Entrevista a Gisbert Haefs

Hislibreños todos, os dejo con la que quizá sea la entrevista más jugosa y extensa que se haya publicado en estas páginas; sé de alguno que sacará su libreta para tomar apuntes. Agradezco a Gisbert la deferencia que ha tenido con nosotros, a fin de cuentas sus lectores, al igual que agradezco su honestidad a la hora de contestar todas y cada una de nuestras preguntas; unas respuestas así merecen entrar por la puerta grande de Hislibris.

¿Es ‘Caesar’ una novela sobre César, el personaje, o sobre la Roma de esos convulsos años (53-52 a.e.v.)?
Las dos cosas. Sin tener en cuenta lo que era la República en sus últimas décadas, César, sus acciones y su motivación me parecen incomprensibles.

¿Con esta última novela pretende cerrar el círculo de los tres grandes genios militares del mundo antiguo: Alejandro, Aníbal y César?
Si es un círculo… Pero lo del «genio militar» no me interesa tanto; es el conjunto histórico-político-económico-cultural lo que me apasiona, y esos tres nombres están vinculados a grandes y muy radicales cambios. Claro que sin sus dones militares, esos cambios no hubieran ocurrido (o de manera muy diferente). Hay otros genios militares, sin embargo, pero ahora no me parece muy apetecible la idea de escribir algo sobre Piro, por ejemplo.

La Roma de Marco Aurelio, la Arabia de la época de Cristo, la Grecia de Alejandro Magno, la Anatolia del siglo XII a.e.v., la Cartago del siglo III a.e.v., la India del siglo XIX… ¿qué escenario le queda a Gisbert Haefs por descubrirnos?
Ay, compañeros; siendo el mundo tan vasto e inagotable la historia, ¿cómo podría preocuparme por la escasez? Estoy trabajando en la historia de una larga venganza, entre 1520 y 1535, aproximadamente: la guerra de campesinos en Alemania, Carlos V, Luther, el saqueo de Roma, el asedio de Viena por los Turcos, la aventura comercial de los Welser en Venezuela… Y desde hace muchos años he ido pensando en re-escribir la crónica de Muntaner para narrar la historia de los almugávares. Hay tantas tonterías que cometer, y el único problema es «ars longa (historia longa), vita brevis». Además, creo que para la historia vale lo que decía Borges sobre la literatura húngara: no la conozco, pero estoy convencido de que todos los ruiseñores de la poesía se pueden escuchar allá. Hay buenas historias en cada época y en cada rincón del planeta.

Soy un gran admirador del señor Haefs. Quisiera decirle que me encanta sus novelas y, además, una pregunta: ¿cuándo escribirá la guerra púnica desde el bando romano?
Muchas gracias por su amabilidad. Pero desde el bando romano se ha hecho muchas veces, Polibio y Livio los primeros, y ya no daría algo nuevo, me temo. (Bromas aparte: cuando se publicó «La primera muerte de Marco Aurelio», algunos lectores me llamaban traidor por haber abandonado a los cartagineses…).

“Sangre, Sudor y Semen”. Según usted, la receta del éxito… Pero ¿en qué proporciones?
No hay que olvidar el vino. Y una muy amable señora me señaló hace poco que había olvidado un quinto líquido importante: las lágrimas. Seguro que no es la receta del éxito, creo que no la hay. Pero sí se necesitan para que un desierto de papel y palabras se pueda transformar en algo vivo. Los textos que sólo se dirigen al cerebro o a la meninge son, para mí, un tipo de meningitis literaria; para gozar de la lectura, para adentrarnos en un libro, creo que también necesitamos alimento para los sentidos: detalles circunstanciales, colores, sabores, perfumes, algo que tocar – en una palabra: vida. Esos líquidos son más bien símbolos de «vida». Una regla de proporciones no hay; incluso es posible que sea muy vívido un texto que no contenga esos líquidos pero sí otras formas de vida.

Respecto a sus novelas, ¿De cuál se siente más orgulloso? ¿Cuál es la que le gusta más? Y ¿con cuál ha tenido más beneficios?
«Orgulloso» es una palabra demasiado grandiosa para mí; mejor hablemos de la novela que me da menos vergüenza. Creo que «Rajá» no es tan mala. ¿Y el libro que más me ha gustado? De los publicados en español, me he divertido bastante con «La carcajada del general», un thriller muy sarcástico situado en el Paraguay de después de Stroessner. De los que sólo han sido publicados en Alemania, prefiero un pequeño volumen de cuentos. El más beneficioso sigue siendo «Aníbal». Antes de morir espero lograr hacer algo que me dé más orgullo que vergüenza, pero hasta entonces vale lo que decía el gran autor mejicano Alfonso Reyes, y es que si no damos nuestros borradores imperfectos a la imprenta, pasamos el resto de la vida corrigiéndolos.

