HANNS Y RUDOLF – Thomas Harding

Sobre Hanns y Rudolf_def_fin.inddDos vidas en paralelo, aunque no exactamente coetáneas. Alemanes ambos, uno procedente de Baden-Baden, en la reposada Alemania meridional, el otro berlinés y de prosapia hebrea. Rudolf Höss el uno, nacido en 1901; Hanns Alexander el otro, nacido en 1917. Dos individuos de nacionalidad común, inmersos por ende en uno de los contextos más dramáticos registrados por la historia. Individuos que en el marco de este contexto consumaron trayectorias existenciales en extremo divergentes, las que solo convergieron en el año crucial de 1945 y en situaciones tan dispares como las que deparaban las circunstancias: el uno como asesino en masa y como tránsfuga, el otro como perseguidor. El nombre de Rudolf Höss es uno de los más icónicos en la historia de los horrores perpetrados por el Tercer Reich; como comandante fundador y más prolongado del complejo de Auschwitz-Birkenau, Höss representa como pocos al bando de los victimarios nazis. Hanns Alexander, por su parte, es apenas un figurante, en realidad un perfecto desconocido al que sentaba bien el anonimato; una víctima potencial del Holocausto que se salvó por los pelos, y al que el sórdido devenir tornó en enemigo de su patria natal, investido de atributos pesquisidores. Hanns Alexander se enlistó en el ejército británico, en el que llegó a tener el grado de capitán, y fue uno de los miembros iniciales del Equipo de Investigación de Crímenes de Guerra No. 1; ejerció como un activo aunque efímero cazanazis y en cuanto tal alcanzó la cima de su carrera al capturar a Höss, el 11 de marzo de 1946. Un sobrino nieto de Alexander, Thomas Harding, delinea en su libro Hanns y Rudolf una estampa de estas dos vidas paralelas y finalmente convergentes, ilustrativas de un período traumático. 

Harding (1968, Londres) es un periodista y documentalista de nacionalidad anglo-estadounidense. La suya es una próspera familia judía de clase media, arraigada en el Reino Unido tras la huida del grueso de la familia Alexander-Picard de la Alemania nazi en el curso de los años 30. Dos de los que integraron el éxodo familiar fueron los hermanos gemelos Hanns y Paul Alexander, llegados a la que sería su patria adoptiva en 1936. Los gemelos, tíos abuelos del autor, fallecieron con escasa diferencia de años en la primera década del presente siglo. El funeral de Hanns, quien adoptó la ciudadanía británica con el nombre de Howard Harvey Alexander, deparó una sorpresa a la mayoría de los asistentes, incluyendo los miembros jóvenes de la familia: su panegírico –pronunciado por dos sobrinos- informó que el fallecido había sido el apresador de Rudolf Höss, el deplorablemente célebre “Kommandant de Auschwitz”, procesado y ejecutado por los polacos un tiempo después de su captura. La sorpresa dio paso a la curiosidad, que en el caso del periodista Harding fue estímulo suficiente para embarcarse en una investigación acerca de las actividades de su pariente en la Segunda Guerra Mundial -y también las de Höss. Consulta de archivos, correspondencia privada y otras fuentes documentales desperdigadas por buena parte del mundo, además de una serie de entrevistas con familiares y descendientes de Höss y con varios supervivientes de la época, incluido uno de los fiscales estadounidenses de los Juicios de Nuremberg: gracias a estos recursos, Harding pudo reconstruir la biografía de Hanns Alexander y la de Rudolf Höss, plasmándola luego en el papel. Hanns y Rudolf se compone de capítulos alternos que trenzan una doble biografía, o biografías paralelas, desde el nacimiento de cada uno de los protagonistas hasta el momento en que ambas vidas colisionan, con el abrupto final de Höss y el retorno de su captor a Londres a modo de coda. Hanns y Rudolf: la vida de un criminal nazi y la del judío expatriado que le siguió la pista hasta descubrirlo oculto en una granja próxima a la frontera germano-danesa.

