IMÁN – Ramón J. Sender

imanNos encontramos ante la primera novela de Ramón J. Sender, periodista y escritor que tuvo que abandonar España tras la guerra civil, exiliarse en México y posteriormente en los Estados Unidos. Una obra ambientada en la guerra de Marruecos, guerra que vivió el escritor en primera persona, aunque no así el Desastre de Annual que nos narra aquí, pues comenzó su servicio militar en 1922.

La novela nos cuenta los hechos desde el punto de vista del soldado Viance, apodado Imán por su oficio de herrero y su propensión en atraer con frecuencia los golpes de la fragua y del herrero, que sirve en el regimiento de Ceriñola, emplazado en Igueriben (R. en la novela). Desde la defensa de esa loma asistimos al asalto de los moros y a la huída de un puñado de supervivientes, pese a que el autor se centra exclusivamente en Viance, al que vemos vagar mas confuso que asustado desde allí sucesivamente a lo largo de las distintas posiciones del frente: Annual, Drius, Monte Arruit, hasta llegar a Melilla.

Tiene un especial valor literario el método que utiliza el autor para ir narrándonos todo cuanto ocurre desde el exclusivo punto de vista de su protagonista, un soldado aturdido, conmocionado por lo que está viviendo, de escasa lucidez y cultura. Desde esos ojos no nos ahorramos ningún horror de los que padece en su largo caminar por el duro transito de la retirada, entre el enemigo que asola el campo matando todo cuanto sale a su paso, la terrible sed que tiene que apagar recurriendo a los orines, las heridas que recorren su cuerpo, ninguna demasiado grave como para que no pueda continuar, y los sucesivos encuentros que va teniendo con otros soldados tan desesperados como él y que jalonan como espectros la marcha alucinada que recorre. Es en esos encuentros en los que Viance va comprendiendo lo que ha sucedido y esquivando los puntos donde se van desarrollando los enfrentamientos entre el ejercito español y la harka marroquí. Fruto de ellos está el no acabar cayendo en las ratoneras en que se convierten las posiciones españolas.

La novela critica duramente la situación de desamparo de los pobres soldados de reemplazo, con unos mandos más preocupados por salvar su pellejo y sus bienes y que desprecian a los desarrapados sobre los que mandan, de los que se aprovechan, enriqueciéndose con el robo de parte de su alimentación y sus equipos.

Hacia el final de la novela asistimos al contrataque español. En esta parte cambia el narrador, pasando a ser, al menos esa impresión causa, el autor el que nos va contando como le va a Viance y como se producen las acciones de esa reconquista del territorio.

Una novela amarga, que refleja perfectamente el desencanto del que vivió los hechos de primera mano y que se aleja conscientemente de cualquier exaltación de heroismo. No concede un solo momento de tal, en ninguna de sus páginas, y sí nos hace padecer con Viance el hundimiento físico y moral que acompañará a todos cuantos padecieron tan terrible derrota durante el resto de sus vidas.

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17 comentarios en “IMÁN – Ramón J. Sender

  1. iñigo dice:

    Vaya pinta tiene. La apunto para la colección sobre las guerras en Marruecos… Te estas convirtiendo en un auténtico especialista… Bien por tí.

  2. iñigo dice:

    Otra vez moderado y no se por qué… :-(

  3. Pintaius dice:

    Menuda labor de reivindicación de novelas sobre la Guerra de Marruecos de 1921 que estás haciendo, Juanrio! Algo muy loable, porque muchas de ellas son grandes obras literarias, y porque además se contribuye a hacer justicia a aquellos miles de desgraciados españoles que sufrieron un destino tan atroz, sin más culpa que verse obligados a cumplir con un deber que les era tan ajeno…
    Esta novela la leí hace muchos años, por lo que sólo conservo un recuerdo general de la misma, pero sí sé que me gustó ese estilo tan sobrio de Sender. Me has despertado las ganas de reelerla en un futuro próximo.
    Aún nos queda por ver por aquí las reseñas de otros clásicos del «subgénero», como «El Blocao», de José Díaz Fernández, o «La ruta», segundo libro de «La forja de un rebelde», de Arturo Barea (del que se hizo en su día una buena serie en TVE, en la que los capítulos correspondientes a esa parte de la trilogía me resultaron impactantes, y que me gustaría volver a ver ahora). Le tengo muchas ganas a otra novela titulada «Cuatro gotas de sangre», escrita por un soldado catalán de esos años, y que hace cosa de un año y medio se editó por primera vez en castellano.