¿Cree usted que ese esfuerzo es proporcional a la calidad de una novela histórica, o puede ésta ser buena sin tener por qué evidenciar tal esfuerzo?
¿Estamos hablando del esfuerzo de indagar, de documentarse, verdad? Bueno, esa pregunta y las dos que siguen necesitan una respuesta algo más amplia. El gran poeta inglés Samuel Taylor Coleridge habla de la cooperación entre autor y lector; básicamente, se necesita que el lector suspenda su escepticismo durante la lectura, y que el autor haga un trabajo que le facilite eso al lector. De esa «suspension of disbelief», de esa cooperación resulta crear algo como una esfera mágica dentro de la cual estamos los dos, autor y lector, mientras dura la lectura. (Claro que estamos hablando de narración tradicional, mágica; lo mágico no tiene nada que ver con el «nouveau roman» etc.) Yo, de lector, dentro de esa esfera, estoy leyendo, digamos, una novela que me narra las aventuras de un esclavo asirio, y en la página 66 alguien pone la mano en el estribo del rey. Estamos en el 700 aCn, y el estribo probablemente data de cerca de mil años después. Para mí es algo como «En la mañana del Trasimeno, Aníbal frotaba su pulsera mirando su Rolex». Un etrusco diciendo a otro «espere un minuto» (siglo XVIII), Colón hablando de su último viaje hacia América (llamado así mucho despues de su muerte), Lope de Vega inhalando el perfume de buganvillas (llamados por el navegante francés de Bougainville, 150 años despues de la muerte de Lope), todo eso de los anacronismos de hechos, de objetos e incluso de palabras, eso para mí rompe la esfera mágica y me deja pensando: bueno, si el autor trabaja con tanto descuido, ¿cómo le puedo creer lo que dice de sus personajes y de los acontecimientos? No creo, se ha evaporado la magia, no funciona la cooperación, y no me gusta seguir leyendo. Claro que se pueden hacer juegos bonitos con anacronismos, y si son juegos bien hechos que funcionan dentro del ámbito del cuento, tanto mejor; pero normalmente no es así, en la mayoría de los casos se trata de negligencia (o falta de inteligencia) del autor. Hacer todo lo posible para evitar eso, para crear la esfera mágica en la cual cabemos el lector y yo, es mi oficio de escritor, y por eso es indispensable documentarse. Y puesto que la esfera es un artificio verbal (como los personajes son marionetas verbales), hay que cuidar mucho del idioma. Algunos me han dicho que en la antigüedad de mis novelas hay demasiada habla coloquial; eso, supongo, viene de la idea que muchos se hacen de los romanos y los griegos hablando siempre en hexámetros o en sentencias solemnes de retórica de Cicerón. Pero si leemos también a otros autores – Aristófanes, por ejemplo, o Marcial – vemos que hay capas o niveles del habla como hoy. Lisístrata dice «nosotras también queremos follar», otro personaje de Aristófanes, al mirar un objeto del cual otro está muy orgulloso, le dice a ese tipo «póntelo en el culo», y cuando le decían a Augusto que parecía haber perdido su capacidad de hablar como el pueblo, el emperador, con una sonrisa improvisaba un poema de seis versos, citado por Marcial -11.20 -, con varias formas en indicativo y subjuntivo del verbo futuere, joder. No se usa entre los reyes y sacerdotes de Sófocles ni en las oraciones oficiales de Cicerón, pero sí en el habla de cada día. Ya que es imposible reconstruir la exacta manera de hablar de los antiguos, me parece preferible que hablen mas o menos como nosotros, con diferencias de estrato social y situación (más «alto» en el senado que en la calle), con alguna indicación (por ejemplo «el tiempo de dos parpadeos» en vez de «segundos», u «¡oh, dioses!» en vez de «¡dios mío!») señalando que no estamos hoy aquí. El diálogo ciceroniano entre un soldado raso romano y una ramera que leí hace un par de semanas en una novela histórica hizo lo que hace el estribo o el Rolex: romper la esfera mágica por ser imposible.

¿Le parece que una novela histórica, por el hecho de serlo, exige per se ese trabajo documental previo, y cuanto más minucioso sea éste, mejor? ¿O no tiene por qué?
Normalmente lo exige, porque en la novela necesitamos indicaciones de color, olor, textura, sonidos etc. para que se cree la esfera mágica y algo como una película en la cabeza del lector, y para eso los detalles circunstanciales son imprescindibles, y no se puede trabajar con esos detalles (por ejemplo, los de la vida cotidiana) sin indagación. Se puede evitar, claro, y escribir todo de manera muy vaga, pero eso no nos da alimento para los sentidos, así que sólo leemos con el cerebro, lo que convierte la aventura de leer en una especie de meningitis.

¿Cuánto de novelista y cuánto de investigador/historiador/persona documentada históricamente cree usted que debe haber en un autor de novela histórica? ¿O no hay regla?
No hay regla; lo único importante es que funcione dentro de la novela, y depende del autor y de sus intenciones y su manera de escribir si se precisa un montón de detalles o unas indicaciones.

Como gran admiradora suya, me complació mucho que escribiera una historia ambientada en la India del XVIII y que hiciera caminar a Thomas por un escenario tanto exótico como cruel, así que mis preguntas van por esos derroteros: ¿Qué vio en el hombrecito loco de Tipperary para que le cautivase tanto? ¿Qué descubrió en ese viaje, debajo de los grandes hombres como Tipu o Hastings? ¿Nos volverá a deleitar con otra novela sobre Oriente? (Y ya para gorronear sobre ello: ¿Ha leído usted los libros de viajes de ingleses del XIX como E.G. Browne, James Alexander, John Johnson o J.J. Morier sobre la India y la Persia de aquellos momentos? ¿No le tienta repetir la experiencia de George Thomas?)
Todo empezó con un título. En el catálogo de un anticuario inglés vi «The Raja from Tipperary» y me dejó perplejo. ¿Cómo combinar el lugar irlandés con un rey en la India? Entonces me compré el libro, una biografía sobre George Thomas en la que también se menciona a otros personajes – indios y europeos – de este vertiginoso delirio que era la India del siglo XVIII. Algunos ya me eran vagamente familiares, como el gran príncipe Sindhia o el francés Claude Martin (su casa en Lakhnau después fue convertida en escuela, y es la escuela de Kim en la grandiosa novela de Kipling), de otros nunca había oído hablar antes. Eso me interesaba lo bastante como para amontonar libros sobre ellos y la época, y un día me dije: aquí tengo un tesoro de cuentos, de vidas alucinantes, de hechos increíbles, hay que hacer algo con todo esto. Como gran admirador (y traductor) de Kipling, ya sabía un poco de la India del XVIII y XIX. Y claro que he leído muchos de los libros mencionados, aunque no todos, pero sí también otros, los de los viajeros franceses, por ejemplo. Lo que me apasionaba en la epopeya de George Thomas era la futilidad de todo: que un hombre con talento haga cosas casi sin parangón, y que de todo eso no quede nada. Y me faltaba otro protagonista – Thomas para el mundo material, otro para el mundo espiritual, así que inventé a ese Joao Saldanha. – ¿Y cómo repetir la experiencia de Thomas? ¿Escribir otro libro o convertirme en aventurero del siglo XVIII? El libro está escrito, el XVIII es pasado, «y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo» (Celaya).

