MEDEA – Christa Wolf

MEDEA, Christa WolfSabemos por el mito que Medea fue una mujer enamorada que abandonó todo por el objeto de su pasión: Jasón. Abandonó su familia; abandonó su tierra; abandonó su tradición, traicionándola para ayudar a ese hombre que más tarde la abandonaría.

Sabemos por el mito que la búsqueda de Jasón era secundaria, casi una estupidez vista con ojos pragmáticos: un vellocino que una vez conseguido no iba a servir para nada, una búsqueda encargada para quitarle de en medio con el único aliciente de las promesas de gloria.

Este era el principio del mito, la piel dorada de un carnero y su consecución, pero la figura de Medea ensombreció a los argonautas, se elevó sobre ellos como un globo aerostático; majestuoso pero expuesto a todos los ojos, a todas las envidias, a la ruindad de aquellos que excusaban sus fallos en lo ajeno. Tanto que Eurípides la transformaría en toda una fuerza de la naturaleza, un vigor elemental, alguien que debido a la humillación y los tratos injustos explota en una furia sin límite; esta Medea se situó por encima del bien y el mal gracias al poder creador del poeta trágico, mas el fondo del asunto era oscuro: Eurípides transformó el mito, según algunas fuentes antiguas, a sueldo de la ciudad de Corinto, que aún penaba una culpa inmersa en una versión del mito llena de injusticias y asesinatos y que les culpaba a ellos, llena de los mayores crímenes cometidos por una ciudad embaucada. Algo grave, pesado y apegado a ellos mismos que aligeraron de aquella manera, haciendo culpable a la que con sus pies no tocaba el suelo. A la más expuesta.

Se hace referencia en la obra de Christa Wolf a la ucronía. La mayoría de las obras basadas en mitos son puras ucronías y nada hay más vivo que ellas. Infinidad de caminos, múltiples, bifurcados, trifurcados…; como una terminación nerviosa. El mito no es lógico pero la ucronía sí. Partamos entonces de este concepto. En una búsqueda de justicia histórica, a juicio de la autora. (Recuerdo ahora el hilo de La hija de Jefté de Lion Feuchtwanger y las razones de Arauxo.)

Como el soldador que hace derramar al metal lágrimas de fuego, así Christa Wolf hace hablar a seis personajes en once monólogos como once testamentos, como once legados de distintos pensamientos, de diferentes puntos de vista sobre lo que sucede en una ciudad abatida, en franca decadencia; una ciudad en la que la protagonista es Medea, una mujer, una extranjera, una hechicera, una excusa de sus pecados y excesos. Varios puntos de vista para un hecho objetivo. Y como aquel soldador une tras la desolación el metal, Christa Wolf entrelaza los monólogos hilando la historia, tramando los acontecimientos con gran solidez; desde distintas posturas, unas meditadas, otras pasionales. Y aceptamos los hechos, los creemos, ¿cómo no vamos a aceptar la sinceridad expuesta de los pensamientos de los actores? No existe ningún narrador omnisciente o independiente del cual dudar, si acaso varias almas que nos lanzan como un coro los acontecimientos y las razones para los mismos. Y son de verdad, y son voces distintas, con los tonos propios de personas diferentes.

Pero ¿quién era en un principio Medea? Se nos dibuja como una persona ajena al mundo racional griego, como una mujer apegada a sus tradiciones y a los ritos de la tierra. Alguien de carácter fuerte, una hija de un rey de un pueblo bárbaro. Alguien que bien podría ser tomada como una hechicera, lo cual así sucedió. Ella y su ascendencia, todas ellas magas de renombre. Alguien que se enamoró del brazo fuerte de un aventurero con cierta nobleza y dignidad pero que sólo demostraba personalidad en la acción. Una mujer que traicionó a su país ayudando a Jasón a conseguir el Vellocino de oro, una mujer a la que Jasón prometió hacerla suya por siempre a cambio de sus servicios, una promesa que finalmente no cumplió.

