El escritor madrileño Sergio Vega no es extraño por estos lares. Miembro de una peligrosa triada de autores españoles que ambientan sus novelas en el Japón de los samuráis, ganador de varios Premios Hislibris por su trilogía de Las piedras de Chihaya y nominado a ellos tanto por El fantasma de los Nanjo como por esta que ahora reseño, la cual es la continuación de la historia del susodicho fantasma y de la máscara de teatro noh en la que habita y cuya ominosa presencia sigue enroscada en lo más profundo del destino del clan Akamatsu, fieles vasallos del sogún Tokugawa pero a los que recientes acontecimientos han ido alejando cada vez más del favor de la corte de Edo. Así, aunque este libro continúa la comentada saga podría incluso leerse de forma independiente (aunque siempre es mejor empezar por el principio). Amor, traiciones, venganza, honor, maldad, misterio y acción salpican continuamente las páginas de El último de los Akamatsu, páginas pasan rápidamente y que se leen de forma fluida, casi adictiva; hacía tiempo que no me quedaba leyendo hasta las dos de la mañana porque no quería dejar para el día siguiente el final de la novela.

La historia sigue a Tsuyoi, un joven samurái que ha ganado su rango gracias a las hazañas de su padre al servicio de los Akamatsu y que está siendo entrenado por Toshimoto, mano de derecha del daimio Akamatsu Muneaki, para recibir una secreta misión de la que nadie parece saber nada. Sin embargo, el joven samurái tiene un carácter volcánico, poco templado aun, y sus pasiones y su arrogancia lo llevarán por caminos que nunca pensó hollar y se encontrará cargando una pesada carga que podría salvar a su clan, o al menos vengarlo. Tendremos además una historia coral donde conoceremos también al ronin Ude, un samurái caído en desgracia y empujado a una vida criminal junto a la poderosa banda los Hombres del río, quienes están presionando para controlar los bajos fondos de Edo, la antigua Tokio, ciudad elegida por los Tokugawa como nueva capital y urbe que toma vida de forma magistral en la novela, con unas descripciones tan vivas que nos aparecerá estar en el corazón de Edo hace 400 años en cada capítulo. Conoceremos también a la joven Masume, hija de un maestro carpintero y cuyo destino acabará unido al de nuestro protagonista, para bien o para mal. Sin olvidar un buen elenco de secundarios como el monje Egao, el malvado Sakon o la joven Ritoru. Visitaremos templos, casas de citas y tabernas, palacios y mansiones señoriales, y seremos testigos de duelos a muestre y asesinatos, vileza y honor, maldad y bondad. Los samuráis aquí presentes dan buena idea de lo que estaba sucediendo con la era de paz de los Tokugawa: los guerreros estaban perdiendo importancia y sus costumbres marciales y rígidos códigos de honor empezaban atener menos valor que la política, la administración y la influencia secreta sobre otros. Asistiremos así al ocaso de la casta guerrera que gobernó Japón con puño de hierro y asistimos al inicio de su domesticación bajo el mando de los Tokugawa.

Sergio Vega hace gala de un amor por la época y de un buen grado de investigación y documentación a la hora de recrear la ciudad, sus calles y habitantes, las costumbres y la historia del Japón del siglo XVII y como es un país en plena transformación, a caballo entre dos mundos: el de la Guerra y el de la Paz. Y aunque es una novela histórica (y aquí no quiero entrar en ningún debate, que nos conocemos) ya que recrea fielmente un periodo y coloca en él su narración, tiene mucho de novela de aventuras y misterio, incluyendo un elemento sobrenatural en esa máscara de mujer que parece cobrar vida y transformarse en el rostro de un demonio cuando elige a un portador, dotando a este de habilidades casi mágicas, transformándolo en el fantasma de los Nanjo.

Por destacar algunos puntos negativos comentaré tres cosas, una de las cuales no tiene por que serlo. La primera es que alguna vez que he encontrado términos que se repetían en un mismo párrafo o en el siguiente y también me he encontrado un samurái que “envestía” en ligar de “embestía” y quizás es señal de que habría faltado una última re-re-re-revisión, un último pulido en la ya afilada hoja de la katana. La segunda es intrínseca a la novela de samuráis; los términos en japonés. A veces hay palabras en este idioma que no significaran lo mismo que es español o cuyo significado se debe traducir con varias palabras para ser lo más exactos posibles y sé que hay lectores que se marean o se salen de la narración por el uso de las mismas y las notas que explican su significado; no es mi caso y no creo que se ametralle sin sentido pero sí, quizás, habría alguna que podría haberse españolizado sin mucho problema en aras de la fluidez. Y por último, el final queda muy abierto después de cerrarse la historia de los Akamatsu y el autor nos amenaza con una tercera parte que, por mi parte, sería más que bienvenida.

En conclusión, una estupenda novela sobre el mundo de los samuráis que encantará a los amantes del Japón feudal pero también a lectores curiosos y de mente abierta y, sobre todo, a los que busquen una buena novela de acción y misterio con un toque sobrenatural y una ambientación diferente a la par que sobresaliente. Y hasta aquí la reseña, es tarde ya y debe ser fruto del cansancio pero en el tejado vecino, bajo la luz de la luna me ha parecido ver refulgir un rostro blanco, blanco como una antigua más cara de teatro quizás para vigilar que secretos desvelo o quizás para recordar que la saga de los Nanjo no ha llegado a su fin.

Sergio Vega, El último de los Akamatsu. Editorial Chidori Books, 2023, 486 páginas.

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