¿Con cuál de esos tres personajes, Alejandro, César y Aníbal, se siente más identificado? ¿Con cuál más a gusto a la hora de novelar sus hechos? ¿Cómo los ordenaría en función de su genio militar?
No me identifico con mis protagonistas, pero el que me resulta más interesante y, bueno, simpático, es Aníbal. Qué carismático debe de haber sido este hombre. Luchando durante años en tierra ajena con un ejército de mercenarios (libios, númidas, íberos, galos, griegos…) y unos pocos oficiales púnicos (capitanes, tenientes), y puesto que no hay ni patriotismo ni ideología o religión en común, lo único que los une a todos es él, Aníbal; nos cuentan los romanos que no hubo motines y que muy pocas deserciones, y durante todo ese tiempo todos sabían que el Senado recompensaría con montañas de oro a un asesino por liberar a Roma del máximo peligro de su historia… Y no es conquistador como los otros dos, es un general bajo el mando del Senado cartaginés, y parece que nunca haya pensado en tomar el poder en sus manos – se podría escribir una bonita ucronía sobre su golpe de estado en vez de obedecer, como buen demócrata, al senado y luchar en Zama cuando todo ya está perdido. Aníbal me parece un hombre que nunca perdió la razón; Alejandro es un genio que después se vuelve loco, César el máximo profesional del poder (comparado con él y Augusto, todos los que juegan a políticos en el mundo actual parecen «amateurs»), y ambos luchan por fines propios.

Respecto a Troya: la teoría de una traición en lugar de un asedio victorioso, ¿la fundamenta en algún hallazgo arqueológico, o es una creación puramente artística?
Digamos que es creación en la búsqueda de alguna plausibilidad. La astucia de Ulises contada por Homero no me parece plausible. Han fracasado la guerra y el asedio, los griegos se retiran (o pretenden retirarse), dejando atrás un gran caballo de madera con guerreros dentro, y los troyanos estúpidos lo llevan a casa… Bueno, estamos en un campo de batalla cruzado por dos ríos, y después de tanto luchar seguro que no hay puentes. Los enemigos se han ido y nos han dejado ese caballo gigantesco, y debajo de sus pies hay ruedas o rollos. Poseidón, dios y patrón de Troya, es asimismo el Señor de los Caballos, entonces podemos considerar ese caballo una ofrenda, un sacrificio a nuestro patrón. Pero ¿cómo llevarlo a la ciudad, cruzando dos ríos y tirando cuesta arriba? Dos kilometros, digamos, y al llegar a la ciudad hay otro problema. Nos dicen que para evitar un asalto directo con arietes a las puertas, nosotros los troyanos las hemos defendido con un muro en forma de L, y para llegar a la puerta hay que aproximarse de manera oblicua, y eso es imposible con un gran caballo de madera. Tenemos que derribar parte del muro (la _ de nuestro L), y después veremos que el caballo es demasiado alto como para pasar por la puerta, así que tenemos que derribar la puerta también. Bueno, nosotros los troyanos somos muy, muy estúpidos, lo que nos ha llevado a ser una gran potencia económica, y tratamos de derribar todo esto con el único objetivo de introducir ese maldito rocín en la ciudad, y lo hacemos. O tratamos hacerlo, pero nos interrompen los griegos – hasta aquí, hemos tirado el caballo por dos riachuelos y dos kilometros cuesta arriba; dos días, digamos, ¿de acuerdo? Hay muros y la puerta, asuntos muy sólidos, que tenemos que derribar – otros dos días. ¿Y durante todo este tiempo los griegos en el caballo ni dicen nada ni tienen que salir para mear o cagar? ¿Y si lo hacen dentro, no vamos a preguntarnos de donde viene ese perfume exquisito? Todo eso me parece muy improbable; entonces me he preguntado qué otra manera de astucias con caballos pueden haber hecho los aqueos, y la de erigir un altar en forma de caballo (para Poseidón, dios de la ciudad y de los caballos) para celebrar un armisticio y luego hacer que reempiece el combate con las puertas de la ciudad abiertas me pareció mucho mas plausible. Claro que Homero, un griego, no nos puede narrar la traición labrada por sus antepasados – aunque se podría leer mucho entre líneas; los troyanos parecen mucho mas «nobles» que los aqueos, Aquiles puede leerse como una bestia llorona, y acaso el miserable Tersites es la única persona razonable en el campo griego. Pero lo que cuenta para mí en una novela histórica es la plausibilidad, ya que la verdad siempre será inaccesible después de tantos siglos, y esa versión es la que me pareció preferible cuando la escribí.