A una hembra de tal carácter había que añadirle crímenes, dramatismo, más fuerza. ¿Por qué? Hay muchos motivos. El más importante, la expiación de toda una ciudad. Era sencillo, ella era una mujer, ella era extranjera, ella sobresalía. Elementos más que suficientes para que todas las culpas de un pueblo quedaran sobre sus hombros. ¿Cómo fue, qué culpa es ésta con la que la ciudad de Corinto quiso, necesitó cargarla?

Cuenta una de las versiones del mito anterior a Eurípides que Jasón a su regreso de la Cólquida no obtuvo el premio por haber conseguido el Vellocino. El usurpador Pelías no quiso cederle un trono que le correspondía. Jasón se vio obligado entonces a pedir asilo en la ciudad de Corinto, junto con los pocos argonautas que quedaban, junto con Medea y los colquidenses que acompañaron en su huida a la hija del rey. Transcurridos unos años, Creonte, rey de Corinto, consideró oportuno casar a su hija menor, Glauce, con Jasón; pura política. Éste, ante tal oportunidad, abandonó a Medea y a los hijos que había tenido con ella; puro egoísmo escondido tras la cortina de lo conveniente. Medea, sintiéndose traicionada y cada vez más iracunda ante los actos de Jasón, mató a Glauce y a Creonte; eso según el mito, porque, para Christa Wolf, de estas muertes tampoco cabe culpar a Medea, pues fueron fruto de la locura de Glauce. Los corintios, enfurecidos entonces, mancillaron un templo y apedrearon a Medea, quien huyó en el carro alado que le regaló su abuelo Helios hacia Atenas; aunque para la autora no hubo carro ni dios alguno, tampoco otro sitio que no fuera una gruta en donde malvivir. El populacho, aún sin tranquilizar y guiado por agentes difamadores, mató a los hijos de la hechicera y Jasón. A Medea solo le queda entonces la libertad de no sentir ninguna atadura, acaso el poder de la maldición.

Christa Wolf sigue este mito, variando los puntos ya señalados y tomando como hilo conductor el sacrificio de la hija mayor de Creonte, base de la estabilidad de su gobierno. Un secreto que descubrirá Medea, haciéndose no sólo molesta por sus costumbres, sino también por sus conocimientos. Todo lo malo que le ocurra a la ciudad: hambre, enfermedades, inestabilidad…, será achacado a ella y a sus colquidenses, refugiados primero, extranjeros de costumbres ajenas más tarde. Es entonces cuando los corintios toman el sencillo camino de culpar a los de fuera, cometiendo toda clase de tropelías y asesinatos con la inestimable ayuda de algún que otro colquidense arribista y lleno de humana ruindad y de odio. Porque todo, lo bueno y lo malo, en esta obra es eso: tremendamente humano.

Este es el mito que los corintios expían con la obra de Eurípides. Sus antepasados no mataron a nadie, sino que fue la propia maga quien se encargó de los crímenes. Este cambio se une a los ya conocidos en la memoria de todo griego: así Medea despedazó a su propio hermano para ayudar a los argonautas en su huída, así hizo que las propias hijas de Pelías le cocieran en un caldero, así mató a los natos de su relación con Jasón ante el abandono de éste por la hija del rey de Corinto, Glauce. Ya referí que gracias al talento del dramaturgo Medea sobrepasa el concepto del mal, pero esa es otra historia. La nuestra, tras la anterior pero necesaria digresión, es otra: la de Wolf.

Supongo que Chista Wolf enseguida fue consciente de la fuerza del personaje euripideo, viendo en Medea no solo a una fuerza natural, a una Erinia desbocada; u observando el talante de la Medea de Séneca, una mera representación de las pasiones que encarcelan al intelecto y a la razón. La autora convierte a Medea en una mujer extranjera inmersa en una ciudad ajena a la que había acudido por amor y para tener una vida mejor; a una mujer sobresaliente en un mundo masculino en donde la fémina sólo podía crecer como madre o con malas artes y perfidia. Pero Medea no, ella no es así, Medea va de frente. Fácil destino de cualquier culpa: un chivo expiatorio en todo orden.

