JUAN DE AUSTRIA, NOVELA DE UNA AMBICIÓN – Angel Martínez Pons

Juan de Austria, novela de una ambición“Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”.
Voltaire.

A veces un autor nos sorprende cuando, al sumergirnos en la lectura de una novela, nos encontramos ante un libro esencialmente divulgativo. Porque Angel Martínez Pons – profesor alicantino-, en su segunda incursión en el género de la novela histórica, deja patente su vocación docente guiándonos a través del período comprendido entre los años 1527 y 1579, mostrándonos algunos de los acontecimientos más relevantes del Siglo de Oro español y tomando como hilo conductor al personaje de don Juan de Austria. Esta circunstancia, que en principio podría parecer engañosa, en algunos casos ofrece la inesperada oportunidad de refrescar la memoria a lectores que –como yo-, tienen algo olvidada esta época, pero que con toda probabilidad resulta insuficiente a ojos más expertos.

A través de las páginas de “Juan de Austria. Novela de una ambición”, navegamos entre las aguas turbulentas de un siglo sacudido por hechos como el Tratado de Madrid, el Saqueo de Roma, las revueltas de los comuneros instigadas por Bravo, Padilla y Maldonado, la Batalla de Lepanto o las intrigas de las cortes de Carlos V y Felipe II. Pero no nos llevemos a error, ya que Martínez Pons no pretende un estudio histórico exhaustivo y concienzudo, sino esbozar simplemente, de manera muy tenue, un tablero por cuyos escaques se deslizan las fichas de los personajes en el juego de la Historia.

Los reyes, reinas, torres, alfiles y caballos -Carlos V, Felipe II, Juan de Austria, Escobedo o Antonio Pérez-, se desplazan por las casillas junto a peones que bailan como comparsas alrededor de las piezas principales y que se asoman furtiva y fugazmente, como Cervantes, Magdalena de Ulloa, el infante don Carlos o Alejandro Farnesio. Y son ellos los que -en primera persona, y ocasionalmente de forma epistolar-, nos describen la estrategia del juego y el resultado de sus movimientos, juzgados y distorsionados –como a través de cualquier mirada- desde la perspectiva del momento y circunstancias en las que les tocaba vivir y que, encadenados y entrelazados, tejen el tapiz de la novela. La imagen que el espejo devuelve a Juana la Loca difiere, en mucho, de la encontrada por su hijo Carlos V en sus visitas a Tordesillas; los ojos de Juan de Austria – el siempre dulce e inocente Jeromín para sus padres adoptivos- chocan con los de su hermanastro Felipe II o los de su secretario Escobedo; la amante de Carlos V, Bárbara Blomberg, desfila ante nosotros convertida unas veces en joven despechada, otras en cortesana intrigante y a ratos en madre abnegada, y el duro e inflexible emperador contrasta con el hombre envejecido y psicológica e íntimamente torturado por sus numerosas aventuras extramatrimoniales.

Llama la atención del libro su tono intimista y reflexivo, y la sensación melancólica que invade al finalizarlo. No estamos ante una novela de grandes intrigas, espectaculares batallas o acción a raudales. Desengañémonos, porque si buscamos en ella al héroe de la Batalla de Lepanto o gran al conquistador de corazones femeninos, no lo encontraremos. Sólo hallaremos al hombre inseguro y atemorizado ante la perspectiva del fracaso como Gobernador de los Países Bajos, paralizado ante el miedo al secuestro, al asesinato o a la enfermedad, al padre arrepentido por los hijos no reconocidos y, por encima de todo ello, a un joven desolado ante el desapego y la ausencia de afectos por parte de un rey celoso de su atractivo físico y de su carisma personal, y que siempre le mantuvo a una prudente y controlada distancia.