¿Por qué decidió estudiar filología hispánica?
Siempre me había atraído la sonoridad del idioma, incluso sus contradicciones aparentes. La misma palabra «cobarde» tiene sonoridad heroica, ¿no? Quise hacerme escritor, pero había prometido a mis padres hacer algo «serio» también para poder ganarme la vida por si acaso. No tengo talento para las matemáticas o ciencias, pero sí para los idiomas, pues… Decidí estudiar inglés y español para no estropear mi gusto por el francés y alemán. Era el año 1968, y no me atraía mucho la política de estos años; los estudios de, digamos, ciencia política o historia iban infectándose de un marxismo vulgar en Alemania, y yo he nacido en una familia católica, pasando mis años de escuela en un colegio de jesuitas – me había costado bastante trabajo ganarme la libertad intelectual, y después de luchar contra la adoctrinación cristiana, no me apetecía dejar mi cerebro a los marxistas, sino pensar por cuenta propia. Entonces, la filología y la literatura. Los dos primeros libros que leí en español eran el «Lazarillo» y «El barco de la muerte» de Zunzunegui, cosas muy exóticas y casi románticas. Y no hay que olvidar que la España de los años finales de Franco era algo muy exótico también, casi fuera de Europa, el turístico siglo XX en la costa y el XIX tierra adentro, a una legua del turismo. En el verano del 68, pasé dos meses (viajando por autostop, autocares y trenes, y aprendiendo el idioma hablando con todo el mundo) en el interior – Burgos, Madrid, Aranjuez, Toledo, Albacete, Córdoba, y supongo que fue entonces cuando me enamoré del país, de la gente y del idioma.

Si tuviese que novelar algún pasaje de nuestra historia (la española)… ¿cuál elegiría?
Ya he mencionado a los almugávares, pero hay tantos nombres, hazañas, episodios truculentos (y ridículos y amenos y espantosos…), tanto delirio religioso, que es más difícil elegir un pasaje que diez. Acaso esto: la vida de Lope de Vega, que nos ha dejado esa preciosísima «palabra final» antes de morir – se dice que su última frase era: «Dante me aburre».

¿Qué piensa de la moda de Hollywood de cine “histórico-aventurero” con películas como Troya, El reino de los Cielos, Gladiator…?
Me gusta –no todo, pero mucho. «Gladiator», a pesar de muchas imposibilidades históricas (las legiones nunca combatieron como en esta selva germánica, pero es muy impresionante; el herido Máximo viaja desde cerca de Viena hasta España sin encontrar a nadie en el camino y, cuando llega, las heridas todavía no se han cicatrizado; y más…), es una película maravillosa; «Troya» para mí fue una nada ridícula, mientras que el «Alejandro» de Stone me parece un trabajo fracasado, pero serio y honesto; y «El reino de los cielos» me resultó aburrido, pero eso es cosa de gustos: el medioevo no me dice tanto, los caballeros siempre me han aburrido (incluso Ivanhoe), y si me hablan de cruzadas o templarios, salgo huyendo… Pero no hay que discutir sobre gustos.

¿Ha leido a Colleen Mccullough: la saga sobre Roma? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué le ha parecido?
No la he leído; confieso que la idea de enfrentarme con esos miles de páginas me daba miedo.

En castellano, ¿su apellido se pronuncia como un estornudo? ¿O como si sorbiéramos caracoles?
El estornudo de la famosa rana con boca ancha. Como en algunos viejos nombres de lugares (Soest, Straelen, etc.), la e esta muda y sólo sirve para alargar la a anterior; en vez de Haefs, se podría escribir Haafs o Hahfs. No es el nombre del precioso poeta Hafis sin la i; está relacionado con una vieja forma (franca, del siglo IX) de la palabra «Hof», que es granja o finca, y significaba algo como mayordomo/administrador de la finca/capataz/terrazguero. Soy de estirpe térrea, campesina.

¿Aníbal o Escipión?
Aníbal. Hace poco leí la monografía de Basil Liddell Hart sobre Escipión en la que Liddell Hart dice que Escipión casi nunca cometió errores y era casi perfecto en los campos de logística, estrategia y táctica, mientras que Aníbal era un genio de táctica pero deficiente en logística y estrategia. Incluso si lo aceptamos, se quedan los hechos de que a) la logística es cosa de la organización del Estado, del aparato político-militar, y la República Romana no era otra cosa; y b) la estrategia es asunto de la dirección política. Es decir, dos de las «virtudes» de Escipión no son suyas sino del Estado Romano. Lo cierto es que Escipión era un excelentísimo general, incluso que aprendió mucho de Aníbal, y que hizo todo de la mejor manera según los manuales de las academias militares. Pero en esos manuales hay cosas que sólo están porque Aníbal las inventó.

La historia de la piel de llama protagonizada por Antígono en Aníbal, ¿cómo la tomamos?, ¿un guiño, quizá, a la posible llegada de los fenicios hasta América?
Viene de Flaubert. En su «Salambó» cuenta que Amílcar, al volver de la guerra, toma posesión otra vez de sus tesoros, entre ellos una piel de llama flotando en un líquido negro. Es algo como una piedra errática en la novela, se menciona sólo una vez, y me he divertido mucho viendo que los traductores alemanes (creo que hay cinco versiones de «Salambó» en alemán) no se atreven a traducir llama por llama. Una sola traducción tiene la piel de llama, en las otras versiones son pieles de antílope, de jirafa, no sé qué más. Entonces me he dicho «vamos a jugar con eso». Claro que es un tipo de guiño intertextual, cómo lo son frases de Shakespeare, de Quevedo, de Goethe y otros en la boca de mis protagonistas. En «César», por ejemplo, el protagonista Quinto Aurelio está pensando en los aristócratas romanos: «Y en algún momento todos ellos serán noble barro, lodo con el que, en el mejor de los casos, se tapa un agujero en la pared de la choza, para defenderse del viento invernal». Son palabras de Hamlet – «Imperial Caesar, dead and turn’d to clay/Might stop a hole to keep the wind away». Me gusta ese tipo de chiste que da más sabor para los que lo ven pero que no hace daño si se ignora.

