UN SOMBRERO LLENO DE CEREZAS – Oriana Fallaci

UN SOMBRERO LLENO DE CEREZAS - Oriana FallaciOriana Fallaci (Florencia, 1929 – 2006) fue escritora y periodista. Aunque estudió medicina, nunca la ejerció. Durante la guerra colaboró con la resistencia italiana activamente, recibiendo después una pequeña indemnización de guerra que le sirvió para poder ayudar a su familia. Su fama periodística la debió a sus entrevistas a personajes mundialmente conocidos. Fue corresponsal en Vietnam y en la Guerra del Golfo. Sus posiciones políticas liberales y laicas, le atrajeron numerosas críticas, ya que no se casó (políticamente hablando) con nadie. Tras años de silencio en Nueva York, retomó la pluma tras el 11-S, para la denuncia de lo que llamó la islamización de Occidente. Volvió a su Florencia natal cuando sintió que se acercaba su hora fatal. Se ha caracterizado por mostrar, tanto en sus obras como en sus artículos y crónicas, un estilo muy personal que roza la provocación y se sitúa siempre en la más plena controversia. Alexandros Panagoulis fue su único amor, con el que convivió durante tres años, hasta que fue asesinado en una calle de Atenas, en 1976. Su recuerdo la llevó a escribir, en 1979, la novela Un hombre.

La obra que tenemos aquí es una saga familiar: la de su propia familia, remontándose a principios del siglo XVIII, hasta donde ha podido encontrar vestigios, pruebas documentales y confirmación de las historias contadas por la familia. Como Oriana misma aclara en el prólogo, era algo que siempre quiso hacer y sólo hasta que se vio con un plazo fijo de vida, se decidió. La autora revive a sus ancestros, habla como si ella fuera ellos: «todos aquellos padres míos, se convirtieron en mis hijos. Porque ahora era yo la que los estaba pariendo a ellos, mejor dicho, devolviéndolos a la vida que ellos me habían dado»(…) «por qué había nacido, por qué había vivido, quién o qué había plasmado el mosaico de personas que, desde un lejano día de verano, constituía mi Yo» (Prólogo.)

La obra se divide en cuatro partes: las referentes a las cuatro ramas familiares: los Fallaci, los Launaro, los Cantini, y, por último, los Ferrier. Las tres primeras comienzan en la segunda década del siglo XVIII, en la Toscana. La última, de la que apenas hay documentación, comienza a principios del siglo XIX, en Turín. Tanto unas como otras tratan de la vida de estos personajes, ancestros suyos, y parten de unas pocas piezas, documentos, imágenes y escritos encontrados en un arcón (el de Ilbebranda, de la que sólo se conoce su nombre, perdido en los siglos anteriores) que tradicionalmente fue pasando de generación en generación y que fue aportado por Caterina, la mujer de Carlo Fallaci, para su boda.

El sombrero lleno de cerezas es el que la tatarabuela Caterina llevaba puesto cuando conoció al que sería su marido y el gran amor de su vida, Carlo, campesino, meapilas (sic), bajito, nada espectacular físicamente, pero que sabía leer y escribir, y tenía algunos libros en casa, que era justo lo que más deseaba Caterina. Y por eso le eligió como marido. Y gracias a un azar de la vida, Carlo (cuyos planes eran emigrar a Virginia, América) abandonó por una confusión ese viaje y volvió a su pueblito en la Toscana, se casó con Caterina, compró junto a su hermano Gaetano un livello de terreno y ambos empezaron a criar hijos, a cultivar la tierra y progresar.

Pero lo que nos cuenta Fallaci no sólo son las andanzas y costumbres de sus ancestros, sino la historia italiana –y europea- del siglo XVIII, el comienzo de la revolución francesa, la llegada de las tropas napoleónicas a Italia, los cambios que se produjeron forzados por la ocupación, las reacciones populares, etc. Y esta parte está contada con un humor desbordante, casi rozando la parodia y el esperpento.

En la parte segunda, como al parecer carecía de apenas datos documentados sobre Francesco Launaro, salvo los contados por la familia y los datos y documentos históricos de esa época, la autora cambia de registro y nos traza un fresco histórico del Mediterráneo en el siglo XVIII, de las luchas de piratas berberiscos contra los estados cristianos, de las patentes de corso, de los barcos, los esclavos, en fin; el protagonista de esta parte, Francesco, sí que se enrola en aquel barco que iba a Virginia y que hubiera debido llevarse a Carlo. Y su vida transcurre de un barco a otro, tratando de vengar el cautiverio y la muerte de su padre Daniele en Argel, hasta que en un barco encuentra a la mujer de su vida: Montserrat, una española, bastarda de un tal Grimaldi. Pero la vida de esta pareja y su familia es mucho más trágica y el tono de esta parte es más contenido, más dramático: también viven, en Livorno, la invasión napoleónica y todos los sucesos que acarrearon, contados por la autora con furia.