Todas estas cosas, ¿cómo nos las muestra la autora? O mejor cabría preguntarse: ¿es la ignorancia la principal fuerza motora de esa xenofobia, de esa violencia machista, de ese desprecio a lo ajeno o, al contrario, es algo innato en el hombre? Pues esto es lo que los personajes nos dicen, porque son almas con una construcción profundamente aguda e independiente al lector y a la propia autora:

El pueblo es tratado como una masa, sin voces propias, en algarabía. Una multitud con sus propias costumbres que ve por encima como otras ajenas se van instalando en la ciudad, otras que en un principio eran invitadas y que podrían haber enriquecido la urbe. Pero esa riqueza, precisamente, será culpada como la causante del mal cuando aparezca, mal que o bien es natural o bien nace de el pueblo y de sus propios dirigentes. Es una masa ignorante, pues omite todo lo anterior, sólo se mueve para alejar la culpa de sí misma: lo más sencillo, que esa culpa tome cuerpo, un solo cuerpo, y expiarse con él. Es una masa ignorante porque no conoce.

La motivación del rey es la de mantener su regia posadera en el real trono. Aunque sea a costa de cortar futuros problemas matando a su hija mayor. Él no es ignorante, ha sido simplemente corrompido por el poder.

Hay dos astrónomos cuyo protagonismo es relevante, sobre todo el de uno de ellos. Éste es eminentemente alguien práctico, un zorro, alguien que supedita la moral a la política. Es necesario sacrificar a la hija del rey para evitar males mayores, es necesario culpar a Medea para evitar males mayores, es necesario… Y se lo cree, lo piensa con firmeza, pero su trasfondo es el mismo que el del rey, mantener el poder. No tiene ni idea de astronomía en realidad, es el «otro» quien le hace las cartas. Y ese «otro» representa al intelectual que reflexiona sobre todo lo que le rodea, pero con la suficiente cobardía como para no hacer casi nada al respecto. Sufre, se debate entre «el deber de hacer» y entre lo que le «es dado hacer». Se consuela a veces pensando que nada «puede hacer». Y tanto «hacer» o «no hacer» se queda en nada, en una melancolía negra como la palabra, que nunca llega a expresar lo que sentimos. Ninguno de los dos astrónomos es ignorante; en uno, su natural concepto político le lleva a obrar mal, y el «otro» no obra por natural cobardía.

El hombre de acción, el héroe, Jasón; hombre estúpido que no ve más allá de su nariz. Cuando obra mal, no lo hace por desconocimiento sino por estulticia, sin maldad; o por unas costumbres adquiridas que son más fáciles de seguir en su simple cabeza.

El artista colquidense, alguien cuyo ego no cabe en sus disfraces, cuyo ombligo no encuentra sitio ni en las magníficas y grandiosas representaciones que propone. Un personaje al que tratarle como lo que vale acarrea su odio infinito, en su complicada simpleza. Una fuerza elemental de rencor, un instrumento en manos de alguien más listo…

… Alguien como una hembra herida en su orgullo, la perfidia hecha mujer, la dama que ha crecido a la sombra de Medea. Este odio se muestra como fruto madurado de la razón, mucho más elaborado e infinitamente más dispuesto a todo, teniendo todo atado para llegar a las últimas consecuencias. Por supuesto, la consecución de la venganza no satisface, pues el odio el algo vivo y tan fuerte que cobra vida propia, sin poder abandonarnos. Esto me recuerda la magnífica exposición del odio que realizó hace tiempo un amigo en una reseña del capitán Ahab.

