LOS GIRASOLES CIEGOS – Alberto Méndez

Los girasoles ciegosHe de decir que por primera vez en mucho tiempo, algunos pasajes de un libro han llegado a angustiarme. Y eso está bien, porque sea para bien o para mal, cuando un libro alcanza ese nivel de impacto es que es algo relevante.

Los girasoles ciegos recoge cuatro cuentos o historias cortas, ambientadas en la guerra civil española. Pero son historias comunes, de personas normales, con poco o nada que ver con la guerra. Todas ellas tratan sobre perdedores, incluso una que habla de un soldado del bando nacional, que el día que gana la guerra se pasa al bando republicano.

Las cuatro historias están relacionadas dos a dos por un fino hilo, pero que al final pone de manifiesto como la brutalidad de la guerra y sus catastróficas consecuencias llegan a todos los puntos de la sociedad, con una capilaridad total.

La primera historia cuenta cómo un soldado nacional cambia de bando cuando sabe que se va a rendir el enemigo, para ser un perdedor. Le avergüenza ser un ganador en esa guerra. La segunda historia, la más brutal desde mi punto de vista y en la que tuve que dejar de leer, cuenta la historia de un hombre y su hijo recién nacido, que escapan al perder la guerra. Angustiosa. En la tercera, un preso se inventa una historia sobre el hijo del mando que lo interroga, para que este lo mantenga con vida, y la mentira crece y crece hasta que explota. Por último, el libro se cierra con la narración sobre la vida de una familia en Madrid, después de la guerra, en la que el marido y padre vive escondido. Un cura que intenta acercarse a la madre, acaba provocando una tragedia.

Resumiendo, un libro corto, pero intenso y si esto se puede decir de un libro, triste y angustioso.

La victoria en la guerra sólo se consigue cuando se hace ganar también a los vencidos. (Manuel Fraga Iribarne)

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75 comentarios en “LOS GIRASOLES CIEGOS – Alberto Méndez

  1. Elvira dice:

    No sé porque aparezco aquí. Yo había hecho un comentario sobre La guerra del fin del mundo; pero si hay que decir algo,diré que no pienso leer los girasoles. Me horroriza el sufrimiento singular.El tema de la guerra civil me interesa, «La forja de un rebelde» me gustó muchísimo, pero la descripcion de dramas singulares no lo soporto.

  2. Curistoria dice:

    Elvira, me alegro que al menos la reseña te haya servido para decidir no leer el libro :). Desde luego, en el libro hay mucho sufrimiento.
    Saludos.

  3. Jerufa dice:

    Al parecer, más de el que describes en la reseña. El fondo parece muy interesante, pero un libro descarnadamente triste y angustioso…la verdad, ahora mismo no me tira. Gracias por tus prácticos comentarios.

  4. Arauxo dice:

    Gracias, Curistoria, por una reseña descarnada sobre una obra, al parecer, descarnada.

    Confieso que a mí tampoco suele atraerme la descripción del sufrimiento humano. Peor aún: no me atrae absolutamente nada. De hecho, creo que el aficionado a la novela histórica lo es, precisamente, porque una parte muy importante de su alma rehúye la literatura realista y busca, con ansiedad, otros tiempos, otras épocas y otros escenarios que destilen comportamientos heróicos, generosos, valientes y nobles. Se trata -confesémoslo- de soslayar la realidad que nos envuelve y escapar, unas veces a su crudeza, otras a su rutina, a su mediocridad, a sus vacíos, buceando para ello en realidades exóticas, en aventuras épicas y en escenarios monumentales.

    Pero, en ocasiones, algunas de esas obras ofrecen sorpresas que zarandean el alma y la desgarran brutalmente. Y su lectura, aunque inesperada, plantea interrogantes que abren múltiples perspectivas y descubren nuevos horizontes. Por lo que describes, Curistoria, ésta es una de ellas.

    El inconveniente, para un lector como Arauxo -demasiado evasivo, demasiado fantástico y demasiado aventurero- es… su ambientación en la Guerra Civil española, momento y conflicto del que no le interesa prácticamente nada por el uso, abuso y manipulación que de él se sigue haciendo -más bien se redoblan esfuerzos para que siga haciéndose- en los micrófonos, en los escaños, en las tribunas, en los púlpitos, en las cátedras y hasta en las urnas.

    Un saludo agradecido y profundamente desmemoriado (por aquello de la Memoria Histórica, que ya le vale…)

  5. David dice:

    Me lo recomendó un amigo. Le había parecido buenísimo. Intentaré pillarlo en la biblioteca y ya te contaré. Un saludo.

  6. Ascanio dice:

    Buf, Curistoria…Hace tiempo decidí que sólo leería libros y vería películas que me hiciesen pasar un buen rato. Supongo que con esta forma de pensar me perderé cosas muy interesantes, pero es que para sufrimiento y angustia ya tengo el telediario.
    Saludos.

  7. Curistoria dice:

    Yo creo que efectivamente un libro que «te toca», siempre merece la pena, aunque sea un toque de dureza.
    La situación en la que tuve que dejar de leer, era esta: El libro cuenta como en la huída «de la guerra» (no se puede huir de la guerra), de un chico y su novia embarazada, esta muere en el parto y se quedan aislados, rodeados por la nieve en una cabaña, el padre, el recién nacido y dos vacas. Y va contando cómo llora el niño, su desperación cuando le ofrece un paño empapado en leche… Bueno, pues este relato lo estaba leyendo en el hospital, pasando la noche cuando mi hijo tenía escasamente unas horas. Quizás por esto viví ese relato de una forma un poco más cercana, y el sufrimiento del niño y el padre me llegó especialmente.
    En cualquier caso, las historias y la forma de contarlas, trasmite muchísima crudeza, y a mí al menos, me metió en el libro.
    Saludos.

  8. Valeria dice:

    En mi caso, lo que impidió que me comprara este libro, pese a ciertas recomendaciones, fue que el trasfondo histórico de los relatos estuviera situado en nuestra guerra civil, como parece que le pasó a Arauxo. Estoy un poco harta del guerracivilismo ignorante, demagógico y simplón que nos invade, y además es poco habitual (supongo que alguna excepción habrá) que las miradas que se dirigen últimamente desde la literatura o el cine sobre este acontecimiento histórico estén exentas de topicazos. Pero me lo recomendaron vivamente, es verdad.
    Un saludo.

