JULIO DE 1936 – Francisco Alía Miranda

JULIO DE 1936 - Francisco Alía MirandaEl tema de la Guerra Civil Española suele ser una fuente inagotable de bibliografía. Pero nos centraremos en este libro, JULIO DE 1936. Y como explícitamente dice su título, dicho libro está dedicado al mes en que comenzó la Guerra Civil, y explica las circunstancias del Alzamiento.

El interés por la Guerra Civil no ha disminuido, sino que ha aumentado, siendo motivo de grandes ventas de libros. Una guerra recordada por los que la han vivido y estudiada por los jóvenes. Tema algo peligroso y que casi siempre suele acabar en discusiones, en charlas, tertulias o foros. Por lo tanto me centraré en el contexto del siguiente ensayo, y los orígenes, el desarrollo, el final y sus consecuencias lo vamos a dejar a un lado.

El autor realiza un exhaustivo repaso por el mes de Julio en todas las regiones de la España de la época, centrándose posteriormente en sus correspondientes provincias, desarrollando el alzamiento por parte de los alzados y la reacción de la poderes públicos y no públicos afines al gobierno republicano.

En la extensa bibliografía que existe siempre se han repetido los mismos tópicos basados en las mismas fuentes de información. Pero en el presente libro, el lector lee, ve e intuye el fondo del alzamiento y que posiblemente el mismo se podría haber evitado con una estructura gubernamental más fuerte y que por lo tanto la República podría haber atajado dicho alzamiento, como anteriormente en otras ocasiones había conseguido.

¿El alzamiento fue realmente militar? Se puede decir que en su estructura, rotundamente sí. Pero también hubo un alzamiento civil, de esa parte de la población española de la época que no estaba contenta y de acuerdo con la política de la República.

Pero para no enrollarme y marcharme por los cerros de Úbeda, por los motivos que ya he explicado al principio de la reseña, y no meterme en aguas pantanosas, terminaré con esta breve reseña, comentando que el autor da otra pincelada al tema de la Guerra Civil, centrándose en ese crucial mes (julio) de 1936, inicio de los ideales de unos y fin de los ideales de otros, y que tanto ha dado, da y dará en este país que hablar. Como bien dicen los abuelos, es una época que les toco vivir y que no les gustaría que se volviese a repetir.

Por lo tanto libro innovador, en su materia, rápido y ameno de leer.

Se recomienda su lectura.

JULIO DE 1936. Francisco Alía Miranda, Editorial Critica

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6 comentarios en “JULIO DE 1936 – Francisco Alía Miranda

  1. Farsalia dice:

    Pues me he quedado un poco «asine» con esta reseña…

  2. David L dice:

    El 75 aniversario del estallido de la Guerra Civil española ha hecho que las últimas publicaciones hayan estado relacionadas con la fecha del inicio de la contienda. En este caso, aunque no he leído el libro, parece que, como bien indica duqur, se trata de un estudio pormenorizado del inicio de la sublevación realizando un recorrido por las provincias españolas. En estos últimos años la historiografía sobre la GCE se ha ampliado cuantiosamente con una gran cantidad de ensayos de carácter local o provincial así que , es de suponer, que el autor habrá tenido en cuenta este incremento de los mencionados estudios locales.

    Otro aspecto que me ha llamado la atención, y mucho, es el reconocimiento del autor sobre la existencia de una rama civil, paralela a la militar, en la sublevación del 18 de julio. Comento esto porque todavía existe hoy mucha discrepancia sobre este tema. Para algunos, el levantamiento militar fue obra exclusiva de los militares y el “apoyo posterior” vino dado por efecto indirecto, es decir, la participación civil fue arrastrada por los acontecimientos. Para otros, entre ellos algunos historiadores como Ricardo de la Cierva, la trama militar estaba unida desde el principio a una conspiración civil, esta última cooperó estrechamente con la mencionada sección militar. No estoy hablando de la existencia de algunos elementos “sueltos” dentro de los partidos parlamentarios de centro-derecha en 1936, sino a la rápida unión al golpe militar por una gran parte de españoles en clara sintonía con los militares sublevados. Aunque el profesor Viñas en su obra “La Soledad de la República, Crítica, 2006,Madrid, cree que los conspiradores militares no necesitaban esta ayuda, salvo para ofrecerles una cobertura político-ideológica, creo, personalmente, que la sublevación acabó en guerra precisamente por eso mismo. Al igual que el ejército se fragmentó en dos, la población también acabó dividiéndose en trincheras de una manera manifiesta, algo que conllevó fatalmente a un estallido bélico fratricida, en esto coincido con lo que comenta Francisco Alía Miranda. Está claro que sin golpe militar la guerra seguramente no habría estallado, por lo tanto los militares rebeldes tienen que aceptar su parte de culpa. Lo que pienso es que el triunfo de la sublevación se debió, aparte de la extremada violencia del mismo, al significativo apoyo por parte de una gran parte de la población civil que acabó sintiendo pánico, real o no, a un deterioro progresivo del «orden» por parte de las fuerzas más a la izquierda del Frente Popular. Sin ese apoyo, aunque fuera meramente simbólico, la fuerza de las armas seguramente no habría logrado aglutinar a la población a ser partícipes del mismo. La “Sanjurjada” de agosto de 1932, aunque fue un golpe mucho menos violento y extenso que el producido en julio de 1936, no consiguió arrastrar a un número elevado de ciudadanos. Desde luego 1932 no era 1936, las cosas habían cambiado mucho desde entonces y el deterioro entre las fuerzas políticas del país era mucho más evidente en este último año mencionado que en 1932. Habían pasado muchas cosas en la nación para que esto no influyera en el ánimo de la ciudadanía. Usando una expresión coloquial, existía “ambiente” para que los militares rebeldes se lanzaran a ofrecer como solución al país la rectificación de la política gubernamental mediante un golpe de Estado. Solución que acabó creando infinitamente más problemas de los que existían realmente en España aquel verano infausto de 1936.

