LAS VÍSPERAS SICILIANAS. UNA HISTORIA DEL MUNDO MEDITERRÁNEO A FINALES DEL SIGLO XIII – Sir Steven Runciman

LAS VÍSPERAS SICILIANAS. UNA HISTORIA DEL MUNDO MEDITERRÁNEO A FINALES DEL SIGLO XIII - Sir Steven RuncimanNo es fácil encontrar libros de historia donde el fondo y la forma, el qué se cuenta y el cómo se cuenta, estén perfectamente entrelazados, de modo que uno llega a preguntarse si estamos ante un excelente ensayo o ante una deliciosa obra literaria. No es común hoy en día una historia netamente narrativa y de hechos estrictamente políticos (pongamos también religiosos, si acaso) que deje al lector tan satisfecho y con ganas de más, de mucho más. Y no es sencillo relatar en apenas 400 páginas unos hechos que sucedieron durante medio siglo, que dejaron huella y que acontecen en un ámbito a caballo entre Occidente y Oriente. Pero, sin duda alguna, sir Steven Runciman (1903-200) lo consiguió con Las Vísperas Sicilianas. Una historia del mundo mediterráneo a finales del siglo XIII (Reino de Redonda, 2009).

Hablar de Steven Runciman es hablar del hombre que, según se comentó cuando murió en el cambio de milenio, nos devolvió Bizancio. Su biografía nos remite al segundón de una familia nobiliaria británica, inmensamente curioso, con una capacidad innata para los idiomas («al parecer dominaba el latín a los seis años y el griego a los siete, a los que fue añadiendo el árabe, el turco, el persa, el hebreo, el siriaco, el armenio, el georgiano, el ruso y el búlgaro»). Profesor en Cambridge, heredó la fortuna de un abuelo acaudalado, lo cual, para envidia de muchos que le leemos hoy, le sirvió para retirarse a los 35 años y dedicarse a investigar y a viajar por todo el mundo. Todo un bon vivant, de buen gusto en la mesa, delicioso conversador, de esas personas que uno siempre quiere tener a su lado a la hora del café, capaz de contar chismes graciosos sobre la alta sociedad. En pocas palabras, un hombre de su tiempo que hoy en día se diría que está chapado a la antigua. Pero es el hombre que publicó una de esas obras imprescindibles, la Historia de las Cruzadas en tres volúmenes (1951-1954), editada en castellano por primera vez en 1973 y que, recientemente, Alianza ha reeditado en un único volumen. No diré nada descabellado si afirmo categóricamente que estamos ante la monografía de lectura obligada sobre las Cruzadas. Runciman escribió sobre muchos otros temas, pero siempre hay una constante en su obra: Bizancio. No obstante, uno de sus libros más celebrados es, justamente, una obra que se aparta de la temática bizantina, aunque no del todo. Pues en Las Vísperas Sicilianas (1958) Runciman no se olvida de su tema fetiche.

Leí este libro por primera vez hará una década en una edición gastada de Alianza Editorial hoy en día inencontrable. La sensación de haber leído una obra maestra me invadió al leer la última página. Porque eso hallamos en este libro que Javier Marías ha recuperado recientemente, tras regalarnos también hace pocos años otro de esos libros fascinantes de Runciman, La caída de Constantinopla (Reino de Redonda, 2006). Y ante ello estamos, ante una obra maestra sin ínfulas ni pretensiones, que se lee sin apenas levantar la vista de sus páginas, absorbido por un estilo sobrio, contenido y al mismo tiempo exquisito. Una historia del mundo mediterráneo –con Sicilia como eje central– que comienza con la muerte del emperador Federico II, el Anticristo para el Papado de su época, en 1250 y que nos lleva a las luchas por el trono de Sicilia (y el predominio de Europa) durante el siguiente medio siglo. Unas disputas que encontraron en Carlos de Anjou, hermano del rey San Luis de Francia, a un peculiar antihéroe. Pues consiguiéndolo todo, Carlos lo acabó perdiendo por culpa de su arrogancia.

Uno se preguntará qué tienen de especial las Vísperas Sicilianas. Runciman nos da la clave:

«La historia de la matanza de los franceses el 30 de marzo de 1282 […] es importante no por tratarse de un drama aislado de conspiradores y asesinos, ni por ser precisamente un episodio de la épica tragedia de Sicilia y sus opresores. La matanza fue uno de esos acontecimientos de la historia que alteran el destino de naciones e instituciones mundiales. Para comprender su importancia es necesario que la veamos dentro de su marco internacional. He tratado, por tanto, de narrar en este libro toda la historia del mundo mediterráneo en la segunda mitad del siglo XIII, con las Vísperas como núcleo central. El escenario es vasto: tiene que extenderse desde Inglaterra hasta palestina, desde Constantinopla hasta Túnez. Está también poblado por muchos personajes; pero un escenario histórico es, inevitablemente, populoso, y los lectores que tengan miedo de las multitudes deberán limitarse a los terrenos mejor ordenados de la ficción. El relato consta de varios temas que confluyen sobre este mismo punto. Es la historia de un príncipe brillante, destruido por su propia arrogancia. Es la historia de una amplia conspiración tramada en Barcelona y en Bizancio. Es la historia del valiente y hermético pueblo de Sicilia, levantándose contra la dominación extranjera. Es la historia del suicidio gradual de la idea más grandiosa de la Edad Media: la monarquía universal del Papado» (pp. 32-33).

