CONSPIRACIÓN – Robert Harris
Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? (¿Hasta cuando Catilina abusarás de nuestra paciencia?)
En Conspiración, de Robert Harris, se novela el consulado y los años posteriores al mismo, de uno de los romanos más famosos de la Historia: Marcus Tullius Cicero, personaje brillante en su oratoria que ejerció la carrera de abogado con éxito, lo que le llevó a ser Cónsul de Roma, el máximo cargo del cursus honorum. A través de las páginas de esta novela desfilarán otros grandes personajes de la época como el gran Julio César, Pompeyo Magnus, Licinio Craso, Marco Catón, Clodio Pulcher, Metelo Céler, Aurelia, Pompeya, la hermosa Clodia, Servilia, Hortensio y una larga lista de celebridades de la historia de Roma.
Estamos en la Roma Republicana en el año 63 a.C. Marco Tulio Cicerón, un hombre hecho a sí mismo, con un ego bastante elevado y que se tenía en muy alta estima, acaba de ganar las elecciones al consulado a pesar de no pertenecer a las más ilustres familias de Roma y ser un advenedizo de Arpino. Pero un extraño asesinato se acaba de producir en Roma. Un asesinato en el que están implicados sus enemigos políticos: su colega en el consulado Híbrida y su más acérrimo enemigo, Lucio Sergio Catilina. En las páginas de esta novela asistiremos con detalle a la famosa conjuración de Catilina y a cómo Cicerón salvó a la República y fue considerado Pater Patriae. En los años posteriores contemplaremos el ascenso de César hacia el poder y la formación del Triunvirato. Todo desde el punto de vista de Tiro, el secretario particular de Cicerón.
Cicerón ha sido un personaje algo maltratado por la literatura en los últimos tiempos. Se le consideraba un pesado, pedante, advenedizo y con aires de grandeza (algo ha tenido que ver la visión de C. McCullough en sus novelas evidentemente). Pero en esta novela, Harris nos presenta un Cicerón con todas esas características, pero también con otras mucho más positivas, más humanas. Te acerca más a la parte humana del personaje y no tanto a su imagen pública. Y César, por ejemplo, es tratado desde el punto de vista de Cicerón, es decir, como un ser despiadado y ambicioso, capaz de cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos. Me ha encantado el último capítulo en el que se encuentran ambos en la tienda de César.
Con un estilo ágil y dinámico, un tono muy adecuado y para nada farragoso, Robert Harris nos introduce en las sesiones senatoriales con detalle, en los discursos de Cicerón, en los múltiples juicios a los que asiste como defensor o como fiscal e incluso como testigo, a sus momentos de gloria y a sus momentos de fracaso. Y de paso, hace un fresco sobre la vida cotidiana de Roma, de sus costumbres, fiestas, tradiciones, personajes, edificios… Al leer sus páginas te paseas por las calles de Roma sin darte cuenta. Sin necesidad de cerrar los ojos, puedes identificar los escenarios del Foro, oler las flores de los jardines de las villas del Palatino, pasear por las atestadas calles del Subura, tropezarte con la gente y con los personajes de la Historia de Roma de quien tanto hemos oído hablar con una tremenda naturalidad.
Un libro muy recomendable para todos aquellos a los que les apasione la Historia de la Roma Republicana o simplemente para aquellos a los que quieran introducirse en el Senado, en las Asambleas de la Plebe y establecer contacto con los grandes personajes que pueblan la ciudad más grandiosa jamás imaginada.
Conspiración (título original Lustrum)
Autor: Robert Harris
Contiene un útil mapa de la Roma del siglo I a.C., un glosario de términos que puedan ofrecer dificultades al lector neófito y un dramatis personae muy breve pero aclarador si no lees el libro del tirón.
Editorial Grijalbo (primera edición septiembre de 2010) 478 páginas
[tags]Conspiración, Cicerón, César, Robert Harris[/tags]
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«Cicerón ha sido un personaje algo maltratado por la literatura en los últimos tiempos. Se le consideraba un pesado, pedante, advenedizo y con aires de grandeza (algo ha tenido que ver la visión de C. McCullough en sus novelas evidentemente).»
No hay más que mirar la correspondencia que mantenía con Ático, su hermanito Quinto o amigos y aliados como Bruto y Celio para darse cuenta de que sí, Cicerón era un tipo pagadísimo de sí mismo, pedante (aunque con criterio), obsesionado por el hecho de ser un outsider dentro de la nobilitas romana.
Muchas novelas históricas lo han rehabilitado (por ejemplo, La columna de hierro de Taylor Caldwell), y en la cuestión ensayística los libros de José Guillén Cabañero (<i<Héroe de la libertad, por ejemplo). Supo aprovechar la conjura (pretendidamente exagerada) catilinaria, pero no se dio cuenta de que lo que proponía (concordia ordines) era irreal. Demasiado timorato, sin decantarse plenamente por una opción (algo de oportunista, aunque con buena voluntad, tenía). Su momento de gloria le sirvió para un largo poema laudatorio que sus contemporáneos se tomaron a chirigota.
Interesante reseña de una novela, segundo volumen de una saga, que a priori no me llama la atención.
Ya m’han moderao, cachis…
Yo siempre sere fiel a la Conjuracion de Catilina de Salustio y su emocionante discurso final.
Buena reseña Txema ;.)
¡Lo que me hicieron a mí sufrir traduciendo a Salustio en el instituto! También Cicerón me las hizo pasar canutas, sólo disfrutaba traduciendo a César, que era el más sencillito en cuanto a su prosa latina.
Cicerón también es presentado como bastante ladino en «Roma, la serie» de TV de HBO. Sobre todo, con unas orejas de elefante.
Muy buena la reseña, Txema, ¡oh destacado exponente del sector romano «juliano»!
A mí Cicerón me recuerda a Montilla el ya ex-presidente de Catalunya, un outsider, como dice Farsalia, al que la ambición y el deseo de figurar……, en fin, ya es historia, como Cicerón. O al revés.
Por cierto la de Taylor Caldwell no está mal, Cicerón triunfante, como Montilla. O es al revés.
Traducir a Cicerón es gracioso (César es demasiado plomo, siempre igual), pero desde luego traducir a Virgilio y sus «cóncavas naves» no tiene precio…
Gracias chicos.
Tomo nota de los libros ciceronianos. El de Salustio lo conocía, obviamente por mi paso por el instituto y la Universidad.
Más entretenido que César, cierto, pero César hablaba de cosas más entretenidas.
Hola a tod@s:
Me lo acabo de leer por curiosidad (pues muchos de estos personajes salen en mi próxima novela), y me ha dejado muy buen sabor de boca; coincido plenamente con los matices que comenta Txema, pero no sé si será el autor o el traductor, han cometido alguna que otra pifia importante, y más cuando se escribe en primera persona como lo habría hecho Tiro, el asistente de Cicerón; así que recuerde habla de sodomía (término cristiano), de Galeno para referirse a los médicos (le faltaban dos siglos para nacer), el mes de Julio (Quintilis por entonces), la forma de contar los días (no es el cuarto día de Diciembre, es la víspera de las nonas de December), en fin, cosas poco llamativas para el lector profano que en tercera persona están en el límite, pero que en primera son poco adecuadas en unas memorias del siglo I a.C. En lo que concierne a trama y ambiente, un diez.