LA CONQUISTA DE AMÉRICA CONTADA PARA ESCÉPTICOS – Juan Eslava Galán

Crean vuestras altezas que es esta tierra la mejor y más fértil, y temperada, y llana, y buena que haya en el mundo (Cristóbal Colón).

Hace un año, más o menos, fui ex profeso a la Feria del Libro de Madrid a comprar un libro y, de paso, a que me lo firmara el autor. Calor y gente atestaban el Retiro (decir esto a estas alturas suena como a mundo paralelo) pero la espera valió la pena. Después de casi media hora de cola ya tenía el libro que ahora tengo en mis manos y que procedo a reseñarles. Se trata de La conquista de América contada para escépticos, escrito por el prolífico erudito Juan Eslava Galán. Hablando con él un rato le comente lo justo que había salido el libro ya que coincidía con las polémicas declaraciones que había hecho el presidente de México Andrés Manuel López Obrador instando a los gobiernos de España y el Vaticano a pedir disculpas por el genocidio que habíamos hecho contra la raza india que vivía de manera idílica allende los mares. Además le dije que esas desafortunadas palabras del dirigente mexicano le habían hecho de rebote una buena publicidad a su nuevo libro. Eslava Galán, aceptó el cumplido de manera galante, pero añadió que cuando se produjeron esas palabras el libro ya llevaba en imprenta casi tres meses. Digo esto para que desde el principio nadie piense que este ensayo sobre la epopeya americana se hizo a rebufo de aquellas declaraciones y, por descontando, no nos encontramos con un libro oportunista escrito ad hoc.

El fin principal del libro es mostrar a los lectores, novatos en estas lides colombinas, y a los expertos en ella, la historia acerca de cómo fue aquella gran aventura que comenzó a finales del siglo XV. Como son casi todos sus ensayos, escritos de manera rigurosa y humorística a la vez, el autor nos enseña las luces y sombras de aquel proceso de conquista y colonización del continente americano por parte de los españoles, en su gran mayoría, tras haber culminado con anterioridad casi ocho siglos de Reconquista en la Península Ibérica. Este volumen, grueso en comparación con otros trabajos suyos, está dividido en tres momentos claves de la gesta colonizadora. Por un lado comienza con la odisea de Cristóbal Colón y sus periplos entre España y América y las dificultades que tuvo que sobrellevar intentando llegar a las Indias sin darse cuenta que se había topado con un enorme continente de por medio. A continuación, pasados los años, el autor se centra en la conquista del reino mexica por parte de Hernán Cortés y sus aliados nativos que tenían cuentas pendientes con los habitantes de Tenochtitlán “la Venecia del Nuevo Mundo”; y finalmente a rebufo de esa conquista observamos la conquista de otro gran imperio, hacia el Sur, el imperio Inca por parte de las tropas de Francisco Pizarro. El libro se centra esencialmente en estos tres grandes momentos y no en otros como por ejemplo la expansión por el Norte de América, ya que este libro está tan documentado que necesitaría varios volúmenes más para completar de forma íntegra toda la conquista del continente. Esperemos que eso se realice en futuros libros.