  9. pepe dice:

    A mi también me sucede que no suelo leer libros que tengan como ingrediente ciertos tipos de sufrimiento humano: aquellos que tienen que ver con niños y los que contienen torturas no los soporto. Como Ascanio, estoy dispuesto a perderme algunos interesantes: dicen que lo es Plenilunio, de Muñoz Molina, pero lleva varios años en la estantería, y tampoco me he atrevido todavía con la Fiesta del Chivo. Por otro lado padecemos una sobreabundancia de novelas de la guerra civil (mi mujer, por ejemplo, ha encadenado tres lecturas muy recientes -La voz dormida, El latido de la memoria y El lápiz del carpintero- sobre ese tema y está ya un poco harta). Al contrario que a Arauxo, a mí sí me atraen las novelas ambientadas en esa época: me gustó mucho Soldados de Salamina y, cuando era más joven, las novelas de Gironella me parecieron fascinantes. Los girasoles ciegos, además de ser un éxito de ventas, ha recibido premios muy importantes: el Nacional de Narrativa y el premio de la Crítica. La sugerente reseña de Curistoria no hace sino confirmar que hay que leerlo.

    Saludos.

  10. javier dice:

    Hola a todos,

    Me sorprende mucho lo que decís. Particularmente, no es que no tenga nada en contra de los libros tristes y angustiosos, es que más de un libro que podría ser calificado así está entre mis favoritos. Es más, no recuerdo ningún autor de poesía que me guste que no tenga libros que puedan ser calificados, en mayor o menor medida, de tristes y angustiosos. Confieso que me causa estupor que gente tan leída (ojo, va sin retintín, lo digo con admiración) conciba la literatura como escapismo, y busque en una novela una realidad intencionadamente distinta de la que uno vive, cuando para mí el valor de la literatura es precisamente la capacidad que tiene para crear realidades creíbles, personajes con alma propia que nos hacen crecer porque nos reconocemos en ellos, y no porque son como querríamos ser o haber sido. Si algo distingue a un buen libro, para mí, es que hay una humanidad que sigo reconociendo, por encima del escenario y de la época que retrata o en la que fue escrito. Pero una humanidad real, no idealizada ni de cartón piedra ¿Soslayar la realidad con la literatura? Todo lo contrario, la literatura hace la vida más profunda, más intensa, más comprensible, más real.

    En cuanto al tema guerra-civilista y el éxito del libro, comprendo perfectamente el hartazgo del que habláis, por no hablar de la nauseabunda utilización partidista de la maldita memoria, pero no por ello renunciaría a ciertos libros. El secreto, de haberlo, es no leer la morralla que supone el 90% de lo que se publica al respecto, en el mejor de los casos sin más intención que seguir el rebufo del éxito comercial que parece tener. Mi duda es ¿este libro forma parte de esta morralla? Al hilo de los premios que comentaba Pepe, recuerdo que cuando salió este libro la crítica lo encumbró de una manera tan unánime que me hizo sospechar, quizá sea que soy malpensado. Y leí una crítica de Alejandro Gándara (no me da comisión) que he buscado y copio:

    “O bien los críticos han perdido toda capacidad de juicio, toda intuición y todo gusto en su trato con la literatura, o bien los críticos disponen de una asombrosa empatía corporativa para celebrar a ciertos autores, ciertos casos literarios y tal vez cierta literatura”.

    Comparto que hay ciertos tonos narrativos, ciertas temáticas y ciertas perspectivas que hacen un libro prácticamente inexpugnable ante la crítica, digamos, mayoritaria. Y pensaba que este libro era uno de ellos. Por lo que dice Curistoria, habrá que darle un voto de confianza. Y si es triste, que lo sea. Que no sólo de panderetas y espadas al viento vive el hombre.

    Por cierto, Curistoria, muchas felicidades por la paternidad.

    Saludos a todos.

  11. richar dice:

    Yo también soy relativamente aficionado a los libros con testimonios personales, sean estos positivos o negativos, ya que tienen un punto que las novelas no tienen. Aunque sean testimonios e historias tan duras como las que comenta curistoria de este libro, me hacen reflexionar profundamente, y eso creo que es bueno, al menos para mi. Me hacen pensar, ponerme en sus pellejos y enfocar las cosas con otra perspectiva.

    Vamos, que tampoco es que sea lo que leo habitualmente, pero de vez en cuando una inyección de este tipo creo que viene bien.

    Un saludos,
    Richar.

  12. rociga dice:

    Yo también estoy de acuerdo con la opinión de que todas las referencias que tienen como objeto la novela histórica de los acontecimientos sobre nuestra Guerra civil, se han desenfocado y, por lo tanto, todavía estamos lejos de considerar esta problemática con la seriedad y objetividad que el caso merece.

  13. rociga dice:

    Yo también estoy de acuerdo con la opinión de que todas las referencias que tienen como objeto la novela histórica de los acontecimientos sobre nuestra Guerra civil, se han desenfocado y, por lo tanto, todavía estamos lejos de considerar esta problemática con la seriedad y objetividad que el caso merece.

  14. Curistoria dice:

    Yo creo que hay de todo. Hay libros sobre la Guerra Civil o ambientados entonces muy buenos, y libros que son una patraña. Además, hay muchos que pueden ser calificados de mierda con visión sesgada y parcial, y que merecerían algún castigo.
    Por otra parte, afortunadamente para mi la Guerra Cívil es un hecho histórico, pero mucha gente lo sigue viendo como algo muy vivo. Y a esto contribuyen mucho políticos y periodistas.
    Todo esto hace que sean muy comunes los hartazgos sobre todo lo que tenga que ver con este tema.
    Saludos.

  15. Tarquinia dice:

    Es un libro impactante. Sientes el dolor de los personajes en carne viva: por lo menos eso me pasó a mi

    Vale, está ambientado en la GCE y estamos sobresaturados de libros, películas e interpretaciones maniqueas de uno y otro bando, de intentos de manipular, reescribir y reinterpretar lo que pasó hace 70 años. Pero este libro vale la pena; habla de la indefensión y la dignidad del perdedor ante la prepotencia del ganador. Podría extrapolarse a cualquier guerra, actual o pasada.

