POR UNA CAUSA JUSTA – Vasili Grossman

POR UNA CAUSA JUSTA – Vasili GrossmanDecisivo punto de inflexión en el curso de la Segunda Guerra Mundial, la batalla de Stalingrado merecía ser objeto de tan vasto proyecto novelístico como el que concibió Vasili Grossman  a raíz de su experiencia como corresponsal de guerra en el frente germano-soviético. Proyecto doblemente ambicioso, digámoslo, porque al reto de novelizar un tema de tanta envergadura, Grossman añadía el de ser digno de su modelo literario preferido, nada menos que Guerra y paz, de Tolstói. (Baremo acaso inevitable: otro grande de las letras, Alexander Solyenitzin, señaló una vez que todo escritor ruso aspiraba a medir fuerzas con Dostoievski y Tolstói.) Curtido por una intensa experiencia periodística y literaria, Grossman se reservó para la posguerra lo que sería su obra magna, un fresco novelístico compuesto de dos grandes partes,  la segunda de las cuales es la que le ha dado justa fama como escritor de primerísima línea: Vida y destino (novela que bien puede leerse de modo por completo independiente). La primera parte es precisamente la que reseño ahora: Por una causa justa. Ésta es, con mayor rigor que su portentosa continuación, la epopeya patriótica de la lucha del pueblo soviético contra el invasor alemán.

Vasili Grossman (Berdichev, 1905 – Moscú, 1964), químico e ingeniero de profesión que inició en 1932 una carrera literaria espoleada por el beneplácito de Máximo Gorki, fue rechazado por el Ejército Rojo cuando se presentó como voluntario tras el comienzo de la Operación Barbarroja, ello por falta de aptitudes físicas. El periodismo le proporcionó una oportunidad, y se desempeñó durante todo el conflicto como corresponsal para el periódico del Ejército soviético, Estrella Roja. En su ajetreadísimo y peligroso primer año como corresponsal  de guerra se dio tiempo para leer dos veces Guerra y paz: su única lectura en letras de molde por aquellos días, descontando prensa y reportes oficiales. Testigo privilegiado de la más cruenta de las guerras, sus artículos le granjearon enorme popularidad entre los combatientes soviéticos, aunque en privado Grossman se quejaba de lo mucho que se los cercenaban y distorsionaban en el proceso de edición. (Como a todos en sus circunstancias, el afán de sobrevivir lo obligaba por demás a autoncensurarse, guardándose  lo que no pudiese ser de agrado para el régimen en sus cuadernos personales, cuyos contenidos esenciales han sido revelados al público por Antony Beevor y Luba Vinogradova en el libro Un escritor en guerra –Crítica, 2006-.) Conforme se invertía el sentido de la marcha de las fuerzas en liza y el Ejército Rojo se transformaba en perseguidor del ejército alemán, tras Stalingrado, Grossman pudo recorrer el territorio reconquistado y volver a su ciudad natal, Berdichev, enterándose del atroz destino que los alemanes habían deparado (con la colaboración de auxiliares ucranianos) a su numerosa población judía: casi toda ella había sido exterminada en 1941, incluyendo a la propia madre del escritor, Ekaterina Grossman. Casi 30.000 judíos fueron fríamente asesinados en Berdichev, no por algo que hubiesen hecho sino por lo que eran: judíos, simplemente.

