MITRÍDATES EL GRANDE. ENEMIGO IMPLACABLE DE ROMA – Adrienne Mayor
Recuerdo en mis años universitarios, cuando estaba como becario en la biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, que acababa de llegar entre las novedades un libro titulado Mitrídates Eupátor, rey del Ponto de Luis Ballesteros Pastor (Ediciones de la Universidad de Granada, 1996). Adaptación de la tesis doctoral del autor, defendida dos años antes, esta monografía suponía una primera aproximación en castellano a Mitrídates VI Eupátor (reg. c. 121-63 a.C.), figura sobre la que hubo un primer trabajo, Mithridate Eupator, roi du Pont (1890) a cargo de Theodore Reinach, pero que en el siglo siguiente no tuvo trabajos tan completos; The Foreign Policy of Mithridates VI Eupator, King of Pontus (1986) de B. C. McGing fue uno de esos estudios parciales. Para un estudiante que hasta entonces tenía fresca en la memoria la monumental novela La corona de hierba de Colleen McCullough, la monografía de Ballesteros Pastor fue como una revelación, en el sentido más bíblico de la palabra; recuerdo leerla dos veces seguidas, tomando nota de sus muchos capítulos: me interesó especialmente la segunda parte del libro (capítulos VII-IX), que detalla las bases del reino mitridático, el discurso político de su mensaje «revolucionario» y la política exterior. Ballesteros Pastor trabajó a fondo a lo largo de varios años la figura y el reinado de Mitrídates VI –véanse sus publicaciones en Dialnet– y con el tiempo llegaron más libros sobre el personaje, amén de todo un océano de artículos de revistas y capítulos de libros, y entre esas monografías tenemos la que reseñamos aquí y otra, magnífica, de mayor amplitud, sobre todo el reino póntico, publicada por Duane W. Roller,
Publicada originalmente bajo el título The Poison King
Y es que Mitrídates VI Eupátor del Ponto (c. 134-63 a.C.), junto a Aníbal y Espartaco, forma parte de aquellos empecinados enemigos a los que Roma tuvo que hacer frente en su período republicano, con debacles y avances, un período de impasse (de hecho una tregua más que una paz sólida) y una última contienda que se alargaría durante una década e implicaría a otros territorios de la zona, como la Armenia de Tigranes II. Durante esos veinticinco años, Mitrídates se convirtió en sinónimo del ave fénix y en prácticamente un espectro inalcanzable; de hecho y por causas diversas, Sila, Lúculo y Pompeyo no fueron capaces de capturarlo vivo ni destruir por completo las bases de su poder. La muerte le llegaría, como a Aníbal, lejos de Roma y decidida por sí mismo, aunque para entonces le falló aquello que tanto le fascinó durante su vida: el veneno. Mitrídates fue el Rey del Veneno (como reza el título original): temiendo siempre por su vida en una corte convulsa como la de Sínope, capital del Ponto, desde muy joven investigó sobre la gran variedad de venenos disponibles en su reino (y más allá) y se acostumbró a tomar pequeñas dosis para inmunizarse en caso de ser envenenado. Y no sólo eso: también creó un antídoto propio a partir de muchos y diversos venenos que pasó a denominarse “mitridato” y cuya fórmula exacta jamás se ha descubierto.
La leyenda del Rey del Veneno le acompañaría toda su vida, del mismo modo que el odio a Roma, que le impulsó a realizar todo un ejercicio de masacre genocida cuando ocupó la provincia romana de Asia en Anatolia y las islas del Egeo: según las fuentes griegas y romanas (que son básicamente con las que contamos para narrar su vida y reinado), Mitrídates ordenó e hizo ejecutar a ochenta mil romanos (e itálicos), hombres, mujeres y niños, mayoritariamente libres y bastantes esclavos que no abandonaron a sus amos y se unieron a los asesinos. Un acto «terrorista» o una política de liberación, dependiendo del punto de vista.