No he leído todas sus novelas, pero pinta a que siempre procura enfocar hechos muy conocidos y manidos desde un nuevo punto de vista, ¿por qué?, ¿teme “no estar a la altura” de novelar a tipos tan reconocidos, o simplemente le da pereza más de lo mismo?
Algo así. Creo que no vale la pena contar una historia que todos conocen si no hay algo nuevo: nuevo punto de vista, nuevo descubrimiento, lo que sea. Y para presentar a los grandes como Aníbal o Alejandro de manera directa, creo que sólo hay dos versiones legítimas (para mí; puede ser diferente para otros): el tipo de autobiografia («Yo, Aníbal») que sería implausible porque sabemos que ni Aníbal ni Alejandro tenían el tiempo o el temperamento necesarios para sentarse y escribir largamente, o la narración de un «narrador omnisciente» – el que dentro de un diálogo nos hace saber lo que ambos están pensando, y lo hace desde un punto de vista olímpico, incluso dirigiendo palabras suyas al estimado lector – que me resulta muy desagradable. Además pienso que se puede ver más, y más claramente, desde fuera y con un poco de distancia. Alejandro, visto por dentro, sería un delirio siempre creciente. También está el problema de los estratos sociales: no se puede contar mucho sobre campesinos o marineros o soldados rasos si sólo seguimos a los generales y príncipes.

¿De qué equipo de fútbol es?
En España del Real Madrid, en Alemania del Colonia, y me alegro de que ahora suban a la primera división otra vez, después de años en el desierto de la segunda.

Hola Gisbert.
Primero decirte que eres uno de mis autores favoritos, porque tienes la magia de hacer que uno se sienta dentro de la trama de la novela; y hablando de esto, ¿por qué no escribes algo cuyo personaje central sea un mercenario íbero de los ejércitos pùnicos? Me gustaría “meterme” en el alma de uno de ellos (por ejemplo un bástulo, un oretano o un edetano). Como te he dicho creo que tu tienes esa MAGIA.
UN AFECTUOSO SALUDO.

¡Y unas afectuosas gracias! Por lo del mercenario íbero –nadie de nosotros lo puede hacer todo– te recomiendo la novela de Rufino Fernández Redondo, «La sombra del mercenario».

Me gustaría que me diese su visión como novelista sobre los Pueblos del Mar. Desde el punto de vista literario, me ciño en este caso a la novela histórica, parece que no generan un gran interés entre los autores, pese a esa aureola de misterio que los rodea ¿Cuál cree usted que es la causa? ¿Qué elementos hacen que algunas épocas históricas susciten un gran atractivo para los escritores, y otros acontecimientos les dejan literariamente indiferentes?
Es algo complicado. Hay problemas de traducción; creo haber leído que en egipcio (y también en árabe), las palabras para «tierra» o «país» y para «isla» son iguales, así que la historia de la Atlántida, contada a Solón en un templo egipcio (según la tradición platónica), en realidad no trata de «una isla detrás de las columnas de Hércules» sino de «un país…», y eso de «columnas» muy probablemente se refería no al estrecho de Gibraltar sino a las columnas/los pilares que erigió Hércules en las dos riberas de los Dardanelos. Y «Pueblos del Mar» probablemente significa «gente del otro lado del mar» (visto por los egipcios) y no algo como «nómadas acuáticos». El hecho de que aparecen – si se puede uno fiar de cronologías y datos tan lejanos – muy poco tiempo después de la homérica destrucción de Troya por los aqueos, y de que en los textos también se hable de largas devastaciones al norte y al sur (obra de Aquiles), me hace suponer que después de la guerra, la caída de Troya y las devastaciones, ocurrió una gran migración de refugiados, y que estos son los «Pueblos del Mar». Claro que es una teoría, nada más, aunque sea verosímil. Pero se necesita algo más que una simple teoría para escribir una novela, y no hay mucho más que eso, y es poco, me parece. Y por la otra pregunta: es muy difícil interesarse en todo, y para todos nosotros hay épocas, figuras y acontecimientos que nos interesan más que otros. ¡Vive la différence! Sin eso, todos iríamos escribiendo (y leyendo) un solo libro, comiendo un solo plato etc. ¡Qué aburridísimo!