La parte tercera se ocupa de los Cantini, que se movieron entre la Huerta de Fabri y Livorno, y fueron la parte más pobre y miserable de su familia; las historias desarrolladas sobre la infancia de Giovanni, son casi dickensianas, aunque a la italiana. Contadas por el abuelo Augusto, asistimos a las andanzas de Giobatta, el carbonario, y la tatarabuela Mariarosa, mezcladas con ese maremágnum que supuso el proceso de unificación de Italia, previas las guerras de independencia, frente a los franceses y los austríacos, en una zona donde cada cierto tiempo cambiaban las tornas políticas y se sucedían los episodios sangrientos y revolucionarios y las revanchas reaccionarias consiguientes.

Por último, nos cuenta con la voz de su abuela Giacoma, la saga de los Ferrier, familia perteneciente en su origen a la Iglesia Evangélica Valdense, posteriormente unificada con los calvinistas, y de férreos principios y ascetismo brutal. Los fugaces amores de la inocente y desgraciada Marguerite con el polaco Stanislaw, cuyo fruto fue la bellísima y rubia bisabuela Anastasia, de turbulenta vida y apasionado amor innombrable; los acontecimientos que conmovieron Italia, con Garibaldi, Cavour y el proceso de unificación envuelven sus vidas. Bastarda, sin identidad conocida, en permanente huída, que la lleva a la Nueva York en la época del final de la guerra civil, viviendo en el mismo barrio que Melville, y que Winslow Homer; y por medio del relato del abuelo Antonio, (amante de Anastasia y esposo de su hija Giacoma), asistimos a los años de la conquista del Oeste americano, viajamos con ella en diligencia, cuando los raíles del tren se acaban en el Medio Oeste, conocemos a Wild Bill Heacock, a los mormones de Salt Lake City y las increíbles aventuras a las que hubo de sobrevivir hasta su retorno a Italia y su reencuentro con su hija. En esta parte retoma la narración de los Fallaci para cerrar dramáticamente el círculo con el que las dos familias se encuentran, por el lado paterno.

La autora abarca, ambiciosa, un formidable campo: no sólo la propia historia familiar, sino la historia italiana, y la de Occidente, desde el siglo XVIII al XIX; el siglo XVIII, que gestó la revolución francesa y a Napoleón, el caos en Europa, la expansión de las ideas ilustradas, que conllevaron la revolución americana; y el siglo XIX gestó el surgimiento de los estados nacionales en Europa, y la conquista del Oeste en Norteamérica, a la vez que la revolución industrial, la carrera de los inventos científicos y técnicos.

Pero la Fallaci nos lo cuenta metida bajo la piel de sus ancestros, tratando de ver el mundo como si fuera ellos, una especie de Orlando woolfiano, a veces hombre, a veces mujer, «cada vez que intento contarme quién era yo cuando era ella, me siento como si estuviese persiguiendo a un fantasma que no quiere ser molestado» -nos dice Oriana, para ilustrarnos de sus dificultades y su enorme esfuerzo. Usa en general su lenguaje desenfadado habitual, a veces incluso grosero y vulgar, cuando se siente así, entre los personajes que va encarnando. Va al grano, no se pierde por las ramas. Aunque a veces quizás agote al lector con un exceso de datos, una prolijidad que nos confunde a los que no conocemos la historia italiana de esa época, maraña de pequeños países constantemente cambiantes, un laberinto de poblaciones, de grupos, de personajes que cambian de bando, de ciudades de alteran su nombre, del toscano al francés y del francés al alemán, y vuelta a empezar. Pero los dramas humanos son los mismos siempre, se hable el idioma que se hable, y ella siente, sufre, ama en los encuentros amorosos y en los partos de sus tatarabuelas, lucha, grita, golpea, en las batallas de sus tatarabuelos. Vive y muere con ellos. Les da la vida que ella está a punto de perder.

Una bella y emocionante historia.

Ariodante,
Diciembre 2009

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18 comentarios en “UN SOMBRERO LLENO DE CEREZAS – Oriana Fallaci

  1. farsalia dice:

    Parece interesante. Lo malo es que esta señora siempre me ha caído borde y tragarme un tochazo no me apetece demasiado. Eso sí, la reseña son palabras mayores.