    En mi caso lo sentí muy cercano. Tal vez porque soy de una generación para la que este tema es muy real. Mi padre es del 36 y mi madre del 39. La guerra era algio que le había pasado a la familia, a mis abuelos de forma directa. Y la posguerra la vivieron mis padres… El ambiente opresor, el miedo, la escasez (el hambre incluso), la necesidad de emigrar para sobrevivir…

    Es un buen libro. Aunque te haga sufrir, vale la pena.

  16. pepe dice:

    Hay que agradecer a Javier varias cosas, pero lo primero es unirse a la felicitación que hace al final de su comentario: Curistoria, me alegro mucho del nacimiento de tu hijo y te envio un abrazo muy fuerte. Javier, hacía mucho tiempo que no se planteaba una buena discusión como la que has suscitado. Siento no poder entrar ahora mismo en ella, pero lo haré.

    Saludos.

  17. Curistoria dice:

    Pepe, Javier… muchas gracias :) La verdad es que esto de ser padre es toda una experiencia. Nada triste y salvo algún momento puntual, nada angustiosa :)

    Saludos.

  18. David dice:

    Estoy de acuerdo con Javier, en líneas generales. La literatura, fundamentalmente, debe servir para profundizar en la realidad que nos toca vivir; y no que actue, cual instrumento alucinógeno, como distorsionador del ser y esencia humanos. Ciertamente, la literatura tiene un alto componente de distracción y entretenimiento como todas las artes, pero eso no puede ser excusa, como sucede en muchas ocasiones, para intentar vendernos una idea del mundo totalmente ajena a la realidad, y además, haciéndola pasar por la única verdad. Eso no es más que una burda manipulación.
    Sinceramente, creo que la mayoría de los que frecuentamos este foro nos damos cuenta de ello, y escapamos de esa visión errónea que pretende entender la literatura como puro entretenimiento descerebrado y evasivo de la realidad.
    Ciertamente, este foro se centra en una literaratura muy concreta: la histórica. Y a mí es la que más me gusta por varias razones. En primer lugar, me permite tomar distancia de los hechos narrados y enfrentarme a ellos con más dosis de objetividad que si se tratasen de sucesos coetáneos, donde la cercanía temporal y las ideas propias de cada uno, impiden muchas veces hacerse una idea más «objetiva» de los mismos. En segundo lugar, no estoy de acuerdo, en general, con aquella máxima que dice «el que no conoce su historia está condenado a repetirla», más bien, soy de los que opinan que «el ser humano es el único animal que tropieza (mil) veces con la misma piedra»; ahora bien, sí creo que la Historia puede servirnos, junto con las otras ciencias sociales para ayudarnos a comprender de una manera más profunda nuestro presente, aunque en la mayoría de los casos no podamos evitarlo. Y en tercer lugar, la Historia, a diferencia de los telediarios, no nos «vomita», con la excusa del tan manido derecho de la información, terribles y atroces acontecimientos con el fin de que los digiramos como podamos, vendiendonos siempre el morbo, sino que , al igual que otras disciplinas sociales, pretende mostrarnos la realidad de una manera reflexiva y argumentada, uscando siempre las causas y consecuencias del fenómeno estudiado.
    Por eso, como decía un profesor mío, «la lectura nos hace pensar y nos vuelve seres inteligentes». Hagámoslo pues, estimados colegas.

  19. aretes dice:

    Totalmente de acuerdo contigo, David. Aún así, el hartazgo de Guerra Civil y el extremismo de las historias, tal como las entiendo en la reseña, en cuanto a sufrimiento y dureza, hace que no me atraiga el libro. En agosto sí me leí el de Félix Schlayer, que de forma austera y con el valor del testimonio coetáneo de esos años me sorprendió, porque añade la visión de lo que era Madrid y España en aquel momento, sin personalizar tanto como parece en este libro.

  20. Arauxo dice:

    Queridos todos y querido Javier:

    Como la cuestión suscita debate y, al parecer, posiciones encontradas, Arauxo se relame de gusto y empieza a pasear tímidamente por los arrabales de la felicidad, cuyo epicentro, por otro lado, se localiza en estas fechas en el hogar de Curistoria, a quien envío un abrazo cibernético con mis mejores deseos para los papis y para la nueva criatura.

    Dicho esto, he de decir, Javier, que ahora quien se muestra realmente sorprendido soy yo. Y no por la lectura de tus argumentos, sino por la falacia de tu silogismo: Confieso que me causa estupor que gente tan leída… conciba la literatura como escapismo. Hombre, no, eso es utilizar las herramientas de la lógica para hacer trampas. Gente muy leída y muy instruida mantiene divergencias e incluso perspectivas diametralmente opuestas sobre los más diversos asuntos. Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro… ¿te parecen gente leída? Pues mantuvieron, como tú sabrás, una acalorada polémica historiográfica, con abismos insalvables, que se ha convertido en una referencia paradigmática del debate académico e intelectual. No, Javier, no, de eso nada. Tan leída puede ser tu opinión como la mía, porque, para sustentar a ambas, lo que importan son los argumentos. Y mal empezaríamos, tocando el trigémino al interlocutor, si no fuera por el tono cordial y amistoso de tu comentario que, por supuesto, doy por sentado.

    Obviando el comentario anterior, sobre el que no quiero insistir, me ratifico en lo dicho y abundo en ello. No sólo concibo la literatura como escapismo. Sostengo que TODA la literatura (hasta la realista o la hiperrealista) es escapismo, en mayor o menor grado. Y no sólo la literatura, sino TODA manifestación artística, TODA obra producto de la creación humana. Porque… para eso creamos y para eso leemos, oímos o contemplamos una obra de arte: para jugar con la realidad, transformándola, alterándola, invirtiéndola, recreándola o negándola. Y es que necesitamos hacerlo, porque la realidad, a la que no podemos escapar, nos asfixia, nos constriñe y nos esclaviza. Utilizamos el ingenio, Javier, de mil y una maneras conscientes e inconscientes, para conquistar parcelas de libertad de las que no gozamos -ni gozaremos- en la vida real. Jose Antonio Marina profundiza en esta idea en su Elogio y refutación del ingenio, un libro de honda reflexión y muy instructiva lectura que, si no la has practicado ya, me atrevo a recomendarte.

    Cambio y sigo.

  21. Arauxo dice:

    O sea, sigo.

