Foro Primigenio de Hislibris

[Lazy Baby]

Gran relato, Hijomoto. Interesante cambio de registro después del relato del año pasado
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He died, so we may live in liberty

[Garnata]

¡Pedazo de relato, Hijomoto! ¡Enhorabuena!
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La montaña es mi poesía- Guido Rey

[Torka]

Pues enhorabuena, socio. Eras mi relato ganador. Un placer leer algo tan bueno. Bien hecho.
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Mientras arropaba a su pequeño hijo invidente, la tierna mamá le susurraba al oído.
-Si no te portas bien, mañana cambio los muebles de sitio.

[Tigrero]

Entré a este concurso casi como un autómata (me quedaban solo quince días para leer) y comencé a leer relatos. Pero fue solo cuando leí "Américan Graffity" que quedé obsesionado con el certamen...De verdad que una preciosura, tanto, que puse lo mejor de mi observación en los comentarios. De verdad que fue un tremendo relato Hijomoto...¡Mis parabienes!
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Si no lo escribes...no pasó.

[inigo montoya]

Doblete, compañero. Enhorabuena.
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"Como desees"

[hijomoto]

Muchísimas gracias a todos, me alegro un montón que mi retoño haya recibido tan buena acogida, para un samurái una Mención de Honor es lo más grande.

[akane]

Felicidades por esta mención de honor!!! Un gran gran relato, digno de un gran gran escritor!
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"Tudo vale a pena quando a alma não é pequena" (Pessoa).

"Voy a anclar mi alma atormentada a la flota británica y a preparar unas galletas" (Susan Baker).

[ADSO]

¡Enhorabuena Hijomoto! Me alegro mucho
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“Historia magistra vitae et testis temporum” – Cicerón

[argonauta]

Enhorabuena Hijomoto,
tu relato era el primero de mi lista, de esas historias que descubren lo grande que puede ser la literatura.

[Pero Lopez]

Enhorabuena Hijomoto, te di 14 puntos. Una historia redonda, me tronché de risa con John el de Melvin. Merecido premio.


―¿Cuántos habitantes tiene Melvin, John?
―Pues verá, no tengo ni jodi… ―Parece que alguien le chiva la respuesta, posiblemente la esposa que no lleva ni un par de años viviendo en Melvin―. Unos cien, me dicen po aquí.
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“Pues has de saber, querido Sancho, que el lector es un pájaro etéreo, caprichoso e inconstante, y hay que atraerlo con miguitas de pan para que lea, y a veces, ni aun así”.

Autor, valoro tu esfuerzo. Mis opiniones son mías, y por tanto, subjetivas.

[Lucie]

Oye... ese making of. Tus fans te reclaman!
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Quidquid latine dictum sit altum videtur

[hijomoto]

[hijomoto]