  4. juanrio dice:

    Os puedo asegurar que leo, y reseño, otras cosas ;), pero Javi ha optado por estas novelas.

    Para mi gusto, la mejor novela sobre Annual. El estilo de Sender es magnífico, como dice Pintaius, con esa sobriedad característica de él.

    Leí hace años tanto El Blocao como La ruta, de la primera tengo un recuerdo difuso, cualquier día vuelvo a ella. La trilogía de Barea es una maravilla, tanto los hechos de su infancia como los de madurez en África o en la guerra civil, merecen mucho la pena. Desde luego intentar sintetizar en una reseña La forja de un rebelde exigiría un importante trabajo. Coincido contigo en que la serie es bastante buena a pesar de abarcar tantas páginas, como aproximación es mas que digna.

    No conocía el libro que citas, tomo nota de él, y tengo en perspectiva otra novela que se titula Doce balas de cañón de Rafael Martínez Simancas, por completar el círculo. También un par de ensayos que compré y aún no he leído, hay que descansar entre lecturas de la misma temática.

    Lo dicho, os recomiendo la lectura de Imán, creo que no os defraudará.

  5. Pintaius dice:

    Yo sí he leído «Doce balas de cañón», ambientada dualmente en 1921 y en la actualidad, como en el caso de «Cuando leas esta carta», recientemente reseñada aquí por ti. Como el propio título sugiere, la parte que transcurre en 1921 se ciñe al cerco y caída de la posición de Igueriben, con la que dio comienzo el derrumbamiento cual fichas de dominó de todos los puestos de la Comandancia de Melilla en 1921. Sinceramente a mí me decepcionó un poco, y creo que con todos sus defectos ya comentados en su respectivo hilo, en el cómputo global me parece mejor novela «Cuando leas esta carta» que «Doce balas de cañón». Eso sí, sirve para recordar la figura de un militar tan ejemplar como injustamente olvidado, como el Comandante Benítez, jefe del puesto de Igueriben, y uno de los pocos jefes y oficiales que supo estar a la altura de las circunstancias en el marco de aquella debacle.

  6. Antonio dice:

    Precisamente acabo de leerlo y coincido totalmente con la opinión del que reseña. Tambien es verdad que no esperaba otra cosa de J.Sender. No obstante, hombre…, de alguna manera cuando Viance se topa con algún jinete del regimiento de caballería Alcantara, alguna admiración tímida hacía el comportamiento de esos jinetes sí que hay, aunque, claro, no dejan de ser un «un par de robles en un gran pinar»…

    Saludos,

    Antonio

  7. Pero dice:

    Una obra maestra. Es un libro que debería leer todo aquel que tiene mitificada la guerra. El propio autor estuvo en aquella guerra y, según sus propias palabras cuando escribió este libro, todo lo que contaba era real porque cualquier soldado que había estado allí podía corroborarlo, por muy salvaje que nos parezca. En esta guerra siempre parece que los moros son los más malos y salvajes, cuando nos olvidamos que ellos luchaban por su tierra, frente al esquilmado de los españoles, quienes no se andaban a la zaga en brutalidad, sobre todo a causa de esa pandilla de sinvergüenzas asesinos que formaban la legión (los fachillas los aplauden a rabiar en el desfile del 12 deOctubre). En fin, el libro es grandiosos. Salvando las distancias me ha recordado en ocasiones al muy posterior de «meridiano de sangre», de Macarty.

  8. iñigo dice:

    Que tendrá que ver un cuerpo militar y que le apluden actualmente en desfiles o en Semana Santa, con las acciones de parte de sus miembros en guerras pasadas. En todos los frentes se hacían barbaridades y las guerras eran muy jodidas. Lo hemos hablado más de una vez en la Papri y en los hilos de hislibris. No saquemos las cosas de quicio ni generalicemos. Creo que es un error.

  9. Balbo dice:

    Por cierto, además de excelente libro, hay que dar la enhorabuena por la cabecera, con un Dalmau impresionante. Enhorabuena al cread@r.

