PROMÉTEME QUE TE PEGARÁS UN TIRO. LA HISTORIA DE LOS SUICIDIOS EN MASA AL FINAL DEL TERCER REICH – Florian Huber

“Recuerdo que al abrir una puerta encontré a una gran familia sentada alrededor de una mesa. Estaba claro que habían celebrado el último día de sus vidas y luego se habían envenenado. Estaban todos muertos”.

Ludmila Woloshina, en: “Eleonore Wolf, Das Kriegsende 1945 in Neubrandenburg”, en Zeitgeschichte regional. Mitteilungen aus Mecklenburg-VorPommern,
julio de 2005.

Dijo el fotógrafo Erich Hartmann que “la guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. En la guerra, el sinsentido de matar al prójimo deviene un acto lícito y justificado, y quizá por ello la vida humana se vuelve muy valiosa para los que corren el peligro de perderla. A partir de esa premisa, ¿por qué razón querría alguien causar su propia muerte? ¿Qué sentido tendría suicidarse? ¿Por qué desearía alguien quitarse la vida en medio de una guerra?

Respuestas a esa pregunta habría unas cuantas: desesperación, abatimiento, locura, desesperanza… Pero lo que sucedió en la Alemania del Tercer Reich es difícilmente explicable: decenas de miles de personas decidieron suicidarse en las últimas fases de la guerra, o poco después de haber finalizado. Lo extraño es que se trataba de alemanes, pero no de soldados o altos mandos militares, que vieran ya el final de la guerra y con él su propio fin (como hizo toda la cúpula nazi, desde Hitler hasta Goebbels o Himmler), sino de civiles. Y no de judíos o minorías raciales germanas que quisieran poner fin a la agonía a que les sometía en su propia tierra el régimen nazi; se trataba de hombres y mujeres de raza aria quienes, individualmente o en familia, buscaron la muerte de manera deliberada, muchos de ellos en la comodidad de sus propias casas. En un intento por aportar luz a esta cuestión, tan llamativa que incluso tiene una entrada propia en la Wikipedia, Florian Huber ha escrito Prométeme que te pegarás un tiro (el título recoge la frase que un padre alemán le dijo a su hija adolescente poco antes de suicidarse; ella, después de muchas dudas, decidió desobedecerle y vivir). En este libro se hace un recorrido, sirviéndose de la narración y la crónica, de muchos de estos suicidios que tuvieron lugar en diferentes ciudades de la Alemania de 1945. Como si fuera una novela coral, aunque se trata de un ensayo, el autor escoge como personajes a diferentes protagonistas de los hechos; de todos ellos existe documentación que acredita lo que les sucedió: la mayor parte de la misma son diarios, memorias e informes de la época, en los que se hace patente el espanto y la tensión que sufrieron sus autores o quienes en esos textos aparecen.

En un solo día, el 30 de abril de 1945, se produjeron decenas de suicidios en la pequeña ciudad alemana de Demmin, a unos 150 kilómetros al norte de Berlín; era solo el comienzo. Otros lugares donde sucedió lo mismo fueron Ducherow, Alt Teterin, Berlín… En las regiones de Prusia Occidental y Oriental, Silesia, Pomerania, Mecklemburgo o Brandeburgo, el carrusel de suicidios en masa fue desenfrenado. Centenares de personas de todo rango y nivel social se suicidaron, y el relato de los hechos lleva al lector al límite del horror: madres ahogando a sus hijos, padres disparando a sus familias, ahorcamientos, envenenamientos con cianuro o ácido prúsico… Huber, apoyándose sin cesar en citas textuales y testimonios de quienes dejaron por escrito sus últimos momentos de vida (y también de quienes vivieron para contarlo), realiza una investigación histórica bajo la forma de una narración, en la que conocemos las vivencias (y, eventualmente, la muerte) de todos ellos y sentimos la angustia de su padecimiento.