Señor Haefs, ¿cual sería su top five de escritores favoritos? Si no fuera Haefs, ¿qué escritor le gustaría ser?
Shakespeare, Kipling, Borges, Rabelais, Heinrich Heine, pero hay muchos más y depende del momento y de la luna, la marea, del viento, de la última copa… Si es poesía, no puedo prescindir de Catulo y François Villon, hay días en los que el Lazarillo o el Buscón me resultan más simpáticos que el Quijote, y no sé qué sería mi vida sin las novelas fantásticas de Jack Vance o las negras sarcásticas de Ross Thomas. Y Lichtenberg y Perutz y Marcial y Aristófanes y Alexandre Dumas y Machado y, y… ¿Y qué escritor me gustaría ser? Acaso el inmortal autor/compilador de las Mil y una noches. Seguro que ni Dante ni Marcel Proust…

¿Qué opina acerca del espectacular crecimiento del género de novela histórica en los últimos años?
Hace cien años, aproximadamente, que los escritores de lo que la crítica suele llamar «alta literatura» dejaban de narrar. No todos, claro, pero la mayoría. Narrar cuentos es lo que hacemos nosotros cada día: ¿qué te ha pasado desde la última vez que nos vimos, cómo va tu hermano, quieres que te cuente lo que ayer… etc.? Es la literatura «popular» que ha retomado el hilo caído de las manos de los «altos». La novela histórica es parte de eso. Siempre ha existido – cambiando las formas, eso sí, pero ¿son otra cosa que «novela histórica» la Ilíada, Macbeth, Guerra y Paz? Creo que casi todos queremos saber de dónde venimos y qué han hecho nuestros abuelos, y los bisabuelos y los bisbisbis… No sé muy bien cómo ocurren las cosas en España, pero en las escuelas alemanas en los últimos años se enseña historia de manera muy abstracta y aburrida – estructuras en vez de hechos, y acaso es una de las causas por las que la gente lee novelas históricas: para encontrar el sabor humano detrás de las estructuras. Creo que necesitamos cuentos humanos, que sean crueles o negros o históricos o chistosos, escritos u orales.

¿Qué novela sobre Troya recomendaría? ¿Y sobre Alejandro? Y, ¿por qué?
No puedo ni quiero. He leído muchísimo para documentarme pero no eran libros de ficción, y por eso no puedo decir mucho. Y no quiero porque de unos compadres hay libros que no quiero alabar, ni criticar, ni mencionar, ni omitir. Espero que pueda comprender y perdonarme.

¿Y sobre Aníbal o la historia de Cartago?
Aquí digo lo mismo.

La tortilla de patata, ¿con o sin cebolla?
Con cebolla.

FRIKI-TEST:

Tus tres libros favoritos.
Obras completas de Shakespeare, de Borges, de Kipling (del último no hay una edición en un tomo grueso, pero…)

Un libro que no hayas podido terminar.
Quevedo, «Política de Dios y gobierno de Cristo»

¿Cuántos libros tienes?
No sé, creo que son más de 10.000.

Un libro que te ha gustado pero te da vergüenza reconocerlo.
Si me ha gustado no hay vergüenza.

El último libro que has leído.
Tony Hillerman, «Coyote Waits» (novela negra del territorio de los Navajos)

El que estás leyendo ahora.
Fernando Martínez Laínez, «Tercios de España»

El último que has comprado.
Jean d’Aillon, «La conjuration des Importants» (policíaco del París de Luis XIII)

Tapa dura o bolsillo.
Tapa dura, para que los compadres autores cobren un poco más.

El libro escrito por ti del que te sientas más orgulloso.
Espero que sea mi último libro antes de morir.

¿Dónde lees?
En todas partes: la cama, el retrete, pero prefiero la mesa, apoyando mis codos, y con un cenicero al alcance, un paquete de Gauloises (negras), un gran café o, después del ocaso, un tinto (Rioja o Ribera del Duero).

¿Cómo ordenas los libros?
No mucho, tienden a desordenarse ellos mismos. Hay anaqueles ordenados por nacionalidad o idioma (literatura alemana, inglesa, francesa, española), por géneros (novela negra, ciencia ficción), por tema (antigüedad, etc.) pero si ahora miro a mi derecha, veo que «El habla de la ciudad» (publicación de la Academia Porteña del Lunfardo) no está con los diccionarios sino que convive con «Contes de la bécasse» de Maupassant y el guión de «Some Like It Hot» de Billy Wilder.

Tu libro más valioso.
Hay más caros, pero el más valioso para mí: una primera edición de «Plain Tales from the Hills» (Calcutta, 1888) de Rudyard Kipling con su propio ex libris.

¿Qué usas para marcar la página?
La barbaridad de poner los libros abiertos en la mesa o el suelo, lomo arriba y páginas abajo.

¿Escribes anotaciones en los libros?
No quiero dejar rastros que podrían delatarme.

¿Has recibido mails raros de tus fans? ¿Alguna anécdota?
Algún correo raro, por ejemplo éste. En «Rajá», hay un personaje que se llama Walter Reinhardt, caudillo de mercenarios en la India, de cuya familia, etc. no se sabe mucho. Un señor me mandó una carta diciendo que este Reinhardt nació con otro nombre (algo como Müller o García, muy común) en un pueblo de Austria. Después, fue al oeste, cambió su apellido a Reinhardt y desde Estrasburgo se alistó en las tropas francesas rumbo a la India. Tenía un hermano que emigró al este, Transilvania (Rumania), y también cambió de apellido, también llamándose Reinhardt; parece que ambos supieron quién era su padre verdadero. Después, Walter Reinhardt ascendió al rango de príncipe en el Punjab, y antes de morir dejó 50.000 libras esterlinas en una cuenta del Bank of England, a pagar a quien pudiera probar que era de la familia. Pero, ¿cómo probarlo si el tipo ha cambiado de apellido y no hay documentación alguna? De hecho, la cuenta existe todavía, y con interés acumulado desde 1770 ha de ser un buen montón de plata. Y este señor, el de la carta, me decía que se había casado con una mujer germano-rumana de la estirpe Reinhardt, una bis-bis-bis-bis-bis-sobrina de Walter Reinhardt, y me preguntaba si en el curso de mis indagaciones había dado con algo que podría servir para darles acceso a la cuenta del Bank of England.

