ES NECESARIO CASTIGO. EL DUQUE DE ALBA Y LA REVUELTA DE FLANDES – Alex Claramunt Soto
D. Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba, hacía entrada en Bruselas como gobernador de los Países Bajos el 15 de agosto de 1567, sustituyendo a Margarita de Parma. La razón de su traslado desde Italia se debía, entre otras causas, al asalto de los protestantes de aquel territorio, profanando lugares de culto católico y destruyendo imágenes en iglesias y monasterios de la región. Como bien dice el autor, su labor en Italia y su leal servicio bajo Felipe II, fueron algunas de las razones por las que este insigne personaje fue enviado para apaciguar y revertir una situación que, conforme pasaban los años, se le escapaba de las manos a los gobernadores Habsburgo en los Países Bajos.
Àlex Claramunt, director de la revista Desperta Ferro Historia Moderna y especialista en la historia militar de los siglos XVI y XVII, afronta con decisión y con un impecable uso de fuentes, los meses que transcurrieron entre abril de 1572 y diciembre de 1573, en los aconteció la gran rebelión en Países Bajos que llevó a que los territorios de Holanda y Zelanda construyeran su propia estructura política y militar, tras las numerosas victorias alcanzadas sobre un Alba ya enfermo y unas tropas, si bien eficientes, especialmente quejosas por el retraso en su pagas. Una sola chispa en la ciudad de Briel, iniciada por una operación de bloqueo y pirateo llevada a cabo por los llamados mendigos del mar, bastó para que toda la región se levantara en armas contra el gobernador, generando la conocida como Gran revuelta de Flandes.
En la introducción del ensayo y en su primer capítulo, el autor explica las políticas desarrolladas en los Países Bajos por el duque de Alba, marcadas por la imposición del Tribunal de los Tumultos como respuesta a la furia iconoclasta de 1566 y la intención de la aplicación de tres impuestos – del Centésimo dinero, el Vigésimo y el Décimo – como consecuencia de la necesidad de financiar las tropas realistas concentradas en la región para combatir, entre otros, a Guillermo de Orange, y realizar una ingente serie de obras para fortalecer las defensas de un buen número de ciudades. La semilla para la rebelión de 1572 ya estaba plantada en un territorio harto del duque de Alba, haciendo que entraran en el tablero de juego no solo los ya mentados mendigos del mar, sino también los hugonotes de Francia y elementos subversivos venidos de Inglaterra y del este del país.
Todo comenzó el 1 de abril de 1572 con la toma por los mendigos de mar de la ciudad de Briel en Holanda. La primera ficha del dominó ha caído y no pararía hasta diciembre de 1573. A lo largo de seis extensos capítulos, Claramunt analiza cómo la rebelión avanza con rapidez por todos los territorios de los Países Bajos. Inicialmente la oposición realista fue puntual, con la resistencia en algunas localizaciones y ciudades que consiguieron controlar el espíritu de revuelta que avanzó sin remedio especialmente en la zona costera de Zelanda y Holanda, gracias a la cercanía del mar y su disposición geográfica. La rebelión se adentró inexorablemente hacia el norte, donde en el Bajo Güeldres, Overijssel y Frisia mantendrían, desde el inicio de la revuelta, importantes contingentes enfrentados a los realistas. Por el sur, Francia hizo acto de presencia con avances militares apoyando las revueltas en Mons y Valenciennes, mientras Ámsterdam se mantenía leal, aunque ciudad tras ciudad, a excepción de algunos núcleos fieles defendidos por algunas tropas de la corona, fueron cayendo sin remedio bajo el poder de las juntas y ayuntamientos que aprovecharon para dar la espalda a Alba y sus huestes.