El hecho de titular el libro con los nombres de pila de los biografiados obedece a un propósito específico. Thomas Harding quiere abordar el flanco humano de la cuestión, el aspecto íntimo de dos mundos que los azares de la historia pusieron en franca oposición: un judío berlinés de familia acomodada y profundamente integrada en la sociedad alemana, de un lado, y un alemán meridional en cierto modo prototípico, suboficial precoz en la Gran Guerra y nazi de la primera hora, del otro. En cuanto a este último, Harding se esfuerza en ver a un ser humano moralmente extraviado más que a un monstruo o una bestia demoníaca, ejemplo como tal de una maldad sin fisuras y ajeno por tanto a los parámetros normales de comprensión. (Imposible no percibir en esto un eco lejano de las ideas de Hannah Arendt en torno al Holocausto.) Nada de simpatía por el sujeto, solo un afán de aproximarse a su complejidad es lo que mueve al autor a llamarlo casi siempre por su nombre de pila. Por otra parte, Harding rehúsa subordinar su relato al esquema simplificador del bueno contra el malo. El opuesto del criminal Höss, su captor y por tanto héroe de esta historia, es también un ser humano, y por añadidura uno muy corriente. La motivación de Hanns Alexander dista mucho de lo modélico, su desempeño es también poco edificante. Perseguir nazis era un asunto feo aunque necesario y no eran ciertamente unos fríos burócratas quienes se dedicaban a ello; difícilmente iba a quedar impasible Alexander ante aquellos que lo convirtieron a él y a los suyos no ya en apátridas, sin más, sino en objeto de exterminio, mucho menos después de descubrir los escenarios del martirio. Así pues, Harding no esconde que la actuación de su tío abuelo como cazanazis tuvo un lado sombrío. Lejos en todo caso de un intento de establecer una -por demás insostenible- equivalencia moral entre Höss y su captor, lo de Thomas Harding es una opción honesta y esclarecedora.

Fuera de las peculiaridades sicológicas en juego, el contraste entre Rudolf Höss y Hans Alexander refleja los dramáticos acontecimientos de la Alemania de entonces. Höss, un caso de relación paterno-filial problemática (la muerte temprana de su padre le reportó más alivio que pesar), hizo la trayectoria de un “nazi perfecto”. Combatiente en la Primera Guerra Mundial a los 15 años de edad, miembro de los Freikorps en la posguerra, militante del partido nazi desde 1922, criminal convicto poco después. La guerra fue su escuela y en los días de la República de Weimar prosiguió una vida de violencia y brutalidad. Imbuido de convicciones antirrepublicanas y antidemocráticas, en 1923 estuvo implicado en un asesinato de motivación ideológica por el que fue condenado a diez años de prisión, de los que solo cumplió cuatro. Trabó temprano conocimiento con dos que se contarían entre los gerifaltes del Tercer Reich: Heinrich Himmler y Martin Bormann. Gracias a estos contactos y a su incorporación en la SS, en los años 30, Höss hizo una meteórica carrera en el sistema de campos de concentración y exterminio, ascendiendo de simple guardia en Dachau a comandante de la más emblemática de las estaciones del Holocausto. Himmler le encomendó la construcción de un campo en la localidad polaca de Oświęcim, y él cumplió con creces, haciendo del complejo una máquina eficiente de explotación y exterminio. Auschwitz fue la culminación de su trayectoria y la razón de que su nombre esté indisolublemente asociado a la infamia.

