LA EXPERIENCIA TOTALITARIA – Tzvetan Todorov

LA EXPERIENCIA TOTALITARIA – Tzvetan Todorov«El mal nunca está únicamente a nuestras espaldas.»

La lucha contra el totalitarismo es un ingrediente esencial en la construcción de la moderna democracia, y el conocimiento del pasado es siempre una advertencia para el presente aun cuando los antiguos males  parezcan por completo conjurados. La historia no se repite simplemente, por lo que no se trata tanto de prevenir el surgimiento del totalitarismo en el seno de las propias sociedades liberales como de prevenir prácticas afines al totalitarismo y corrosivas de la legitimidad democrática. La historia como advertencia es, pues, el principio que subyace al presente trabajo de Tzvetan Todorov, bien que su título en la edición en castellano no haga entera justicia al conjunto (en la edición francesa original, La signature humaine). ¿La experiencia totalitaria? Un título sólo parcialmente acertado.

El libro consiste en un conjunto de nueve ensayos vertebrados por un enfoque varias veces probado por el autor, cual es el de la historia narrativa aplicada a una serie de casos o temas puntuales que ilustran un tema general. Todorov se empeña en extraer enseñanzas de historias ejemplares, trátese de la experiencia vital de personas insignes (los «Retratos» de Germaine Tillion, Raymod Aron, Mijaíl Bajtín y Roman Jakobson), de lo que él llama precisamente «Historias» (como las impresiones acerca de Stalin contenidas en el diario de Giorgi Dimitrov o el paralelismo entre vanguardias artísticas y dictadores totalitarios), o de lo que califica de «Temas» (como los límites de la justicia internacional o la memoria como remedio contra el mal).

La introducción, bastante larga y enjundiosa, es tanto la presentación y justificación de los contenidos del libro como una síntesis y sistematización de postulados del autor en torno a los totalitarismos (ideología y realidad totalitarias, la moral bajo el totalitarismo, memoria o problematización actual del totalitarismo) y sobre cuestiones afines a dicho fenómeno y que conciernen primariamente a Estados liberales, a saber: a) el mesianismo democrático, propio de las potencias occidentales –muy especialmente los EE.UU.- que agreden a países menores en nombre de la democracia y los derechos del hombre e instalan gobiernos dóciles; fruto de lo que Todorov ha denominado la «tentación del bien», este mesianismo se puede rastrear ya en en las guerras napoleónicas y en el colonialismo decimonónico como pretendidos vehículos de las ideas ilustradas; recientes intentos de exportar la democracia por la vía militar suelen degenerar en la institucionalización de prácticas lesivas de los derechos humanos, entre ellas la tortura; b) el ultraliberalismo, cuya crítica de los regímenes totalitarios  se sustenta en una concepción del hombre y de lo social tan monista, tan unidimensional, que resulta ser el reverso simétrico del marxismo; una concepción que de puro reduccionista llega a ser asocial y ahistórica, con su absurda apología del individualismo extremo (el individuo autosuficiente es una abstracción tan quimérica como cualquiera de las imaginadas por las ideologías colectivistas), su sacralización de la autonomía económica y del mercado y su banalización de la soberanía política y de las facultades cívicas del hombre. Esto, por no hablar de las afinidades del dogma ultraliberal con el discurso totalitario: su cientificismo o pretensión de basarse en verdades científicas incontrovertibles y excluyentes; su radicalismo y maniqueísmo; el economicismo que comparte con la ideología marxista; su incoherente, paradójico llamado a la acción estatal orientada a la supresión de las trabas impuestas al mercado, precisamente una forma del intervencionismo estatal que tanto repudian los ultraliberales.