Y no sólo ello: es también la historia del intento de unir las Iglesias católica y ortodoxa, separadas desde el cisma del siglo XI. Es la historia de personajes como Manfredo, el hijo bastardo de Federico II, que trató de crear un imperio mediterráneo con Sicilia como mascarón de proa. Es la historia del emperador Miguel Paleólogo, que reconquistó Constantinopla y restauró el imperio bizantino en 1261, y que se salvó por poco de una invasión en la que parecía tener todas las de perder. Es la historia de la ambición del rey Pedro III de Aragón, casado con la hija de Manfredo y decidido a vengar la muerte de éste por Carlos de Anjou, así como a construir un imperio más allá de sus reinos peninsulares. Es la historia de un Sacro Imperio Romano Germánico huérfano, sin emperador durante una generación, desde la muerte de Federico II y hasta la elección de Rodolfo de Habsburgo en 1273, y cuyo dominio desató las ansias de personajes como Ricardo de Cornualles o Alfonso X el Sabio. Es la historia de un infausto muchacho, Conradino, el último de los aguiluchos del nido Hohenstaufen, decidido a asumir el destino al que el legado familiar le obligaba, pero cuyo vuelo quedó truncado en el campo de batalla de Tagliacozzo. Y es, sobre todo, la historia de Carlos, «rey de Sicilia, Jerusalén y Albania, conde de Provenza, Forcalquier, Anjou y Maine, regente de Acaya, señor supremo de Túnez y senador de Roma, […] sin duda alguna, el más poderoso de Europa» (p. 313). Un monarca más que capaz, con buen tino para la administración, justo y honrado, pero que no supo resistirse al peso de sus ambiciones, ciego a y sordo a sus propios defectos, obsesionado por tener un imperio propio, aunque al final no pisara nunca la joya de su corona, Sicilia.

Runciman nos lleva de la mano de todos estos personajes en un viaje a un período convulso y al mismo tiempo épico. Nos muestra un vívido fresco de ambiciones y miserias, de triunfos inmortales y de caídas casi divinas. Nos seduce con un estilo sin concesiones a la anécdota frívola (y podría contar muchas anécdotas de este tipo), con un dominio magistral de la narración, con un relato a caballo entre lo que huele a novela histórica y lo que se paladea como ensayo de altura. Porque es ese estilo lo mejor que se destila de la obra de Runciman. Una prosa subyugadora, sencilla y sin estridencias, que acompaña al lector durante todo el viaje y que le mantiene en vilo. Conocemos los hechos, pero no los llegamos a sentir con tanta viveza como resultado de la pluma de Runciman.

Estoy permanentemente enamorado de este libro; releerlo cada cierto tiempo (y ahora en una excelente y cuidada edición) es un placer al que nunca me resisto y sobre cuyos pasos siempre vuelvo. Os animo, os exhorto, os suplico que lo disfrutéis tanto como yo lo he hecho en varias ocasiones. No os decepcionará; bien al contrario, os preguntaréis cómo pudisteis no haberlo leído antes. Y seguramente sonreiréis cuando, en una posterior relectura, leáis las palabras de sir Steven Runciman: «rara vez se recuerdan hoy en día las Vísperas Sicilianas…».

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20 comentarios en “LAS VÍSPERAS SICILIANAS. UNA HISTORIA DEL MUNDO MEDITERRÁNEO A FINALES DEL SIGLO XIII – Sir Steven Runciman

  1. David dice:

    Un libro increíble, parece que estas leyendo una novela pero cargada con un rigor y una narrativa que hace que te lo leas en un periquete. Yo lo devoré en verano en la piscina. Ahora tengo ganas de echarle el guante a la «Caída de Constantinopla del mismo autor. Disfruté también con su Historia de las Cruzadas que nos la habían recomendado en Historia Medieval Universal.

  2. Historicus dice:

    Muchísimas gracias Farsalia por haber hecho una crítica, y además tan bien hecha, de una obra histórica que a mi me parece imprescindible por su detalle, su claridad y por la calidad con que escribe el Sr. Runciman. No olvidemos que sin ser un historiador profesional su trabajo de investigación previo a la elaboración de sus obras era tan exhaustivo o más que el de los profesionales.
    Coincido y confirmo todo lo que dices.