El padre de Hanns Alexander, Alfred, era un médico prestigioso, muy requerido por personalidades de la ciencia, las artes y el espectáculo, quienes además solían ser sus comensales en el domicilio particular del doctor (en Berlín). Los gemelos Alexander pudieron ver a su padre departiendo con celebridades como Albert Einstein, Marlene Dietrich y Richard Strauss. La singularidad étnica de los Alexander se limitaba a una participación muy relajada en las formalidades del calendario religioso judío; cabalmente asimilados, eran tan alemanes como sus compatriotas de confesión protestante o católica. El cabeza de familia ejerció como médico militar durante la Primera Guerra Mundial, y obtuvo por su desempeño un merecido reconocimiento. El ascenso del partido nazi tuvo el efecto de devolver a Hanns a sus raíces, tal como sucedió a multitud de judíos hasta entonces perfectamente integrados. «Hanns –escribe Harding- se veía arrastrado, como muchos otros, al mundo de los judíos, no tanto por razones políticas como por encontrarle una explicación al antisemitismo que estaba experimentando en su vida». Habituados a las cíclicas oleadas de judeofobia, muchos judíos alemanes creyeron que la de los nazis acabaría reemitiendo como tantas otras en el pasado; ¿cómo podían anticipar que sus compatriotas, que sus amigos, colegas y vecinos iban a ceder masivamente a la locura homicida orquestada por una banda de extremistas? No en vano se ha escrito que la historia del nazismo es la de su constante menosprecio.

Como se puede esperar, la suerte dispar de ambos protagonistas en los días de la Segunda Guerra Mundial y en la inmediata posguerra abarca una parte considerable del libro, de hecho la más extensa. En ella, vemos a Höss ejerciendo como oficial y funcionario SS y en su papel de padre y marido –por demás no siempre fiel-. En paralelo, a Hanns Alexander incorporándose al Cuerpo Militar Auxiliar de Zapadores, creado por las autoridades británicas a fin de acoger a refugiados extranjeros que manifestaban su voluntad de luchar contra Hitler; y, naturalmente, Hanns desempeñándose como cazanazis, oficio que antes del premio mayor -la captura de Höss- tuvo un buen anticipo en el apresamiento de Gustav Simon, antiguo Gauleiter (líder regional) de Luxemburgo.

En suma, una interesante obra, retrato a su modo de una época terrible.

– Thomas Harding, Hanns y Rudolf. El judío alemán y la caza del Kommandant de Auschwitz. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2014. 369 pp.

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38 comentarios en “HANNS Y RUDOLF – Thomas Harding

  1. José Sebastián dice:

    Muy interesantes, como siempre, tus reflexiones apreciado Rodrigo sobre la obra que reseñas. Tus comentarios nos traen a la memoria – como bien indicas – laa obra de Hannah Arendt o también la de Gitta Sereny (pienso en «El Trauma Alemán» y en «Desde aquella oscuridad: conversaciones con el verdugo»).

    El mundo al revés: los alemanes cultos y refinados (los Alexander), por su mera condición de judíos, fueron exterminados (o, con suerte, expulsados de su país) por los alemanes de más baja extracción social (los Höss) elevados a cargos de relevancia por su pertenencia a la maquinaria nazi. Aún recuerdo como en «Amos de la muerte: Los SS Einsatzgruppen y la Solución Final» de Richard Rhodes, los judíos alemanes de Hamburgo – todos ellos acomodados – expulsados de sus viviendas y de su ciudad y transferidos por tren a un «campo de la muerte» cerca de Vilnius (Lituania) se mostraban totalmente incrédulos ante su cercano y trágico final.

    “Hoy día, cuando los sofistas nos invitan al olvido, señalaremos nuestro horror mudo e impotente ante los perros del odio; pensaremos con fuerza en la agonía de los deportados y de los niños pequeños que no han vuelto, pues esa agonía perdurará hasta el fin del mundo” Vladimir Jankélévitch

  2. Rodrigo dice:

    La cita, imagino que proviene del libro Lo imprescriptible, de Jankélevitch. Dicho sea de paso, uno de los más importantes ensayos sobre la dimensión moral del Holocausto.

    Gracias, José Sebastián.

  3. Farsalia dice:

    Me reservo la lectura a fondo de esta (a priori jugosa) reseña para cuando haya leído el libro… que tengo en la pila. Ya sólo el trasfondo de la misma, a tenor del comentario de José Sebastián (el eco de Hannah Arendt y Gitta Sereny) me impulsa a adelantarlo (en la medida de lo posible) en el orden de lecturas…

  4. alexander dice:

    Lastima que no hayan libros del Holocausto armenio el cual cumple 100 años, este año.

