Registrado: 30 Oct 2017 Mensajes: 1909 Ubicación: En el Sur hay una luz hermosa que detiene el tiempo.
Publicado: Dom Mar 01, 2020 6:52 pmTítulo del mensaje:
Qué emocionante!
Pedazo de invitación! Quién me ocupa un sitio?
Voy a terminar de arreglarme!
Irene Adler! Venga, que tenemos que llegar para pedirles autógrafos a los tres magníficos aristarcos...
Yo también quiero una cerveza con un dedo de espuma...y luego un Martini...y luego....
De verdad habrá una alfombra roja? O va a ser azul? Aristarcos suena a nobles de sangre azul.... _________________ La montaña es mi poesía- Guido Rey
Publicado: Dom Mar 01, 2020 8:12 pmTítulo del mensaje:
Comienzan los nervios de ultima hora... Y nuevo rumor.
Al parecer hay una gran igualdad en los primeros puestos al alguna o en ambas categorías. Pero igualdad igualdad.
Publicado: Dom Mar 01, 2020 9:26 pmTítulo del mensaje:
Hoy para mi es un día especial
Pues saldré por la noche
Podré vivir lo que el mundo no está
Cuando el sol ya se esconde
Podré cantar una dulce canción
A la luz de la luna
Y disfrutar de una noche de gala
Como no lo hice nunca
Que pasará, que misterio habrá
Puede ser una gran noche...
Publicado: Dom Mar 01, 2020 9:32 pmTítulo del mensaje:
Esto ya emoieza...
Vayamos haciendo pruebas de sonido.
Si los Aristarcos homenajean a Raphael... El guardián lo hará con Camilo y Boabdil.
Un clásico de este concurso...y un grande.
Oculto:
Melina
Marzo.
Sobre las cumbres bermellones bañadas por los rayos del sol tibio de primeros de marzo se reflejaban los estertores del último día de la Granada Nazarí. Sobrevolaban la ciudad unos tañidos de campana alegre que hacían vibrar las cumbres nevadas, impasibles al cambio, los nuevos dueños del territorio recibían con algarabía esa música, la que como alfanjes se hendía en el pecho de todos y cada uno de los que la percibían a su espalda. Ninguno se atrevía a volver la mirada temerosos del hechizo que la imagen de la ciudad, al fin perdida, aún mantenía sobre ellos; temerosos de sufrir el mismo fin que Lot al abandonar su ciudad, temerosos de que una lluvia de piedras de arcilla y una tempestad de arena se cerniera sobre ellos, pero Allah esta vez no decidió destruir su ciudad, tan solo sus temerosos corazones.
Melina, que no había cumplido con el Asr desde hacía tiempo, esta tarde se decidió a hacerlo.
—¡Oh profeta, la paz sea sobre ti! —En su voz, quebrada al murmullar estas palabras percibía que algo de ella iba muriendo, iba muriendo desde hace unos meses con la pérdida de su hijo casi en la quinta luna de embarazo, su voz quebrada pronunció entre dientes el nombre del no nacido; se le volvió hiel al llegar a su boca y apretó los nudillos sobre el suelo al saber que jamás volvería a visitar la tumba de ese vástago que nunca tuvo, de ese marido que perdió en la batalla, y que jamás volvió a ser el hombre que fue. Supo entonces con más certeza que jamás al despertar volvería a encontrar a quien hallaba, que un vacío grande y mudo la acompañaría por siempre.
Ella, a la que su esposo llamaba fuego de amor y que no dejó de luchar por estar en su tierra y con su gente, ahora alzaba sus manos hacia Dios esperando que este escuchara su voz, Melina quería volver, pero en sus ojos se reflejaba un amor que su alma convertía en dolor. Su amado había accedido a dejar a sus otros dos hijos en manos de los Reyes de Castilla, y pese a ello era incapaz de sentir odio.
Agosto
A los pies del castillo de Mondújar y bajo un sol plomizo de verano que secaba los pocos matojos que habían resistido vivos gracias a algunas lluvias tardías, Boabdil, arrodillado en el seco suelo y dejando escurrir entre sus puños la tierra estéril, recordaba las últimas palabras de su esposa. “Me voy amor, pero me quedo”
Y es cierto, ella quedaba allí, en su tierra y junto a otro de sus hijos, con su gente; aunque a él algo le iba muriendo desde que dejó Granada, y hoy le había arrancado de cuajo su última luz. Abrazado al montón de tierra que sepultaba a su esposa, Boabdil intentó mantener una última conversación con ella.
—¡Perdóname! ¡Perdóname! ¡Perdóname! Si hay algo que quise, fuiste tú. Este adiós al que no encuentro razones me llevará a vivir unos años, los que me queden… Que carecerán de valor. In sha Allah y Él me hubiese impuesto otro castigo, pero este no. Te lo ruego, no me dejes. Tú has sido el amor de mi vida…
Aixa, que observaba dolida esta escena, no acababa de entender sus propios sentimientos, ella que esperó durante tanto tiempo eso que nunca llegaba, el día que su hijo repudiase a esa esposa; ahora que la sabía muerta y veía el dolor percibió un amor que ella jamás comprendería. Tanto luchar, tanto odio, tanto rencor…Todo por nada. Jamás nada volvería a ser lo que fue, poco a poco se aproximó a su hijo. Ahora que no quedaba ningún hombre en el cementerio, ella podía acceder. Colocó la mano sobre la cabeza de su Abenamar y le pregunto:
—¿Mucho la querías?
—Mi mundo era ella.
—Lo entiendo, hijo. Ahora sé por qué lloras como hombre la pérdida de tu mujer, igual que lloraste como mujer por no luchar como hombre.