LOS DEMONIOS DE BERLÍN – Ignacio del Valle

LOS DEMONIOS DE BERLÍN - Ignacio del Valle En esta mi segunda reseña en Hislibris no he dejado atrás los reparos que yo mismo formulaba en el caso de la primera (dedicada a Los olvidados de Filipinas). Pero ahora, como entonces, me veo impelido a ello por la profunda y extraordinaria impresión que ha causado en mí esta novela, Los demonios de Berlín, de mi paisano Ignacio del Valle.

Su presencia en Hislibris no es nueva. Hace aproximadamente un año Juanrio le dedicó una estupenda reseña con motivo de su anterior novela, El tiempo de los emperadores extraños, igualmente protagonizada por el mismo inolvidable Arturo Andrade que había hecho su primera incursión con El arte de matar dragones. De nuevo Arturo actúa como el eje de una narración que funciona a las mil maravillas, si bien en esta ocasión el escenario de sus andanzas sea uno más terrible si cabe que la heladas tierras rusas del frente de Leningrado de El tiempo de los emperadores extraños: el Berlín apocalíptico de los últimos días del III Reich, aquel que había de durar mil años, y cuya antaño orgullosa capital, centro neurálgico del que había sido efímeramente todopoderoso imperio, será engullida por la marea soviética contra la que los alemanes apenas podrán oponer un variopinto conglomerado de fuerzas residuales que irremediablemente serán aplastadas a pesar de su derroche de valor, fanático o desesperado según los casos.

En esta novela encontramos a un Arturo Andrade que ha recuperado su empleo de teniente, el que ostentaba en España al final de la Guerra Civil, y que perdió por diversas vicisitudes (que no desvelaremos para no afectar a la lectura de quienes se acerquen a la primera de las tres novelas), de manera que durante su paso por la División Azul lo hará en condición de simple soldado. Repatriada la División Azul, pasará por la Legión Azul y luego por otros cuerpos de voluntarios hasta acabar en la Unidad Ezquerra, encuadrada en las Waffen SS que defendían Berlín (a pesar de que sus actitudes y pensamiento dejen bien claro al lector su notorio alejamiento de los postulados nazis, como quizás podría pensarse a priori de su integración en ese cuerpo tristemente conocido). De mano, la justificación de su presencia en un escenario como éste no deja de ser ampliamente original, y al mismo tiempo creíble. Junto a él, un pequeño puñado de españoles (Manolete, Ninfo, Saladino, la gente de la embajada española), ofrecen un interesante contrapunto a los modales y esquemas mentales de la mayor parte de alemanes que desfilan por las páginas de la novela.

El inicio de la novela no puede ser más sugerente, y en él encontramos un evidente punto en común con su anterior obra: también el desencadenante de gran parte de la trama será aquí la aparición de un cadáver en extrañas circunstancias, como no podía ser de otra forma para mostrar alguna notoria singularidad en un matadero descomunal como correspondía a Berlín en esos momentos. En esta ocasión ese muerto se trata de un prominente científico del programa atómico alemán, y el escenario del crimen tampoco será menos llamativo: el edificio de la Cancillería, y más concretamente, la localización del cadáver apuñalado, sobre la enorme maqueta que representaba a Germania, la increíble megalópolis proyectada por Speer para satisfacer la tan conocida megalomanía hitleriana.

Como resultante de su brillante resolución de los crímenes acaecidos en el frente de Leningrado, en el seno de la División Azul, Arturo es integrado por los alemanes en el equipo investigador, algo en lo que también tienen mucho que ver otras carambolas del destino y las maniobras del Secretario de la Embajada Española, obsesionado por mantener bien informado a Madrid de la evolución de una situación que parece claramente irreversible. A partir de este hecho se desencadena una carrera contrarreloj por descubrir al asesino del científico, ante la creencia por parte alemana de que pueda tratarse de un acto de sabotaje contra su programa del «WuWa» (las armas secretas), su última gran esperanza de dar un vuelco total a una contienda que parece irremediablemente perdida; con los rusos apretando su cerco de acero sobre Berlín, en el marco de una ciudad casi arrasada por los bombardeos aéreos primero, y luego por la artillería; con comandos americanos y británicos infiltrados cual caballo de Troya, a los que se busca desesperadamente empleando unos recursos que parecen tan necesarios en otras partes en esos momentos; las fraticidas disputas entre las SS, la Gestapo, la Wermacht, y los restantes cuerpos policiales; el descubrimiento de que el muerto estuvo implicado en la conspiración de Stauffenberg y su pertenencia a ciertas sociedades secretas ligadas al origen del nazismo que tendrán una importancia decisiva en la narración. En el seno de toda esa vorágine, un atormentado Arturo Andrade, complejo personaje del que no podemos entender los motivos que le han impulsado a permanecer en semejante infierno cuando tuvo ocasión de dejarlo atrás, pero al que acaba por unirnos un fuerte afecto, porque posee una extraña integridad, creíble como no podría serlo ese otro tipo de actitudes impostadas que se esperan de los héroes, y también porque dispone de una lucidez arrolladora, que ilumina el apocalíptico escenario en el que se mueve, permitiéndonos asistir a través de su mirada al macabro espectáculo del auténtico cataclismo histórico que supuso el hundimiento del Reich de los mil años.

