Peñas Negras
En el sitio donde apunto las cosas que se me ocurren, tenía anotado
La mora y el cristiano: historia de una mozárabe casada con un jefe árabe y que comete adulterio con un cristiano.
Esto se me juntó con una visita al castillo de las Peñas Negras, en Mora, Toledo. La figura del castillo en ruinas recortándose contra el cielo en un cerro de peñascos me había llamado la atención cada vez que pasaba por esa carretera. Hace unos meses fui a ver las ruinas, y me impresionó la construcción encastrada en las piedras del cerro. Me gustó mucho, como podéis ver en las fotos que he puesto. Y ahí fue fermentando la historia. Creo que, si se puede, es bueno visitar el lugar donde transcurre la historia, para sentir el lugar, las sensaciones, a pesar del tiempo transcurrido.
Cuando iba armando el borrador, me vino a la cabeza una leyenda de Bécquer,
La cruz del diablo, que tengo en una edición del difunto Círculo de Lectores. No la voy a spoilear, pero la leyenda inicia con el narrador delante de la cruz, y cuando va a rezar, el acompañante se lo impide y le dice que ni se le ocurra, que la cruz está maldita, y le comienza a contar la historia, en la que aparece el tirano señor del Segre, y el diablo. Al final la leyenda acaba otra vez delante de la cruz. Ese inicio y el final, en otra línea temporal, es el que quise hacer con la pareja que visita el castillo, al principio y al final, en el que los fantasmas acechan. Varios de vosotros me habéis dicho que sobra, veré como lo puedo encastrar mejor.
Luego, al ir armando los personajes, fui pensando en qué hace pasar del amor al odio, qué nos hace rompernos, cual es la dosis de mal que hace que alguien se quiebre, y si vuelve, vuelve de forma distinta. Fernando es un cínico: seduce a Maryam para utilizarla y escapar y la abandona sin contemplaciones. Maryam es apenas una niña, arrancada de los brazos de su madre (en otra versión más larga tengo más desarrollado como su padre la entrega a Omar con la oposición de su madre): no ha conocido el amor y está insatisfecha entre las piedras. Omar ama a Maryam, pero no sabe o no puede darle lo que necesita.
Omar sufre tanto por la traición que se rompe y se vuelve un asesino, y trama matar a Maryam después de humillarla y aterrorizarla hasta el máximo dolor. Maryam sufre tanto terror que enloquece, o al menos eso es lo que intenté transmitir, con dispares resultados. El punto culminante es cuando Omar la hace asesinar a Alonso con sus propias manos. En la versión de Hislibris me di cuenta que el asesinato de Alonso está antes que la ejecución de la esclava Zuleima: lo cambiaré para siguientes versiones, pues a partir de ahí es cuando a Maryam ya no le importa morir y comienza a retar a Omar. Desde luego, por lo que me habéis dicho algunos, no me salió bien la transición de Maryam de víctima a monstruo sediento de sangre, veré como mejorarla.
A algunos comentaristas les gustó la historia y a otros no, a los que no les gustó en general les pareció excesiva en morbo y violencia. Yo soy de la opinión de que si hay violencia hay que mostrarla: si a Zuleima le cortan la cabeza, sale sangre, lo demás son eufemismos, del tipo de las escenas de sexo en las películas de Holywood en las que suena música de saxofón. Yo creo que hay que ser realista, pero bueno, es mi opinión.
Sobre los comentarios,
Calamus me indicó que no había olivos en esa época, ni romerías. Lo cambiaré.
Eylo dijo que las tres mujeres parecían sacadas de una fantasía erótica: bueno, algo de razón tiene, reconozco que disfrute escribiendo las escenas en las que Maryam baila; así como la escena en la que Maryam recita la poesía.
Me tomé dos licencias: el castillo es alargado y estrecho, por mucho que Omar amara a Maryam, no creo que le hubiera construido una piscina allí arriba. Y la otra, es que en el s. XII la frontera estaba entre Mora (almorávide) y Toledo (cristiano), apenas 40 kms, si Fernando escapa a caballo, en unas horas estaría en territorio cristiano; mucha casualidad es que lo capturara Omar. Pero claro, si no lo agarra, no hay relato.
Muchas gracias por vuestros comentarios. Y si podéis, visitad el castillo de las Peñas Negras, en Mora, Toledo, vale la pena. Pero tened cuidado si hay luna nueva, pues dicen que hay fantasmas…
“Pues has de saber, querido Sancho, que el lector es un pájaro etéreo, caprichoso e inconstante, y hay que atraerlo con miguitas de pan para que lea, y a veces, ni aun así”.
Autor, valoro tu esfuerzo. Mis opiniones son mías y, por tanto, subjetivas.