MEMORIAS. 3ª PARTE. GUERRA DE SECESIÓN (1864-1865) – Ulysses S. Grant

Finalizamos con la tercera y última parte de las memorias de Ulysses S. Grant, centradas en esta ocasión en el periodo final de la Guerra de Secesión (1864-1865) en concreto, en el enfrentamiento definitivo entre el Ejército de Virginia del norte, bajo el mando de Robert E. Lee y las fuerzas de la Unión este último, bajo el mando del mencionado Tte. General Grant, entre las que destacó el Ejército del Potomac. El colofón a estas memorias vendrá acompañado de un pequeño volumen añadido donde podremos encontrar un apéndice con numerosos partes de guerra no menos interesantes.

Si en la segunda parte de las memorias de Grant destacábamos la vertiente militar en esta ocasión no va a ser menos, pero además podremos observar también la ya incipiente faceta política del que llegaría a ser Presidente de los Estados Unidos de América. Si en algo destacaba Grant fue en su agudeza intuitiva, no sólo aplicada al ámbito militar, sino también al político y eso queda manifiestamente presente a lo largo y ancho de estas conclusas memorias de guerra. La estrecha relación entre las campañas electorales y el transcurrir de la contienda quedaran patentes en parte de sus escritos. En el aspecto estratégico parece evidente que la idea era conseguir cortar la Confederación como paso previo a la destrucción del enemigo, para ello habría de concentrar toda la fuerza posible contra los ejércitos confederados en campaña. Estos dos ejércitos los comandaban los generales Robert E. Lee y Joseph E. Johnston; el primero de ellos estaba al mando del ejército de Virginia, al este del río Mississippi y tendría enfrente de él al ejército del Potomac; el segundo comandado por Johnson, estaba posicionado en Dalton (Georgia) y su oponente fue el general Sherman, estacionado este en Chattanooga. De nuevo vuelve el general Grant a hacer gala de su preocupación por el tema logístico, siempre pendiente de esta parte tan importante para el buen devenir de los soldados, mostrando así su preocupación por la escasez de comida o forraje en la zona a combatir, necesitando de esta manera una eficaz estructura de equipamiento que aliviase las penurias de la contienda. Una nueva lección de guerra nos viene ofrecida por Grant al tratar un tema tan denostado.

La crudeza de la Guerra de Secesión es algo que puede sorprender, pero si algo deja muy a las clara estas memorias es que esta lucha fue fratricida y, en muchos aspectos con componentes muy crueles. Grant da fe de esto al describir la matanza de Fort Pillow, guarnición de la Unión que acabó masacrada a manos de los confederados; tras la rendición de la fortaleza, casi cuatrocientos de los seiscientos hombres que componían dicho baluarte fueron ejecutados, además nos describe con indignación la implantación de campos de concentración donde se dejó morir de hambre a miles de soldados prisioneros de la Unión. La lectura de las mismas no deja lugar a dudas sobre la certeza de esta mencionada crueldad.

En el aspecto estratégico, parece muy claro que la meta de Grant radicaba en lograr acceder a la ciudad de Richmond, capital de la Confederación, zona donde se encontraba el ejército de Lee, para ello habría que acabar aunque fuese casi un objetivo independiente con el ejército de Johnson estacionado éste en Atlanta y que suponía un obstáculo importante en el camino hacia la consecución de la conquista de la mencionada capital. Todo giraría en torno al alcance de esos objetivos. Por ejemplo, la campaña de Atlanta fue para Grant un compendio de habilidad táctica donde el enemigo fue constantemente flanqueado en sus posiciones durante toda la batalla. Eso sí, de nuevo gracias a una serie de incontables combates que podrían alcanzar a criterio de Grant la dignidad de batallas muy importantes. Atlanta tardaría casi un mes en caer, y fue a costa de muchas bajas. Me gustaría también destacar la insistencia a lo largo y ancho del relato de la importancia que daba Grant a la necesidad de acabar cuanto antes la contienda. En su opinión, cualquier cosa que hubiese prolongado la guerra un año más probablemente podría haber agotado al Norte hasta el punto de obligarles a abandonar la lucha con la consiguiente separación del Sur de la Unión.