Tal y como nos cuenta el autor con infinidad datos presentados con gran detalle, los tomas y daca iniciados por parte de unos y otros, el masivo reclutamiento de tropas y sus movimientos sobre el terreno, fue convirtiendo toda la región en un gran campo de batalla en donde los ejércitos se movían con cierta dificultad en base a la imperiosa necesidad de suministros, el apoyo de las ciudades que se encontraban en su camino y la estrategia, más o menos acertada, de quienes comandaban las huestes enfrentadas, mientras los núcleos civiles apostaban por unos u otros, en un peligroso juego en el que al final de su camino podían no solo resultar asediados, sino también saqueados y masacrados, dependiendo de la elección tomada en este complejo juego de alianzas bélico.
Mientras, con el paso de las semanas, las regiones del norte fueron poco a poco recuperadas por Alba y sus generales. En el sur los franceses fueron bloqueados y expulsados del país y una Inglaterra temerosa buscó una posición neutral en el conflicto. Guillermo de Orange forzó una serie de operaciones sin lograr los resultados buscados, ante la presteza de los españoles por coartar una rebelión que no terminaban de controlar en Holanda y Zelanda. Estas dos regiones, son especialmente complejas geográficamente por la cercanía del mar y la cantidad de diques, marismas y canales de agua que estorbaban en el avance de unos y la defensa de los otros. Tras el cambio de tornas en las demás zonas, gracias a la perseverancia y a la acumulación de tropas ordenada por Alba, los españoles se concentraron en la revuelta en estos dos territorios.
Uno de los capítulos concentra lo sucedido durante el asedio realista sobre Haarlem, mientras los rebeldes intentaban también sitiar y ahogar a Amsterdam, y el juego militar se desarrollaba en puntos claves de Zelanda, como en Midelburgo, centro de resistencia realista en la zona. Claramunt realiza un exhaustivo estudio de los continuos movimientos, marchas y contra marchas, asedios y retiradas, acometidos por ambos contendientes, en un control milimétrico de las operaciones realizadas, los ingentes esfuerzos bélicos acometidos por las tropas, muchas veces en condiciones dificilísimas, así como las órdenes y contraórdenes de los comandantes y mandos al frente de las compañías, banderas y ejércitos. Tampoco olvida describir la aportación de las flotas en la revuelta, importante elemento especialmente en la fase final de la campaña de Flandes. Como consecuencia de ello y, en gran parte debido a los problemas económicos y la falta de pagas por parte española, así como por la difícil orografía neerlandesa, el esfuerzo de Alba por controlar un país y desbaratar la rebelión, fracasó, al perderse definitivamente los territorios de Zelanda y Holanda.
Al final del conflicto, el duque de Alba, ya defenestrado políticamente en la región, fue relegado en su cargo a favor de un Luis de Requesens que tuvo que afrontar el último tramo de la misma y acometer una serie de cambios y propuestas que ya no forman parte este interesante y detallado libro. En sus páginas se expresa y desarrolla a la perfección, los esfuerzo militares y la campaña bélica acometida por rebeldes y realistas, reuniendo a lo largo de los meses multitud de actos de valor, inquinas realizadas sobre la población civil, grandes asedios y un buen número de sacrificios en pos de los intereses de unos y otros. Francamente, no os perdáis sumergiros en este apasionante momento de la historia, que marcó definitivamente, aunque no de modo inmediato, el futuro de Flandes y los Países Bajos.
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Àlex Claramunt Soto. Es necesario castigo. El duque de Alba y la revuelta de Flandes. Madrid, Desperta Ferro Ediciones, 2023, 424 páginas.
Bien por la reseña. Leí el libro cuando salió (y charlamos con el autor en la radio): una muy interesante panorámica al gobierno de Alba en los Países Bajos y a esos dieciocho meses en que todo se hundió, siendo el origen de la larga guerra que partiría en dos la región (un norte eminentemente protestante y un sur eminentemente católico), y daría origen a las Provincias Unidas de los Países Bajos o República de los Siete Países Bajos Unidos. Hay que destacar la selección de mapas del período para «situarse» en el país y las vicisitudes del conflicto, y que le dan un plus de disntinción al volumen.
Un libro impecable en su presentación y que muestra un escenario trabajado al detalle por su autor a base de un pormenorizado estudio de fuentes… Y además, muy entretenido. Gracias Farsalia.