  3. Clodoveo11 dice:

    Excelente reseña. Ahora mismo acabo de terminar el de las Cruzadas, tras 2 meses de lectura: magistral. Por ponerle un único pero, sus conclusiones, algo discutibles. Pero por lo demás una obra maestra de la historiografía: riguroso, con abundantes referencias, amenísimo (no es de esos que te pones a levantar la vista a pensar una excusa para interrumpir la lectura) y en línea con su pensamiento central, que el historiador ebe hacer historia, enlazar conceptos y situaciones, buscar la globalidad, y no enclaustrarse en monografías técnicas especializadas pero sin complicaciones.

    Un genio este Runciman. Ya me gustaría tener a su abuelo, puñetas.

  4. Uther dice:

    Magnifica reseña Farsalia. De hecho ya la leí en tu blog y has sido el «culpable» de que encargara este libro y el de La caida de Constantinopla. Saludos.

  5. Anthos dice:

    Rara vez se encuentra a alguien como tú, Farsalia, que encomie tan vehementemente un libro con el ardor con el que tú lo alabas y recomiendas. Debe gozar de singulares bondades objetivas para que un lector de fundado criterio lo sancione de este modo. No puedo opinar personalmente sobre la forma en que Runciman aborda la narración pues no he leído este libro, pero el episodio de «Las Vísperas Sicilianas», que trascendiendo de esa mera condición de episodio devino en un acontecimiento histórico de primera magnitud en el ámbito mediterráneo, sí me resulta atractivo e interesante.

    Como tú apuntas, los acontecimientos sicilianos afectaron en buena medida a nuestros intereses patrios pues las dos coronas hispanas, la de Castilla y la de Aragón, estuvieron relacionadas con ellos, en ambos casos por los supuestos derechos devengados en favor de los respectivos monarcas por razón de su matrimonio. Fernando III de Castilla, maridado con Beatriz de Suabia, nieta de Federico I Barbarroja, nunca aspiró a la corona imperial germánica pues moría al tiempo en que se iniciaba el Gran Interregno, pero su hijo Alfonso X sí porfió con ahínco por subir al trono del Sacro Imperio, aunque sin resultado positivo. De muy diferente signo fue la suerte de Pedro III de Aragón, cuya esposa, Constanza de Suabia, era hija de Manfredo I de Sicilia y heredera legítima, tras la muerte de Conradino, de los derechos de los Hohenstaufen al trono siciliano. Animado por los gibelinos italianos y por los opositores a la ocupación angevina de Sicilia, pero confiando principalmente en la poderosa escuadra naval salida de los astilleros catalanes a cuyo mando se hallaban los almirantes Queralt y Roger de Lauria, marchó sobre Sicilia de triunfo en triunfo aniquilando a su paso la enorme flota de Carlos de Anjou. En 1282 era coronado rey de Sicilia en Palermo dando comienzo a la dominación aragonesa, primero, e hispana, luego, que duraría hasta 1713.

    Realmente Conradino no murió en la batalla de Tagliacozzo sino vilmente decapitado por Carlos de Anjou tras haber sido hecho prisionero en aquel lance.

  6. Pere dice:

    Enhorabuena por la reseña de un libro único y maravilloso que ha vuelto a las librerías en una edición de culto, tal como merece, y del que veo que Farsalia tenía un ejemplar de Alianza Editorial. Hombre afortunado. En su tiempo yo tuve que conformarme con unas fotocopias encuadernadas y cutres para poder seguir con la lectura del autor de la Historia de las Cruzadas, inglés inconmensurable, este Steven Runciman, del que se echa en falta una biografía y del que siempre me pregunto si se corresponde con el personaje interpretado por Peter O’Toole en la película El ultimo emperador (Runciman fue maestro de Puyi durante su exilio interior en la ciudad prohibida y por lo que contaba el inglés, tocaron el piano a duo en varias ocasiones).

    Mi batallita particular del hecho histórico que os cuento es la punzada de emoción que sentí al llegar a Trápani y recordar que fueron estas mismas playas las que el 30 de agosto de 1282 avistaron a nuestra flota de guerra de cuatribarradas enseñas con el buen soberano Pere el Gran encabezando la liberación de Sicilia.