Un variopinto elenco de secundarios acompañan el deambule de Arturo por el Berlín devastado de los últimos días de abril de 1945: los ya aludidos soldados españoles enrolados como él en los diferentes cuerpos militares; el personal de la embajada española en trance de la evacuación total que les alejase de aquel infierno; los oficiales alemanes a cargo de la investigación, perfectos ejemplos de la barbarie nazi, arquetipos ampliamente difundidos por el cine y la literatura; pero también encontraremos otro tipo de alemanes mucho menos conocidos, como el comisario Krappe, una mirada tan lúcida como la de Arturo, y al que deja desconcertado con su pensamiento crítico con el nazismo y sus maneras de bonhomía. Tampoco falta la figura de una mujer (tan decisivas en todo el periplo de las novelas protagonizadas por Arturo Andrade), Silke, cuya historia de amor con nuestro antihéroe tampoco podía reducirse a previsibles convencionalismos.

Los diálogos son fantásticos, tanto los habitualmente jocosos con los demás españoles (en especial los terribles chistes y dichos de Manolete), como los tremendamente lúcidos y aleccionadores mantenidos con el komissar Krappe; los que rozan lo cínico con el Secretario de la embajada española, Francisco Maciá, o los duelos dialécticos sostenidos con los oficiales nazis, verdaderos caminos sobre el filo de la navaja.

Confieso que no he leído el elogiado libro de Anthony Beevor sobre la batalla de Berlín, pero sinceramente creo que la recreación llevada a cabo por Ignacio del Valle es tan verosímil, además de evocadora, que en todo momento uno tiene la sensación de encontrarse junto a los protagonistas, oler la misma atmósfera corrompida, oír los mismos estruendos causados por la artillería, palpar su miedo y tensión durante tantos momentos, experimentar la misma violencia brutal nacida del puro instinto de supervivencia, sufrir su mismo cansancio agotador y su desesperación. La construcción de los escenarios se encuentra al mismo enorme nivel ya referido para los diálogos y la elaboración de los personajes.

Aunque toda la novela mantiene en todo momento un ritmo altísimo, con los breves respiros que proporcionan las reflexiones de Arturo (y ni tan siquiera entonces debe distraerse el lector), existen episodios especialmente conseguidos, como la reunión con Fanjul en la guarida subterránea del hampa falangista, la persecución de un comando aliado a través de la atmósfera opresiva de los refugios subterráneos, el asalto al Reichbank, o la cruel lucha con los soviéticos en la abandonada embajada española.

Con un lenguaje depurado y preciso, junto con un dominio total de la narración (a veces más parece que mueva una cámara, a que se trate de palabra escrita, tanta es la capacidad del autor para mostrarnos las imágenes de lo que pone delante del lector), Ignacio del Valle nos conduce en volandas a lo largo de la novela para conducirnos a un final, que aunque parcialmente esperado por lo histórico, se reserva enormes sorpresas que no es posible revelar aquí sin afectar a los futuros (y ojalá que muchos) lectores.

¿Es una novela histórica o una novela de ambientación histórica? Esta eterna discusión, tantas veces aparecida en Hislibris, será sin duda nuevamente aludida por algunos de quienes se acerquen a esta narración. Para mí sí lo es, pero al margen de todo ello, lo que tengo totalmente claro, en mi humilde condición de simple lector, es que se trata de una soberbia y espléndida novela, de un estupendo narrador, que creo que ha superado el elevado nivel en que se había situado con su anterior El tiempo de los emperadores extraños, alcanzando con esta Los demonios de Berlín una cota narrativa de primera magnitud. Sólo nos queda esperar que siga haciéndonos disfrutar así en el futuro, aunque no sé si en su mente está previsto que ello vuelva a ser alguna vez más a través de la cansada y escrutadora mirada de Arturo Andrade. En cualquier caso, se produzca o no ese feliz acontecimiento, os animo a todos a acercaros ahora a esta extraordinaria novela.

Pintaius, agosto 2010

Los demonios de Berlín
Ignacio del Valle.
Editorial Alfaguara, 2009.
427 páginas.

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11 comentarios en “LOS DEMONIOS DE BERLÍN – Ignacio del Valle

  1. Pere dice:

    Bravo por esta reseña que hace justicia a una novela inolvidable.