Este ensayo, además de mostrarnos como fueron los primeros años de la conquista de América, también sirve para enseñarnos las luces y sombras de qué es lo que paso entonces, desmentir mitos y leyendas ya sean negras y rosas, y poner a cada uno en su sitio pues ni unos fueron demonios barbudos ansiosos de oro ni otros fueron tan adánicos ni seres de luz como se les quiere presentar en el actual indigenismo de nueva ola. Las realidades fueron tal cuales ya que ni es posible revertir el tiempo ni aplicar a un soldado recién salido de un terruño del siglo XV la mentalidad de siglos posteriores ni disfrazarlo con otras realidades actuales. La conquista fue un hecho brutal, eso es verdad, pero no efectuada con premeditación como hicieron otras nacionalidades siglos después como por ejemplo la inglesa, la alemana o la belga. Pero alegar que la conquista hispánica acabó con un mundo idílico indígena sería faltar a la realidad, una gran mentira, ya que hay que pensar por ejemplo que los aztecas, además de no ser seres de luz, como se les quiere presentar,  cuando Cortes llegó a las costas de Veracruz ya estaban en franca decadencia y la conquista lo que hizo fue darles la puntilla. Al igual que con el imperio inca que casi llevaba un siglo de vida. No es cuestión de exculpar a unos y otros o darles la razón a los dos, el problema es que algunos dirigentes actuales, que exigen disculpas a posteriori, parecen querer aplicar conciencias del siglo XXI a soldados o indígenas de siglos anteriores. Como intentar poner el motor de un 747 a un seiscientos. Obviamente no funciona. La conquista de América fue un claro choque de civilizaciones pero no tan brutal como los que perpetraron otros pueblos. En resumidas cuentas nadie está libre de culpa, ni siquiera los actuales habitantes de América porque, ya puestos a repartir culpas, hay que recordar a estos herederos que también los criollos independizados de España a principios del siglo XIX fueron culpables de las enormes razias contra pueblos indígenas con el fin de exterminarlos en pro de la evolución y modernización del continente.  Como bien diría Jesucristo, quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Como bien se puede observar La conquista de América contada de escépticos cumple perfectamente dos misiones. Por un lado instruir sobre este proceso, hasta alrededor de 1550, contado de forma didáctica y muy amena, trufado o adobado con gran cantidad de anécdotas y curiosidades, y por otro lado desmentir los mitos y poner en su sitio a todos aquellos que quieran ver el pasado con ojos actuales y enturbiarlo con medias verdades y propaganda barata. Un libro de lo más interesante, se lo recomiendo.

Juan Eslava Galán, La conquista de América contada para escépticos. Barcelona, Editorial Planeta, 2019, 688 pp.

     

9 comentarios en “LA CONQUISTA DE AMÉRICA CONTADA PARA ESCÉPTICOS – Juan Eslava Galán

  1. Marcos M. dice:

    Desafortunadas palabras, coincido. La exigencia de López Obrador es tan absurda como el exigir a un nieto que pida perdón por los crímenes cometidos por su tatarabuelo fallecido hace mucho… Como si los crímenes o la culpa por haberlos cometido se heredase de algún modo… Nosotros no tenemos nada que ver con aquellos conquistadores; solo hay una débil relación de «parentesco» nacional que no legitima a hacer ese tipo de exigencias.

    Otro asunto, para mí peliagudo, es el ver el pasado con ojos actuales… Si hemos adoptado los derechos fundamentales y otros criterios de justicia es porque pensamos que son absolutos, es decir, no circunscritos. Es como quienes le quitan hierro a los tiempos en que, para enseñar, se pegaba a los alumnos: eran otros tiempos, dicen, como queriendo decir que estaba «bien» porque antaño se permitía y que no es correcto el juicio de valor. No estoy de acuerdo: estaba mal. Está mal en cualquier tiempo y lugar. Y sabemos que está mal porque había disidentes que vieron en ello un acto reprobable. Que la gran mayoría de la gente se comporte de modo bestial en prácticamente todas las épocas de la Historia no significa que eso nos quite legitimación para juzgar severamente los tiempos pasados en cualesquiera sentidos, en este caso la conquista de América. Otra cosa, obviamente, es la propaganda y las falsedades históricas.

  2. Paulina M. dice:

    Considero que libro por sí mismo es un texto importante para mantener el ejercicio de la desmitificación de la «leyenda negra española». Esa historia que solo incluye héroes y villanos ya debe quedar atrás para dar paso a un pensamiento más crítico y menos visceral. Sin embargo, quisiera agregar una reflexión personal sobre el revuelo que generó el comentario del presidente de México.

    Soy mexicana egresada de la carrera de Historia y tuve la fortuna de empaparme de esta capacidad para separar los acontecimientos de hace más de 500 años y yo no necesito ninguna disculpa, en gran parte porque soy el resultado de ese proceso de mestizaje y también porque me especialicé en periodo virreinal y sé como estuvo ese asunto. Por desgracia el grueso de la población mexicana no tiene acceso a ese tipo de educación, particularmente el sector más humilde aún siente ese resentimiento tatuado en las células, culpan a los «gachupines» por su estado actual, los hacen responsables de que no seamos esa (falsa) utopía que vagamente les enseñaron en la primaria y realmente creen que fueron conquistados, es más, cada 12 de octubre van y le gritan a una estatua de Cristóbal Colón.

