ELOGIO DE LA EDAD MEDIA: DE CONSTANTINO A LEONARDO – Jaume Aurell

Resulta estimulante encontrar un libro que, con voluntad de llegar a todo el público, plantea reflexiones sobre un tema, o en este caso un (amplio) período, que también pueden atañer a lectores más especializados. La conceptualización de la Edad Media como un período “oscura” ha permeado la visión que a menudo se tiene de una periodización estanca (grosso modo, siglos V-XV) y sobre la que se suelen verter tópicos: tras la “luz” de Roma, el Medievo sería el de la “oscuridad”, especialmente en los siglos V-VIII, entre la “caída” de Roma como “imperio” y el establecimiento de otro, el carolingio, que a su vez supone un primer “renacimiento” tras siglos de brumas y barbarie. También es cierto que “Edad Media” se refiere al ámbito europeo, cuando en el mundo chino ya existía una civilización tan milenaria (o más) como la de griegos y romanos, o en el Próximo Oriente surge una “nueva” religión que se expande, el islam, y crea su propio “imperio”; y eso si nos olvidamos por completo de África más allá del Sáhara y el Nilo o todo el continente americano, cuyas civilizaciones previas a la llegada de los españoles se etiquetan como “precolombinas”, como si Colón fuera quien pulsara el botón del play e hiciera que ese extenso escenario (con variedades regionales) antes estuviera en pausa.

Quizá por ello, por el interés en hacernos cambiar de entrada el paradigma sobre esa Edad Media a menudo vista como un accidente que interrumpe la lógica de la civilización que linealmente llevaría de los romanos a los renacentistas que miran ese pasado antiguo, Elogio de la Edad Media: de Constatino a Leonardo de Jaume Aurell (Ediciones Rialp, 2021) ya vale la pena. No cuenta nada nuevo (o al menos nada que no hayan contado otros muchos historiadores en obras mucho más extensas), pero lo cuenta muy bien; aporta unas recomendaciones bibliográficas al final del volumen para incentivar la curiosidad del lector, pero no necesita un aparato crítico basado en notas; de hecho, el autor ya deja bien claro en el preludio su interés de presentar un “breve relato”, una historia ofrecida presentado como “teatro del mundo”: tres actos y dos interludios, dieciocho escenas en vez de capítulos –introducidas por una imagen y una cita–, y con elementos plenamente del mundo teatral en cada uno de esos actos (“actores”, “coro” y “escenarios”), que a su vez rompen con criterios habituales en cuanto al ensayo histórico. Una metáfora que funciona, en general y en el que la división entre una primera parte (años 300-1000) con personajes concretos, una segunda (1000-1300) con colectivos y una tercera (1300-1450) que sigue la senda de Dante en su Comedia, no deja de ser una excusa narrativa, pues hay otros personajes, colectivos y escenarios sobre los que se hace hincapié en cada una de ellas. Pero aceptamos la propuesta del autor.

Tiene mérito, y mucho, “condensar” un milenio largo de historia en poco más de 200 páginas, recomendaciones bibliográficas aparte, y que no se dejen elementos esenciales de este período en el tintero; y este ya es uno de los alicientes del texto. Un lector con algunos conocimientos someros, pero con intención de profundizar en esta larga etapa, encontrará un hilo del que tirar; y al mismo tiempo un lector más avezado en la materia, como quien esto escribe, también se interesa en lo que le cuenta el autor, que combina con buen criterio y ágil pluma una narración sobre procesos a lo largo de estos once siglos y medio, que a su vez se erigen en procesos transversales que llegan hasta la actualidad (o que tienen relevancia en nuestros tiempos). Y lo esencial del período está en este texto: la transición de un estado pagano a uno cristiano (la “conversión” de Constantino) y la desmembración de un imperio en reinos germánicos; la siempre presente (y a menudo) convulsa relación entre Estado e Iglesia (o Imperio y Papado, un clásico en los estudios de la Edad Media); la aparición de nuevos actores en el drama (musulmanes, eslavos, “vikingos”, mongoles); la ampliación del imaginario tradicional de los tres órdenes medievales (bellatores, oratores y laboratores) con grupos menos estancos (monarcas, intelectuales y órdenes mendicantes; más adelante mercaderes y burgueses), que en cierto modo rompen la tradicional estratigrafía social de este período; la guerra, la peste y la muerte como jinetes apocalípticos siempre presentes, pero que toman especial incidencia en la representación del tercer acto.

Y, además, la plena “identidad” del período tardomedieval (y de todo el Medievo, en general), y de muchos de sus actores, como un período que no es etapa “pre” de otras con mayor prestigio; estamos muy de acuerdo con lo que dice el autor hacia el final del libro: «es preciso evitar la desagradable obsesión de los modernos de concebir la historia como un proceso progresivo lineal, donde lo moderno es siempre superior a lo medieval. Ese es un feo vicio, heredado de la Ilustración del Dieciocho y del positivismo decimonónico, que deberíamos erradicar de una vez. La historia es una compleja realidad de idas y venidas, de claroscuros y altibajos, más que una línea ascendente donde lo presente es lo superior». De ahí, deducimos, la decisión del autor de titular su texto como elogio (no idealizado) de una etapa histórica sobre la que en la cultura popular (cine, televisión, literatura) se vierten etiquetas, clichés e imágenes que la reducen a una etapa “intermedia” dentro de una lógica línea de acontecimientos que, mencionábamos antes, lleva de la “luz” de la romanidad a la “ilustración” de los filósofos del Setecientos y a la “racionalidad” científica desde un siglo y pico antes.

Quizá sólo por esto último el libro ya vale la pena, pues además es una especie de continuación/especialización de una obra anterior, Genealogía de Occidente: claves históricas del mundo actual (Pensódromo 21, 2017), con el que comparte estructura e incluso espíritu. El volumen supone un soplo de aire fresco y un estímulo para lectores muy diversos. Hay mucha divulgación –y mucha “divulgarización”– al respecto de la Edad Media, pero este volumen va más allá de un mero relato sobre este período y permite profundizar en algunas cuestiones, a la vez que abre la puerta a la reflexión en estos tiempos actuales.

     

3 comentarios en “ELOGIO DE LA EDAD MEDIA: DE CONSTANTINO A LEONARDO – Jaume Aurell

  1. APV dice:

    Parece interesante, pero me gustaría trabajos más amplios.

    Por cierto tiene en cuenta al Imperio de Oriente o como en otros trabajos lo que sucede durante ese período en Europa Oriental no existe.

  2. Farsalia dice:

    No es un manual ni un estudio sobre la Edad Media, sino un ensayo, y en el sentido más clásico de la palabra, sobre este período.

    ¿El segundo párrafo es una pregunta?; no me quedó claro. Creo recordar que sí, que se menciona el Imperio de Oriente, como se tiene también en cuenta a los polacos, húngaros y demás pueblos que se instalan en la periferia del Sacro Imperio.

    1. APV dice:

      Si, no le puse los signos de interrogación.

      Es que he visto libros sobre la Edad Media donde la reducen a Francia-Inglaterra, Papado-Emperador, Cruzadas (1° y 3°) y vikingos.; sin mencionar apenas nada del resto.

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