Pues Mitrídates, como analiza Adrienne Mayor en la traducción de esta vibrante (repetimos, bastante más que una mera) biografía, Mitrídates el Grande. Enemigo implacable de Roma (Desperta Ferro Ediciones, 2016), se erigió en el salvador del mundo helénico frente a los abusos y las rapacidades de los gobernantes romanos. Un nuevo Alejandro frente al bárbaro occidental, aunque también un rey oriental con sangre persa en sus venas. Las riquezas del Ponto –cuya extensión Mitrídates triplicó durante su reinado, a una orilla y otra del Mar Negro–, acumuladas durante años por la conquista y el comercio, permitieron a su rey formar y equipar numerosos ejércitos durante tres guerras durante cinco lustros, y enfrentarse a los romanos tanto en Grecia (aunque Sila destruyera con sus legiones a las tropas de Mitrídates en los años 86-85 a.C.) como en Anatolia; Lúculo y Pompeyo, en los años 74-66 a.C., ocuparon el Ponto en dos ocasiones, vencieron a su aliado Tigranes de Armenia, pero no consiguieron domeñar al rey pontino, que acabaría por huir a través del Cáucaso a sus dominios en el Bósforo (Crimea), donde sólo la traición de su hijo Farnaces le obligó al suicidio.
Mayor, con detalle y un meticuloso dominio de las fuentes, reconstruye la biografía del personaje, sus ambiciones por dominar el Mediterráneo oriental desde Anatolia y sus empeños por expulsar a los romanos, por exterminarlos incluso. La figura de Mitrídates es compleja más allá de la profunda imagen negativa que Roma ha legado: la simbología oriental le acompañó siempre, así como un concepto casi zoroástrico que le hacía asumir la Luz y la Verdad frente a la Oscuridad y la Mentira de sus enemigos romanos. Mitrídates admiraba el helenismo, pero su genoma era netamente perso-oriental en mentalidades. La curiosidad y pasión por los venenos y la invención de un antídoto a todos ellos misteaton una incesante búsqueda de la inmortalidad; de hecho, reinó hasta una edad avanzada. La perseverancia frente a sus rivales, su caída y constante recuperación fueron determinantes para resistir durante décadas, así como el apoyo de pueblos de las riberas del Mar Negro que no le abandonaron hasta prácticamente el final: fue un mito en vida capaz de concitar lealtades imperecederas, algo que quizá Roma nunca comprendió del todo.
En su libro, además, Mayor aparta a menudo el foco del objetivo romano, de modo que el lector puede percibir las causas de adhesión entre griegos y no griegos, que vieron en él a un adalid que hizo frente a los abusos de los “civilizados” romanos. El resultado es una fascinante biografía (y mucho más) sobre un personaje (y un ámbito) también apasionantes.
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Adrienne Mayor, Mitrídates el Grande. Enemigo implacable de Roma, traducción de Jorge García Cardiel. Madrid, Desperta Ferro Ediciones, 2016, 392 páginas.
Una obra que tengo entre mi pila de pendientes. Mitrídates reúne todos los aspectos necesarios para haberle convertido en una figura legendaria, pero que sin embargo es muy desconocida por el gran público. Buena reseña, por cierto.
Qué buena reseña, Farsalia, gracias. A ver si se portan los Reyes Magos y me lo traen, porque tiene una pinta espectacular. Parece una oportunidad de corregir la distorsión que nos han transmitido desde siempre los autores latinos.
Ensayo que debería reeditar Desperta Ferro, no solo porque está actualmente agotado, sino también para solucionar aquellos problemas iniciales de la editorial con el diminuto tamaño de la letra de sus primeras publicaciones. Por lo demás, el libro absolutamente recomendable.
Gracias. Es un muy buen libro, merece esa reedición…
Leí hace años el de Ballesteros Pastor (y debería releerlo), y este lo tengo en casa pero aún no me he puesto con él. Tengo que encontrar un momento mitridático para decidirme, y bien podría llegar en este 2024 que empezará en unos días.
Coincido con Iñigo, el único pero que se le puede poner es el tamaño de la letra. Estupenda lectura.
Agotado este….agotado el de Ballesteros. El libro no editado no puede ser comprado. Buena reseña, buen libro, buena autora.
Gracias. Existen las bibliotecas… por no hablar de la segunda mano.
Un libro que necesita ser reeditado ya… A ver si le llega esta petición a Desperta Ferro
Ojalá fuera tan sencillo…
Ya ya, pero por pedir…
Yo he pedido a la editorial de Ballesteros que me avisen si se reedita. A ve4 si funciona
Dudo muchísimo que lo hagan: las editoriales universitarias siempre han sido deficitarias y en este caso ni se lo pensarán.
Ballesteros colgó una versión escaneada de su libro en su página personal de Academia.edu.