LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (II) – Martin Gilbert
Ya se me está acabando el libro de Martin Gilbert y un día de estos pondré su último post con la cifra de bajas de la guerra, para que volvamos a alucinar un poco, pero ayer hubo una lamentable anécdota que me gustaría contar aquí.
Resulta que el armisticio con Alemania se firmó el 10 de noviembre de 1918, pero el alto el fuego tendría vigencia al día siguiente a las 11 de la mañana, supongo que porque a algún espabilado le debió hacer gracia la idea de un alto el fuego a las 11, del día 11, del mes 11. En fin, da igual. El caso es que la anécdota se centra en los minutos previos a que se disparara la última bala en el frente occidental después de 4 años. Todo un momento.
La historia es de un soldado cualquiera, creo que inglés, que llevaba en el frente desde el 14, es decir, estaba vivo de puro milagro. Quedaban sólo 2 minutos para las 11 según su reloj, así que imaginad cómo debía estar el hombre. La cosa es que se gira para comentar ese hecho (que sólo quedaban 2 minutos para el final de la guerra) y un disparo de un francotirador alemán le vuela la cabeza.
Así, sin más. Pum. Un disparo, aún dentro de de la guera, y adiós. Después de 4 años de salvar el pellejo. Y ya está. Una baja más de la larga lista y otro telegrama. Ni más ni menos.
Bueno, sé que no es una anécdota agradable, pero me marcó bastante al leerla. Mierda de guerras.
entre ser el primero o el último en caer, no sé que prefiero. Casi el primero, ¿no?
Javier.
Pues la verdad que sí, porque al menos te ahorras cuatro años de mierda.
Richar.
Vaya, vaya…yo creo que lo importante no es si caer o no…si no caer con honor y morir por lo que crees.
Carlos.