    Una escena que me frapó y que añado a las que mencionas sucede en una pausa durante los combates en el Parque Zoológico en que la muerte irrumpe llevada por inesperados mensajeros y el protagonista Arturo descubre horrorizado a unas leonas escapadas de la jaula devorando vivo a un miembro de la Waffen SS: alaridos, sangre, vísceras y mugre de trincheras descritos sin delectación, casi con fatiga, en plan yo he visto cosas que vosotros no creeríais.

    Una ironía de la novela, de la cual se me escapa el sentido aunque tenerlo seguro que lo tiene, es ponerle Francisco Maciá al secretario de la embajada franquista.

  2. Darklyes dice:

    Huy pues tiene una pinta muy pero que muy interesante el libro. Una novela detectivesca en plena batalla de Berlín.

    Muy buena reseña

  3. isabel dice:

    Suena apasionante !!
    Todo lo que he leido me da hambre de leerme el libro de un tiron en una tarde de lluvia .
    Muchas gracias por la data!

  4. IRENA dice:

    Muy buena reseña para una muy buena novela (igual que «El tiempo de los emperadores extraños»). Me parece significativo el cambio de tono entre una novela y otra, reflejando el paso del tiempo y la acumulación de muerte y miseria.

    Muy recomendables

  5. Pintaius dice:

    Gracias por vuestros favorables comentarios sobre la reseña.
    Pere, totalmente de acuerdo contigo en que el pasaje que mencionas, acaecido en el Zoo de Berlín, es también de los más destacables en el conjunto de una novela que es toda ella apasionante. Sobre lo otro que apuntas sobre el nombre del Secretario de la Embajada Española, no sé si se trata de un nombre inventado por el autor, o si por el contrario es auténtico (quizás algún hislibreño mejor informado lo pueda aclarar), aunque no deje de sugerir cierta ironía por la coincidencia. Saludos.

  6. Ismael dice:

    Fantástica reseña que comporto hasta en las comas. Se trata de un libro apasionante tanto en la trama como en los personajes y magistralmente escrito, una delicia para los que amamos las buenas obras. Deseo que el autor nos siga deleitando con más libros de esta categoria. Saludos.

  7. juanrio dice:

    Muchas gracias por tu reseña, Pintaius. Lo cierto es que, personalmente, me gustó más la novela anterior, pero le reconozco al autor una gran habilidad para ambientar sus novelas. En esta todo me resulta un tanto más increible, con ese ascenso de Andrade y su permanencia en la Legión azul y posteriormente en los últimos días de Berlín, pero el autor consigue hilar la trama con maestría y la novela no decae en ningún momento. El detalle del McGuffin también está muy logrado, no explico más por respeto a los futuros lectores de la novela.

    No se que te ha parecido a tí, Pintaius, pero a mí me gustaría que Ignacio del Valle se animara y nos situara a Andrade en Madrid, trabajando como policía en los años duros de la posguerra….no estaría mal una serie policiaca tras esta de la II Guerra Mundial.

  8. Pintaius dice:

    Sé lo que quieres decir, Juanrio, sobre cierta «ubicuidad» de Arturo, pero yo creo que no dejan de ser licencias legítimas que los autores pueden tomarse para acercar al lector todas aquellas historias que le quieren mostrar. Supongo que no deja de estar relacionado con la eterna discusión «novela histórica» o de «ambientación histórica» a la que yo aludía al final de la reseña.

    En relación a lo que comentas acerca de futuras andanzas de Arturo Andrade, puede ser una línea muy interesante, sobre todo si tenemos en cuenta que en su primera aventura en «El arte de matar dragones» su labor detectivesca se desarrollaba en el Madrid inmediatamente posterior a la victoria de los nacionales, y le servía para pintar unos ambientes de lo más sugerentes para la trama. Si te sirve de pista, el propio Ignacio del Valle, en respuesta muy amable a un comentario dejado en su web, me ha confirmado que habrá nuevas aventuras de Arturo Andrade, aunque no de forma inmediata. Saludos.

  9. juanrio dice:

    Muchas gracias, Pintaius.

    No he leído aún El arte de matar dragones, aunque caerá. Espero que el autor siga esa senda u otra, creo que tiene maestría de sobra para hacernos pasar buenos ratos con sus novelas

  10. Pintaius dice:

    Los muchos lectores de Ignacio del Valle estamos de enhorabuena: tras más de cinco años de espera, en febrero publica nueva novela en Alfaguara con Arturo Andrade de protagonista, «Soles negros». En ella encontraremos a Andrade de vuelta en España, tras el final de la II Guerra Mundial, integrado en el SIEM (Servicio de Información del Alto Estado Mayor), envuelto en el oscuro caso del asesinato de una niña, acaecido en su Badajoz natal. La cosa promete…

  11. Valeria dice:

    Vaya, qué casualidad. Ayer conseguí por fin ver «Silencio en la nieve», la película española que versionó «El tiempo de los emperadores extraños», que es la novela que más me gustó de Ignacio del Valle.

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