Pero aquellos bandos enzarzados en lo que fue una verdadera guerra de exterminio recíproco eran enemigos que no desmerecían el uno del otro en términos de crueldad: a la vesania destructiva nazi se enfrentaba el terror bolchevique, y uno de los puntos altos que con razón se alaban de Vida y destino (y de otra apreciable obra grossmaniana, Todo fluye), a saber, la crítica del régimen estalinista, es precisamente lo que se echa de menos en Por una causa justa. El mismo título sugiere lo que de propagandístico tiene la novela, y el hecho de haber sido publicada en 1952, superando la severa censura oficial, da una pista sobre su parcialidad. Grossman reserva todo su arsenal crítico para el nazismo, el que se despliega en la forma de fría ironía y de agudos excursos denunciatorios. En este sentido, todo  que puede decirse a favor de la novela es que no exhibe un irreprochable rigor doctrinario: los dictados del realismo socialista entonces vigente obligaban a los escritores soviéticos a entonar la apología más encendida de Stalin y el Partido como guías indiscutibles en la victoria sobre el III Reich; en Por una causa justa el dictador soviético prácticamente brilla por su ausencia –Grossman desaprobaba el culto al líder-, y las escasas alabanzas al régimen soviético se descubren en la voz de un par de personajes claramente identificables como bolcheviques convencidos. (Hay también un elogio trasnochado de la revolución, cuando había luengas razones para renegar de sus consecuencias: en él se advierten los remanentes del idealismo internacionalista del joven Grossman.) Tal parquedad propagandística fue la razón de que la novela recibiera duras críticas en la prensa soviética.

Con respecto a los méritos literarios de la novela, cabe decir que son similares a los de Vida y destino. Es una obra que adscribe a la sobria escuela realista,  esto es, la que ha dado lo más granado de la narrativa rusa (salvo excepciones, que no faltan), y lo mismo su estilo que su pulso narrativo, así como el conjunto de caracteres movilizados, no empalidecen en absoluto en comparación con los grandes exponentes del realismo ruso del siglo XX: Gorki, Pásternak, Solyenitzin, Bunin…  Fluye en Por una causa justa la conocida prosa maestra de Vasili Grossman, con insignes virtudes como la serenidad, el equilibrio, la reticencia –diríase tan natural y espontánea- ante la nota relamida o estridente. El sentimiento patriótico que la inspira no explota en un discurso grandilocuente ni en serviles loas al Líder (contrástese la moderación grossmaniana con la ruidosa obsecuencia de un Mijaíl Shólojov en su novela Lucharon por la patria). La estructura es, como se puede esperar,  la misma de la prestigiosa secuela, con su multiplicidad de escenarios desplegándose por turnos y su universo variopinto de personajes, muchos de los cuales son los mismos que encontramos en Vida y destino. (También los hay históricos, tal el caso de varios de los generales soviéticos que destacaron en la defensa de Stalingrado.)

Como en Vida y destino, tenemos a la familia Sháposhnikov haciendo de centro de gravedad de la narración, y si bien es más una novela de situaciones que de personajes -suele suceder en las novelas corales-, y a pesar de la relativa dificultad de retener tanto nombre y sus respectivos apelativos nadando en un océano de mil páginas (que serían notablemente menos en una edición de mayor tamaño), buena parte de la maestría del autor está en la facultad de construir caracteres perfectamente verosímiles y distinguibles, incluso entrañables en sus dimensiones y en sus manifestaciones de humanidad.  Ahí tenemos a las hermanas Sháposhnikova y a su valerosa madre; al físico Shtrum, en  quien Grossman vertió parte de sí mismo; a la madre de Shtrum, que sufre el mismo aciago fin de Ekaterina Grossman (nos enteramos en esta novela del modo en que llega a manos de Shtrum la dolorosa carta escrita por su madre, la que leemos en las páginas iniciales de Vida y destino);  al coronel  Nóvikov, experto en la guerra de tanques y enamorado de Zhenia Sháposhnikova; al comisario Krímov, ex marido de esta última; a la médico militar Sofía Levinton, que en la segunda parte del ciclo grossmaniano acabará en las  cámaras de la muerte de Auschwitz, etc. Ellos y muchos más conforman un verdadero mundo en movimiento.

