CRÓNICA DE LOS XIII ENCUENTROS HISLIBRIS (Madrid, 13 y 14 de junio de 2025)

En su canción «Ara que tinc vint anys», perteneciente al álbum homónimo de 1967, Joan Manuel Serrat dice (traduzco): «Ahora que tengo veinte años, / ahora que aún tengo fuerzas, / que no tengo el alma muerta, / y siento que me hierve la sangre». Hislibris cumple 20 años en este 2025, aún tenemos fuerza, desde luego nuestra alma está más viva que nunca y nuestra sangre quizá no hierve, pero la sentimos en nuestras venas. En muchos aspectos se podría decir, como cantara aquel tanguero y que una estrella local versionó,  «que veinte años no es nada, / que febril la mirada, / errante en las sombras / te busca y te nombra. / Vivir con el alma aferrada / a un dulce recuerdo / que lloro otra vez». Y nosotros recordamos, volvemos, una vez al año si las circunstancias de la vida lo permiten, y nos reencontramos. Y charlamos, reímos, comemos, bebemos, debatimos y nos abrazamos. Porque, como dice Serrat en su tema, «queremos y queremos y queremos [sic] cantar. / Hoy que todavía tenemos [sic] voz. / Quién sabe si podremos [sic] mañana».

Nos reunimos para celebrar 20 años de hislibrismo, de esa manera de ser que trasciende códigos fuentes, plantillas de HTML y redes sociales, que nos hace ser como somos y que nos gusta reconocer como tales. Veinte años en en que nos hemos juntado y separado, que algunos se fueron pero quedan aún en el recuerdo, y que han dado, entre otras cosas, XV ediciones de los Premios de Literatura también XV ediciones del Concurso de Relato Histórico, con sus correspondientes antologías.

Y de todo ello, más el comercio, el bebercio y el hablarcio inherentes, tenemos esta crónica escrita a varias manos. ¿Vamos a ello?

Dale.

Viernes 13 de junio, 19.30 horas, en El Periscopio.

Que sí, que ya antes de que empezara la entrega de premios ya había gente empinando el codo (¡de Colas Zeros y cerveza fresquita, no vayáis a imaginar otra cosa!) y que los que aguardaban en El Periscopio tuvieron que venir a buscarnos para iniciar el acto al que se nos había convocado. Y que no cabía más gente en el altillo del local, que algunos se quedaron de pie y nos tememos que si la cosa sigue en progresión geométrica en futuras ediciones acabaremos sentándonos en las rodillas de algunos.

Ea, Farsalia e Íñigo: a la faena y que dios reparta suerte, en este caso galardones. La cosa se alternó entre el barcinonense y el pamplonica y, bueno, que si ya sabéis quiénes ganaron, pues para qué lo vamos a repetir punto por punto. Uno leía los nominados y anunciaba el ganador, se entrega el premio y se leía la valoración del Jurado en cada categoría; que se dan premios, sí, pero no al tuntún, y que se razona y argumenta, a la par que se celebra. Luis Villalón, nuestro Cavilius, se llevó dos premios (dos Celedonios de antaño) y los recibió con su humildad habitual: Mejor Novela Escrita en Español y Mejor Autor Español. No pudo asistir un representante de Acantilado para recoger el premio a Mejor Novela Histórica Traducida al Español, pero sí lo hizo el editor en nombre de su autora, Eva Tobalina.

Martín Llade recogió el premio a Mejor Autor Novel y hasta nos enseñó parte de su vestimenta con elementos musicales. Se entregó también el premio a Mejor Cubierta y a Mejor Labor Editorial, que en ambos casos fue para la Editorial Impedimenta; no pudieron asistir: como los compañeros de Acantilado, estaban en la Feria del Libro madrileña; el sábado me acerqué a su caseta a entregar los galardones y había tanta gente que no me planteé hacer una foto. Por último, el premio honorífico (el Hislibreño del Año), que en esta ocasión recayó en el Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda, que con ilusión se hicieron eco de ello en su blog.

La cosa no quedó en la mera entrega de premios: hubo cena y charlas animadas (Llade y su simpática doña se quedaron a cenar y en ese lado de la mesa la cosa estuvo muy animada) hasta ya la medianoche, cuando Cavilius y Caliban, nuestros Luis y Juan Luis, tuvieron que retirarse para volver a sus lejanos hogares en autocar (y en direcciones opuestas). Algunos resistimos un poco más, para tomar un cóctel en Chueca, hasta que se hicieron las tantas y tocaba descansar.

Pues aún quedaba el sábado…

Sábado 14 de junio, 13 horas, en María Pandora.

Los sábados de Encuentros comienzan un poco como los días en los que viajas: pensando en la maleta. Siempre pienso en esas palabras tan machadianas de Pizarnik: «Que me roben las maletas y yo pueda viajar con las manos libres». El caso es que María la de todos los dones me esperaba, pero entre ellos no se encontraban los ejemplares del libro del XV Concurso de Relato Histórico Hislibris.

Llegué pronto, mas no el primero. No sé si fue Eylo o Arturo, pero el caso es que ya estaban allí, aguardando pacientemente a que se secase el suelo del local recién fregado. La mitad de nosotros andaba de visita en el Museo del Romanticismo bajo la tutela de nuestra Rosalía de Bringas, quien indudablemente habría detallado con realismo sus salas y tesoros. Otros aprovechaban a dar una vuelta por la Feria del libro y los más prudentes habían reservado fuerzas para lo que nos quedaba por delante, llegando con puntual entrega pero sin previas.