Los cuatro personajes retratados en la primera parte del libro son excepcionales, cada uno a su modo. Germaine Tillion (1907-2008), etnóloga de profesión, perteneció a la Resistencia francesa, fue deportada al campo de concentración alemán de Ravensbrück (en donde fue asesinada su madre), escribió un libro-testimonio sobre su reclusión, y en los días de la guerra de Argelia luchó contra la tortura, las ejecuciones capitales y los atentados terroristas. El sociólogo y comentarista político Raymond Aron (1905-1983) fue uno de los más lúcidos «espectadores comprometidos» del siglo XX, tan lúcido que por lo general se vio reducido a la marginalidad (fue también su opción personal) en una época que prefería el brillo y la grandilocuencia de un Jean-Paul Sartre (al invertirse las preferencias, la posterioridad parece redimir la sabiduría del público). Por su parte, la trayectoria paralela de los filósofos rusos del lenguaje Mijaíl Bajtín (1895-1975) y Roman Jakobson (1896-1982), el primero de los cuales permaneció en la Rusia soviética mientras que el segundo emigró a Occidente, es presentada por Todorov –quien fue discípulo de Jakobson- como una confrontación ilustrativa de la historia intelectual del siglo pasado, aunque al reseñador le ha parecido más bien anecdótica y menos interesante.

En un libro pletórico de puntos altos, uno de los más altos tal vez lo constituya la treintena de páginas en que el autor narra la salvación de la mayoría de los judíos de Bulgaria, en tiempos en que se consumaba precisamente el Holocausto. Una historia de integridad y coraje que enaltece a un país y reivindica la memoria de personajes por lo general desconocidos, muy especialmente Dimitar Peshev, vicepresidente del Congreso búlgaro, de quien dice Todorov que: «En la Europa de 1943, sometida al poder nazi, [Peshev] es probablemente el único hombre de Estado que supo plantar cara a la infamia y que consiguió detener la persecución de los judíos. En adelante ya nadie puede decir: yo no sabía, yo no debía, yo no podía…» (p. 185). También es de alto interés –aunque no precisamente novedoso- el perfil que Todorov obtiene de Stalin en el diario del célebre dirigente comunista búlgaro Giorgi Dimitrov, publicado por primera vez en 1997 y traducido al inglés en 2003. Perfil que, por cierto, concierne ante todo a las ideas y políticas del líder soviético en tiempos convulsos como pocos: se revelan en las notas de Dimitrov la incapacidad inicial de Stalin para comprender a Hitler, la desafección del internacionalismo marxista y la adopción de un nacional-comunismo ruso, la subordinación de la ortodoxia ideológica a los intereses del poder (la ideología como una máscara cómoda que permite conquistar y mantener el poder), etc. Se percibe con toda su fuerza a un líder no ya de una causa doctrinaria sino de una gran potencia, a un terrible hombre de Estado que funde su conveniencia personal con la de su país.

El ensayo titulado «Artistas y dictadores» parece tener vagas resonancias del libro fundamental de Roger Griffin, Modernismo y fascismo (no mencionado en las Notas). En él, Todorov estudia las afinidades –propiciadas por el clima social y político de la primera mitad del siglo XX- entre vanguardias artísticas y dictadores totalitarios, dando cuenta de los puntos de encuentro entre –por ejemplo- los futuristas italianos y el fascismo de Mussolini, o entre los constructivistas rusos y los revolucionarios bolcheviques. Unos y otros, artistas de vanguardia y dictadores, tienen en común su radicalidad, o el integrismo, un afán de hacer añicos lo existente y trabajar desde cero, llevando hasta sus últimas consecuencias el proyecto prometeico y la ambición totalizadora de la modernidad. Artistas de vanguardia y revolucionarios comparten una visión maniquea del mundo, y no es extraño que los últimos se concibiesen a sí mismos como una vanguardia.  Lo que los distingue es principalmente la escala a que trabajan y, por ende, la de las consecuencias de sus actos.

Todorov rinde un sentido homenaje a Primo Levi, de quien enfatiza la alta valoración concedida a la memoria de las catástrofes generadas por el totalitarismo como mecanismo preventivo. Sin embargo, afirma Todorov, «no es necesario que se den todas las características del Estado totalitario para que se reproduzcan algunas de sus prácticas. Levi lo sabe. La violencia ilegítima (si no “inútil”) no es una prerrogativa de los regímenes nazi y comunista, sino que puede verse también en los Estados autoritarios del tercer mundo e incluso en las democracias parlamentarias. Para ello basta con que la voz de los dirigentes políticos la presente como necesaria, incluso como urgente» (p. 270).