  5. Rodrigo dice:

    Tanto como jugosa… Vale pues, Farsalia, ya comentarás.

    ¿De edición reciente? Puede que en inglés los haya, Alexander. En el foro supe de un libro sobre el asunto, escrito al parecer en castellano y publicado no hace mucho en Buenos Aires.

  6. alexander dice:

    Está el de un autor llamado Jose Antonio Gurriaran pero son anécdotas no es un libro de historia como tal, está el libro de los susurros novela y el testamento armenio novela.
    Solo quedan fragmentos, de la tragedia del Líbano entre 1975 y 1985, nada, de la tragedia greco-turca de 1923 nada de la limpieza étnica de los alemanes de Prusia Oriental, Silesia y los Sudetes, solo Después del Reich de Giles Macdonogh, de la guerra de los Boérs nada .

  7. Jose Sebastian dice:

    Se acaba de publicar «La memoria de Ararat» de Xavier Moret. Toca tangencialmente el genocidio.

    Del Líbano acabo de leer «El Líbano contemporáneo. Historia y sociedad» de Georges Corm donde trata en profundidad todo el conflicto del país del cedro. Es un libro denso pero altamente recomendable.

    Y de la guerra de los boers tengo en la lista de pendientes -desde hace años- una de las primeras obras de Winston Churchill titulada «La guerra de los Boers» (Turner). La adquirí por la buena impresión que me causó «La guerra del Nilo» donde trataba la expedición a Sudán culminada con la batalla de Ondurmán.

  8. Jose Sebastian dice:

    Y me.olvidaba de «El genocidio silenciado» de Sulum Granovsky (Continente). Lo ví el otro dia en La Casa del Libro. De reciente publicación.

  9. David L dice:

    Hace tan sólo dos semanas viajé a Cracovia con el objetivo de visitar Auschwitz, he leído tanto sobre el Holocausto que decidí que debía ir al desgraciado símbolo que representa ese campo de exterminio. Es allí donde Rudolf Hoos hizo «carrera»dentro de la bárbara maquinaria nazi, él fue el primer comandante del campo y el principal responsable de lo que sucedió allí durante aquellos años. Me sorprendió, realmente aluciné, cuando pude comprobar la casa de Hoos donde vivía junto a su mujer e hijos…¡está al lado mismo del campo!…’impresionante!..para su desgracia sería también prácticamente al lado de su vivienda donde sería ahorcado, el campo mantiene el patíbulo donde fue ejecutado…impresiona también estar al lado de él y pensar que allí acabó sus días este criminal de guerra. En fin, como dice Laureen Rees en el documental que sobre Auschwitz produjo, es duro estar allí y recordar…pero no olvidemos que mucha más terrible fue para los asesinados en aquel triste campo de exterminio.

    Rudolf Hoos no pareció una vez preso sentir remordimiento, como comentan quien tuvieron acceso a él parecía un hombre corriente, y su respuesta no fue la tan redicha…»tuve que cumplir órdenes»…sino más bien hacia lo correcto en ese momento…eso es lo terrible de los nazis…la mayoría creían que eliminar a los Judíos era lo correcto.

    En cuanto al libro, me atrae….pero quiero preguntarte Rodrigo si es novelado…es que creeo haber leído en francés que sí..¿estoy en lo cierto?

    Un saludo.

  10. Rodrigo dice:

    Al de Granovsky me refería; libro publicado por Ediciones Continente, Buenos Aires, 2014. El autor es un periodista argentino de raíces judías. Gracias por el dato, José Sebastián.

    Uf, David, debe ser una experiencia estremecedora estar ahí. En cuanto al libro, no, no es novelado. Biografía al uso, digamos, y suerte que sea así.

  11. Rodrigo dice:

    En Argentina reside una colonia armenia importante, así se explica que en el vecino país exista alguna bibliografía sobre este pueblo, incluyendo el tema del genocidio. El libro de Granovsky da cuenta de ella.