Sin embargo, y aunque a medida que se precipitan los acontecimientos, la trama se agiliza y los personajes adquieren mayor madurez y profundidad psicológica, la novela adolece de algo esencial: la chispa, la sal y pimienta, representados quizás por unos diálogos más elaborados, unos escenarios más coloristas o unos acontecimientos más detallados, y que deberían mantener vivo el interés del lector y empujarle a retomar una lectura interrumpida. Si proporcionase datos novedosos avalados por un exhaustivo trabajo de investigación, o por una discusión razonada, podríamos aventurar que nos encontramos ante una biografía novelada, que se permite algunas licencias –como toda novela-, tales como las hipótesis sobre el asesinato de Escobedo o la muerte del infante don Carlos, el amor al lujo de Carlos V (lo cual contrasta con la elección del austero monasterio de Yuste para pasar sus últimos días), o el desfile de amantes de doña Ana de Mendoza, más conocida como la princesa de Eboli. Pero esta clasificación no resulta exacta ni convincente en este caso. El calificativo que más se aproxima puede ser quizás el de un sucinto y esquemático libro de texto novelado, que nos proporciona una aproximación más o menos didáctica al siglo XVI español, desarrollada de manera amena y sencilla y que, en último caso, trae a la memoria de algunos lectores sucesos olvidados desde hace mucho tiempo.

Características técnicas: Editorial Edhasa. Colección pocket Edhasa. 1ª edición, enero de 2007. Rústica. 11×18 cms. 426 pp, 9,50€.

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19 comentarios en “JUAN DE AUSTRIA, NOVELA DE UNA AMBICIÓN – Angel Martínez Pons

  1. cavilius dice:

    Gran reseña, Ascanio.

    Como supondrás, conozco más bien poco la época en la que se desarrolla el libro; pero de mis tiempos en que me pasaba horas al día sentado en un pupitre mientras pretendían enseñarme cosas, algunas de las cuales incluso las aprendía, recuerdo que cuando me hablaron de la famosa batalla de Naupacto (perdón, que ustedes los modernos le llaman Lepanto), aparte de las historias sobre un tipo que llegó con dos manos y se fue sólo con una (¡y qué una!), me explicaron también que buena parte del peso «estratégico» del bando español lo llevó un tal Luis de Requesens, individuo que ejercía de tutor o ayudante del jovencito Juan de Austria, cuyo nombre quedó siempre en un segundo plano pero sin cuyo concurso en la batalla el resultado quizá hubiera sido otro. Al no mencionarlo tú en la reseña, me pregunto si es que tampoco aparece en el libro, atendiendo a la tradición histórica de mantenerlo a la sombra de Juan de Austria, o es que la cosa no era tal como creo que me la explicaron, o es que a la batalla de Lepanto no se le dedica mucho espacio en el libro, o es que qué es lo que está pasando aquí. ¿Ein?

    Perdón, era por mantener el «crescendo» de la frase. No volverá a pasar.

    Saludos.

  2. Arauxo dice:

    Como no la veo mencionada entre los varios acontecimientos históricos en los que estuvo implicado Don Juan de Austria y que citas en tu muy completa reseña, se me ocurre preguntarte, Ascanio, si el autor dedica alguna atención a la rebelión de las Alpujarras. Supongo que sí, porque el protagonismo del personaje en la «campaña» es indiscutible. ¿La obvia el autor o… la obvias tu en tu reseña para no hacerla demasiado engorrosa?

    Y otra cosa: la falta de «chispa» que comentas ¿conlleva una lectura tediosa o aburrida? O dicho a la inversa: pese a la falta de ritmo argumental ¿ofrece la novela, además de una buena lección de Historia -garantizada, según tus comentarios- un buen estilo literario que seduzca al lector y que estimule su lectura?

    Un saludo.

    PS para Cavilius. Me ocurre como a ti, Cavi; tampoco estoy muy ducho en Historia Moderna. Pero o mi memoria me traiciona o me falta alguna pieza que encajar. ¿No fue el Marqués de Santa Cruz -don Álvaro de Bazán- el almirante artífice, en buena medida, de la estrategia de la «coalición internacional» en la batalla de Lepanto? En fin, espero que no salga uno de nuestros modernistas (¿estás por ahí, Nando?) a subrayar lo ignorantísimo que es uno en esta -como en otras muchas- cuestiones…

  3. arwen dice:

    Estupenda reseña, queridisima hermana. Cada vez que veo una nueva de cualquiera de vosotros, mi familia, me entra el » gangelo», creo que nunca me voy a atrever a estrenarme.
    Por cierto, Pi, ¿ por queI

  4. Jesus dice:

    Este libro le he visto miles de veces en el FNAC y nunca me he atrevido a comprarlo, habra que echarle el guante la próxima vez. Por cierto Arauxo, según tengo entendido Álvaro de Bazán fue el que comando la «Armada Invencible». Que alguien me corriga si no estoy en lo cierto.