ASÍ SE HIZO…

Pues tenía pensado reposar un poco este making off. Pero ¡qué demonios! Estoy acompañado por Joao Gilberto, que siempre me da buen rollo, y el empuje insensato de unas cervecitas y no he podido frenar el impulso. Porque este ha sido un relato impulsivo, quizá el que más de los (ya) numerosos que he escrito gracias a Hislibris. Llevaba alrededor de un año, desde el último concurso, sin escribir dos líneas. La dichosa pandemia me afectó más de lo esperado. Como buen depredador de rostros que se imagina una historia tras cada mirada en el ascensor, tras cada gesto de unas manos temblorosas pidiendo en la acera o cada conversación ajena en la terraza de turno os podéis imaginar. Desubicado, creo que es un término correcto para describir mi experiencia de esos meses. Y llegó el concurso. Y yo deseaba escribir algo. Empecé a rebuscar. Primero dentro de mi cabeza vacía de abrazos, de contacto, de la humanidad que siempre conocí. Después hurgué fuera de ella. A todo escritor, compositor o creador de diferentes índoles debería acompañarle siempre una libretita, de esas manejables, para anotar ideas y grandes ideas. Yo no soy de esos. Por eso tengo que improvisar. Entre las hojas de un viejo cuaderno apareció una servilleta de bar. Atada con un clip a una página y con manchas de una juerga lejana, olvidada. Esa fue la génesis de la historia. Dos simples palabras sobre una servilleta: “Soldado Kilroy”. Era mi letra pero no tenía ni pajolera de por qué había escrito aquello ni de dónde venía. Escribir sobre el recuerdo es fascinante, pero los olvidos son tan agradecidos. El alcohol, ya se sabe. Quizá viniese de una conversación entre colegas, un documental proyectado en la tele de la tasca, un programa de radio, algún cliente charlatán o cualquier otro medio que ya no recordaba. El caso es que lo investigué. No andaba yo sobrado. Se le había ocurrido a uno de mis yos ebrios y tendríamos que discutirlo entre los demás. Curiosidad y necesidad, preciosa combinación. Habéis leído el relato y no os aburriré con los detalles de lo investigado. La imaginación se expandía a medida que indagaba. Cuanto más avanzaba mi curiosidad por ese grafiti misterioso más convencido estaba de la necesidad de crear una historia que equilibrara deseo y frustración. Y llegué a la parte del concurso radiofónico, donde se intentaba encontrar al creador del grafiti. Una emisora nacional desde la cual premiaban al ganador con un trolebús si era el auténtico “Kilroy Cero”. Me descojoné. No pude contenerme. Lo tenía. Ahí estaba el relato. El absurdo humano, los pequeños detalles, la singularidad en la globalización, todas esas cosas que tanto me llaman la atención. Después de eso fue relativamente fácil. La historia vino a mí como nunca. Las palabras brotaron durante tres buenas noches de insomnio como si alguien me estuviese dictando los párrafos. Ay del sueño, el primo de la muerte, quién quiere dormir. Tanto tiempo sin la mecánica y ¡ahora esto!, no podía dejarlo pasar. No encontré demasiada información sobre los programas de radio de los años cuarenta y eso me dolió. Me hubiese gustado ampliar detalles del set, las luces, los mecanismos, la publicidad y las costumbres de aquellos locutores. Quizá no supe buscar, no sé. Y la ambientación en la sintonía, la música como contexto. Si se pudiese respirar algo más que oxigeno que sea música, por favor. Quería que el protagonista fuese un veterano herido de la Segunda Guerra, de vuelta de todo. Un personaje destruido por el pasado que ha convertido el presente en autodestrucción. Profesional. Apasionado. Caótico. Amargado. Esperanzado y cínico (defecto de fábrica). Y su Watson radiofónico. Responsable. Cuerdo. Sensible. Parece ser que no fue del todo mal. Pero Kilroy era múltiple. Universal. Una voz con muchas caras. De ahí el resto de secundarios. El primero de los Kilroy me lo podía haber ahorrado (entre nosotros), pero en ese momento estaba leyendo por cuarta o quinta vez “La conjura de los necios” y me pareció perfecto un pequeño homenaje al bueno de Ignatius. Sí, soy friqui de carallo, lo sé. Una voz con muchas caras, un relato con varias historias, la vida y sus mil cambios. Esa era la finalidad. Algún comentarista ha aconsejado que sin la historia particular de T. J. Reed (el prota, locutor) el relato quedaría más redondo. No sé. No me importa. Para mí ya es como de la familia. Además opino que los esfuerzos de un narrador (aunque sea ficticio) se merecen sus momentos de fama. Este parto fue tan divertido como rápido, quizás el relato que por extensión más velozmente he pergeñado. ¡Y prometo que lo revisé a conciencia!, achaco sus errores a ese largo tiempo que permanecí embalsamado dentro de mi propia dejadez.
Y como tenemos la confianza suficiente para decirlo… Pues no sé qué más, así fue a grandes rasgos, digo yo, mañana seguro que se me ocurre otra explicación completamente distinta, jajaja, puto David Lynch, me deshizo el cerebro de chaval.
Muchas gracias a todos.

[Lucie]

Genial, Hijomoto! Tanto como el propio relato. Yo suelo utilizar ahora la app del movil de "notas" para esas cosas. No es nada romántico, lo sé, pero es útil. Entiendo lo que comentaste de la pandemia, de la falta de contactos y la falta de rostros e historias (aunque es una historia en si misma). Sobre el protagonista te confesaré que es lo que más me gustó de tu historia y lo que más permanece. Y me parece perfecto que sea el mismo al final que al principio (muy como el prota de The Wire, por ejemplo, autodestructivo y decadente, con un amago de evolución que no es tal). De nuevo enhorabuena, me ha encantado leer lo que hay en esa cabeza jajaja.
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Quidquid latine dictum sit altum videtur

[DJuank83]

Menos mal la inspiración llegó, Hijomoto, y pudiste presentar este relato al concurso. Te confieso que, cuando lo leí, yo estaba apenas como por la mitad de La Mala Tierra y es que si no me falla la memoria, el tuyo fue de los primeros que llegaron. Recuerdo que me desanimé con lo que estaba escribiendo porque vi el tuyo tan bien hecho, sobre todo en el estilo, y de ahí que en mi primer comentario te hubiera dicho que me lo pensé mucho antes de comentar, porque masticaba, masticaba y masticaba tu relato como una especie de parangón de lo que yo estaba creando. Ya te digo que me inspiraste a dar lo mejor.