En cuanto a compañeros de armas el general Sherman se convierte de nuevo en un militar admirado por Grant, su habilidad táctica en el uso de grandes formaciones en movimiento de flanqueo vuelve a ser motivo de elogio. La eficacia de Sherman junto a excelentes comandantes de división y brigadas ratificarían a Grant la superioridad del Ejército de la Unión sobre el Confederado. El general buscaba la batalla decisiva que inclinase la balanza a favor de la Unión, ese parecía ser su objetivo a nivel operacional, pero acabaría dándose cuenta que ésta no terminaba por producirse, por lo que la guerra de desgaste adquiriría protagonismo en este último tramo de la guerra. Sus críticas al planteamiento táctico del enemigo son también otro de los puntos fuertes de la obra, Grant despliega toda su sapiencia militar y narra con franqueza algunos de los puntos débiles de las mismas, caso de la inoperancia confederada a la hora de aprovechar la ventaja táctica conseguida sobre el terreno, al optar estos últimos por atrincherarse en sus posiciones sin explotar tácticamente la superioridad adquirida. Curiosa es también su opinión sobre el uso de la artillería a la que considera básica, pero que podría llegar a ser un problema logístico cuando su utilidad no es operativa ya que obligaba a usar una gran cantidad de medios móviles para su desplazamiento que podrían entorpecer la marcha de los ejércitos. Una vez más Grant muestra una gran agudeza militar. El uso de minas como arma de guerra también verían la luz en la Guerra de Secesión, Grant parece un poco incrédulo ante su uso, aunque valoraba su poder de destrucción.

Por supuesto, las numerosas batallas que se dieron a lo largo y ancho de esta campaña final son descritas con todo lujo de detalles que seguro serán motivo de disfrute de todos los aficionados a la historia militar, sería imposible destacar alguna de ellas en estas breves líneas sin pecar de modestia, son todas un derroche de análisis táctico que deleitaran a los lectores sin ningún género de dudas.

La parte final de las memorias son dedicadas a los estertores de la guerra, con los planes de paz que se comenzaban a plantear y a sus espinosas condiciones. Para Grant no hay duda de que era necesario lograr un triunfo lo más ampliamente militar posible, el cual favoreciera que las condiciones ante un acuerdo de paz fuesen lo más ventajosas posibles para el Norte. La nación estaba exhausta y el general Grant temió siempre lograr una victoria pírrica que no garantizase la pervivencia de la Unión en años posteriores. Es en esta ocasión cuando el estadista se impone a su faceta militar. Digno a destacar como colofón a estas memorias, es el relato de su encuentro con Lee, dos grandes militares conversando frente a frente después de años de dura contienda.

Indiscutiblemente estamos ante una obra de referencia en el ámbito de las memorias de guerra, por algo historiadores militares tan destacados como John Keegan o J.C. Fuller, calificaron al general Grant como uno de los grandes líderes militares de todos los tiempos. No hay duda de que hablamos de una obra soberbia, dividida en tres partes a cual más interesante, un portento de lecciones tácticas y de inteligencia no sólo sobre el terreno de batalla sino también, sobre todos los aspectos interrelacionados con los quehaceres de una guerra tan destacada en la historia como fue la Guerra de Secesión americana.

 

Ulysses S. Grant, Memorias. 3ª Parte: Guerra de Secesión (1864-1865). Zaragoza, HRM Ediciones, 2029, 560 pp.

     

3 comentarios en “MEMORIAS. 3ª PARTE. GUERRA DE SECESIÓN (1864-1865) – Ulysses S. Grant

  1. Iñigo dice:

    Excelente reseña que cierra unas memorias que se agradece tengan su lugar en este espacio Hislibreño. Muchas gracias por la aportación.

  2. APV dice:

    Interesante, pero unas reflexiones:
    ¿Que superioridad tenía Lee cuando Grant le duplicaba en efectivos? La opción de atrincherarse visto los resultados de la campaña Overland era de las pocas que le quedaron, logrando frenar a los nordistas durante meses.
    En Atlanta ciertamente las maniobras de Sherman empujaban a Johnson pero este evitaba en todo momento ser derrotado y de cara a las elecciones era una ventaja en favor de McClelland y la posibilidad de negociar. Cuando Davis puso a Hood les arregló el asunto (igual cuando antes había mantenido a Bragg) porque este salió de sus posiciones para atacar a las superiores fuerzas de Sherman.

  3. David L dice:

    Hola a todos,

    Gracias a vosotros por leer la reseña. En cuanto a a la mencionada superioridad de Lee, el general Grant se refiere precisamente a la campaña de Overland, más concretamente a un pasaje de la Batalla de Spottsylvania en su vertiente táctica.

    Saludos.

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