  12. David L dice:

    Pues sí Rodrigo, Auschwitz I ya me impresionó, pero cuando llegué a Auschwitz-Birkenau fue tremendo, entrar por la puerta principal del campo donde están situados los raíles y entrar a la explanada donde los presos eran descargados y alineados antes de la decisión de ser enviados a las cámaras fue otra experiencia de esas que no se olvidan. Hace dos semanas que fui y todavía estoy analizando toda lo vivido allí. Desgraciadamente los campos forman parte de la Historia, y Auschwitz más que ninguno.

  13. alexander dice:

    La culpa alemana es un caso digno de estudiar, manifiesta en intelectuales de postguerra como Gunter Grass o Heinrich Boll, en los Estados alemanes que siguieron a la catástrofe de 1945 la culpa se manejó diferente en la República Federal como heredero de los estados semiestados alemanes (Sacro Imperio Romano Germánico, Segundo Reich, Tercer Reich, República de Weimar) no sólo se reconoció la culpa sino que se indemnizó a parte de sus víctimas no solo judías y no sólo al en ese entonces naciente Estado de Israel, el problema era con las personas naturales y jurídicas que colaboraron con el Tercer Reich, todas las empresas alemanas los Krupp, la Daimler, Bayer, no pagaron un marco y hubo militares y SS que pasaron de toda pena, en 1969 como bien lo ilustra von Schirach en el caso Collini, el Bundestag emitió una amnistía sopretexto de una ley que combatía el terrorismo, amnistía que benefició a todas as personas naturales que hubieran cometido críenes de guerra. En la República Democrática Alemana se fue aún más allá como según los teóricos del SED la Alemenia Socialista que surgía de las ruinas de 1945 era virginal no tenía porqué cargar con ninguna culpa, de ahí el himno de la RDA Auferstanden aus ruinen (muy bonito por cierto como el Soviético) dijera que era una Nación Nueva surgida de las ruinas, según el SED la Alemania del Este por ser socialista no debía responder por nada del pasado, así se reclamaran herederos de las guerras campesinas de la época de Lutero y de la revolución marxista de 1919. Tan es así que exagentes de la Gestapo pasaron a integrar la tristemente célebre Stasi.

  14. Rosalía de bringas dice:

    Fíjate que yo, cada vez que leo una reseña de Rodrigo, lo que más lamento es no poder hacer ¡zás! y dar el salto oceánico para poder concocerlo y escuchar.
    Sólo escucharle.

    Porque, leídas sus reseñas, una intuye todo lo que puede aprender de un lector semejante.

  15. Rodrigo dice:

    Te llevarías una decepción, Rosalía. En persona soy muy callado.

  16. alexander dice:

    Porque un tema digno de estudiar es que influencias o que herencias dejo el nacionalsocialismo en la RDA? Es decir no por ser parte del Bloque del Este quedaba inmune de esta herencia, además la mayoría de los refugiados de Silesia y Prusia Oriental residieron en la RDA, así como las mujeres violadas por el Ejército Rojo a su marcha hacia Berlín, a su manera los alemanes de la RDA debían vivir todos sus días de 1945 a 1990 con el estigma de la derrota y la presencia del ocupante soviético.

  17. Rodrigo dice:

    Seguro sabes que el caso ha sido estudiado, Alexander. Lógicamente, la mayor parte de la bibliografía está en inglés o en alemán. En castellano tenemos el libro de Ian Buruma, El precio de la culpa (Duomo, 2011). También el muy discutido –y discutible- libro de Daniel Goldhagen, Los verdugos voluntarios de Hitler (Taurus, 1997). Tengo noticia de una selección de ensayos editada por el historiador argentino Federico Finchelstein: Los alemanes, el Holocausto y la culpa colectiva (Eudeba, 1999). También son pertinentes los libros El trauma alemán, de Gitta Sereny (Península, 2005) y La seducción de la cultura en la historia alemana, del sociólogo alemán Wolf Lepenies (Akal, 2008).

    En el libro referido de Buruma hay una buena contraposición de los modos en que se enfrentó el problema de la culpa en la dos Alemanias.