    Saludos.

  5. arwen dice:

    Buena reseña, querida hermana. Cada vez que veo una nueva de cualquiera de mi familia, me entra el » gangelo».
    Por cierto, podrias contar la aventura de la Batalla de Lepanto, con el tomate » calentito». Ni Juan de Austria ni ná.

  6. Almanzor dice:

    Hola chicos.
    Yo te tenido la suerte de leerlo y me parece muy esclarecedora e instructiva de una de las épocas más brillantes de nuestra Historia, reinado de Felipe II y su padre Carlos I, aunque al emperador la trata de refilón. Es una novela «muy histórica» en la que va pasando de personaje a personaje, Carlos I, Felipe II, Juan de Austria, Princesa de Éboli, Juan Escobedo, etc, contando cada uno su historia relacionada con Juan de Austria y su parte de Historia. Abarca cuatro temas muy importantes: relaciones de Felipe II con su hermanastro, rebelión de los moriscos en las Alpujarras, Lepanto – con participación de Luis de Requesens, Doria, Álvaro de Bazán, y otros – y los problemas en Flandes.
    P.D.: Álvaro de Bazán iba a ser el comandante en jefe de la Armada Invencible, pero falleció y se entregó el mando al Duque de Media Sidonia (que debía ser la primera vez que subía a un barco). Con D. Álvaro de Bazán otro gallo nos hubiera cantando.

  7. Ascanio dice:

    Queridos míos, gracias por las inmerecidas felicitaciones. Aish, qué asquerosamente humilde soy…

    Cavi, sobre la batalla de Lepanto, el libro pasa muy de puntillas. Sólo hay un par de páginas al principio y a mitad de la novela, en las que Juan de Austria hace más hincapié en sus temores íntimos que en la batalla en sí, y un capítulo algo más detallado –pero no mucho más-, narrado por el ya mencionado y famosísimo manco.
    Sobre Luis de Requesens, (en realidad Luis de Zúñiga y Requesens), en el libro sólo se comenta de pasada que iba al mando de una galera y, más avanzado el libro, y con motivo de su muerte, sólo se hace referencia a la pena que le invade por haber perdido a un amigo que tan unido había estado a él en tantas y tan espinosas situaciones. Nada más sobre el papel jugado en la victoria de Lepanto. Como dice Arauxo, a ver si viene Nando (si le dejan los pollos) y nos ilustra. Prometemos no mencionar a Pérez-Reverte. (¡Cachis! Lo he vuelto a hacer…)

    Arauxo, sobre el tema de las Alpujarras también pasa brevemente. Más que en los hechos, se centra en los remordimientos de Juan de Austria después de sofocar la rebelión de los moriscos. Es una constante en la novela el sentido de culpabilidad que transmite.
    Con relación a tu pregunta de si la lectura del libro es “tediosa”, te comento que quizá yo la calificaría de algo “fastidiosa”. A ver si me explico. Llega un momento en que a mí me entraban ganas de pegarle una colleja a Juan de Austria y gritarle: ¡Espabila, hombre de Dios! Y además, añadiría que le falta un poquito de “sofisticación”. A ver si me explico otra vez. Creo que es una novela que –quizás por deformación profesional del escritor, parece dirigida a un público joven, con pocas nociones de Historia (como yo, por lo de joven, claro), y se echa de menos algo más de “altura” o complejidad. Es como si el autor trasladara a una novela las clases de Historia que imparte a sus alumnos.Creo que me he explicado fatal, pero es que es lunes.