    Vargas Llosa define la literatura como algo parecido a una máquina de experiencias, precisamente porque buscamos en ella las vivencias que nunca tuvimos y que, quizás, nunca tendremos. Anhelamos… otras realidades, otras vidas, otras opciones, cual apetitos fáusticos que nos devoran. Pero siempreotras, diferentes, ficticias>i> y, por supuesto, verosímiles, independientemente del escenario que las acoja. El quid de la cuestión está en el tipo de realidad que cada lector trata de encontrar o imaginar. El aficionado a la literatura realista, por ejemplo, busca en ella la recreación verosímil de historias humanas de ficción, del mismo modo que un asiduo lector de novelas fantásticas gusta igualmente de recreaciones verosímiles de historias humanas en mundos fantásticos. Uno y otro pueden encontrar buena literatura… o auténtica basura.

    La calidad literaria no depende del escenario, sino, como tú mismo dices, de la capacidad que tiene para crear realidades creíbles. Fíjate bien en lo que dices: CREAR realidades creíbles, es decir, inventar realidades, imaginar realidades, pero haciéndolo bien, claro, de un modo creíble. Lamento insistir, pero eso se llama… escapismo; y su ejercicio se llama… soslayar la realidad, aunque algunos no se atrevan a reconocerlo. Claro que la literatura hace la vida más profunda, más intensa, más comprensible, más real, porque le ofrece vivencias y experiencias que están más allá de su alcance y eso es absolutamente gratificante y enriquecedor. Pero lo hace CREANDO realidades alternativas, no analizando y describiendo la realidad que nos envuelve. Ésta es precisamente la diferencia entre un documental, un informe, un tratado de bioquímica o un manual de Historia y… una novela, una película, una escultura o un concierto de Sammartini.

    No recuerdo ningún autor de poesía que me guste que no tenga libros que puedan ser calificados, en mayor o menor medida, de tristes y angustiosos me dices. Desde luego. Por si te sirve de algo, mi poema preferido es la Elegía (a la muerte de Ramón Sijé) de Miguel Hernández, un poema descarnado, doloroso y terrible. Pero… ¿por qué nos gusta, Javier? ¿Por que es terrible? ¿O por que JUEGA con el lenguaje, con sus ritmos, con sus cadencias, con su sonoridad, transformando una realidad terrible en otra hermosa, estética, casi… eufórica, que diría Marina?

    Un saludo (espero que suficientemente leído pero, sobre todo, argumentado).

  22. Curistoria dice:

    Auxo dixit :) (y Pixi como diría una ministra).

    Gracias Arauxo por tu abrazo. Efectivamente, un bebé tiene la extraña cualidad de convertirse en el epicentro de todo. También de la felicidad.

    Saludos.

  23. David L dice:

    Desconocía totalmente este libro reseñado por Curistoria, a pesar de que la Guerra Civil española es uno de mis temas preferidos de lectura. Entiendo perfectamente que haya lectores que busquen en un libro abstraerse de la realidad o, de las realidades pasadas en el caso de la novela histórica. Si ya de por sí cualquier guerra ha traído y sigue trayendo la desgracia a millones de personas en todo el mundo, en el caso de la desarrollada en España entre 1936 y 1939 alcanzó un grado de crueldad dificilmente comparable al tratarse de «vecinos conta vecinos». Puede que haya gente que piense que suena muy simple y a la vez muy frívolo calificar a la GCE de lucha entre vecinos, pero es que realmente fue así. No hay vuelta de hoja en este aspecto.

    Las cuatro historias que nos reseña Curistoria en el libro de Alberto Méndez son parte de nuestra historia más reciente….¿cruel? ¿desgarrada?…sí, pero hay que conocerla. La gente que padeció esas miserias agradecerían que alguien se acordara de ellos alguna vez.

    Solamente un apunte para terminar: en los campos de éxterminio nazi durante la IIGM, siempre se mantuvo entre los presos que alguien debía sobrevivir para poder contar al mundo todo aquel horror que ellos habían sufrido; yo, personalmente, soy de los que pienso que una manera de no olvidar el sufrimiento por el que pasaron aquellas personas es el de seguir manteniendolos en el recuerdo, y para ello hay que vivir, aunque sea a través de un libro, todo sus padecimientos. Creo que se lo debemos.

    Un saludo.

  24. calimero dice:

    Empujado por el aburrimiento, deambulando por las calles, recordé este «post» (vaya palabro) y entré a comprar el libro en cuestión.
    Simplemente…muy bueno.
    PS. Sobre apute final del David L. en el último comentario, acerca de «los nazis», creo que no venía mucho a cuento ¿no?

  25. David L dice:

    Hay gente en esta reseña que ha comentado que le desagrada leer cierto tipo de literatura referida a los padecimientos y represiones que una guerra tan cruel como fue la GCE produjo. Bien. Con mi anterior comentario he querido dejar constancia la obligación, por lo menos yo así lo veo, de conocer esos tremendos padecimientos por los que tuvieron que pasar tanta gente hace 60 o 70 años. El comentario sobre los campos nazis es un ejemplo de literatura que puede desagradar a mucha gente debido a su extrema dureza. No es mi caso, ya que yo sí creo un deber seguir recordando lo pasado en esos terribles lugares a pesar de revivir esas terribles experiencias.

    ¿Qué no viene al caso? bueno…eso depende de como lo entienda cada uno ¿no crees?

    Un saludo.

  26. Curistoria dice:

    Estoy con David. Hay que conocer y reconocer lo que pasó en cada momento, para ver los peligros de una guerra, los extremismos, el fascismo, el comunismo, la ignorancia…

    David decía en un comentario anterior, que el hombre está condenado a tropezar mil veces con la misma piedra. Si conociendo esto evitamos que tropiece una de esas mil veces… habremos hecho algo importante.

    Saludos.

  27. calimero dice:

    Decía lo anterior únicamente porque parece que en ocasiones, se hable de lo que se hable, siempre tienen que salir a relucir «los nazis».
    Evidentemente entiendo en que sentido lo decías…aunque con todo creo que grandísima parte de la literatura concerniente al nazismo, -lo horrible de su política, los campos de concentración…- debería situarse mas que nada dentro de la ciencia-ficción. Pero bueno, nada de esto viene a cuento tampoco.
    El libro en cuestión, los girasoles ciegos, muy bueno.

