyo calvario en Cádiz y posteriormente en Cabrera, dejó constancia en un diario que fué publicado en Francia por primera vez por su hijo Philippe, en ParÃs, en 1892.
En España no se tradujo hasta el año 2010 bajo el tÃtulo de «Memorias de un recluta de 1808». En el siguiente post tenéis una breve reseña sobre esta sobrecogedora historia:
http://www.elcajondelosmisterios.com/2013/12/memorias-recluta-1808.html