El momento álgido de la ola de suicidios se produjo ante el avance del Ejército Rojo ruso sobre territorio alemán, ya en los estertores de la guerra. La inminente derrota alemana fue sin duda un catalizador de la desesperanza, derrota que algunos ya olieron tras el desembarco de Normandía de 1944 e incluso después del desenlace de la batalla de Stalingrado en 1943; en ambos momentos se produjo un incremento de suicidios en toda Alemania. El libro de Florian Huber dedica la mitad de sus páginas a retratar este panorama caótico de suicidios colectivos. En la otra mitad intenta darle una explicación. Sin abandonar el estilo de relato coral, el autor repasa con rapidez la resurrección de la nación alemana después del tratado de Versalles, el ascenso del nazismo al poder y el hechizo de Hitler sobre la mayor parte de la población alemana. En solo tres años, de 1933 a 1936, se convirtió en su líder indiscutible. En palabras de Huber, “adoraban su forma de gobierno firme y despiadada. Entraron en éxtasis cuando les dijo qué pensar, a quién odiar y cuándo animar”.

Tan extasiados se hallaban los alemanes en la nube del nazismo, tan cegados por el aura que desprendía la figura de Hitler, que la pérdida de semejante estado de ánimo les llevó a la desesperación. Y esa pérdida se produjo ante la inminencia del desastre en la guerra. Pero lo que les llevó al suicidio no fue un sentimiento de honor, más propio de la cultura japonesa, sino el miedo a creer que la derrota fuera posible. Y hubo también otro desencadenante, en el que Huber no profundiza pero que no obvia: muchos alemanes no conocían, voluntariamente o no (en ello no entra el autor), el horror provocado por el régimen nazi materializado en los campos de exterminio. Cuando fueron conscientes de ello les sorprendió, y les hizo comprender el profundo odio que les tenían sus enemigos. Porque las atrocidades cometidas por los suyos, en el fondo, formaban parte de ellos mismos; de modo que si no ganaban la guerra, su destino estaba sellado.

Una vez finalizada la guerra, los suicidios en masa fueron un tema prohibido en la República Democrática Alemana, en cuyo territorio se produjeron la mayor parte de ellos. Florian Huber se alinea con otros autores que han roto el tabú y han mostrado a la opinión pública lo sucedido durante aquel tiempo en Alemania. El libro de Huber es breve, no llega a las 300 páginas, con capítulos cortos y un estilo directo, seco y sin florituras. Un libro que refleja la historia de quienes podrían acogerse al eufemismo de “víctimas colaterales” del conflicto: aquellos que fueron víctimas de sí mismos. Aunque en definitiva, conviene no olvidarlo, el verdadero culpable de las muertes en una guerra es quien la origina.

 

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Florian Huber, Prométeme que te pegarás un tiro. La historia de los suicidios en masa al final del Tercer Reich (traducción de Joan Eloi Roca). Barcelona, Ático de los Libros, 2022, 303 páginas.

     

6 comentarios en “PROMÉTEME QUE TE PEGARÁS UN TIRO. LA HISTORIA DE LOS SUICIDIOS EN MASA AL FINAL DEL TERCER REICH – Florian Huber

  1. Balbo dice:

    Ostras, que coincidencia. Te explico: esta mañana me he levantado y mientras desayunaba he pensado que a ver si cuando abriera la biblioteca me acercaba y me pillaba el libro ese de los suicidios al final de Tercer Reich… y ¡voila! enciendo Hislibris y sale la reseña del libro. Alucinante el poder de esta página para coincidir con los gustos del lector. Y ahora depués de leer tu reseña, evidentemente, me lo tengo que leer si o si.

    Bueno, después de esta curiosa coincidencia, decir que la primera vez que leí acerca de estos suicidios fue hace la tana de años en el libro de Cornelius Ryan: «La última batalla». Libro que recomiendo (hasta hay reseña en esta santa casa https://www.hislibris.com/la-ultima-batalla-cornelius-ryan/ ) y la verdad que me sobrecogió el caso de hasta donde o bien puede llegar el fanatismo, el miedo a que a uno lo maten o en este caso al de muchas mujeres que tuvieron terror ante las violaciones en masa que se iban produciendo desde Prusia Oriental y todas las noticias de pesadilla que iban llegando a Berlín…

    ¡Cachis!, consulto en la página web de la biblioteca y ahora el libro está cogido… tendré que tener paciencia. De todas maneras Cavilius, como tienes el poder de leer las mentes y el futuro… ¿no tendrás por ahí los números de la lotería de este finde, verdad? jejeje.

