CRÓNICA DEL REY PASMADO – Gonzalo Torrente Ballester
«El Rey recorrió con la mirada aquella acumulación de cuerpos a la intemperie y se detuvo en uno, donde una vieja celestina recogÃa en el regazo de su falda el oro que Zeus enviaba a la entrepierna de Dánae, la cual, sin embargo, algún oro debÃa de recibir en el sitio preciso, a juzgar por la cara que ponÃa. Dánae tenÃa unos muslos largos y un cuerpo dorado, semejante al de Marfisa. El Rey quedó ante él, como pasmado, durante mucho tiempo».
El Siglo de Oro fue fecundo en España. Al ritmo de una expansión imperial que amenazaba con romper las costuras del propio mundo, parece que aquel sol que nunca se iba a poner hubiera permitido que floreciera en cualquier confÃn de la PenÃnsula Ibérica gran copia de literatura inmortal, orfebres y arquitectos que plasmaran en piedra la inmortalidad y pintores que con pincel de musa elevaran a categorÃa de mundial el lienzo español. Aquel fue un tiempo de maravillas y sorpresas, de valentÃas, honor y decepciones, que nunca fue olvidado a través de los siglos, a pesar de que aquel imperio se desmoronase estrepitosamente bajo sus pies de barro. «Edad dichosa», como decÃa Cervantes en los labios de Don Quijote, es aquella que siempre se recuerda. Y en los últimos años, por lo menos en el campo de la literatura, no se han olvidado del todo pues asistimos a un autentico boom de ensayos y novelas históricas que nos iluminan cada recoveco de aquella centuria áurea, comenzando desde las vicisitudes de férreos soldados de Flandes al estilo Alatriste hasta ocultos lugares regentados por rinconetes y cortadillos.
Cualquier aspecto tiene cabida entre las hojas de estas obras, y diversos son los destinos que han tenido pues algunas han gozado de éxito mundial, alcanzando el nivel de clásico entre clásicos, mientras que otras debido a la facilidad de verbo, repetición continua de lugares comunes y errores históricos de bulto han caÃdo en el último circulo infernal del olvido. Hay que saber buscar bien, expurgar para hallar los elegidos, y para aliviar al posible aventurero literario su búsqueda le señalo uno que se encuentra entre los primeros, los de clase magistral: Crónica del rey pasmado, de Gonzalo Torrente Ballester (Serantes, Ferrol 1910 – Salamanca, 1999).
Muchos que hayan comenzado a leer esta humilde reseña a lo mejor recuerdan esta obra por el film homónimo de Imanol Uribe, estrenado en 1991, y es posible que todavÃa tengan fresco en sus mentes las imágenes de aquella fantástica pelÃcula y las caras de los actores que tan bien recrearon a los personajes de la novela: Gabino Diego, excelso como Felipe IV abobado, o un intrigante Conde-Duque de Olivares interpretado por la pÃcara mirada de Javier Gurruchaga, entre otros actores de primer nivel. Pues bien, si a vuesas mercedes les agradó la pelÃcula, el libro les sorprenderá en demasÃa pues verán en él la maestrÃa que ha tenido el artÃfice de la pluma al convertir una historia que puede parecer jocosa y sin sustancia en toda una gesta y aventura que casi compromete a un paÃs. La historia principia cuando tras una noche misteriosa, llena de prodigios, en donde magos y brujas llenan los cielos y grandes trastornos se han producido en Madrid, siendo desde el amanecer munición en los mentideros, el rey se levanta entre las mullidas sabanas de una prostituta llamada Marfisa y cuando se estaba vistiendo, sin querer contempla la exquisita figura y superior trasero de la cantonera y quedando arrobado por su belleza cual cuadro de Tiziano. Algo hace que en aquel cuerpo regio algo se despierte pues desde aquel momento su única obsesión es ver desnuda a la reina, Isabel de Borbón, y sobre todo desee ver su culo. Quiere ser libre y sin ninguna atadura y quiere complacer su cuerpo para obtener la libertad en un mundo tan encorsetado por el celo religioso de la Santa Inquisición y la hipocresÃa mundana. Este asunto tan fuera de sà hace que el reino se divida en dos pues hay algunos que están a favor de que los reyes cohabiten sin ningún problema pues ambos son hombre y mujer casadas y es bueno que recorran sus cuerpos, como por ejemplo el misterioso padre jesuita Almeida y el conde de la Peña Andrada, mientras que otros ven en este asunto la mano del diablo pues razonan que no es cuestión propia que lo reyes se encamen cuando quieran sino que es razón de Estado pues el pecado mortal que hagan recae también sobre el pueblo pudiéndole producir desgracias continuas. Es por ello que en la corte existan personajes como el Padre Villaescusa o el Valido que vivan en continua angustia pues en breves momentos se tienen que dirimir asuntos cruciales en una batalla en Flandes, e igualmente se esta a la espera de la tan anhelada escuadra proveniente de las Indias y que tiene que traer la tan ansiada plata y oro para seguir sufragando las armas del rey. Asà que no dudan en buscar cualquier excusa para que no estén juntos y impidiendo de esta manera la total intimidad de las regias personas a las que sirven ¿Quién ganará en esta lucha de intereses? ¿Se saldrá Felipe IV con la suya y conseguirá que su espada real atraviese el escudo virginal de Isabel de Borbón? No les puedo desvelar el final, solamente asegurarles que si la leen descubrirán que a veces el Diablo enturbia para conseguir buenos fines para el hombre. Y no al revés.