  28. javier dice:

    Hola a todos, y muy especialmente a Arauxo, al que además debo disculpas por retrasarme en la respuesta. Lo siento, pero me resisto a tener ordenador en casa. Bueno, al tema. Empezaré defendiéndome de las acusaciones. Me llamas tramposo porque me sorprende que “gente leída conciba la literatura como escapismo”, y me recuerdas que gente leída puede concebir y de hecho concibe la literatura como le salga del forro. Hombre, claro. Estarás de acuerdo conmigo en que esto es una perogrullada, y entiendo que si me la recuerdas es sólo porque interpretas que opino que la gente leída debe concebir, como un sólo hombre, una misma cosa. Bueno, pues te doy la razón, hay gente para todo y para gustos los colores. Pero como eso da poca vidilla y es el comodín que finiquita cualquier discusión, explico lo que creo que también puede interpretarse a partir de mis palabras, y que desde luego es lo que pretendía decir: mantengo que a medida que uno se adentra en la literatura cambia el objeto de esa búsqueda que es, si me lo permites, la propia literatura. Creo que se van satisfaciendo distintas necesidades, desde las más ligeras a las más sesudas, y supongo que aquí tendré que añadir, todas ellas legítimas y respetables. Claro que sí. Y no es un camino de un sólo sentido ni mucho menos, uno va de un extremo al otro y pasa por todo tipo de estaciones intermedias con facilidad y, por supuesto, con mucho placer, pero creo que cuando uno ha encontrado en la literatura algo más que entretenimiento es difícil que se conforme con él. No me parecería mal que alguien lo hiciera, pero sí muy raro. David lo ha expresado bien. No tengo nada contra el entretenimiento, pero me sorprende que gente leída (por mantener la expresión) hable de “realidades exóticas, aventuras épicas y escenarios monumentales” o de que “sólo leería libros y vería películas que me hiciesen pasar un buen rato”. Me parece una aproximación a la literatura muy legítima, porque esto no pretendía ser un ataque ni un desprecio. Pero me sorprende precisamente por venir de quien viene. Y me sorprende no a partir de la lógica, sino de mi experiencia como lector, que sin falta modestia presumo inferior a la tuya, lo cual no hace sino aún mayor mi sorpresa.

    Dices que toda la literatura, y el arte en general, es escapismo, y no puedo estar de acuerdo. En primer lugar porque yo entiendo el escapismo como un intento de huir de la realidad sin más afán que el puro entretenimiento, lo que ya es una acepción más limitada que la tuya, como ves. Pero aún jugando con tus cartas, creo que puede ser cierto, como dices, que necesitemos jugar con la realidad porque “nos asfixia, nos constriñe y nos esclaviza”, pero creo que olvidas lo que, en mi opinión, es la esencia de la literatura y del arte: el intento de comprender, de comprendernos a nosotros y a nuestro mundo, de darle sentido. Y no me parece válido el argumento de que toda literatura es escapismo porque crea realidades alternativas. Claro que las crea, pero si lo hace es con una intención, y esa intención, en su mejor manifestación, no es soslayar la realidad, sino todo lo contrario. Citas a Vargas Llosa para definir la literatura como una “ máquina de experiencias, precisamente porque buscamos en ella las vivencias que nunca tuvimos y que, quizás, nunca tendremos”. ¿Y lo hacemos para soslayar la realidad? Si te he entendido bien, tu dirías que sí. Yo creo que no, que si lo hacemos es precisamente para profundizar en ella. ¿Nos gusta la poesía por el “juego” que tanto enfatizas? Te tengo que decir que no. Si nos gusta es porque nos ayuda a entendernos, porque casi siempre nuestra vida es como nuestra letra, que ni nos gusta ni la entendemos, y a menudo la poesía disfraza de reflexión la confusión que eso supone. En el intento de comprenderla, una vez más, y no de evitarla. Pero es más, opones la “creación de realidad” que hace la literatura al análisis y la descripción, a los documentales, manuales, etc. como si la crítica al escapismo conllevase entender la literatura como realismo puro y duro. Ni mucho menos. 1984 o Rebelión en la granja, dos novelas de abierta ficción, ¿te parecen escapistas? Claro que no, son precisamente lo contrario.

    En fin, creo que hemos mezclado dos cosas distintas: una es esta discusión acerca de si la literatura es o no escapismo, y otra es las ganas que uno sienta por leer cosas tristes y angustiosas, que es por lo que empezó todo esto. Sólo me gustaría repetir que comprendo que alguien esté harto de truculencias y morbosidades, y que cada uno lee lo que le sale de las napias, por supuesto, y no se me ocurriría criticarlo. Pero me atrevo a recomendar un libro triste y terrible como “Archipiélago GULAG”, que probablemente habrás leído, y que por mucho que intente no consigo encajar entre los libros que hagan pasar un buen rato, por muy flexiblemente que se entienda esto. Aún así lo recomiendo, aunque sólo sea para darle la razón a David L, que la tiene. Yo lo diría de manera menos solemne que él, porque deber ya debo demasiado como para cargarme más encima, pero sí creo hay que recordar este tipo de cosas, al menos para que no te tomen el pelo y venga otro con lo de la ciencia-ficción, pero del otro lado.

    Un abrazo Arauxo, y saludos a todos.

  29. javier dice:

    Joder, acabo de ver el comentario subido, vaya chapa, la próxima vez intentaré ser más conciso. Mis disculpas. Agur.

  30. nando dice:

    Maestro Arauxo: es su turno.

  31. Germánico de la XIII dice:

    Por Dios, Javier, vaya sábana. Te estás «arauxando». Mal negocio…

  32. pepe dice:

    Creo que en una ocasión preguntaron a Saramago para qué servía la literatura y éste respondió que para nada: ninguna obra literaria, ni siquiera las más notables ni las más lúcidas ha conseguido nunca disminuir un ápice la barbarie humana. Añadía después, más conciliador, que a pesar de eso a él sí que le había servido para querer más a su mujer, a sus amigos, para ser menos cruel y envidioso y para comprender mejor al ser humano. Averiguar cuál es la misión de la literatura no es tarea fácil, ni está claro siquiera que una obra de arte deba tener ninguna misión. Reducir el valor de la literatura a su capacidad para crear realidades creibles y personajes en los que reconocernos es una restricción un poco absurda e innecesaria y el mismo Javier ya ha señalado en su segundo comentario que tiene otras capacidades muy notorias y no desdeñables. Sin embargo, no hay que echar en saco roto la llamada de atención que hace en su primer comentario: hay que leer de vez en cuando libros que inquieten, angustien, sacudan nuestra conciencia, nos hagan pensar, nos emocionen o nos conmuevan.

