LA REVELADORA – Daryl Gregory
“Quería, más que nada, salir corriendo. Correr y seguir corriendo hasta encontrar a alguien que lo salvara. Tenía que contarle a todo el mundo lo que había visto. Satanás era real”.
Misterio sobrenatural habemus. Ya basta de ceñirse a los parámetros que nuestra racionalidad, sea esto lo que sea, nos marca y nos delimita. De cuando en cuando hay que despegar los pies del suelo y las neuronas de sus sinapsis, y pensar que Kant no estuvo tan fino cuando decidió establecer aquello de las condiciones de la posibilidad del conocimiento. Hay cosas que escapan a esas condiciones, a esos límites, cosas que se encuentran en la “zona oscura”, y pese a ello pueden ser igualmente conocidas. Eso sí: al espacio y al tiempo, que también los estudió el bueno de Kant, sí va bien dejarlos donde están, porque si no el desbarajuste mental sería de órdago. Así que estos son los límites: por un lado, el estado de Tennessee, y por otro, dos momentos: 1936 y 1948. Esas son las cartas; otra más, la del comodín, se llama el Diospapá. Ahora, a jugar.
La reveladora (Revelator, título original cuya evocación de otras palabras con igual terminación y marcada tradición cinematográfica, es tan inadecuada como involuntaria) es, además del título de la última novela de Daryl Gregory, el nombre que recibe(n) la(s) protagonista(s) de la misma. La historia se sitúa en Estados Unidos, en la América profunda, en un mundo de granjas con cerdos y de iglesias con feligreses, de sheriffs algo inmaduros y de muchachas que han madurado a la fuerza, de individuos cerrados de mente y de otros con la mente muy abierta. Un mundo de contrastes, en definitiva, como lo es el nuestro. En ese tiempo y lugar, la saga familiar de las Birch (Esther, Lena, Motty, Stella…) son, quiéranlo o no, reveladoras (no, no tiene nada que ver con meterse en un laboratorio y revelar fotos). No se trata de un oficio, ni de una ocupación ocasional: es lo que son. Y lo son a su pesar en algunas ocasiones, aunque en otras dan gracias por ello.
La historia transcurre entre granjas situadas en medio del paisaje sureño, y alambiques en los que se destila licor de manera ilegal. La protagonista es Stella, una niña que durante media novela tiene 9 años, y luego 12 y 14; y durante la otra mitad es ya una mujer de 24 años. Siendo niña descubre con temor y asombro lo que ella es; siendo adulta actúa en consecuencia, puesto que ya conoce su naturaleza. La novela es así un continuo ir y venir al pasado y al presente, a la niñez y a la adultez. Por un lado estamos expectantes ante lo que hay por descubrir, y por otro nos morimos por saber qué fue lo que pasó. Intriga, misterio sobrecogedor y saltos en el tiempo. Ese es el esqueleto de La reveladora, lo que le insufla vida y alma.
La novela combina el elemento histórico, el fantástico y el misterioso. Sobre el primero, hay que decir que no es su punto fuerte: pocas pinceladas le bastan al autor para dibujar el ambiente rural de una granja en la montaña y para esbozar la mentalidad de una ferviente comunidad religiosa de los años 30 y 40, que cree… en algo. En cuanto a lo fantástico, de eso se trata justamente: de aquello en lo que cree la familia Birch, algo un tanto diferente a lo que se predica en la iglesia tradicional, algo sobrenatural que sobrevive generación tras generación. Y el misterio, pues lo hay, y doble: por un lado, averiguar qué diantres le sucedió a Stella la niña para que Stella la mujer actúe como lo hace; y por otro, descubrir cuál será el final de la historia. No es, eso sí, una novela de terror; ni en los momentos más tensos llega uno a sentir sobresalto o miedo. El aliciente de la novela es, creo, la trama y el componente sobrenatural, que sin duda son la salsa que liga todos los ingredientes.
Daryl Gregory se reveló hace un par de décadas como un autor a tener en cuenta en el mundo de la literatura fantástica; desde entonces ha recibido diversos premios y nominaciones. Con La reveladora ha logrado una novela ideal para desconectar y dejarse llevar, con un cierto aire gótico que la hace más interesante. Los amantes del género la disfrutarán.
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Daryl Gregory, La reveladora (traducción de Carles Andreu). Barcelona, Blackie Books, 2023, 392 páginas.
Anda!!! Interesante propuesta, por cambiar de género… Buena reseña.
Ambiente sureño, la América profunda de los años 30, 40 y 50, terror sobrenatural, el Más Allá… Ingredientes que ciertamente no son novedosos, pero cuya mezcla dan como resultado un cóctel muy potable.
Hombre, si está bien escrito y ambientado, seguro que más que potable… Espero. ;-)
Bien escrito y ambientado está, en efecto.
Muy buena reseña Cavilius, sobre todo la primera parte con Kant, de esas que hacen comprar el libro. Más aún si a uno le interesan los ejes que atraviesa la novela.
Gracias. He de confesar que en ese sentido yo soy bastante kantiano, me gusta que las novelas (y las películas, ya puestos) tengan los pies bien puestos en el suelo de la racionalidad y no sean una chistera sin fondo de la que cualquier cosa puede salir. Pero es una simple cuestión de gustos. La reveladora juega a saltarse esos límites, está bien escrita y no lo hace mal, en mi opinión.