    Saludetes ;-)

  10. Pintaius dice:

    Pero, sin ánimo de polemizar ni de ensalzar o defender ninguna de las atrocidades de las cometidas por la Legión o los Regulares en aquella guerra, no debemos descontextualizar la cosas, como comenta Iñigo. Estamos hablando de tropas de choque, que actuaron bajo especiales agravantes: los relatos de los supervivientes; las escenas dantescas que contemplan en los lugares y posiciones recuperados en la posterior contraofensiva (Nador, Zeluán, Monte Arruit, etc.), con miles de muertos que no han sido enterrados a propósito, y donde los cadáveres de muchos de ellos presentan las huellas de todo tipo de vejaciones y torturas; los múltiples casos de matanzas perpetradas sobre hombres inermes con los que se había acordado su rendición y la entrega de armas; etc. Todo ese marco contribuyó sin duda a exacerbar unos deseos de venganza y revancha que se encuentran en el origen de las brutalidades cometidas por estas tropas (a las que sin duda en algunos casos se les pudo dar carta blanca, como se refiere en la novela de Lorenzo Silva del mismo título).
    La Legión apenas había operado como cuerpo de choque antes de esta guerra, pues había sido creada recientemente (1920) y estaba radicada en la zona occidental del Protectorado (se la trasladó de urgencia a Melilla ante la amenaza de caída de la ciudad en agosto de 1921), por lo que no se puede afirmar que su modus operandi hubiera sido ese con anterioridad.
    No pretendo en modo alguno enfrascarme en ninguna polémica , pero es francamente discutible esa afirmación de que los moros luchaban por su tierra. Al menos es una visión demasiado simplista para quien conozca un poco cuál era la realidad política de la región del Rif (y también la de las del Yebala y Gomara), y como su sociedad correspondía a un conglomerado de cabilas o tribus, a menudo enemigas entre sí, muy belicosas (su crueldad resulta indiscutible y su prácticas guerreras fueron pronto copiadas por los legionarios, y eran compartidas en el caso de los regulares por su propia condición de tropas nativas), y con una economía de subsistencia en la que tradicionalmente se incluían las razzias para la obtención de botín. El gran logro de Abd-el Krim fue precisamente ser capaz de lograr que todas ellas dejaran al margen, al menos parcialmente, sus diferencias y se unieran en un fin común que les condujese a la creación de una nación.
    No olvidemos tampoco que el territorio no era una colonia, sino un protectorado, y que por ello se produjo un respeto a las leyes, cultura y costumbres locales, que probablemente tuvos sus defectos, pero que era incuestionable. La ocupación del territorio fue en muchos momentos antes de 1921 completamente incruenta, y los sobornos con dinero de los jefes de las cabilas fueron un instrumento mucho más empleado que la fuerza de las armas. Con todo ello no quiero justificar la presencia española en el norte de Marruecos, ni apoyar una política expansionista o colonialista. Además es de rigor recordar que nuestra «aventura» norteafricana no fue sino el resultado de acuerdos internacionales y del juego de la política internacional de las potencias europeas a comienzos del siglo XX, quedando abocada España a asumir ante ellas unos compromisos que sin duda resultaron nefastos para un país con muchos problemas internos y carencias en los que mejor hubiera podido invertir sus escasos recursos. Y por encima de todo ello se hubiera ahorrado el enorme tributo de sangre y sufrimiento de muchos miles de españoles, obligados a entregar su vida (espantosamente en muchos casos) o a enfrentarse a la mutilación de por vida.

  11. Hahael dice:

    Una novela excelente, dura, crítica, de un joven periodista que luego sería famoso. Recuerdo alguna escena; un niño que espera durante días escondido hasta que pase una patrulla para matar al oficial. Unos soldados sedientos bebiendo su propia orina, los más melindroso poniéndole azúcar.
    Buena reseña River.

  12. juanrio dice:

    Para mi la diferencia entre los actos bárbaros de los rifeños y la respuesta que hubo por parte de los españoles parte de dos puntos. Los primeros son un pueblo atrasado, que lucha, acertada o equivocadamente, que vete tu a explicarles lo de que tienen un protectorado, por su tierra y en busca de botín, de ahí el canje de los prisioneros por dinero y que algunos soldado pudieran escapar porque los nativos se ponían a buscar cualquier tipo de objeto que les pudiera servir.^
    Por otro lado está el ejercito de un país que se consideraba civilizado y europeo y sin embargo se dan dos cosas que debieron avergonzar a los dirigentes y políticos españoles de entonces, de hecho así ocurrió con varios de ellos. Los jefes de la recién constituida Legión acicatan los actos de venganza y aplauden la barbarie con la que se actúa contra el enemigo. No juzgo a la tropa, sí a los mandos, debieron no permitir eso, pero el espíritu que estaban inculcando en la Legión era el del fanatismo, el amor a la muerte y la creación de un aura de actuar sin misericordía y con absoluta dureza contra el enemigo.

