LA FORTALEZA. PRZEMYSL, LA CIUDAD QUE DESAFIÓ A RUSIA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL – Alexander Watson
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Cuando las tropas rusas entraron en Lwow, miles de refugiados y militares pasaron por la fortaleza para seguir camino hacia el oeste o establecerse en la ciudad para formar parte de las tropas que defenderían la posición rodeada de fortines y tres círculos de defensa, sustentada por una artillería caduca y defendida por unas tropas que inicialmente no estaban preparadas para enfrentarse a los regimientos rusos. Si a esto sumamos que el oficial al mando del ejército austrohúngaro en la zona era un militar de escritorio y despacho, todo pasó a depender de los propios oficiales al mando de la fortaleza y de su capacidad para gestionar soldados, alimentos y la ciudadanía allí establecida. Y lo hicieron relativamente bien ante el primer órdago lanzado por los rusos, quienes se encontraron con una solvente y fuerte resistencia, en parte apoyada por los socorros enviados desde Viena. Sin embargo, las estrategias rusas al norte y al sur de la ciudad, y la propuesta austrohúngara de cruzar los Cárpatos en invierno en un extravagante contraataque, terminaron por dejar abandonados a su destino a los defensores, a los que incluso se les ordenó realizar algunas operaciones ofensivas, sin contar con su poca preparación y escasos medios, además de sumar cierta insolvencia de algunos mandos en aquella campaña.
A parte de estas consideraciones militares, el autor muestra cierta atención a los desmanes que se sucedieron con algunas poblaciones étnicas, incluida la judía, por parte, no solo de los invasores rusos, sino también, inicialmente y ante las perspectiva de la invasión, por parte de los habitantes puramente austrohúngaros, temerosos del apoyo que ciertos sectores polacos o rutenios pudieran ofrecer a las tropas del zar. Entre unos y otros, como siempre, quienes salen perdiendo en estas situaciones son los más débiles, civiles y ciudadanos pillados entre dos frentes y que se ven culpabilizados como sospechosos y por ser titulares de una nacionalidad diferente a las mayorías de cada momento.
Estamos ante un libro que se lee con gusto y que afronta facetas militares, estratégicas y humanas en el comienzo de una guerra terrible y especialmente dura en los territorios del este, en base a esa plurinacionalidad establecida. Por supuesto los hechos bélicos, especialmente protagonizados por los defensores de la fortaleza, forman los cimientos del libro, por cierto, haciendo hincapié en la mala preparación de la oficialidad y tropa, el uso de material casi obsoleto y la total ineptitud de los mandos austrohúngaros, faltos de perspectiva y anclados todavía en un aura de un Imperio claramente en decadencia. Respecto a la versión rusa de este conflicto localizado entre verano de 1914 y primavera de 1915, no se hacen aportaciones sobre su actividad, más allá de los choques puntuales, los avances realizados contra la fortaleza y algunas estrategias ofensivas y defensivas acontecidas al norte y al sur de Przemyls, volcando el autor todo su interés, en aquellos defensores, soldados y civiles, que soportaron el asedio afrontando cañoneos, hambre, enfermedades y salidas suicidas ordenados por mandos cómodamente situados lejos del frente.
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Alexander Watson. La Fortaleza. Przemysl, la ciudad que desafió a Rusia en la Primera Guerra Mundial, traducción: Javier Romero Muñoz, Desperta Ferro Ediciones, 2023, 352 pp.
Gran reseña y gran libro. El único pero es que se hace corto.
Tampoco da para mucho más… Creo que le han sacado todo el jugo posible al tema en cuestión. Interesante sí que es.
Gracias por la reseña. El libro, como bien comenta Juan, se hace corto de lo bueno que es. Ahora estoy por el capítulo 4, voy dosificando su lectura para disfrutar al máximo de la misma, no quiero que se acabe, pero siempre hay un final.
En cuanto a lo leído es de destacar que desgraciadamente aquellas tierras se las ha calificado, para mí muy acertadamente, de “tierras de sangre” y este trabajo lo pone en evidencia una vez más. La defensa de la fortaleza implicó el asesinato de civiles, la mayoría rutenos, a los que las tropas húngaras masacraron indiscriminadamente culpabilizándolos de trabajar para el enemigo ¿cuántas veces hemos podido ver esta misma situación a lo largo de la historia? Aquí se vuelve a cumplir esta desgraciada acusación que tantas matanzas ha generado y sigue generando en la actualidad en numerosos conflictos. Desde luego la Gran Guerra fue una lucha sin cuartel, en este caso atacar una fortaleza como la de Przemysl uno ya puede imaginarse lo terrible que debió ser cercar y defender dichas murallas llegando incluso al cuerpo a cuerpo. De momento, y para no “reventar” el libro, el primer envite parece que fue salvado en espera de los refuerzos del imperio austro-húngaro. Sigo con esta magnífica lectura que humildemente recomiendo.
Saludos.
El tema de las luchas étnicas de aquellos territorios los trata, como bien dice, en los primeros capítulos, sin ahondar mucho más. Pero desde luego es una lacra que dura hasta nuestros días, efectivamente. Gracias por tu aportación y disfruta de lo que te queda de libro.
Hoy le he dedicado su tiempo a finalizar el libro de Alexander Watson sobre el asedio de Przemysl reseñado por Iñigo. Como comenté anteriormente, su lectura se me ha hecho corta y eso dice mucho a favor de dicho trabajo.
A partir del capítulo 5 se aborda con un poco más de profundidad el antisemitismo siempre latente en aquellas tierras del Este de Europa, en este caso el perpetrado por el régimen zarista; crueldad, codicia, brutalidad y limpieza étnica completarían el elenco de ataques a la comunidad judía por parte de los rusos. El autor también deja claro que no puede hablarse de genocidio, pero desde luego sí inició un camino que traería consecuencias muy desastrosas para el futuro de los judíos de la zona.
Como en todo asedio, la logística para soportar dicho envite supuso un quebradero de cabeza para los ejércitos implicados, en el caso de la fortaleza de Przemysl no resultó diferente. La hambruna, ligada a una corrupción enquistada entre los mandos, hizo muy difícil la vida de los soldados, si a ello le añadimos la exigencia de una disciplina extrema, los severos castigos ante cualquier atisbo de intento de deserción, más las muertes por enfermedades, pues tenemos un cuadro general de la situación muy duro de sobrellevar.
Algunas cifras son también destacables, en el caso de los rusos estos llegaron a hacer 117.000 prisioneros entre las tropas de los Habsburgo , el asedio duró 181 días.
En definitiva y para acabar, un libro muy bien escrito, de agradable lectura y al cual yo valoraría muy positivamente. Un gran trabajo.
Saludo
Efectivamente. El acierto del libro está en que no es un tema tratado especialmente en estos lindes y precisamente por eso y la frescura en su presentación, resulta una lectura especialmente atractiva. Bien por Desperta Ferro.