    Un saludo.

  3. Farsalia dice:

    A este respecto del apoyo político de los partidos de centro-derecha, estoy deseando que caiga en mis manos Contrarrevolucionarios. Radicalización violenta de las derechas durante la Segunda República, de Eduardo González Calleja, recién publicado por Alianza. Un libro en el que veremos el camino de las derechas a lo largo del período republicano, con los posibilistas a un lado y los intransigentes al otro. Todo ello, es de suponer, explicará por qué políticos de diversos partidos sintieron que debían colaborar con el golpe militar que se estaba cociendo. Aparte de que sobre violencia y política, González Calleja lleva unos cuantos años trabajando y publicando.

  4. enrigine dice:

    Eduardo González Calleja participa también en una obra dirigida por Fernando del Rey Reguillo «Palabras como puños» de editorial Tecnos, junto a otros historiadores como Gonzalo Álvarez Chillida, Pedro Carlos González Cuevas o Manuel Álvarez Tardío. En ella se analiza la violencia discursiva que durante toda la República llevaron a cabo los grupos políticos extremistas y algunos teóricamente no tan extremistas, llegando a pasar de las palabras a, finalmente, los puños.

    En la introducción del libro, escrita por Fernando del Rey Reguillo, se menciona una obra de James A. Gregor «Los rostros de Jano», donde se expone la idea de que en esta época prevalecieron las soluciones violentas sobre las dialogadas, y que comunismo y fascismo, tan enemigos acérrimos en teoría, compartían postulados muy similares en origen, lo que conllevó a un constante trasiego de individuos de unas agrupaciones a otras en dependencia de la situación o la oportunidad. ¿Alguien conoce o ha leido este libro?, y ¿Qué le ha parecido?

  5. David L dice:

    No he tenido la oportunidad de leer el libro que mencionas, pero hay un trabajo de la historiadora británica, Helen Graham, «La República española en Guerra 1936-1939» editorial Debate, 2006, en la que trata el tema del uso de la violencia, en este caso entre las izquierdas, para resolver conflictos internos que tienen su origen mucho antes de que la guerra estallase. Es decir, existía una cultura de la violencia intrínseca en algunos sectores políticos de preguerra, el estallido del golpe no hizo más que encender todavía más si cabe esas diferencias y hacerlas presentes mediante la fuerza bruta.

    Un saludo.

  6. enrigine dice:

    Gracias por la recomendación David;

    Mi anterior comentario iba enfocado en un sentido ciertamente repetido también en España; tirando de memoria, por supuesto falible, recuerdo los casos de Santiago Montero Díaz y (Manuel Pérez Solís??). Santiago Montero Díaz era catedrático en los sesenta y formó tándem con los profesores Aranguren y Tierno Galván en la potestas universitarias de aquella época, pero a lo que me quiero referir de Montero Díaz es que en 1932 estaba afiliado al Partido Comunista de España y sólo dos años después estaba en la ejecutiva de Falange.
    En cuanto a Pérez Solís, no recuerdo si se llamaba así exactamente, fue expulsado del PSOE en los primeros años veinte y fundó con Facundo Perezagua y otros el Partido Comunista, y sería en la Guerra Civil que vuelve a sonar su nombre como defensor falangista de la ciudad de Oviedo. Se dice de Pérez Solís que tenía más afición a la bronca y a las armas que a las causas perdidas, así que allí donde mejor alimentasen su ego para allá se apuntaba.
    Seguro que hay más casos de cambios súbitos en los extremos de la cuerda, al fin y al cabo no se salían de los extremos.

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