    De otro lado no podemos olvidar que se aprobó por el gobierno español, secundado por el francés, la utilización de gases venenosos, algo de lo que ya se sabía que ocurría tras el uso indiscriminado durante la Gran Guerra.

    Que ahora se aplauda a la Legión o no, es algo completamente independiente, nadie debe confundir 1921 con 2013, pero tampoco conviene olvidar como actuó la Legión durante la guerra civil y las tropas marroquís también tuvieron «carta blanca» en territorio español y contra españoles. Cada cosa en su lugar. Por si alguien tiene dudas de como fueron esas actuaciones en el norte de África, no está de mas leer a Millán Astray o a Franco, en su escritos de la época, o el libro de Luys Santamarina «Tras el águila del Cesar», narrando la actuación legionaria desde dentro y con admiración.

  13. Pintaius dice:

    Juanrio, esencialmente creo que coincidimos en nuestras opiniones al respecto de este asunto. En mi último comentario comencé advirtiendo de que no deseaba polemizar sobre la cuestión, ni tampoco defender los actos de crueldad y barbarie ejecutados por la Legión y los Regulares en aquella guerra, porque los deploro igual que tú, sino que tan sólo, como también apuntaba Iñigo en su comentario, recordaba que siempre hay que intentar contextualizar los hechos históricos, estos u otros en cualquier otro momento de la Historia.
    Sí hubo políticos que ya en aquellos mismos momentos denunciaron y criticaron con dureza los actos de revanchismo y a quienes los ordenaban, sin por ello omitir tampoco detalles sobre los hechos bárbaros que habían sido cometidos por los rifeños, como es el caso de Indalecio Prieto, diputado socialista en aquel momento, y que como periodista cubrió la primera parte de la campaña de reconquista. Pocos como él, en un contexto en el que no era fácil decir aquello entonces por la catarsis nacional que el Desastre había supuesto, y los deseos colectivos de venganza de muchos ciudadanos españoles, denunciaron a los mandos militares, su corrupción y la falta de profesionalidad de gran parte de los mismos, sin escatimar las críticas muy duras al propio Ministro de la Guerra, al Alto Comisario Berenguer e incluso al monarca.
    En absoluto es motivo para enorgullecerse algunas de las tácticas puestas en práctica en la reconquista a sangre y fuego de los territorios perdidos, incluyendo bombardeos de poblaciones civiles y el uso de armas químicas que tú apuntas (con la connivencia francesa que tú también señalas, porque cuando vieron las orejas al lobo, bien que abandonaron su actitud contemporizadora exhibida hasta entonces).
    Y vuelvo a estar de acuerdo contigo en que una de las peores herencias recibidas de la guerra marroquí fue sin lugar dudas en mi opinión el aprendizaje de una tácticas bélicas basadas en el aterrorizamiento del enemigo al que se somete a prácticas de crueldad extrema, y que asimilaron a la perfección los mandos de entonces de esos dos cuerpos, así como muchos de los llamados militares africanistas, y que no dudaron en poner en práctica tanto en Asturias durante la Revolución de Octubre de 1934, como durante la posterior Guerra Civil.

  14. JJsala dice:

    Magnífica novela de quién, en mi opinión, es uno de los más grandes esritores españoles del siglo veinte.
    Apoyo absolutamente los comentarios de Pistaius.
    Analizar y juzgar hechos ocurridos un siglo antes, con parámetros sociales e ideológicos actuales, viene siendo muy frecuente de un tiempo acá.
    Saludos

  15. toni dice:

    Me ha gustado la novela, Es muy dura sin concesiones…
    No sé si es por ser la primera novela que leí sobre el tema pero me sigo quedando con El nombre de los nuestros de Lorenzo Silva.

  16. Iñigo dice:

    Con vuestro permiso cuelgo reseña publicada hoy en mi blog…
    http://elpuentelejano.blogspot.com.es/2014/11/iman-ramon-j-sender.html?m=1

  17. metauro dice:

    Que la Legión del 2016 no es la misma que la de 1922 (Rif),1934 (Asturias), 1936-39 ( Guerra Civil ), habría que recordárselo a los propios legionarios que aún hoy todavía ensalzan las figuras de Franco y Millán Astray ( del que aún queda una calle con su nombre en Madrid ).

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