     

37 comentarios en “Entrevista a Gisbert Haefs

  1. Akawi dice:

    Estoy a medio de leer esta entrevista y me está pareciendo apasionante.

    Grande verdades dice el Sr. Haefs. Me parece muy agradable y simpático.

  2. Urogallo dice:

    Impresionante y enorme. ¡ Que tío !.

  3. cavilius dice:

    Genio y figura, el hombre. Esta entrevista es toda una clase magistral sobre el oficio de escritor, sobre la Historia y sobre la Literatura. Y lo de la esfera mágica parece que me haya leído la mente. Recuerdo un hilo en el foro que iba precisamente de eso, de meteduras de pata garrafales en las novelas históricas.

    Saludos.

  4. Arauxo dice:

    «…en los últimos años se enseña historia de manera muy abstracta y aburrida – estructuras en vez de hechos, y acaso es una de las causas por las que la gente lee novelas históricas: para encontrar el sabor humano detrás de las estructuras«. Amén.

    Y como tú adelantas, Javi, muy de agradecer, en efecto, el interés mostrado. Es el autor que más en serio se ha tomado Hislibris.

    Un saludo.

  5. Valeria dice:

    Alucinante. Se la ha tomado en serio, y yo se lo agradezco muchísimo. Y cuando he leído lo que opina sobre la relación entre el esfuerzo de documentación previa y la calidad de la obra….. bueno, si estuviera a mi alcance le daba un abrazo, diciendo : tú sí que comprendes a los lectores, Gisbert .
    Tienes razón, Javier, es una entrevista ….. como los espárragos.

  6. juanrio dice:

    Grande, grande. Ha puesto el listón muy alto para las próximas entrevistas.

  7. Incitatus dice:

    Chapeau

  8. Sertorio dice:

    Hola. Soy nuevo en este foro que leo desde hace tiempo y si os digo la verdad muchos de los libros que he leido ultimamente son los que habeis reseñado alguno de ustedes con buen criterio… jajajaja

    Y me alegro mucho que el señor Hof… Haafs…. bueno Haefs, contestara a nuestras preguntas.

    Gracias… y seguire participando en este foro con la venia de todos ustedes.

  9. juanrio dice:

    Bienvenido Sertorio y participa….

  10. Jerufa dice:

    La leí ayer. La verdad es que es estupenda. Y se agradece de veras que una persona que seguro, no dispondrá de mucho tiempo, se entretenga en responder con la dedicación que este señor ha hecho. Lo engrandece como escritor, como persona y como profesional. Así da gusto leer.

  11. Atilio dice:

    Arauxo: ¿se puede tomar a Hislibris en serio?
    Cito: En castellano, ¿su apellido se pronuncia como un estornudo? ¿O como si sorbiéramos caracoles?
    Sin comentarios.

  12. Javi_LR dice:

    Je, je, je…, Atilio, pienso que esa pregunta, aparte de divertida, es inteligente. De hecho, así se la ha tomado Haefs, y si no hubiera sido así, me temo que su andadura literaria estaría más en la onda del ensayo que en el de la novela. La seriedad no es contraria a ese tipo de preguntas; lo aburrido, sí. Además, la tortilla de patatas y este tipo de observaciones son distintivos de Hislibris. Para entrevistas aburridas ya tenemos alguna que otra sesuda revista literaria.

    Coincido con todos, por lo demás. Las respuestas son sinceras y generosas, de un calado humano e intelectual muy grande; casi se huele ese humo y se saborea el vino que, a buen seguro, le habrá acompañado a la hora de escribirnos. Me alegro mucho de haber topado con este gran tipo, la verdad.

  13. farsalia dice:

    Una muy buena entrevista de la que todos podemos sentirnos orgullosos. ¡Bravo!

  14. Vorimir dice:

    Joer, la mejor entrevista de esta página sin duda. El autor ha ganado muchos puntos más en mi lista.

  15. Fran dice:

    Cercano, amable, inteligente, con calado… De 10 el señor Haefs. Gracias! :)

  16. Clío dice:

    La verdad es que la entrevista y las respuestas no tienen desperdicio, la he leido «casi sin parpadear», ¡fantástico! e interesantísimo!

  17. Aretes dice:

    Resulta gratificante saber que cuando alguien escribe piensa en el lector, en cuidar al máximo esas horas que uno va a pasar con un libro, en recrear la historia con gracia y rigor, respetando a los personajes y los hechos.
    Me parece una entrevista magnífica y es de agradecer el tiempo que se ha tomado en responderla de una forma tan sincera y magistral.

  18. Antonio Penadés dice:

    Lo más impresionante de Gisbert, más aún que sus libros, es esa mezcla única de inteligencia prodigiosa, humildad y campechanía.

    Enhorabuena, Javi. Esta entrevista engrandece aún más a Hislibris.