    Tengo un buen ejemplo que tiene que ver con el cine. En los últimos años me he acostumbrado a ver películas generalmente con mis hijos, de modo que vemos todas las de ciencia ficción, las de aventuras, en fin, ya sabéis. Muy de vez en cuando voy sólo con mi mujer y me cuesta mucho trabajo ver películas más sesudas. Hete aquí que hace unos meses nos recomiendan una que ya desde las primeras imágenes empieza a incomodarme: unos policias blancos detienen a un matrimonio negro que viaja en un automóvil y, sin ningún motivo cachean a la mujer. Hay tanta humillación en sus ojos, en su expresión y tanta impotencia en los del marido que empiezo a considerar seriamente si no es mejor marcharse del cine. Nos quedamos, finalmente, y termino admitiendo que es una de las películas más hermosas que he visto en los últimos años. Se llama Crash.

    Saludos.

  33. Ascanio dice:

    Al margen del debate sobre el escapismo de la literatura, que por cierto, es uno de los más interesantes que he leído en Hislibris, me «atrevo» a seguir puntualizando sobre lo que comenté al principio, y a riesgo de ser calificada de «rara» por eso de buscar el entretenimiento en la literatura.
    Con la expresión «pasar un buen rato» con libros y películas no me refiero a estar todo el día leyendo Sin noticias de Gurb o viendo La vida de Brian. Porque creo que todos hemos leído libros y visto películas desgarradores o dolorosos, y a la vez, muy bellos.
    Me refiero a que si, como dice Curistoria sobre el libro que nos ocupa, una novela (o lo que queráis) hace que tenga que interrumpir un relato por la mitad porque la sensación que me provoca es tan desagradable, humillante, desasosegante o angustiosa, prefiero cambiarla por otra, por muy instructiva, remueve-conciencias – o como queráis llamarlo- que sea.
    Y si una película hace que tenga que apartar los ojos de la pantalla, pues también.
    Así que esa es mi opinión, a pesar de que después de exponerla, sea tachada de…bueno, de lo que queráis tacharme.

  34. javier dice:

    Hola Ascanio, sólo me gustaría insistir en que cada un hace lo que le da la gana y yo no soy quién para criticar lo que hagas tú u otra persona. No creo haberlo hecho, y mucho menos haberte calificado de “rara”. Una cosa es que haya dicho que ciertas cosas me sorprendan o parezcan raras, es cierto, y otra que me atreviese a tacharte de nada. Insisto en que no creo haberlo hecho, y si hay algo que te haya podido molestar, que no veo qué puede ser, vayan mis disculpas porque desde luego no era esa mi intención. Insisto, no pretendía censurar ni atacar a nadie, y creo haberte leído lo suficiente como para entender a lo que te referías.

    Y en cuanto al entretenimiento, repito que no tengo nada en su contra, que no voy de solemne por la vida, que está muy bien. Sólo digo que la literatura no se puede reducir a eso, ni que sea lo más importante que tiene. Nada más. ¿Sin noticias de Gurb o La vida de Brian? Por supuesto, y Top Secret también. Tengo 250 números de La espada salvaje de Cónan el Bárbaro, tócate el níspero. Pero hombre, Crash también. Sólo era eso.

    En fin, saludos a todos.

  35. Ascanio dice:

    Javier, no me has molestado en absoluto, faltaría más. Sólo quería completar un poco más mi comentario, simplemente. Así que no acepto tus disculpas porque no hay nada que disculpar.
    Y yo prefiero El Capitán Trueno a Conan el Bárbaro. Debe ser por lo de ¡Santiago y cierra España!.

  36. javier dice:

    Hombre, Conan solía rematar la faena, sin embargo lo del Capitán Trueno y Sigrid era algo que nunca entendí. Y prefiero no pensarlo, por el bien del héroe patrio. Claro que hablando de héroes patrios, me quedo con el Capitán Hispania del supergrupo de Superlópez. Qué grande.

    Saludos.

  37. Ascanio dice:

    Es que las cotas de mallas eran un pelín incómodas. Y claro, como Conan iba en plan comando…
    Osú, creo que deberíamos dejar las «tangentes», que si no, richar nos va a inflar a collejas.
    Merecidas, por supuesto.

  38. Arauxo dice:

    Bueno, en realidad, el debate principal de esta reseña (que espero me dé tiempo mañana a continuar) es, en sí… una tangente. Un tangentón, más bien.

  39. nando dice:

    Harold Bloom dice de como leer, fundiendo a Francis Bacon, Waldo Emerson y Samuel Johnson:
    «encontrar, en aquello que sintamos próximo a nosotros, aquello que podamos usar para sopesar y reflexionar, y que nos llene de la convicción de compartir una única naturaleza, libre de la tiranía del tiempo.»

    … y acto seguido junto con una selección de novelas como El Quijote, Moby Dick, La Cartuja de Parma, En busca del tiempo perdido o La montaña mágica… pués mete Meridiano de sangre de Cormack McCarthy…

    La literatura muchas veces es una pura sorpresa.

    saludos.

  40. Valeria dice:

    Por eso es tan atractiva.

  41. nando dice:

    ¿Pero esto se ha acabado ya?
    ¿ No hay más parlamentos?

  42. Arauxo dice:

    El tiempo huye y nos arrastra consigo. Este momento en que yo hablo se ha ido ya (Nicolás Boileau).

    Me voy, pero volveré (General McArthur).

    Yo también (Arauxo).

  43. pepe dice:

    La culpa la tiene Javier, que se nos ha desinflado. Yo le hacía más recio, la verdad, pero con tanto > y tanto > le veo un poco mohíno. Tiene en sus manos una baza estupenda (la carta de los libros tristes) y no tiene más que descartarse de dos naipes malos, a saber, que la poesía es triste y angustiosa (coño, qué va a ser si no) y la misión de la literatura (mejor no entrar en ese jardín), para hacerse el amo de la partida. En esto, como en tantas otras cosas, hay que aprender de mi amigo Arauxo. Que le viene una mano mala (la de que los libros sobre mujeres han de ser reseñados por mujeres, por ejemplo, que es horrorosa), pues va y la juega sin descomponer el gesto. De modo que Javier, jayán, dile al mundo entero que la segunda parte de El Quijote es uno de los libros más tristes que se hayan escrito nunca y crécete un poco, joder, que tienes a la afición desanimada.