    Cavilius y Arauxo, creo que más que un libro de “acontecimientos históricos” se trata de un libro sobre reflexiones y relaciones personales. Confieso que yo tenía una imagen más contundente sobre Juan de Austria, y esta novela me ha dado la impresión de un personaje pusilánime, depresivo o incluso blando. Y es una sensación que no me ha hecho mucha gracia, porque me gustan los héroes y los personajes con carisma y fuerza. Y la forma en que el autor lo ha retratado no me ha transmitido esa idea. Ahora cada vez que oiga hablar de Juan de Austria, me lo voy a imaginar depresivo y melancólico, y eso me fastidia.

  8. Ascanio dice:

    Hola, Almanzor. Creo que no he tenido el placer de saludarte antes, y por lo que comentas, creo que el libro te ha gustado más que a mí. Me alegro, pero ¿no te ha dejado la sensación de que podía haberse “explayado” algo más en los hechos?. A mí me ha dejado con la impresión de que le falta un poco más de complejidad y elaboración, aunque, como ya he comentado, me ha servido para repasar muchos acontecimientos históricos que había olvidado.

    Hola, Jesús. Métele mano al libro, no está mal de precio y si -como a mí me pasa-, estás un poco pez en esta época, te ayudará a hacerte una idea general de los personajes principales.

    Arwen, déjate de rollos y escribe una reseña ya, pesada. Y lo del tomate no me acuerdo muy bien, sólo recuerdo que meter el dedo daba un asco… Y cambia de teclado, anda.

  9. richar dice:

    Gracias Ascanio por una buena reseña (como siempre, claro).

    Mi pregunta va por otros tiros. Ahora mismo estoy leyendo la obra de Henry Kamen sobre el Duque de Alba, al cual veo que no se ha mencionado por ningún lado en tu reseña ni en los comentarios posteriores. ¿No aparece en el libro? Entendiendo que es uno de los personajes más importantes de la época de Carlos V y Felipe II, y que también fue gobernador de Flandes, me extraña que no haya sido mencionado…

    Por lo demás, a mí sí me han entrado ganas de leerlo.

    Saludos,
    Richar.

  10. Ascanio dice:

    Querido jefe, el Duque de Alba se menciona muy poquito, sólo de pasada cuando se trata el tema de Flandes.
    No es uno de los personajes centrales y, por supuesto, ninguno de los que habla en primera persona. Supongo que el motivo de su «ausencia» en la novela -y aquí sólo expongo una hipótesis, a ver si entra en el blog el autor y nos lo comenta- se debe a que no fue una persona del círculo más cercano a Juan de Austria, el auténtico protagonista. Ya he comentado que es un libro que se centra más en el entorno, los pensamientos íntimos y las relaciones personales.
    Ah, y gracias por el piropo.

  11. richar dice:

    Gracias compañera por la acalaración. Y por cierto que ayer apareció, también de pasada, Juan de Autria por el libro del Duque de Alba. Curioso…

    Saludos,
    Richar.

  12. pepe dice:

    Ascanio, Ascanio, quién te ha visto y quién te ve. ¿De modo que un autor nos sorprende cuando descubrimos que su novela es esencialmente divulgativa? En mi opinión, la divulgación es un recurso de malos escritores que no saben cómo llenar páginas: anda, Ignacio, ve a las gradas de San Felipe a ver si te enteras de algo. Para que se ubiquen los lectores, en las gradas de San Felipe se reunían bla, bla, bla … y siguen una o dos páginas copiadas de una o dos enciclopedias. A mí sí que me ha sorprendido tanta corrección y tanto cálculo en tu reseña, que está muy bien escrita y es muy trabajada, aunque no sé si te das cuenta de que lo ganas en mesura y prudencia lo pierdes en frescura y espontaneidad. Quizá la causa, consciente o no, haya que buscarla en toda la discusión que siguió a la reseña de El mapa del Creador y en que el creador de aquella novela no pierde ninguna ocasión de recordar tu destemplanza … esa que, precisamente, yo echo mucho en falta.

    Saludos.