En este lÃo monumental, Gonzalo Torrente Ballester, nos lleva a recorrer los distintos rincones del Madrid de los Austrias y los más escondidos lugares del Alcázar, y del Convento de San Placido, en donde como curiosidad se dice que el reloj que existe en él es un regalo que le hicieron los propios reyes a las monjas por los buenos servicios prestados en la crisis amatoria que tan bien nos narra la novela. Mediante una prosa directa, adecuándose la mar de las veces a los distintos estratos sociales y con léxico refinado podemos gozar de nuevo con aquel tiempo, sin estridencias y con ganas de ir, como turistas, a conocer los lugares de los que habla la novela. El autor no reinventa nada sino que saca al natural a todos los personajes del siglo de Oro, pudiéndolos ver interactuar no solo en sus lugares determinados, tipo palacios o conventos, sino también en los lugares más bajos, viéndose muchas veces incluso la hipocresÃa de la época como por ejemplo cuando el jefe de la Inquisición ruega Marfisa que huya de la capital del reino para que sus adláteres no la detengan. ¿Qué por qué lo hace? Pues porque es una muy Ãntima amiga suya. Asà nuestro autor destapa la doble moral de la época y la falta de ética. En fin… no les quiero aburrir más, solamente recomendarles encarecidamente este fantástico libro de uno de los mejores escritores contemporáneos de la literatura española pues en el encontraran una manera distinta de glosar un siglo y todo un ejemplo de cómo ilustrar las grandezas y miserias de aquella España de truhanes, héroes y santidades.
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No tengo el gusto de haberla leÃdo, pero seguro que si la encuentro en alguna librerÃa de viejo, cae fijo. Y será gracias a esta reseña. Bien por tÃ, Balbo.
Glorioso libro para una gloriosa época.
Empecé a leerla no hace mucho, pero no pude terminarla. Me quedé a mitad. Tuve la sensación de que los dilemas morales que se plantean en la novela quedan muy lejos de cualquier preocupación que pueda tener alguien en 2013. Eso sÃ, la prosa del autor es de las que muchos quisieran para sÃ.
Bueno, esa es una de las ventajas de la novela histórica.
Gracias a Dios, los dilemas y asuntos que se tratan en una novela histórica deben corresponder a los dilemas de la época en cuestión, digo yo.
SÃ, pero lo que los hace atractivos es que se les dé una dimensión más atemporal. Después de haberme leÃdo media novela, los personajes de la misma me resultan lejanos en todos los aspectos. No me identifico con ninguno de ellos, ni con ninguno de sus dilemas. Pero bueno, también es verdad que la época del Siglo de Oro me interesa bastante poco en general.
Acabáramos…
Guardo muy buen recuerdo de esta obra, al igual que de la pelÃcula con un magistral Gabino Diego secundado a la perfección por otros grandÃsimoss actores. No sé si vi la pelÃcula antes de leer el libro, pero la ambientación de la misma, la fotografÃa, la música y los soberbios diálogos entre el inquisidor y el corsario, me parecen simplemente insuperables.
Por cierto, que en el libro rebelaban quien era el diablo (desaparecÃa detrás de una puerta) y en la pelÃcula se saltaban el pasaje.
Por lo demás….. peliculón!!
Lo que hace eternas las historias contemporaneas, es lo universal de sus contenidos. Pero cuando uno escribe sobre historia…busca lo contrario, creo yo.
Magnifica y divertida novela.
La pelÃcula otro tanto, con los dos Diegos, Gabino y Juan, sin olvidar a Gurru… en el papel de Olivares.