Christa también sitúa en acción a la triste doncella abatida por el pasado, a Glauce, hundida por lo adquirido a lo largo de los años. La mujer que enloquece presa de sus miedos, miedos psicológicos que los que la rodean han ido insertando. Una joven encarcelada a la que le han arrebatado todo conato de carácter, y cuando lo recupera solo le queda esperar la vida tras la muerte. Está tan confusa que resulta ignorante.

Y a la madre con muerte en vida, a la reina, con su hija arrebatada por designios ajenos. Una madre que descuida todo, incluso a su otra hija a causa del amor de madre a la desaparecida. Un fruto arrebatado y otro que no cuida, una matriz desgarrada doblemente a fin de cuentas. Su ignorancia viene dada por un dolor que le aleja de todo conocimiento y de toda posible elección.

Y Medea, la que al asomarse al balcón ve que lo que ha cambiado en su vida es la visión del árbol que da sombra al patio, junto al pozo. Una higuera. Y es la primera imagen de la obra. «Atentos –es como si nos dijera Christa Wolf-, el patio es el mismo, igual pozo, idéntica sombra; tan sólo cambia el tipo de árbol».

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15 comentarios en “MEDEA – Christa Wolf

  1. juanrio dice:

    Abrumadora reseña, Javi. Has abierto una grieta en mi curiosidad por la que se han colado los mitos de Medea y Jason, al que has desmontado como heroe en cuatro adjetivos bien colocados. En mi ignorancia le daba mucha más importancia a la busqueda del Vellocino de oro y a su viaje junto a los argonautas.

    Has ensamblado en tu texto un complejo puzzle que auna literatura, mito, arte e historia, lo que me ha hecho echar en falta una reseña de tu reseña para comprenderla en su totalidad.

  2. Valeria dice:

    Me ha encantado, Javi, de verdad. Me ha encantado. Yo de C. Wolf sólo había leído su “Casandra”. De hecho, no sabía que hubiese escrito esta novela.
    Es enormemente instructiva tu reseña –desconocía el cambio que Eurípides generó en el mito primigenio- y enormemente evocadora de la variedad de lecturas que puede tener esta obra. La brutalidad de los hombres escudados tras la masa , el desprecio por lo diferente, la búsqueda del poder, la pasión descontrolada, los sueños rotos.
    Lo único que espero es que esta Medea esté a la altura de tu comentario.

  3. Ascanio dice:

    Qué barbaridad, qué pedazo de reseña (literalmente y literariamente) y qué ignorante soy de los mitos griegos; porque para mí constituyen algo así como un ente monstruoso y totalmente desconocido, inabarcable e inconmensurable.
    Reseñas como esta me sirven para aprender, porque confieso que soy incapaz de meterme un manual-mamotreto de mitos entre pecho y espalda; necesito que me los den así, poco a poco, para poder digerirlos con facilidad (y aun así he necesitado dos lecturas).
    Yo, a diferencia de Valeria, no conocía nada de esta autora; el nombre me es ligeramente familiar, aunque desconozco el porqué.
    Ahora, la preguntita de rigor: ¿hay que saber algo de mitos para leer Medea? ¿O está al alcance de, digamos, merluzas como yo?

  4. Nes dice:

    Hola,

    Pues de lo griego, tampoco yo puedo presumir de conocer algo, lo único que he leido ha sido Salamina y ahora estoy con el de Hellenikon, ay que ignorante me siento. La reseña abrumadora, larga y muy descriptiva, no se si me leeré el libro, pero con la reseña desde luego me ha quedado muy claro su contenido y eso se agradece.

    S2

  5. pepe dice:

    Felicidades por la reseña, Javi. Me tiene un poco intrigado eso de los once monólogos y los seis personajes, cada uno con voz propia. No parece que se trate, según creo entender, de una novela al uso o, por mejor decir, parece que tenga una técnica narrativa un poco peculiar …

  6. Javi_LR dice:

    Buenas, Pepe.Ahora no tengo mucho tiempo, pero la técnica narrativa es una vuelta atrás: una pieza dramática sin diálogos, tan sólo construida con monólogos.