  13. Ascanio dice:

    Vaya, Pepe, qué sobresalto me has dado para ser lunes…
    Es cierto que esta reseña es más prudente que la otra, pero es que este libro me ha gustado más que el otro. Cierto que no es una novela para tirar cohetes, pero he comentado que precisamente lo que le falta es chispa. Sin embargo, podía haber sido más destemplada, es verdad, pero es que en mi caso esta novela me ha enseñado -o recordado- algunas cositas que tenía olvidadas, y por eso he sido más benigna. Es decir, algo me ha aportado. La otra que comentas, no. Sólo una sensación de pérdida de tiempo que no he tenido con ésta.
    Es más, alguien me señaló mientras la estaba leyendo (y eso era antes de que saliera publicada la de El mapa… que se notaba que me gustaba más porque estaba más calladita.
    Por eso te aseguro que mi mesura no ha sido provocada por la discusión que siguió a El mapa del creador, ya que he disfrutado mucho con el «rifi-rafe» que se desencadenó después, y que espero que vuelva a surgir en alguna otra.

    Pepe, no eches de menos a la Ascanio destemplada, que te aseguro que no ha desaparecido ni mucho menos. Ya verás la próxima reseña, ya…

  14. Arauxo dice:

    (chhhhhhhist, Pepe, calla, hombre de Dios, calla… Te recordaré la frase famosa de Napoleón: «dejad que China duerma…», porque cuando despierte nos vamos a enterar de lo que vale un peine. Chhhhhhhist, Pepe, prudencia, por Anubis, Amón, Osiris e Isis…)

  15. David L dice:

    Primero de todo felicitara a Ascanio por esta excelente reseña, me ha encantado. Por otra parte, quería comentar algo sobre la figura de D.Juan de Austria, concretamente en referencia a su personalidad. Dices Ascanio que la novela de Martínez Pons te ha dejado una impresión del Austria como de una figura pusilánime, blando, de carácter depresivo, etc..Comento esto, porque yo acabo de terminar la biografía de Juan de Austria, escrita por Bennassar, y precisamente, la impresión que he tenido del personaje es la de un hombre impulsivo, arriesgado, ambicioso, no exento de bondad y de una cierta ingenuidad. Como ves Ascanio, totalmente diferente a la que aprecias tú en la obra de Martínez Pons.

    Un saludo.

  16. Arauxo dice:

    Hombre, puestos a creernos alguna versión… sin duda, Benassar. Lo de Pons no deja de ser una novela. Y todavía no le he leído a don Bartolomé ni una sola tontería (Nando me corregirá si aparece por aquí en los próximos lustros…)

  17. Ascanio dice:

    Gracias por la felicitación, David L.
    Siempre me ha parecido muy curioso lo que te condiciona el haber leído un texto u otro. En este caso, me alegro de haber leído antes el libro de Pons, así cuando retome a Benassar (que empecé, pero que abandoné por otros compromisos), D. Juan de Austria tendrá la oportunidad de desprenderse de esa pátina blandengue que le he colocado a raíz de esta novela.

  18. David L dice:

    Por supuesto que en una novela, la libertad del autor para darle foma a los protagonistas es mucho más amplia que si tratamos de un ensayo histórico. Ahora bien, si se trata de una novela histórica tampoco me parece muy adecuado que el autor se aleje en demasía de la verdadera personalidad del personaje. Esto no es una crítica a la impresión recibida por Ascanio de la figura de D.Juan de Austria, pero es un hecho que me ha llamado la atención.

    Indagando un poquito más en la personalidad de este hijo de Carlos I, la impresión que me ha dado a mí, es la de un hombre más bien impulsivo( seguramente a causa de su juventud), con grandes esperanzas puestas en escalar un peldaño más en su ya importante condición de Infante de España, y en cierta manera, muy parecido a su padre. En él se dieron las virtudes de Carlos I: Rey-soldado. En este caso, la valentía que en alguien de tan noble linaje se esperaba. Luis de Requesens, Alejandro Farnesio, el Duque de Alba, etc..representan junto a Juan de Austria, lo que la Corona esperaba de tan ilustres personas:nobleza guerrera.

    Un saludo.

  19. Bartolomé dice:

    Buenos días:
    Estoy haciendo un estudio de la presencia de Alcalá de Henares en la novela histórica. Me gustaría saber si hay en el libro alguna referencia a la citada ciudad.
    Gracias de antemano,
    saludos

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