    Saludos.


    Semejante concurrencia engalló al alguacil.
    -¿Y quién le pide a vuestra merced que explique lo que nosotros podemos averiguar solos?
    Oí chasquear la lengua a Guadalmedina, impaciente. >, animó una voz oculta entre las sombras y los curiosos.

  44. cavilius dice:

    Admirable, pepe, me dejas boquiabierto y babeando. He ahí una demostración práctica del arte del comentario.

    Saludos

  45. pepe dice:

    Ha habido un pequeño problema técnico en mi comentario anterior y han desaparecido tres citas que deberían haber aparecido entre comillas angulares, también llamadas latinas o españolas. En su lugar, visto que no funcionan, usaré comillas inglesas para restituir a su verdadero ser la primera frase:

    La culpa la tiene Javier, que con tanto «yo no quería» y tanto «nada más lejos de mi intención» le veo un poco mohíno.

    y la última, que está tomada del mejor libro de la serie de Alatriste:

    Oí chasquear la lengua a Guadalmedina, impaciente. «No se disminuyan vuacedes», animó una voz oculta entre las sombras y los curiosos.

    Yo también disfruto mucho con tus comentarios, Cavilius.

    Saludos.

  46. javier dice:

    Hola Pepe, entiendo perfectamente lo

  47. javier dice:

    Hola Pepe, entiendo perfectamente lo

  48. javier dice:

    …que dices (siento el tartamudeo), pero, y quizá me equivoqué, noté cierta molestia en el tono de algunos comentarios y creí necesario disculparme. No me importa hacerlo si alguien se siente ofendido, pero no creo que me haya retractado de nada de lo que haya dicho. Hombre, intentar concretar los objetivos de la literatura es una discusión estéril, pero de entre las trescientas respuestas posibles me quedo con unas antes que con otras.

    Y para que veas que me mantengo en mis trece mañana mismo le paso al blog-master una reseña acerca de un libro magníficamente triste en el que hay sufrimiento para dar y tomar. Y va de la guerra civil. Y el autor es sevillano. E izquierdoso. Si con esto no resucito a Arauxo yo ya no sé que más puedo hacer.

    Saludos

  49. nando dice:

    Yo estoy con Pepe: «ambos dos» nos han escamoteado un debate de singular altura.

    saludos

  50. javier dice:

    A todo esto, ayer acabé “Los girasoles ciegos”. Un libro extraño, emocionante y limpio. Muy bueno. Lo hubiera dejado pasar, así que gracias por la recomendación Curistoria. Que le den morcilla a Alejandro Gándara.

    Saludos

  51. Curistoria dice:

    De nada, es un placer :)

    Saludos.

  52. javier dice:

    Por cierto, que recordé tu circunstancia al leer el segundo relato y eso le añadió aún más dramatismo a la cosa.

    Cuando hace una semanas leía un libro de Ivo Andric en el metro se me acercó un chaval serbio alucinado por encontrar un libro suyo en español. Me habló de él, de su país, me preguntó por qué lo leía, me pidió hojearlo. Ahora cuando veo ese libro me acuerdo de aquel chaval, y creo que cuando vea este de los girasoles me acordaré de tu historia.

    En fin, curioso.

    Saludos

  53. Curistoria dice:

    Vaya Javier, me alegro que te acordaras de mi :)

    Saludos

  54. aretes dice:

    Volviendo al tema del libro, ¿no os parece curioso que tanta gente que vivió aquella guerra siga viva y no lo cuente? Siendo una etapa tan intensa, es como si fuera una pesadilla que no quieran recordar.
    Mi madre no la vivió, pero mi padre era un chavalín y con pocos años tuvo que ir lejos de su familia, aún así sólo cuenta retazos, y cuando lo hace hay que animarle para que siga. Me admira esa generación, cuando pienso en lo vulnerables que somos nosotros en nuestra comodidad!!!

  55. Curistoria dice:

    Igual es una buena forma de autodefensa contra «el mal trago» pasado. No lo sé.

    Saludos.

  56. javier dice:

    En cualquier caso, es una pena. Siempre me acuerdo de aquello de que cuando un viejo muere, una biblioteca se quema. Hay que preguntar y dar la brasa, que luego no habrá oportunidad y te arrepentirás. Lo digo por experiencia.

    Saludos

  57. aretes dice:

    Puede ser, pero tragos de ese tipo, tan gordos, tan jóvenes, tendrían que marcar más. Es como una amnesia colectiva y me pregunto si no hubo como un pacto de silencio tácito. Por otra parte es tan enriquecedor cuando alguien lo cuenta, debería haber un sitio, como este blog, para mayores de setenta ¿os imaginais?

  58. Ascanio dice:

    Pero si ya tenemos a Germánico…

  59. calimero dice:

    Por lo que a mi experiencia respecta creo que mucha gente no habla de su experiencia en la guerra (sobre todo si ha estado en retaguardia, la población civil), por haber adquirido la costumbre de callar, de silenciar según que cosas, de intentar vivir en el anonimato (esto vale para los dos bandos). Con respecto a los «vencedores», tras los primeros años en donde hubo de todo desde luego, hay que tener en cuenta que apartir de 1965 y los «veiticinco años de paz», se pretendió echar tierra sobre todo lo sucedido e intentar empezar de nuevo.

  60. DAREA dice:

    SOMOS TAMBIÉN HIJOS DE LA GUERRA QUE ELLOS PRETENDIERON IGNORAR PERO QUE INUNDO LA VIDA DE MIEDO.

  61. cavilius dice:

    ¿Por qué un relato nos afecta emocionalmente más que otro? ¿Por qué (por ejemplo) los desollamientos de personas vivas que describe Nicholas Guild en El asirio, las batallas sanguinarias de la Ilíada, los pueblos arrasados, mujeres violadas, niños vendidos como esclavos, adultos asesinados, ancianos torturados, que narran Herodoto o Tucídides en sus Historias, por qué todas estas guerras, matanzas y muertes no nos producen la misma impresión que las descritas en un relato sobre nuestra guerra civil, o sobre la de Bosnia, o sobre la Segunda Guerra Mundial? Evidentemente, por la sensación de cercanía, tanto geográfica como temporal. Una novela sobre las calamidades que alguien ha sufrido en la guerra civil española, o en la postguerra, puede coincidir sin dificultad con lo que le haya pasado a alguien de mi familia, o a un amigo, o a alguien que veo por la televisión. Puedo hablar con el vecino del quinto, que tiene casi 90 años, y pensar en el sufrimiento que habrá podido padecer en sus carnes durante la guerra y postguerra. Pero nunca me cruzaré con un asirio ni podré estar en la Tebas del siglo IV a.C. Cuando se trata de penalidades, la cercanía provoca presión, angustia, y cuesta mucho inmunizarnos contra ello, como hemos hecho contra lo lejano. La lejanía espacio-temporal cauteriza, nos libra de esa carga empática que lo cercano acarrea.