El arranque de la novela nos sitúa en abril de 1942, con Hitler y Mussolini reuniéndose en Salzburgo. Lo que prosigue es el desarrollo de la guerra en territorio soviético, desembocando los hechos en la batalla de Stalingrado, cuyos primeros compases ocupan el último tercio -aproximadamente- de la narración. Los pasajes concernientes a la acción bélica son quizá inmejorables. Contienen la dosis precisa de verismo, un verismo tan comedido como conmovedor e impactante de modo tal que, en vez de una glorificación de lo que nunca merece ser glorificado, la guerra –esa vil industria de la muerte y la mutilación-, lo que queda en el lector es un poso de desolación. No es poco mérito para una obra cuya concepción ha estado presidida por un sentimiento patriótico, el mismo que suele hacer de los hombres simple carne de cañón.

Grossman no necesita refocilarse en el empleo de un lenguaje recargado ni en la recreación de escenas de la peor sordidez para producir una literatura en verdad desgarradora. Lo que tenemos en Por una causa justa es una narración robusta y contundente, a la que sin embargo le pesa el feo manchón de la complacencia para con el estalinismo. Un fallo sobre el que, al menos, supo rectificar.

-Vasili Grossman, Por una causa justa. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2011. 1088 pp.

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12 comentarios en “POR UNA CAUSA JUSTA – Vasili Grossman

  1. Farsalia dice:

    Genial Vida y destino, a ver cuándo cae esta…

  2. ARIODANTE dice:

    Estupenda reseña, como es habitual. Vida y Destino lleva varios años en mi estantería, mirándome y lanzándome llamadas…y sigo sin leerlo. Lo compré después de leer tu reseña, pero aún no he visto el momento. Por lo que parece, esta obra es continuación de la saga. Entiendo que los mismos personajes siguen con su vida en una etapa posterior ¿es así?

  3. Rodrigo dice:

    Al revés, Ario. Vida y destino es la continuación de Por una causa justa.

  4. ARIODANTE dice:

    ¡uh, menudo traspié! Si lo hubiera leído más despacio, no habría hecho esa pregunta, obviamente…Tu mismo lo dices al principio de la reseña. ¡Era la hora de la siesta, y mi mente aún vagaba con los vapores de un vinillo blanco consumido en la comida!. Disculpa el lapsus, Rodri.

  5. Rodrigo dice:

    Descuida, Ario, nada grave.

  6. Urogallo dice:

    Interesante y sin duda adecuada comparación Rodrigo. Como en el caso de los clásicos rusos del XIX me falta valor para enfrentarme a Grossman.

  7. Rodrigo dice:

    Nomás cuestión de gustos, estimado. ;-)

  8. Valeria dice:

    Pues yo sí he leído Vida y Destino, pero no encuentro tiempo para releer Guerra y Paz. Qué cosas.

  9. Farsalia dice:

    Siempre hay tiempo para Guerra y paz… ;-)

  10. iñigo dice:

    Grandioso libro. Lo compré en la feria del libro. Claramente bebe de la narración estilística de Guerra y Paz, indispensable lectura OBLIGADA. Por una causa justa es por sí mismo una epopeya no solo bélica sino también humana. Estoy deseando leer Vida y destino. La única pega es la gran cantidad de personajes, pero para ayudarnos un poco tiene un índice de nombres al final del libro. Gran reseña y leed el libro que vale la pena y también Guerra y Paz.

  11. Rodrigo dice:

    Vida y destino es muy superior, Iñigo, ya lo verás.

    Por fortuna –para mi gusto, claro- el díptico tiene mucho más de “humano” que de “bélico”, aunque en su primera parte sí se nota un mayor interés por lo castrense. Justamente en el hecho de que este interés ceda a una mayor preocupación por las dimensiones morales y políticas del conflicto reside una de las diferencias principales entre ambas partes. En cierta medida, el Grossman de Por una causa justa es todavía el reputado corresponsal de guerra; el de Vida y destino es ya un novelista magistral.

  12. iñigo dice:

    Gracias por la recomendación. Lo intentaré leer este verano.

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