LEONES DEL MAR. LA REAL ARMADA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII – Guillermo Nicieza Forcelledo

Los aficionados a la historia naval, y más especialmente a la historia de nuestra Armada entre los siglos XVII y XVIII, hemos podido acceder en los últimos tiempos a buenos y variados libros, en contraste con un pasado no tan remoto en el que sobre este tema apenas se publicaba nada.  Este renacimiento editorial resulta muy de agradecer no solo por el hecho de que algunos, cada vez más, disfrutamos con este tipo de ensayos, también porque sobre nuestra Historia en general y sobre la historia naval en particular es constatable un gran desconocimiento.  Desconocimiento al que añadiría, como un lastre muy particular, una especie de sentimiento trágico o de decepción derivado de la circunstancia de que los únicos sucesos históricos que al parecer el ciudadano medio es capaz de recordar en temas navales son dos grandes derrotas —o supuestas derrotas, a decir de las conclusiones de algunos esforzados especialistas—, la batalla de Trafalgar y la expedición de la Gran Armada. Entre las obras que de manera brillante y rigurosa han visto recientemente la luz y me han proporcionado gozosas lecturas destacaría dos: la publicación de Historia de un triunfo: la Armada española en el siglo XVIII de Rafael Torres Sánchez (Desperta Ferro Ediciones, 2021) y la que es objeto de la presente reseña.

Como dice Don Agustín Rodríguez González en el prólogo, es cuando menos sorprendente que en un país como España se haya concedido tan escasa importancia a su historia naval, o se la haya minusvalorado de forma tan reiterada”. Es objetivo del autor de este libro promover el conocimiento de la historia de nuestra Real Armada de una manera exhaustiva pero accesible. Pese al título, en realidad el estudio no se circunscribe estrictamente al siglo citado, pues en ocasiones es imprescindible hablar de sucesos de otras épocas y de muchos otros asuntos para entender las causas políticas, científicas, económicas o técnicas que contribuyeron a apuntalar el dominio de los mares por nuestra Armada.  Por citar un ejemplo, es preciso mencionar la travesía de Elcano y Magallanes para valorar la revolución técnica que ésta supuso para la navegación, al permitir acceder a una estimación más ajustada de la  latitud.

El libro tiene dos partes claramente diferenciadas. En la primera, además de exponer cuándo y por qué se crea la Real Armada, el autor empieza por lo más básico, las naves, y se extiende sobre características, tipos de velamen, empleos y grados de la tripulación, mascarones, artillería, uniformes, sistemas de construcción… hasta los criterios de elección del nombre. Y una vez que tenemos claro lo que es un navío, su anatomía y dotación, el siguiente paso es conocer la vida en los buques, desde la ubicación de pertrechos hasta el cuidado de la salud. Toda esta parte, que pone de manifiesto un estudio en profundidad de fuentes documentales, está aderezada con relatos de hechos reales, anécdotas, refranes o supersticiones marineras, de modo que la lectura se hace amena. En el capítulo denominado “Escuela de Guerra” nos ilustra sobre tácticas, estrategias, armas específicas o qué sucede cuando se llama a zafarrancho de combate. Debo comentar que el autor ha desarrollado en esta parte la que para mí ha sido la más clara y comprensible definición de los que es “ganar el barlovento” de cuantas he leído, no limitándose a exponer en qué consiste, pues también incluye explicaciones sobre en qué ocasiones es indispensable en un combate naval,  o aquellos casos en los que no ganarlo puede ser una ventaja,  aspecto  especialmente interesante que servirá para entender mejor lo que se cuenta en  otros capítulos.

La segunda parte se centra en determinados sucesos históricos, algunos conocidos y otros no, dedicando un capítulo a batallas navales y otro capítulo a expediciones ilustradas. Intenta don Guillermo, el autor, relacionar en todo momento estos episodios con algún elemento expuesto en la primera parte de la obra, a modo de explicación práctica de la teoría señalada. No trata únicamente de reivindicar el arrojo de nuestros “leones del mar”, sino de pon especial empeño en señalar la profesionalización y la amplia presencia de hombres de ciencia que sirvieron en nuestra Armada, y de ahí la inclusión de algunas de sus innumerables expediciones científicas, aún más desconocidas que los hechos de guerra. Sirve también este apartado para reivindicar la figura de la primera mujer infante de marina de nuestra historia, Ana María de Soto, condecorada por su arrojo en la batalla de Cabo San Vicente.

Este libro está repleto de dibujos, esquemas y tablas para facilitar la comprensión de los temas tratados, desde el nombre de las velas de un barco hasta los distintos galones de manga, pasando por la cabuyería, las direcciones del viento por cuartas o los planos de construcción de un navío, completados con varias páginas de láminas a color.

Pese a lo que pueda parecer por la amplitud de lo señalado, el libro no se hace espeso ni excesivamente técnico, y su lectura es fluida y entretenida. Reconozco que en el apartado sobre artillería naval la presencia de un par de referencias a leyes de la física me dejó a mí, que soy de lo que antiguamente se llamaba “letras puras”, un poco fría e indiferente, pero esta sensación apenas duró un par de páginas.

Este ensayo es una lectura muy recomendable para aquellos que disfrutan con la historia naval, buscan ampliar sus conocimientos sobre nuestra Real Armada, o han disfrutado lo indecible con la película Master and Commander: al otro lado del mundo (Peter Weir, 2003). Es difícil leer este libro sin escuchar dentro de la cabeza el silbido del viento entre la jarcia, el chifle del contramaestre o las olas rompiendo en el tajamar.

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Guillermo Nicieza Forcelledo, Leones del mar. La Real Armada Española en el siglo XVIII. Madrid, EDAF, 2022, 616 páginas.