Tzvetan Todorov, nacido en 1939 en Sofía, Bulgaria, es un intelectual formado originalmente en Filosofía del Lenguaje en París, ciudad en la que reside desde 1963. Autor de una abundante obra que combina la investigación histórica con la reflexión filosófica y el comentario político, destacando títulos como La conquista de América: el problema del otro (Siglo XXI, 2010), Frente al límite (Siglo XXI, 1993), Memoria del mal, tentación del bien (Península, 2002) y  El hombre desplazado (Taurus, 2008). En 2008 le fue otorgado el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.

-Tzvetan Todorov, La experiencia totalitaria. Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2010. 315 pp.

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23 comentarios en “LA EXPERIENCIA TOTALITARIA – Tzvetan Todorov

  1. Lopekan dice:

    ¡OoOoOohhh, la reseña gráfica! Un recital de saber hacer y saber ver. Las delicias de Nuru.

    Sobre el libro, y tratándose de no olvidar los totalitarismos en la historia, otra traducción para el título podría haber sido «La condición humana», ¿no?

  2. Libros dice:

    Entre otras cosas, me quedo con esto: «No es necesario que se den todas las características del Estado totalitario para que se reproduzcan algunas de sus prácticas». Afirmación que hoy parece más acertada que nunca
    Un saludo
    Leo

  3. Rodrigo dice:

    Ok.

    “La condición humana”. Hubiese sido una traducción aproximada del título original, creo, también muy vago.

  4. Hindenburg dice:

    Buen «trifaz» del encabezamiento, si se me permite el palabro. Algo así como la Trinidad totalitaria, si se me permite tambien la analogía divina.

  5. Koenig dice:

    Mmmm. Una reseña un tanto floja, Rodrigo, la he entendido a la primera. Jeje.

    Y metiéndome en el título, yo tal vez traduciría Signature = firma como huella, rastro…
    Opino.

  6. Rodrigo dice:

    Jo, debo estar en baja forma.

    Esa ayuda esperaba yo. Gracias, Koenig.

  7. Lopekan dice:

    A vueltas con lo del título, me ha intrigado el significado que el autor le ha querido dar a lo que puedan tener en común los nueve ensayos de esta recopilación. Así que he indagado un poco: dice Todorov en una entrevista que escogió la expresión «la signature humaine» como título
    «… porque resume, de alguna manera, mi propio camino. He encontrado mi punto de partida, el signo, y mi punto final, los seres humanos! Cuando comencé mi investigación en la década de 1960, el estudio de los signos, en toda su variedad, era el marco general. Quería explorar sus diversas facetas a través de la teoría del lenguaje, la literatura, las artes. Luego me decanté por lo que se oculta detrás de los signos. Me sentí atraído por la comprensión de la conducta humana en sí misma…»
    Y es que el hombre es Filósofo del Lenguaje. Total, que vincula los signos (de todo tipo) con la conducta humana. Este concepto le habrá parecido inaprensible al editor, y desde luego menos comercial que la referencia al totalitarismo en el nuevo título para la edición española.
    Así las cosas, y sabiendo esto, ahora me arriesgo con otra posible adaptación del título, que aúne signo y conducta: «la impronta humana».

  8. Koenig dice:

    Pues mira, voy a concordar, brevemente….

    ¡Ya!

  9. Rodrigo dice:

    Muy pertinente. Se agradece el aporte, Lopekan.

    A lo mejor el editor ha «saqueado» un libro anterior de Todorov, El hombre desplazado, uno de cuyos capítulos se titula justamente «La experiencia totalitaria». Como fuere, Todorov lleva bastante tiempo reflexionando y escribiendo sobre el totalitarismo y sobre cuestiones de actualidad, y esta faceta de su obra me interesa mucho más que sus experiencias estructuralistas de antaño.

    Saludos.