  18. alexander dice:

    Yo lo que veo es que en Alemania la Primera Guerra es la guerra buena, la de los héroes y de la Segunda es la del silencio, tanto que aún hay monumentos a los caídos en Verdún y el Somme, no así de Stalingrado ni de Ardennas o el Anzio, cuando el historiador Fischer con su libro objetivos de Alemania en la Gran Guerra impugnó la creencia del cerco al Reich guillermino en 1914 fue duramente criticado en la República Federal, por eso porque la primera es la guerra buena, sobre la segunda en la población hay un manto de silencio tanto de las atrocidaes de la Wehrmacht como la de los aliados ocupantes, tanto es así que el monumento más grande de Berlín es el Sovietiche Ehrenmmal a pocas cuadras de la Puerta de Brandemburgo, un monumento a la mayor gloria del Ejército Rojo en la ciudad que torturaron civiles y violaron a la mayoría de sus mujeres, con una actitud así no sorprende que los alemanes de uno y otro lado del muro hayan guardado prudente silencio.

  19. Rodrigo dice:

    El trauma alemán, Alexander. En un país cuya población, encuestada a fines de los cincuenta, albergaba una alta proporción de personas que pensaban que los peores años de su vida habían sido los de la ocupación aliada (no los de Hitler, no los de la guerra), no resulta extraño que causara rechazo el que alguien como Fischer dijera que la PGM también había sido una “mala” guerra, añadiendo más cargos a la conciencia colectiva alemana.

  20. alexander dice:

    Haciendo una reflexión un poco sin consultar con libros creo que la culpa alemana venía dada como una actitud de complacer al aliado ocupante en la República Federal Adenauer fue más allá de lo que le pedía la Administración de Harry S. Truman, no olvidemos que Adenauer rechazó en 1951 o 52? una nota de Stalin sobre una eventual reunificación alemana, eso sí sin americanos en Alemania, el sueño de Stalin de sovietizar el Ruhr, pero Adenauer ni la tomó en cuenta, cuendo la RFA se remilatirizó e ingresó a la OTAN, lo hizo para complacer al ocupante norteamericano, y al otro lado del Telón de Acero Walter Ulbricht iba también más allá de lo que le pedía el camarada Kruschev, en 1961 con el «muro antifascista» se veía hasta que punto Alemania no era un país sin soberanía. Habría sido diferente sin división? una Alemania revanchista que seguramente reconquistaría por la fuerza Silesia y Prusia Oriental?

  21. juanrio dice:

    Tengo el libro en la pila, primeras posiciones. Estoy ahora mismo con Los últimos españoles de Mauthausen de Carlos Hernández de Carlos, he leído en estos días Treblinka de Chej Rachman, superviviente del campo, además de otro ensayo del mismo título de Jean Francois Steiner. Para mas abundamiento estoy viendo el documental de Lanzmann «Shoah»….Hacía un tiempo que no leía sobre el genocidio nazi y estoy recuperando el tema que ha sido recurrente para mí desde los catorce años…

  22. Rodrigo dice:

    Tremenda Shoah, la película de Lanzmann.

    El año pasado leí un comentario sobre el libro de Rachman, desde entonces tengo ganas de echarle mano.

    A ver si te gusta el libro de Harding, Juanrio.

  23. juanrio dice:

    Me ha gustado mas el de Steiner, mas completo y con mas perspectiva, aunque el de Rachman está bien.

  24. Rodrigo dice:

    La verdad es que no sabía del libro de Steiner. Siendo ensayo, se entiende que resulte más completo. Me lo anoto y con más ganas, pues.

  25. juanrio dice:

    No es un ensayo sesudo, pero recoge testimonios de muchos supervivientes y pone en valor lo que hicieron estos por rebelarse contra la maquinaria de la muerte. Acabo de ver que en España está descatalogado, yo lo he leído en digital.

  26. José Sebastián dice:

    Heredé el libro de Steiner de mi fallecido padre. La edición debe ser de los años 70. Lo leí de adolescente y realmente me impactó. Aunque años después he leído críticas nada favorables hacia el autor – tanto de historiadores como de supervivientes – acusándolo de fabular algunas de sus afirmaciones. Tendría que releerlo, han pasado treinta años.