     

10 comentarios en “LEONES DEL MAR. LA REAL ARMADA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII – Guillermo Nicieza Forcelledo

  1. Santi dice:

    Tengo este libro y en general compro todos aquellos escritos con un mínimo de seriedad y profundidad sobre nuestra historia naval. Aunque el reseñado promete bastante, su único pecadillo es que llega en un momento en que se ha publicado abundante bibliografía sobre el siglo XVIII y eso le hace perder frescura.

    Como bien señalas, la obra de Rafael Torres está a un nivel tan alto que empequeñece a todas las demás. Y el gran Don Agustín Rodríguez González nos ha regalado estudios magníficos sobre épocas, marinos y combates, que le convierten indiscutiblemente en el mayor divulgador de nuestra historia naval.

    Probablemente quede aún mucho por decir, especialmente sobre el siglo XVII, la Armada de Flandes o corsarios como Amaro Pargo. Y aunque hayamos llegado a un reconocimiento tardío de figuras como Blas de Lezo, otros como el alicantino Jorge Juan son casi desconocidos en su tierra valenciana.

    Aplaudiré siempre cualquier iniciativa que recupere nuestra sufrida historia, y por ello sean bienvenidas esta obra y todas las de su estilo.

  2. Clodoveo11 dice:

    Hace pocos días lo adquirí y me dio una inmejorable impresión; ahora a ver si saco tiempo para leerlo. Enhorabuena por la reseña, Valeria, y a ver si confirmo tus buenas sensaciones.

  3. Garnata dice:

    Gracias por la reseña, Valeria.
    Tengo la sensación de que es un libro para «degustar» y eso me parece muy interesante.

  4. APV dice:

    Interesante libro, si bien como se ha señalado últimamente se publican muchos sobre el tema.
    Mencionaría también el de David Casado, que antes había publicado el Ministerio.

    Por cierto un reciente artículo de Guillermo Nicieza sobre las operaciones en Corfu en 1716.

  5. Juan dice:

    Nicieza rompió moldes diciendo recientemente en Twitter que Trafalgar fue una victoria pírrica británica. Sin comentarios. Este es de la escuela de los Roca Barea, Marcelo Gulló Amodeo, Agustín Ramón Rodríguez García y tantos otros que ven un filón en hacer historia rosa de España.
    Me quedo con el trabajo soberbio del profesor Rafael Torres Sánzhez fabulasamente editado por Desperta Ferro.

  6. APV dice:

    En lo de Trafalgar te refieres a este hilo.

    Su argumento es que las bajas inglesas fueron mayores porque no ae computaron todas y que muchos de sus barcos quedaron en estado ruinoso tras la batalla.

    Por cierto que en el nuevo de las Guerras Napoleónicas, de DF, una cosa que se plantea es que Napoleon se habría impuesto por inercia si no llega a meterse en Rusia y España pues tenía más astilleros construyendo buques, y disponía de más personal.

    1. Juan dice:

      Primero que de pírrica nada. Se cargó la flor y nata de la marinería y oficiales españoles y franceses, además de los buques hundidos o capturados y sin contar el efecto psicológico. La victoria es tan trascendental que convirtió a los ingleses en la potencia naval, sin rival hasta ser sustituido por EEUU a mediados de siglo XX. Una de las batallas de mayor trascendencia de la historia y que fue el fruto de un trabajo elaborado y cuidadoso a lo largo de las dos centurias anteriores que remataron en Trafalgar.
      sobre lo otro. No son barcos, son marineros y oficiales con experiencia que los naveguen. Como si Napoleón bota doscientos, ( no sé tampoco de dónde iba a sacar los recursos económicos sin colonias) igual no encuentra ni quien sepa izar el ancla.

  7. APV dice:

    Bueno con las clases Ocean, Bucentaure,… en plena construcción el número de navíos de línea aumentaría de forma manifiesta. Napoleón contaba para ello con los recursos económicos de toda Europa.

    El problema para Inglaterra era que, ante esa creciente flota en potencia, debería asignar más medios y tripulaciones a sus navíos de línea para mantener los puertos bloqueados, sacándolos de las unidades ligeras. Con lo que aunque los franceses no llegasen a operar esos nuevos navíos de línea podrían romper el equilibrio en unidades sutiles atacando las comunicaciones ingleses (un poco como hizo Alemania en las guerras mundiales).

    1. Juan dice:

      Eso es hacer historia ficción. Te recuerdo que por las fechas de Trafalgar, ni Prusia ni auastria-Hungría estaban dominados y mucho menos Rusia podía permitirse quedarse cruzado de brazos mientras Napoleon reduce sus efectivos en tierra y los destina al mar para poder con la flota británica. Quizá la alternativa realista de Napoleon hubiera pasado por una campaña terrestre hacia la India. Alternativa de nuevo muy inviable porque dependería de la pasividad del resto de países europeos. Hacer todas estas cábalas es estéril. Lo que yo digo es que Trafalgar fue una de las batallas que más importantes. Decir que fue pírrica revela dos cosas. El autor busca polemizar para vender su libro. Muy loable. O es un demasiado patriota como para escribir desapasionadamente sobre historia. Y aquí de nuevo remito al trabajo monumental de Rafael Torres Sánchez. Ya sé que cuesta el doble que el libro de Nicieza, pero lo merece.

  8. Valeria dice:

    Gracias por vuestras aportaciones.
    Solo un comentario: refiriéndome siempre a estudios históricos serios, rigurosos y documentados, no tengo ningún problema en que me cuenten «historia rosa». Bastante historia negra hemos tenido ya. Pero para gustos, colores, como se decía antes.

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