    De esta forma, el verdadero problema se origina en la falta de acceso a una mejor educación enfocada en el análisis crítico de sus contenidos y a una carencia de madurez emocional para superar esta clase de acontecimientos, factor que por desgracia está muy arraigado a la cultura mexicana.

    En este sentido, considero que esa solicitud de disculpa, más allá de la incomodidad diplomática que generó, tiene el verdadero propósito de comenzar a sanar a ese sector de la población mexicana que aún se percibe como conquistado y rebajado.

    Mis conocimientos en psicología son por demás básicos, no obstante tengo muy presente que el proceso de perdón tiene resultados extraordinarios para sanar y mejorar. Y si fue el poder ejecutivo de una nación quien agitó esas aguas, creo que es un ejercicio interesante para ver si este odio interiorizado por tantos mexicanos puede por fin comenzar a sanar.

    De hecho, ya existía un «Acuerdo de olvido y paz» entre México y España, que pocos recuerdan y solo reitera mi argumento, el uso de la memoria histórica en México apenas está dando sus primeros pasos. Por eso creo que no estuvo tan fuera de lugar esa petición, sirvió para que el tema sacudiera a los académicos, medios de comunicación y la sociedad en general.

    Finalmente, espero pronto encontrar este libro, conozco varias personas que estarán muy interesadas en leerlo y (para bien o mal) otras que les tocará algún nervio indigenista pero si no ponen tercos, igual les será de utilidad.

  3. Antígono el Tuerto dice:

    Bueno, yo de Eslava Galán tengo sus libros sobre las Guerras Mundiales y dejan bastante que desear, son divulgación muy superficial, yo diría que para gente muy novata en el tema, con algunos patinazos imperdonables en estos tiempos de Wikipedia. No sé cómo será este nuevo libro, pero los antecedentes no me mueven a comprarlo…aunque aquellos no fueron compras sino regalos. Qué es absurdo pretender que los códigos éticos actuales puedan aplicarse a sucesos pasados es algo que, todos los aficionados a la Historia, admitimos como lógico (si no fuera así, gentes como César o Alejandro Magno serían una panda de genocidas y asesinos de masas); ahora bien, tampoco deberíamos negar lo innegable, toda conquista es un acto violento, y toda aculturación implica la eliminación de la cultura pretérita. Eso es un hecho evidente; que los imperios indígenas no eran una utopía es evidente, ahora bien, tampoco vale calzarles una leyenda negra endosándoles el cuento de que eran opresivos y violentos, pues sí, pero también lo fue Roma, o todos o ninguno, no vale que a unos les colguemos el sambenito de civilizadores y a otros de salvajes comedores de carne humana. Lo de mentar a británicos o alemanes siempre me ha sonado a excusa para escurrir el bulto, algo así como decir «qué buenos fuimos nosotros, y qué malvados eran el resto»; bueno, pues como siempre, todo es discutible y matizable.
    Otra cosa es la utilización política de la Historia, pero eso es por motivos políticos que no tienen nada que ver con la Historia ni con la ciencia…más que nada porque a los políticos nunca les ha interesado eso.
    Y gracias por la reseña Balbo ;-)

  4. Diego dice:

    No puedo dejar de resaltar la intención de quién escribe el libro al comenzar diciendo «la raza India». Quien haya estudiado fuera de los cánones se dará cuenta la ideología detrás del artículo. Para quienes no lo hayan notado los invito a reflexionar.
    Las palabras de López Obrador llaman a una reflexión profunda de lo sucedido, solo recordar al su amado Rey de España haciendo callar al presidente Chávez con toda prepotencia conquistadora.
    Y hace muy poco tiempo también recuerdo al ex presidente de Argentina Macri pidiéndole perdón al España por la independencia. ( Si, no es un ninguna broma)
    Y por último López Obrador también habló de cambiar la forma de enseñar la Conquista de América, y leyendo el artículo del señor Balbo y los comentarios que lo acompañan, nunca estuve tan de acuerdo con un dirigente político.