    Salud

  7. Javi_LR dice:

    Ahora con un poquitín más de tiempo:

    Pepe, la exposición de los hechos y su desarrollo no la soporta un narrador convencional como ya señalé en la reseña, sino que son los propios actores los que por medio de sus pensamientos van relatando lo que acontece a su alrededor, sus motivaciones, las de los demás desde distintas perspectivas y los sentimientos que afloran ante todo anterior. Cada escena, pues se podría dividir así en vez de en monólogos, ya que el espacio que rodea a estas especie de declamaciones son con frecuencia ricos y detallados con una exquisita habilidad, nos va adentrando en la acción y en el nudo de toda la trama.

    Juanrio, no creo que haya desmontado a Jasón, de verdad. Él sigue siendo un héroe y sus miras conservan nobleza y grandeza. Pero un héroe puede ser estúpido. O hablando con propiedad: imbécil, que es aquel que no se sabe desenvolver sin ayuda. Cuando se le quita la acción propia del guerrero y se le coloca entre las intrigas palaciegas, se muestra torpe y fuera de sitio. Esto genera en Medea, toda una mujer, sensaciones encontradas.

    En cuanto a su importancia, la tuvo, ya lo creo que la tuvo: Homero, Píndaro, Hesíodo…, le mencionan con palabras grandilocuentes. Además, protagonizó más de un poema épico arcaico.

    Valeria, según Hesíodo, por ejemplo, a uno de los hijos de Jasón y Medea lo educó el centauro… Quirón. Mal casa esto con la versión de Eurípides. Es, a fin de cuentas, «el camino de los mitos».

    Ascanio, no creo que haga falta conocer mucha mitología para captar la esencia de la novela, tan sólo cierta reflexión. Creo que C. Wolf utiliza la fuerza del personaje para lanzar sus preclaras críticas al ser humano. ¿Político? No. Humano. Independientemente del mensaje (que está muy lejos de aleccionar, convencer, apologetizar o moralizar), la calidad literaria y la fuerza de sentimientos expuesta es suficiente atractivo.

    Un saludo

  8. Ariodante dice:

    Javi…chapeau! Me descubro ante ti, después de leer esta impresionante reseña, de veras. Me has dejado impactada. Leí de Crista Wolf su Casandra, que es una novela muy especial. Y ahora me has puesto en el disparadero: debo leer Medea.
    Efectivamente, conozco más a Jasón por mis lecturas, aunque a Medea por la ópera. Es el personaje trágico por excelencia. Pero jolín, es que se nota que vives el tema, Javi; se nota cuando a uno le emociona algo y escribe sobre ello. Una vez más, mi ehorabuena.
    Siento no haberte visto hoy en la presentación de Layos, en Valencia, a ver si en la siguiente…Fue bastante público, por cierto.

  9. cavilius dice:

    Medea es uno de los personajes míticos más inquietantes, desde luego. No recuerdo si en el libro de Wolf se habla también, supongo que sí, de su relación con Egeo, padre de Teseo, con quien tampoco le fueron demasiado bien las cosas.

    Tengo que confesar que el estilo de Christa Wolf no me acaba de llegar. Quizá me gustara algo más su Casandra y, algo más incluso, esta reseña.

    Saludos.

  10. Koenig dice:

    Buenos días.

    Interesante reseña, tanto por el como, como por el tanto. Desde luego ratifica mi impresión de que es importante que determinados reseñadores no se escondan tras el libro reseñado sino que den su visión subjetiva del mismo.

    Libro aparte y desde el enfoque de un imperfecto profano en asuntos de mitología, la verdad es que confunde un poco al principio para aclarar algo mas al final. Las diferentes explicaciones de los mitos, y las caracterizaciones de los personajes, como que cuesta un poco atribuírlas: mito original, Eurípides, Wolf, Javi_LR.

    Volveré a leer.