    Sobre Trebilinka recomiendo «Desde aquella oscuridad, conversaciones con el verdugo» de Gitta Sereny, donde la autora entrevista a Franz Stangl (ex comandante de Treblinka y antes de Sobibor y miembro activo de la Aktion T-4) durante su estancia en prisión antes de morir de un infarto. Es uno de los mejores libros que he leído sobre el Holocausto. La autora nos lleva de la mano en un descenso a los infiernos narrando la vida del criminal nazi que aceptó ser entrevistado tras ser condenado a cadena perpetua tras ser descubierto en Brasil.

    Saludos

  27. juanrio dice:

    El de Sereny es un libro capital para entender todo esto. En cuanto a lo que dices de Steiner, he leído también esas críticas, pero lo cierto es que comparando con otros autores, el mismo Rachman que es un superviviente, no varía la visión que ellos tenían.

  28. Rodrigo dice:

    Recuerdo uno de veras bueno: Escapar de Sobibor, de Richard Rashke. Descatalogadísimo a estas alturas.

  29. Rodrigo dice:

    A propósito del libro de Harding, acabo de recordar un detalle. Sucede que el autor tira mucho de la autobiografía de Höss, y no sé hasta qué punto podrá fiarse cualquiera de un escrito de esa naturaleza (por la parte de autojustificación y demás, que igual supone un grado de distorsión). Lo bueno es que no se trata ni por asomo de la única fuente de que se ha valido Harding, de modo que la fiabilidad de su investigación sigue siendo alta.

  30. juanrio dice:

    El martes estuve ojeando las memorias de Höss en la biblioteca con la intención de leerlas cuando tenga un rato. Resulta que el libro está descatalogado y carísimo en el mercado de usado, además no está mas que en una biblio de Madrid, sorprendente. No se si llegará al nivel de autojustificación de las de Speer, que dejé de leer por ese motivo.

  31. Arturus dice:

    Excelente reseña, Rodrigo. Ya había visto este libro en la Fnac y me había llamado la atención. Seguramente lo leeré más adelante, cuando vaya terminando los que tengo entre manos.

  32. Arturus dice:

    No sé en qué punto dejaste las Memorias de Speer, juanrio; yo estoy terminándolas y creo que merecen la pena por toda la información que aportan, a pesar de lo que comentas. Sería interesante localizar también las de Höss, creo haber visto algún ejemplar a la venta en páginas de segunda mano.

  33. Rodrigo dice:

    Gracias, Arturus. Ya contarás tu impresión.

  34. Derfel dice:

    Un libro entretenido e interesante.

    Siendo la parte más impactante la referida a Hoss, por motivos obvios, sin embargo me ha llamado más la atención las andanzas de la familia judía, que a diferencia de otras muchas sí consiguió eludir el Holocausto: las distintas vías de escape de Alemania, las trabas administrativas para ello, las dificultades en el país de acogida, etc.

    REcomendable.

  35. Derfel dice:

    Y gran reseña, se me olvidaba.

    Rodrigo, lo malo de hacerlo siempre bien es que la gente se acostumbra y ya lo damos por supuesto.

  36. Rodrigo dice:

    Te echaba de menos por estos lares, Derfel.

    Muchas, muchísimas gracias. Y sí, la parte de Hanns –y de su familia- tiene su propio mérito, refleja el drama vivido por los judíos, en particular de aquellos que estaban en condiciones de huir del peligro y que, patriotas e integrados como el que más, debían arrostrar el sino de la expatriación, del desarraigo.

    Libro recomendable, como dices.

  37. juanrio dice:

    Ayer empecé con el libro, totalmente adictivo, a las 5 de la mañana estaba leyendo antes de salir para la oficina. Me está gustando mucho esa alternancia entre las biografías de los dos protagonistas y el estilo del autor. No esperaba menos, claro.

  38. Rodrigo dice:

    Justo en el clavo, Juanrio. De verdad es adictivo.

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