  19. daniel-ditirambo dice:

    Sin duda es un GRANDE de la novela histórica mundial, de los que aun viven al menos

  20. Rufino Fernández dice:

    Estimados lectores de novela histórica y amigos de Hislibris:

    A través de un amigo me ha llegado la cita que Gisbert Haefs anota en su entrevista, sobre mi libro «La sombra del mercenario».
    He leido la entrevista y, aparte de lo grande de Gisbert, me he fijado en la pregunta que le hace alguno de vosotros, sobre contar una historia con un protagonista que sea un mercenario íbero. Quien hace la pregunta dice que tiene ganas de meterse en el alma de un íbero. Y es ahí donde el bueno de Gisbert cita mi libro y a éste autor. Agradezco la recomendación de Gisbert, y debo deciros aquí que Gisbert tiene elementos de juicio para tal recomendación y decir lo que dice, porque fue el tercero que leyó el manuscrito y conservo su respuesta cómo algo muy valioso. También escribe su opinión en la portada del libro, y Gisbert no publica en la editorial donde lo he publicado, por lo que es su opinión sincera, cómo en la entrevista que le haceis. Es una gran persona y enorme escritor.
    En efecto, el libro va sobre un viejo mercenario lacetano, un ibero, que le encontramos cuando ya es muy mayor y sigue escondido de Imperio ¿o no es del imperio de lo que se esconde?. Un íbero que luchó junto al caudillo cuenta lo que siente en su vejez y su memoria cuenta todo lo que vivió a lo largo de la segunda guerra púnica.
    Os animo a leer éste libro que fue finalista del Alfonso X el sabio. Lo ha publicado El Andén. Y quedo a vuestra disposición para lo que gusteis.
    Me encantará conocer vuestra opinión.
    Un saludo afectuoso,
    Rufino Fernández

  21. Javi_LR dice:

    Bienvenido, Rufino Fernández, un placer leerte por aquí. Debe de ser un placer que gente como Haefs hable así de bien de uno, y más por lo que refieres cuando escribes que ningún interés le alimenta. Yo tengo copados de lecturas mis próximos… tropocientos mil días, pero prometo tener un hueco para leerte, pese a que el tema no me vaya mucho. No obstante, conozco a gente encantadísima de poder echar el guante a una novela con ese contexto. Lo haré saber por ahí.

    Un saludo.

  22. Rufino Fernández dice:

    Javi_LR, gracias por tus palabras de bienvenida.
    En efecto, fue un gran placer recibir los comentarios de Gisbert.
    Agradezco tu boca/oreja, ya sabes que los autores no conocidos y poco o nada promocionados, necesitamos de lectores que se recomienden el libro si les gusta. Estaré encantado que lo leais y, si os gusta, lo recomendeis, ese es el el mayor placer que aguarda al que escribe: que otros visiten sus sueños.
    Por cierto, un pequeño regalo que os hago: elevad a tope los altavoces de vuestro equipo, visitad YouTube, y si buscais por «La sombra del mercenario», vereis un video trailer del libro, que está muy bien (lo hicieron mis hijos). También me gustará conocer vuestra opinión sobre el trailer.
    Un saludo afectuoso,
    Rufino Fernández

  23. Javi_LR dice:

    Ah, pues está muy bien el trailer, sí señor. ¿Qué tal eso de tener a los publicistas en casa? Es casi como tener al enemigo…

    Dejo el vínculo directo del vídeo aquí.

    Y el del libro “La sombra del mercenario” acá.

  24. jerufa dice:

    El video me encanta.
    En cuanto al libro…encargado está ya.

  25. Rufino Fernández dice:

    Jerufa, espero que te atrape lo que cuenta éste viejo íbero.

  26. Ascanio dice:

    Qué gran día fue aquel en el que le descubrí Hislibris a mi mmmano Jerufa. La cantidad de dinero que me estoy ahorrando. Se lo compra todo (y luego yo lo gorroneo).

  27. jerufa dice:

    Si, si…mucho hablar pero aún no has leído Drácula. Y no lo entiendo, la verdad.

  28. Gadatas dice:

    Vuelvo a la vida y me encuentro con Don Haefs y sus suculentas respuestas, como un buen solomillo especiado o mejor aún, como los chicles de Willy Wonka, que los masticas y masticas y jamás pierden su sabor.

    Qué adorabilidad de autor y de persona.

  29. josep dice:

    pregunta de la entrevista y respuesta suculenta

    ¿Es ‘Caesar’ una novela sobre César, el personaje, o sobre la Roma de esos convulsos años (53-52 a.e.v.)?
    Las dos cosas. Sin tener en cuenta lo que era la República en sus últimas décadas, César, sus acciones y su motivación me parecen incomprensibles

    si claro.. como podria comprender el autor las motivaciones de Cesar si no toma en cuenta el entorno…Haefs.. que te pasa..segui con las novelas y deja la historia

  30. Javi_LR dice:

    ¿Os lo podéis creer? Nuestro amigo «josep» (nada que ver con el otro Josep que sabe escribir) es…

    Sí, el inclito, el inigualable, el multiforme Carlos Assunsao (y sus otras creaciones).

    Así que… ni caso a este tipo, que está como las maracas y se aburre en la misma medida que pierde neuronas. Dejaré ese comentario, este y los que se sucedan al respecto hoy por la mañana, para por la noche borrarlos.

    Perdonad todos, sobre todo Gisbert, por el comportamiento de este tipo.

  31. Marbenes dice:

    Trastorno de personalidad múltiple se llama eso…, triste enfermedad

  32. juanrio dice:

    Que bueno lo del multiforme, Javi. Este chico, como decía la publicidad, no tiene precio…

  33. Germánico dice:

    ¡Bien por Carlitos! Se sale, se-sa-le…

  34. Eduard dice:

    Genial Haefs! Y fantástica la entrevista, bravo Hislibris.

    Dice Haefs que:
    «Estoy trabajando en la historia de una larga venganza, entre 1520 y 1535, aproximadamente: la guerra de campesinos en Alemania, Carlos V, Luther, el saqueo de Roma, »

    Me gustaría recomendarle «Q, Luther Blissett, Ed.Mondadori» una fantástica novela que trata esos mismos temas desde una óptica literaria muy próxima a la suya. ¿Es posible ponerse en contacto con él?

    Saludos,
    Eduard

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