  2. ARIODANTE dice:

    Lo parece y lo es, desde luego; quizás algo farrragoso en algún tramo, y al ver el libro tan gordo al principio te asustas, pero no, yo me lo he zampado estupendamente. Además es una mujer que admiro, se necesita valor para llevar la vida que ha llevado…y que no nos cuenta en el libro. Yo sólo conocía su faceta de periodista y no sabía de su vida personal, que he tenido que informarme al preparar la reseña. Y la verdad es que ahora aún la admiro más. Pero sé que tiene muchos detractores por sus posiciones políticas, sobre todo las últimas, porque no tenía pelos en la lengua.
    En fin, gracias por tu opinión, Farsal. Y me alegro que al menos, la reseña te haya gustado. Se agradece.

  3. jerufa dice:

    Mi querida Ario.
    ¡Que gran reseña y de qué gran autora!
    No he leído el libro y no creo que lo haga. Y te explico el porqué.
    De Oriana sólo he leído La rabia y el orgullo escrita trás los dramáticos acontecimientos del 11-S y me impactó de tal manera que aún no me he recuperado de esa forma tan directa, descarnada, despechada y pasional con que Fallaci puso en pañales a toda la cultura Occidental – en especial, a su propio país, al que critica y llora al mismo tiempo- y Oriental.
    Es un libro cortito, pero que te atrapa sin remisión. Ella misma dijo a propósito: «Hay momentos, en la Vida, en los que callar se convierte en una culpa y hablar en una obligación. Un deber civil, un desafio moral, un imperativo categórico del que uno no se puede evadir».
    Lo dicho, cada vez que recuerdo su lectura, me entran escalofríos.
    Hora era de que esta autora apareciera por Hislibris como homenaje a una gran mujer.
    No sé si Un sombrero lleno de cerezas estará escrito igual -parece ser que no, según cuentas en la reseña-, pero si guarda en sus páginas gran parte del estilo y la personalidad de la autora, no me cabe duda de que será un bello encuentro con la literatura.
    Un abrazo, felicidades y disculpa por esta pequeña disgresión que poco guarda con tu bella reseña.

  4. ARIODANTE dice:

    Vaya, Jerufa, muchas gracias; tu comentario me levanta el ánimo. La verdad es que me he esforzado bastante porque yo también leí «La rabia y el orgullo» en su momento -terrible momento- y me parece que esta mujer, desde muy joven, se enfrentó a la vida con mucho valor y merecía un homenaje personal.
    Mi marido ya le rindió el suyo reseñando en su día aquel libro aqui: http://www.nodulo.org/ec/2006/n056p10.htm
    …por si te sirve de algo su lectura.

  5. Rodrigo dice:

    Lo que se dice una saga, pues; en la modalidad de saga familiar. Según comentas, Ario, parece muy atractiva.

    Viniendo de ti, es una recomendación que tendré muy en cuenta, aunque el precio del libro está subidito de veras.

    Gran reseña, por supuesto.

  6. pepe dice:

    Maravillosa reseña, Ariodante. No he leído nada de la Fallaci pero lo que cuentas de la obra me tienta sobremanera. No puede ser un escritor malo el que se atreve con una obra tan ambiciosa y que convence a una lectora con tanto criterio como tú. Lo apunto, lo apunto…

  7. jerufa dice:

    Gran apunte, Ario, el de tu marido.
    Me ha recordado muchas cosas.
    ¡Felices Reyes!

  8. ARIODANTE dice:

    Gracias, Rodri; gracias, Pepe, apunta y prepara bolsillo; gracias, Jerufa, me alegro que te haya gustado lo de mi marido. Tiene cosas muy buenas escritas por ahi, en El Catoblepas lleva mucho tiempo escribiendo en su sección la Buhardilla. Aunque él va por libre.

  9. ARIODANTE dice:

    Y efectivamente, Rodri, se trata de una saga familiar, que no «serie». No hay más libros que éste sobre su familia y no los habrá después, desgraciadamente.