    También me gustaría preguntar quienes son esos seis personajes que se reparten los once monólogos fantásticamente trenzados. Porque no me han quedado muy claros.
    ¿El pueblo? Creo que no.
    ¿El Rey? Eso parece.
    ¿Los dos astrónomos? ¿Un monólogo o dos?
    Jasón. Ese sí.
    El Artista. Parece que también.
    ¿La hembra herida en su orgullo? ¿Es Medea? ¿Es Glauce?
    Glauce. Ah, entonces esa no es la hembra herida en su orgullo.
    La Madre con muerte en vida. Un punto de vista que promete.
    Medea. Pero entonces ¿Quién es la hembra herida en su orgullo?.

    Vamos, que me salen entre siete y nueve.

    Por otro lado, estuve trasteando por ahí en busca de la autora. Fijaos que mi primera idea al leer la reseña es que Christa Wolf debía ser de origen judío. Eso del extranjero acogido y luego atacado, con apellido alemán, me llevó por estos derroteros.

    La realidad es mucho mas interesante.

    Christa Wolf no fue, entre comillas, víctima del nacionalsocialismo. Su familia era afín al régimen, aunque ella, después de la guerra, afincada en la RDA, se posicionará con el marxismo. Será un elemento importante de la RDA, a nivel político y cultural, e incluso se la acusa de haber colaborado con la Stasi al principio. Luego parece que va decayendo su importancia a la par que se hace insostenible el régimen y ella se va volviendo mas y mas crítica. Sin embargo en su momento, aún marxista, se posicionará en contra de la unificación. Y después será muy atacada por el mundo de la cultura de la Alemania unida. También hay que resaltar su interés por el feminismo. (Esta semblanza seguramente no le hace justicia, pero no quiero alargarme mas).

    Realmente, dicho esto, hablar de Medea sin hablar de la autora me parece un fallo. Sobre todo teniendo en cuenta que hay quien atreven incluso a hablar de Christa Wolf es su Medea. Probablemente el hecho de que mucho de lo que escribió fuera de caracter en parte político en parte autobiográfico puede sustentar esta tésis. Pero también debo reconocer que no tengo ni idea, simplemente especulo.

    En fin. A la espera de que alguien con mas conocimientos comente, explique y, porque no, me ilustre…

    … Opino.

    Saludos.

  11. Clío dice:

    De una tragedia de hombres (Hellenikon) a una de mujeres, para que no nos quejemos. Interesante y dificil reseña JaviLR.
    Siempre me llamó la atención el mito de Medea lo que hizo y porqué lo hizo, esa mujer que en un mundo de hombres se revela contra todo y contra todos, rompiendo reglas, insumisa, con su propia personalidad, y toda su lucha es por una quimera y eso la convierte en ese chivo expiatorio del que hablas, el sino, el fatum, la tragedia….
    Me temo, querido, que tendré que leer el libro para sacar más partido a tu reseña.

  12. Ariodante dice:

    Muy interesante lo que dices, galo, mucho. A pesar de ser una reseña impresionante, es cierto que hablar un poco del autor, siempre es dar un dato más para entender o apreciar un libro. Yo suelo hacerlo así, he tomado esa costumbre. A mi Casandra me ha costado mucho de leer; me parec muy buena, aunque de difícil lectura. Veremos ésta…

  13. Akawi dice:

    ¡Menuda reseña, sí señor! Te felicito Javi LR.

    Me siento perpleja de mi propia ignorancia sobre los mitos griegos, creo este libro será adecuado para rellenar uno de los vacios que tengo sobre la Mitología griega.

    Gracias chico por abrirme los ojos a ese mundo.

  14. JJSala dice:

    Brutal y abrumadora reseña Javi.

    Una cosa ¿Has dejado algo para la lectura?. Tal parece que has resumido (magnificamente) el contenido del libro. ¿Cuantas páginas tiene?.

    Salud

  15. Flori dice:

    me faltan las pags 94 y 95 de la novela, no las puedo conseguir, alguno seria tan amable de escanearlas… por favor!!! y gracias!

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