    He leído Los girasoles ciegos. Cuando ya salía de una librería lo vi en un estante, y no sé si mi subconsciente me traicionó («cómpralo hombre, que se titula Los girasoles griegos«) o fueron los comentarios de Curistoria los que me hicieron cogerlo primero, ojearlo después, leer unos párrafos al azar, y comprarlo finalmente como hipnotizado. Y he de decir que es uno de los mejores libros que he leído. Maravillosamente bien escrito, con palabras medidas para no decir más de lo que se pretende ni menos de lo necesario, sin recreaciones gratuitas en el dolor de los protagonistas ni cortapisas en la descripción de los acontecimientos. Un libro que emociona y conmueve. La segunda y cuarta historias son escalofriantes, tensas, angustiosas. La primera y la tercera son duras, crueles. Y en ninguna de ellas hay bandos, sólo unos seres humanos que matan o quieren matar, y otros que viven o quieren vivir. La maldad descrita en el libro no se basa en ideologías sino en la ruindad humana, que está por encima de razones y creencias. Es la misma ruindad que habita en el corazón de los griegos y de los romanos, de los occidentales y de los orientales, de los religiosos y de los ateos. Pero el libro también habla de la grandeza del ser humano, de su espíritu de supervivencia, de sus ansias por encontrar la verdad y la libertad. La misma grandeza también que tuvieron griegos, romanos… No sería justo quedarnos sólo con lo primero y no esforzarnos en ver lo segundo.

    Evidentemente, el libro angustia, porque no podemos evitar leerlo con las gafas «de cerca», mientras que a Herodoto no podemos evitar leerle con las gafas «de lejos». Y si ese motivo hace que algunos no quieran acercarse al libro, en su derecho están, cada uno escoge sus alegrías y sus angustias en la medida que puede, y en cuestión de libros, podemos, por suerte. Pero, sinceramente, creo que en este caso se perderán algo: se perderán, como mínimo, la lectura de un muy buen libro que puede remover lo más profundo de nosotros mismos.

    Saludos

  62. Curistoria dice:

    Magnífico comentario Cavilius. Deberíamos quitar mi reseña y poner este comentario como referencia al libro.

    Por cierto, estoy de acuerdo en todo.

    Saludos.

  63. Arauxo dice:

    Pues…va a ser cuestión de plantearse su lectura, sí… pese a que Cavilius lo recomiende…

  64. cavilius dice:

    Tu reseña es estupenda, Curistoria. Tan estupenda que ha hecho que un enfermo como yo, que sólo lee cosas de Grecia, se haya saltado la regla.

    Saludos

  65. clio dice:

    Touché amigo cavilius, debajo de tu fina ironia late por lo que veo un mar de sentimientos, sobre todo me ha gustado el final de tu comentario gracias, como dice Arauxo va a ser cuestión de plantearse su lectura pero ya

  66. Arauxo dice:

    ¿Sentimientos dices, Clío? ¿Cavilius? Pero si yo creía que Cavilius era el nombre de nuestra enciclopedia cibernética sobre Grecia, los griegos y su entorno… ¿No es un androide como las computadoras esas que jugaban al ajedrez?

  67. clio dice:

    Yo creo que mas bien es Roy Batty ….

  68. cavilius dice:

    Yo he visto cosas que vosotros jamás creeríais. Atacar con cuchillos tortillas ardiendo más allá de Orihuela; he visto rayotes de boli fosforescente brillar en la oscuridad cerca de la puerta del Tantarantana. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.

    Es hora de dormir.

  69. clio dice:

    !Que poiêtiko! Dormir…tal vez soñar….(con tortillas, que ricas, ahora que tengo tanta hambre)

  70. Casio dice:

    No es un adroide; los caza. Es un Blade Runner.

  71. Casio dice:

    Aunque resulta que, al final, igual sí lo es…

  72. lUIS dice:

    De acuerdo en todo con Arauxo

  73. lUIS dice:

    Leí hace poco la polémica entre Arauxo y Javier a propósito de la finalidad de la Literatura. Me pareció interesantísima y envié un mensaje de apoyo entusiasta a Arauxo.
    Hoy vuelvo a la página con un poco más de tiempo y añado esto por si mi reflesión resultara útil para alguien: Es la eterna polémica entre los partidarios de la teoría del compromiso y los contarios. Creo que es una polémica eterna (desde Horacio: prodesse aut delectare) y que no tiene solución. Sin embargo, a mí me parece más sólida, actualmente, la que enfatiza el segundo término, es decir, la literatura como «delectación».
    Las reflexiones de Arauxo me parecieron impecables y me permito añadir un pequeño párrafo a su reflexión sobre la «verosimilitud»: [Las obras de estética realista basan su verosimilitud en el parecido que hay entre la ficción y la realidad. Las de estética fantástica demandan un poco más al lector: inventan un mundo nuevo, distinto del real pero reglas y normas tan inflexibls como las del mundo real… . La historia debe “encajar” dentro de esta nueva realidad; pero independientemente del escenario, el lector encuentra “historias humanas”.
    Y por último: la “verosimilitud” de cualquier historia no es el objetivo del escritor ni define la mayor o menor calidad de la obra sino que es solo un resorte, un mecanismo, un medio para conseguir que el lector entre en el juego literario que se le propone]

  74. Clío dice:

    Pues dos años y pico despues de esta reseña, he leido los girasoles ciegos y al releer el comentario del amigo Cavilius, no puedo estar más de acuerdo con él. Cada una de las 4 historias conmueven el alma de manera distinta, pero sobre todo y con mucho la que me ha parecido más bella pese a su horror, es la historia del poeta y su hijo, lírica y sublime.

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