    Gracias por hacer más ignorante al pueblo.
    Un saludo
    Diego Zanini

    1. Marcos M. dice:

      Yo comenté y, obviamemte, me doy por aludido.

      Lo repito brevemente: negarse a pedir perdón no significa negar lo acaecido en el pasado. Pero el pasado es eso mismo: pasado. Me pregunto qué tendremos que ver los españoles de hoy con aquellos conquistadores…

      A no ser que usted, señor Zanini, esté insinuando que seguimos siendo colonizadores… Esas ya serían afrentas del presente y no creo que ningún español, de ser ciertas, las aprobase… Yo al menos no apruebo, de ser cierto, ningún tipo de colonialismo, y he dado pruebas de ello en insinuaciones hechas en el foro de debate de Hislibris.

      Por último, y tampoco debería, aclaro que no escribí mi comentario imbuido de espíritu patriótico; nada más ajeno a mi personalidad que el patriotismo. Simplemente lo escribí imbuido de, si se me permite la pomposidad, anhelo de verdad. Pero verdad significa ponderación, imparcialidad, sea cual fuere el asunto, y de ahí mi referencia a las falsedades históricas. Ninguna falsedad debe ser tolerada, ni en un sentido ni en otro. En caso de haberlas, se entiende. Aunque este asunto no era el más relevante de mi comentario.

      Saludos cordiales.

  5. Diego Zanini dice:

    Gracias por responder señor M.
    Usted tiene razón, No son colonizadores, son conquistadores.
    En distinta forma a la que fue por aquellos siglos ¡ y que por cierto fueron varios.!
    Vale de ejemplo la actitud retrógrada de la real academia española.
    O la actitud mezquina ante los inmigrantes, tratados en las peores condiciones, como si no fuesen responsables de haber depredado y divido a sus países de origen.
    Y las multinacionales españolas como Movistar qué monopolizan las comunicaciones.

    La historia la escriben los que ganan. Y obviamente es es la historia que usted elige ver.

  6. Marcos M. dice:

    Bueno, yo elijo fiarme de las pruebas porque, estoy seguro, usted es alguien serio; cuando las aporte, comprobará mi imparcialidad. Y mis sospechas están con usted; pero en conversaciones serias me obligo a ceñirme a las pruebas y olvidarme de mis sospechas. De todas formas, no es usted el primero en hacer esas afirmaciones.

    En cuanto a la Academia, no sé a qué se refiere con «actitud retrógrada»; pero me aventuro y le recuerdo el cometido de cualquier academia de la lengua: no son instituciones velando por la ética ni incitando a la injusticia, sino instituciones dedicadas a consignar los significados de las palabras, aunque sean despectivos. Nada más inocente que eso. La Academia no tiene culpa de que haya españoles retrógrados que emplean ciertas palabras de manera despectiva o que siguen empleando términos cuyas acepciones son despectivas.

  7. Canario dice:

    No puedo estar en mas desacuerdo con algunos comentarios. Ya que daría para debate, ya primero tendríamos que aclarar si existía españa o los españoles (castilla-castellanos) o no, etc. Si es cierto esa supuesta tan mitificada mezcla o mas bien imposición cultural (aun hay gente que cree que por llevar un apellido castellano, desciende de españoles, y nada mas alejado de la realidad), etc. Daria para un largo debate de contrastar fuentes y hechos empíricos. Por lo que por acá es imposible. Me ha gustado los comentarios y aportes dado en gran parte.

    1. Antígono el Tuerto dice:

      Bueno, se habla de España como se habla de Francia; siempre es dicutible si podemos hablar de Francia como nación antes de 1789, pero el término era usado por los contemporáneos, igual que el de Italia o Alemania, no eran estados todavía, pero hacían referencia a la región a la que pertenecían.

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