  10. Lopekan dice:

    Tengo que agradecerte, Rodrigo, que me hayas hecho descubrir a este autor, a este humanista. Tiene pensamientos admirables, como cuando confiesa: «lucho contra el mal por medio del conocimiento». En cuanto pueda, le echaré un ojo, y parte del lóbulo frontal ;P

  11. Rodrigo dice:

    No habrá desperdicio, Lopekan. Aunque no sea cosa de coincidir siempre con sus planteamientos (en este libro ha estado demasiado indulgente con el revisionista Ernst Nolte, por ejemplo), creo que Todorov es uno de los grandes observadores y analistas de nuestro tiempo.

    Olvidaba felicitar a Nuru por la estupenda cabecera. No se cansa uno de admirar su gran trabajo.

  12. Lopekan dice:

    Bueno… al césar lo que es del césar, y a Nuru, nuestra admiración y nuestra predisposición a atribuirle todos los hallazgos que vemos en las cabeceras. Peeero mientras bicheaba sobre el totalitarismo he encontrado montones de imágenes con la genial composición original de este dictador «uno y trino». Y no encuentro el nombre del autor :(

  13. Nuruialwen dice:

    Lo primero, felicitarte por la reseña, Rodrigo, y lo segundo, respecto a eso último que has dicho, pues que se agradece de verdad.

    Lopekan, me hubiera gustado poder asomar antes para adelantarme a lo que comentas en tu último mensaje, en fin: cuando «nos piropeáis» por una cabecera en la que algún elemento importante proviene de «la red» me parece honesto hacer la aclaración y esta vez, efectivamente, buscando material para crear esa idea y tratando el tema, enseguida aparece por todas partes ese tríptico fantástico. Y yo tampoco pude localizar al autor, me temo que esta vez no voy a poder dejar constancia y sacarte de dudas…

    Gracias de nuevo por vuestros ánimos, y saludos a todos.

  14. Valeria dice:

    Rodrigo, haces apetecible todo lo que reseñas, aunque miedo me da que califiques la introducción de larga y enjundiosa . Me interesa mucho el tema de esta obra, pero quizás lo vea un poco «espeso» para mis aspiraciones.

  15. Rodrigo dice:

    Pues no se trata de un libro especialmente denso, Valeria. Creo.

    En cuanto a la introducción: es que me ha parecido bastante más larga de lo que se estila (para libro relativamente breve) y con suficiente contenido como para ser un capítulo completo. A lo mejor me he enrollado pero es solo eso.

  16. Valeria dice:

    Entonces la buscaré para ojerla, Rodri. Gracias por la aclaración.

  17. Valeria dice:

    Quería decir ojearla, claro.

    1. Javi_LR dice:

      Ejque hay libros que juelen la maj de bien, Vale.

  18. Lopekan dice:

    Parece que Todorov está consiguiendo algo de predicamento en nuestro país, y ahora le acaban de publicar dos nuevos ensayos, unos meses después y en la misma editorial, Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores:
    En «Goya. A la sombra de las luces» nos redescubre al pintor como un pensador. Indaga en sus pinturas (en su serie negra) para avizorar en ellas un pensamiento liberal y humanista, avanzado a su tiempo.
    En «Vivir solos juntos» continúa con su tema preferido, tratar las relaciones entre seres humanos a través del escrutinio de la vida de ciertos personajes o hechos de la historia de la humanidad.
    Se nos acumula el trabajo, Rodrigo ;)

  19. Rodrigo dice:

    Estupenda noticia, Lopekan. Lástima que las finanzas no den abasto para todo lo que se publica de Todorov… que en los últimos años es mucho.

  20. diana dice:

    Rodrigo, ¿podrías hacerme saber si el libro de Todorov «Facing the extreme – Moral

    life in the concentracion camps» está traducido al castellano?

    Desde ya gracias.

  21. Rodrigo dice:

    Sí, claro, fue publicado por Siglo XXI a principios de los 90 con el título de Frente al límite. Fue lo primero que leí de este autor y me pareció muy bueno.

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