    Saludetes grandes y enhorabuena por esta reseña. ;-)

  2. cavilius dice:

    Es un buen libro, sí; sobrecogedor por momentos, y revelador de un aspecto de la guerra poco conocido.

    ¿La lotería del fin de semana? Claro, pregúntamelo por aquí.

  3. David L dice:

    Gracias por la reseña. A los que nos apasiona el estudio del Tercer Reich este trabajo desde luego resulta cuanto menos original, todos hemos leído el terrible final sufrido por la población civil alemana una vez que las tropas rusas entraron en territorio germano, pero nunca, que yo recuerde, he podido leer algo concreto sobre el número de suicidios que masivamente produjo el derrumbe de la dictadura nazi. Me imagino que su lectura debe ser muy dolorosa, optar por una muerte voluntaria ante un mundo que se desmoronaba ante tus pies debió ser un golpe muy difícil de encajar. Quiero pensar que no sólo la incertidumbre que podía asolar a los alemanes ante la presencia de los soldados de Stalin fue desesperante, también para muchos que conocieron las penurias de la posguerra mundial en 1918 este final era ya algo insoportable. El suicidio parece que fue una vía de escape ante un futuro que se antojaba muy negro.

    Libro que espero leer a no muy tardar.

    Saludos.

  4. cavilius dice:

    Lo disfrutarás seguro, David L. Y si te interesa el tema, el libro incluye, además de una bibliografía general cuyos títulos seguramente ya conocerás, otra más específica sobre lo tratado en el libro. En inglés y alemán, eso sí.

  5. Rodrigaz dice:

    Gracias por la magnífica reseña. Un libro parcialmente original que por su temática puede despertar el interés de cualquier aficionado a la materia. A juzgar por la reseña parece minimizar la incidencia que tuvo la llegada de las tropas soviéticas en la fatal decisión adoptada de estos alemanes.

  6. David L dice:

    Acabado este curioso libro sobre un tema tan espinoso como fue el caso de los masivos suicidios en la Alemania del Tercer Reich al final de la guerra. Reconozco que las dos primeras partes son muy duras de leer, uno se pone en la piel de aquellas personas y puede llegar a sentir esa desesperación ante un futuro tan inquietante. Una vez que vas asentando la lectura puedes ir analizando cómo se llegó a tal situación. Desde luego, hay inoculado ya en esas fechas un miedo existencial provocado por las mismas autoridades nazis ante el previsible desastre, se rompe ese tabú que debería ser acabar con la vida de uno mismo. La fe ya no sirve tampoco para aliviar los espíritus, se han quemado los puentes y ya no hay vuelta atrás. Los suicidios en tan grandes proporciones numéricas como fueron los de la ciudad de Dammin estremecen, no es casualidad que fuera en el Este del país en donde se produjeran ya que es allí el lugar que debían atravesar las tropas soviéticas en su camino hacia Berlín. En el Oeste de Alemania los suicidios tenían, por así decirlo, un componente más ideológico frente a un temor más evidente a la venganza rusa en la zona Este del país. El veneno se convirtió en un producto cotidiano y buscado sin ningún rubor. El nihilismo hizo su presencia en toda su concepción.

    ¿Cómo se pudo llegar a dar tal situación? Pues el autor lo explica muy bien en la segunda parte del libro. Esa unión mística con Hitler, esa dejadez de responsabilidad de la población alemana por todos los actos perpetrados durante el Tercer Reich, la comunidad por encima de cualquier empatía, obedecer y aceptar que les dijesen qué pensar, a quién odiar, cuando animar tuvo al final sus consecuencias. Si no quieres sufrir mal, debes hacer mal tú mismo, esa parece que fue una de las máximas entre mucha de la ciudadanía germana. La razón quedó supeditada a los sentimientos y lo pagaron bien caro.

    En definitiva, un libro original sobre un tema del que todos hemos oído hablar, pero del que hasta ahora no había podido leer algo tan detallado.

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