  7. Dronne dice:

    Pues me has convencido, y este libro será una de mis próximas compras. Gracias por la reseña Farsalia

  8. pepe dice:

    Estupenda reseña, Farsalia. Existe una ópera de Verdi titulada Les vêpres siciliennes porque fue escrita para ser representada en la ópera de Paris, en 1855. Unos meses después se estrenó en Italia, pero con otro nombre: Giovanna de Guzman, con la acción situada en Portugal, ya que Verdi era consciente de que en ese momento el público italiano no aceptaría de buen grado que se desarrollase en Sicilia (Garibaldi y sus camisas rojas no desembarcarían allí hasta cinco años después). Hoy día la versión que más se representa es una revisión posterior, de título I vespri siciliani, que Verdi intentó volver a representar en 1863 sin demasiado éxito. La ópera tiene cinco actos y si mi matrimonio ha resistido la prueba de verla entera de pie en la ópera de Viena ya puede resistir cualquier cosa. Dejo más abajo un enlace con la obertura.

    http://www.youtube.com/watch?v=4ul0gh2kZgM

  9. Anthos dice:

    Gracias, pepe, por traer a colación esta magnífica ópera de Verdi y por presentarnos a Claudio Abbado, siempre magistral, al frente de la Filarmónica de Berlín. Yo tengo la versión de Riccardo Muti con la Orquesta y Coro de la Scala de Milán que tampoco está nada mal.

    Melómanos saludos.

  10. Salvador Felip dice:

    Yo no he leído este libro, pero ‘La caída de Constantinopla’ fue mi libro de cabecera durante bastante tiempo mientras escribía mi propia novela, y no me resisto a confesar que pocas veces me he encontrado con un ensayo tan fácil de leer, hasta el punto que uno piensa si no está haciendo el panoli al novelar esos hechos, cuando basta decirle a la gente que se lea el libro de Runciman.

    Las vísperas sicilianas y la historia de las cruzadas llevan mucho tiempo en mi lista de libros pendientes, pero tengo tantas cosas en la mochila que siempre los voy retrasando. Espero que la excelente reseña de Farsalia me anime a hincarles el diente de una vez.

    Un saludo a todos

  11. farsalia dice:

    Gracias por vuestros comentarios (disculpadme que no os haya dicho nada en el ínterin, he estado liado).

    Secundo tus apreciaciones, Anthos. La enorme virtud de este libro es que, a partir del episodio de las Vísperas, se nos muestra un tapiz del mundo mediterráneo en la segunda mitad del siglo XIII, e incluso antes. Los principales estados, todos, tienen algo que decir, incluso los bizantinos de Nicea.

  12. APV dice:

    Si, había muchos que se la tenían jurada a los angevinos en esos momentos para montar esa acción.

  13. farsalia dice:

    Se hicieron de querer… xD

  14. Javier dice:

    Gracias por la reseña, Farsalia, pongo ese libro en mi carrito mental de compra.

    Sin embargo, tengo que discrepar algo sobre Runciman, del que he leído la trilogía de las Cruzadas. Sin duda se disfruta la lectura, es amena y rigurosa en la exposición de los hechos. Como bien decís, se lee como una novela. Pero …

    … me falta un análisis con más perspectiva. En historia los árboles son tan importantes como el bosque.

  15. farsalia dice:

    Ya, pero a Runciman hay ramas de la historia que no le interesan. No le interesa la historia económica, por ejemplo, o las mentalidades. Es un autor muy de su época, que bebe en fuentes, que las exprime al máximo, que cuenta una historia narrativa.

  16. Clodoveo11 dice:

    Yo no diría tanto que no le interesan esas facetas de la historia: sobre las Cruzadas apunta las corrientes mercantiles preponderantes en cada momento y la influencia que tuvieron en los movimientos de las potencias de la época, así como también disecciona las motivaciones e intencionalidades de personajes y situaciones. Ahora bien, no les otorga una preponderancia histórica tal y como hacen los annalistas, por ejemplo. Y también echa mano bastante de la lógica para encuadrar las actividades: si algo le parece inconsecuente, atemporal o ilógico, no duda en criticar las fuentes sin caer en el seguidismo.

  17. farsalia dice:

    Cierto, pero más allá de apuntar algo sobre el comercio –las disputas entre Génova y Venecia, por ejemplo–, apenas toca el tema; en su época estaba aún muy vigente el libro Mahoma y Carlomagno de Henri Pirenne. Pero no sigue, ni le interesan, los estudios de los años cuarenta y cincuenta de Duby, Braudel o Labrousse; estudios que son de obligada referencia, todo hay que decirlo.

    Es lógico que un hombre de la formación de Runciman haga una buena crítica textual; no en balde era una eminencia en lo que respecta a las fuentes bizantinas, por ejemplo.

  18. Trocero dice:

    La edición de REino de Rotonda es una maravilla. Da gusto pasar las páginas del libro analógico.

  19. Anaxandrinas dice:

    Libro muy bueno, con gran rigor histórico, y en cambio facil de leer como una novela. Muy en linea con la obra escrita por el mismo autor «Las Cruzadas», que también recomiendo su lectura

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