    La pena es que la Falacci dejó sin escribir la parte que le hubiera correspondido a la vida de sus padres y a ella misma y sus hermanas, parte que espero que algún día alguien escriba y relate su intervención en la resistencia italiana, las torturas que hubo de soportar su padre a cargo de los nazis en Villa Triste, y cómo sobrevivieron a todo ello. Y posteriormente, la propia vida de Oriana, sus vagabundeos por el mundo en pos de reportajes, en una época efervescente y tan conflictiva como los sesenta y setenta, entrevistando cara a cara a personajes como logró entrevistar a numerosos líderes y celebridades de su época, como Henry Kissinger, el Sha de Persia, el ayatolá Jomeini, Willy Brandt, Zulfikar Ali Bhutto, Walter Cronkite, Muammar Gaddafi, Federico Fellini, Sean Connery, Sammy Davis Jr, Nguyen Cao Ky, Yaser Arafat, Indira Gandhi, Alexandros Panagoulis, Golda Meir, Haile Selassie, Mao Tse Tung, y John y Robert Kennedy.
    No me digais que no es una vida de cine. Y ella, una mujer fuerte. Que sin teorizar y parlotear lugares comunes sobre feminismo, demostró con su propia vida lo que una mujer es capaz de hacer y que muchos hombres no le hubieran llegado a la altura de sus tacones.

  10. JJSala dice:

    Hola Ariodante. Gran reseña.

    Casualmente hace unas semanas adquirí este libro y lo tengo pendiente de lectura.

    Oriana Fallaci no me resultaba atractiva como escritora, sin haber leído nada de ella, por algún tipo de prejuicio que ahora mismo no se precisar.

    Como algunos de los foreros. he leído el artículo «La rabia y el orgullo» y también «La fuerza de la razón» .

    Mi más sincera admiración por esta mujer/escritora, por su valentía y por no callar cuando tantos callan y otorgan.

    Salud
    Saludos

  11. surenas dice:

    Señora que escribe muy bien pero cuyo punto de vista intelectual encuentro detestable. Me refiero solo a «La rabia y el orgullo», tras cuya lectura decidí que no seguiría perdiendo mi valioso tiempo en leer las muy pasionales proclamas reaccionarias de esta impecable ciudadana occidental, que minimiza torticera e impresentablemente la historia cultural del Islam para darse un baño de orgullo cristiano-ilustrado como si el intachable reducto de impoluta civilización en el que ella habita no tuviera motivos para agachar la cabeza.
    El panfleto en cuestión supuraba rencor, amargura y mala baba por todos sus poros. Su cabreo con el universo más allá de las vallas que delimitan el jardín de su casa era muy de hacérselo mirar y terriblemente indigesto para mi gusto.

  12. farsalia dice:

    Ya me caía borde antes de sus panfletos post 11-S…

  13. Brunequilda dice:

    Enhorabuena Ariodante.
    Compré este libro hace tiempo en espera de leerlo, y después de tu reseña procuraré hacerlo cuanto antes.
    Al contrario que a otros compañeros a mí esta mujer me cae bien, tal vez sea porque hace años leí «Inshallah» sobre la guerra del Líbano y es un libro que deja huella. Además, como tú bien dices, una vida como la suya es signo de una gran valentía y si encima lleva la contraria al pensamiento políticamente correcto…. tiene todas las papeletas para caer como un tiro.
    Lo dicho, gracias por tu reseña.

  14. ARIODANTE dice:

    Hola, Brunequilda ¡cuánto tiempo sin leerte! Me alegro que estemos de acuerdo. Ya sé que Oriana fue una persona muy conflictiva, sobre todo por la vehemencia de sus opiniones y por llevarle la contraria al pensamiento políticamente correcto, como bien dices. Yo sólo he leído esta obra y La rabia y el orgullo, tan denostada por algunos. Y sigo admirándola.

  15. alejandro dice:

    Bueno…la Fallaci después de quedar «viuda» de Paniagulis deambuló sin destino, pero no se puede negar que fue una excelente periodista. Fue quién ridiculizó a uno de los personajes más siniestros de la política internacional:Henry Kissinger. Que era intocable en aquellos años (década de los 70).

  16. Urogallo dice:

    No tan intocable después de las estupideces que soltó en la entrevista, dejándo más o menos claro, que no se sentía americano.

    Quizás eso explique que Handelman, uno de los miembros del equipo Nixon, le saludase siempre: «Gutten tag Heinz».

  17. Lucía dice:

    Fantástica reseña Ariodante de un apasionante libro.
    Hacía mucho tiempo que un libro no me atrapaba como este. Lo descubrí a raíz de su propuesta para el ranking de novela histórica y tengo que decir que me ha fascinado. Muy bien escritoy con unas historias que no sólo nos cuentan las vivencias de sus personajes sino que vamos pasando a través de la historia de Italia, casi sin darnos
    cuenta. La Historia es el fondo para las historias de todos esos tatarabuelos, bisabuelos,
    ancestros, en definitiva, que nos van aproximando a nuestro tiempo. Una lástima no
    saber las circunstancias que rodearon a la desaparición del baúl que nos acompaña
    desde el inicio del libro.

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