Así, nos fuimos uniendo entre birra y refrescos. Hubiéramos seguido en nuestras diletancias hasta la hora de la comida sin rubor alguno, haciendo honor a las charlas de nuestros «Cervezas y libros», pero no era el plan. Y teníamos un plan, claro que sí, el de todos los años: que un servidor hablara poco y dar el micro a los protagonistas, los autores de los relatos. Lucie, como representante del jurado, fue la primera en hablar, en presentar su punto de vista, como veterana en cada una de las partes del certamen, acerca del concurso de este año. [Disculpad la baja calidad de los vídeos, pero queríamos poner algunos].

Tras ella, Vidal nos habló de su relato, dejando maravillosas pinceladas acerca del proceso de escritura. Después fue el turno de Eylo, que desgranó con dulzura y sonrisa siempre amplia cómo concibió la historia que encerraba su texto. Al rato, Granada y su gracia transmutó en escritora, en una especie de transubstanciación inversa, porque allí, sentada a mi lado, estaba Garnata, hablándonos de la ciudad nazarí y de cómo, en un ejercicio poético precioso, ella veía la historia y su historia recorrer las calles granadinas. Cerró el acto Francisco, autor salmantino ganador al mejor relato largo, de grandes lecturas y mejores y más humanos posos, con el que charlamos del antihéroe.

Dimos por finalizada la presentación, y allí nos hubiéramos quedado hasta la hora de la cena, volviendo a hacer honor a nuestra fama, pero tampoco era el plan. La verdad es que entre maletas y planes… Menos mal que el plan de la tarde más que programa era… confabulación.

Mismo día, 18.30 horas, en El Barógrafo.

El tiempo siempre vuela en los Encuentros hislibreños. Aún resonaba en la memoria la sobremesa en el Círculo de Bellas Artes, donde entre risas y felicitaciones, Valeria sopló su vela y, contra todo pronóstico, resistió al cántico de las sirenas hislibreñas, cuando los hados nos llevaron al Barógrafo: un rincón auténtico de tintes históricos pues, años atrás, se entretejieron, según compartió Javi, los primeros hilos de Hislibris.

Allí, la magia de la narración tomó forma de la mano de Manuel Valera que ejerció para nosotros de aedo. Nos invitó a atravesar el espejo como si fuéramos Alicia en busca de lo desconocido. Y, aunque Antonio Blanco nunca llegó, su sombra sirvió de guía en un juego narrativo que se desplegó entre trazos de dibujo, llaves misteriosas y postales que se convirtieron en pasaportes hacia lo insospechado.

Los hislibreños, siempre bien pertrechados y dispuestos a la aventura, emprendieron un viaje literario sin fronteras. Con el espíritu inquieto de los grandes exploradores, navegaron junto a Ulises por mares traicioneros y sortearon los engaños de dioses caprichosos, enfrentando el destino con la misma determinación con la que el héroe griego buscaba Ítaca. Del furor del oleaje pasaron al universo onírico de Momo. En esa travesía, se reencontraron con el Maestro Hora y la tortuga Casiopea, y comprendieron que el tiempo es un tesoro. La ruta siguió por territorios de leyendas y enigmas. Se toparon con odiseas, Odiseos y Laertes ausentes, y con dragones de ojos fulgurantes; jugaron a descifrar los postulados de titanes del pensamiento como Newton o Leibniz y observaron a emperadores ocultos tras cortinas, como sombras esquivas del poder y el misterio. Fue un recorrido entre lo real y lo fantástico, donde seguimos los pasos de Arturo y sus caballeros desde Camelot hasta los senderos del Etna, como si el pulso de la Historia aún latiera en el interior del volcán.

Así fue el tránsito por los universos literarios, un paseo por las edades del pensamiento y la fantasía, donde la realidad se fundió con la imaginación y cada historia, como un eco, quedó grabada en la memoria de los hislibreños. Porque en el fondo, ¿no es acaso la literatura la mayor de las aventuras para cualquier hislibreño que se precie?

Las historias brotaron como manantiales, pero la jornada no podía cerrarse sin la celebración final. Con nuevas viandas y un brindis de despedida en una terraza del corazón de Madrid, los hislibreños sellaron la jornada con promesas de reencuentro y conversaciones que, como siempre, se resistieron a morir con la noche. Porque, aunque algunos quisieron, cómo no, prolongar las tertulias hasta altas horas de la madrugada, lo cierto es que el espíritu de Hislibris nunca duerme, solo espera a que se escriba el próximo capítulo.

¡Nos vemos en los XIII Encuentros Hislibris de 2026!

     

4 comentarios en “CRÓNICA DE LOS XIII ENCUENTROS HISLIBRIS (Madrid, 13 y 14 de junio de 2025)

  1. Balbo dice:

    ¡Qué guapos estáis todos! Me alegro un montón de que lo pasarais genial entre tanta buena gente. ;-) Y ahora a por otros veinte años más ¡Aur, Aur!

  2. Valeria dice:

    Magnífico resumen, con un magnífico inicio. Fue un estupendo rencuentro y encuentro, de viejos y nuevos hislibreños. Donde nos alimentamos de abrazos y conversaciones, de libros y cervezas (o lo que se tercie). Porque cuando toca ir, siempre me queda la sensación de que vuelvo a casa. Y que viva «el viejo cubano».

  3. Garnata dice:

    Muy bonito. Gracias por la crónica.

    Me alegré mucho de poder ir, charlar con vosotros, conoceros en persona y, por supuesto, de disfrutar de la magia hislibreña.

    Doy fe de que el encuentro supuso una verdadera aventura literaria.

    Un abrazo para todos, queridos compañeros de Hislibris:)

  4. Hahael dice:

    ¡Olé, olé !

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