EL RAISUNI. ALIADO Y ENEMIGO DE ESPAÑA – Carlos Tessainer y Tomasich

Para mí surgió de las brumas de la historia. Sí, lo había visto vestido de Sean Connery en una película, pero hasta no hace demasiado habría sido incapaz de distinguirlo del emir Faisal, o del jeque Riyadh, solo era un capitoste moruno más, fabricado en serie por Hollywood con todas las virtudes y ninguno de los defectos del cliché. Pero, de repente, bajó de las montañas como quien no quiere la cosa. Se llamaba Muley Ahmed ben Mohamed ben Abdalah el Raisuni y luchó para que un mundo que estaba dejando de ser el suyo siguiera siendo lo más parecido posible a como él quería que fuera, un objetivo que cada vez podría parecerse más al de cualquiera de los presentes, o tal vez no. El impacto que me causó desde los primeros datos que obtuve sobre él y la necesidad de aprender más cosas, me llevaron a buscar alguna biografía, y el resultado fue El Raisuni. Aliado y enemigo de España, de Carlos Tessainer y Tomasich, un libro que bien merece un caballo. ¿O era ver Nápoles…? En fin.

Podemos decir seguro que El Raisuni, o Raisuli, fue un señor feudal de las montañas de Yebala, en la parte occidental del protectorado español de Marruecos, pero a partir de aquí entramos en un terreno sumamente resbaladizo. La propia historiografía sobre el personaje ha variado mucho a lo largo de los años. Durante décadas, el protagonista principal de la historia anticolonial –o antiprotectorado– en Marruecos fue Abd el-Krim el Jattabi, presente hasta en la sopa, estudiado, diseccionado incluso, desde la paliza que nos propinó en Annual, en la que nuestros propios mandos y políticos tuvieron su parte de culpa, a su intento de crear una República del Rif, un experimento muy contemporáneo para tratarse del “salvaje” norte de África; y todo ello a costa de El Raisuni, un tanto olvidado por los especialistas, incluso de su propia patria, tal vez debido a cierta influencia francesa para la que este, como caudillo local de la parte extranjera del protectorado, nunca tuvo demasiada importancia. Pero parece que poco a poco nuestro personaje resurge, y es una suerte porque es una auténtica sorpresa, envuelta en una vida de aventuras y metida dentro de una chilaba.

Pero no es la única razón por la que este personaje ha quedado un tanto apartado. Para empezar, cabría preguntarse quién fue, un héroe o un criminal, porque ambas facetas concurren en él y frente a quienes han querido verlo como lo primero están los que se han alzado para criticarlo como lo segundo. Como nos dice su biógrafo, El Raisuni quiso ser juez, pero muy rápido acabó metido en las rencillas y las violencias heredadas de su familia y las familias rivales, para convertirse en bandido e ir a parar a la cárcel de Mogador, la actual Essauira (que hasta donde yo se merece una visita). Como es de esperar de cualquier protagonista que se precie, se fugó. Tras unos meses, años, penosísimos, y ya trasladado a una celda con vista al exterior, consiguió limar los barrotes y escapar, correr por la playa con las cadenas aún enganchadas a los tobillos en busca de un bote que no llegó y parapetarse en un contrafuerte. Finalmente se entregó y, como hacía todo el mundo, salió de la ergástula cuando el sultán así lo dispuso.

No tardó en volver a lo suyo. Era un chorfa, descendiente del profeta, con derecho a usar el Muley en su nombre, símbolo de estatus, incluso habría podido ser sultán, pero ya se encargaba la familia real de jugar al juego de las sillas, el sólo tenía que aprovecharse de la situación para obtener lo que ambicionaba. La ambición es otra de las terribles facetas del personaje. Más prerrogativas, más dinero, más poder. El Raisuni peleó toda su vida para obtener lo que consideraba que merecía por su estatus y el de su familia. ¿Reprobable? Habría que verlo. Para ello no dudó, ¡oh vergüenza!, en pactar con los españoles y servirles en bandeja tanto Larache como Alcazarquivir. Así nos lo explica el autor, aunque tampoco esto es del todo pacífico, pero parece razonable pensar que en una situación en la que solo había dos alternativas posibles –Francia o España–, El-Raisuni eligió el que le parecía el mal menor y, de paso, puso en competencia a ambos socios protectores o, al menos, hizo la puñeta a los franceses, que eran los que menos le gustaban.

Su relación con España es otro de los claroscuros de la historia de El Raisuni. Como en la campaña norafricana de Rommel, esta fue pendular. Ahora sí, ahora no. Aliados y enemigos, como bien dice el título del libro, que además incide en otro factor importante, la incomprensión. Puede que España, sus gobiernos, el rey y los altos cargos militares y civiles, supieran mucho del protectorado marroquí, pero jamás acabaron de entender a El-Raisuni; y puede que él fuera un personaje leído, ávido devorador de la prensa internacional y muy al tanto de lo que sucedía en Europa, pero nunca supo con claridad qué querían los españoles de él, ni si podía fiarse de ellos. Vamos a darle una vuelta a este tema, que es interesante. Las relaciones entre España y El Raisuni empezaron con buen pie. Con su ayuda o sin su ayuda, los peninsulares desembarcaron en las costas de Larache y llegaron hasta Alcazarquivir sin que este opusiera resistencia alguna, pero luego llegó un tal Manuel Fernández-Silvestre, otro carácter de armas tomar (nunca mejor dicho ya que era general), y la relación fue perdiendo fluidez hasta que el yebalí se marchó primero a Tánger y luego a las montañas para levantar a las cabilas contra los españoles, y comenzó una guerra desigual en la que los peninsulares tenían la superioridad militar en los combates formales, que era precisamente lo que su oponente no estaba dispuesto a concederles. Y es que por entonces El Raisuni, cuya especialidad había sido el secuestro de occidentales para pedir rescate –y prebendas, entre ellos el famoso Ion Perdicaris, que por cierto era un señor y no Faye Dunaway, pero eso son minucias– ya tenía experiencia en eso de perderse por las montañas.

Al lío que me pierdo, como los protagonistas de esta historia. Porque lo cierto es que mientras los militares –Fernández-Silvestre a la cabeza– le metían caña, los políticos trataban de sosegarle, llegar a acuerdos, promoverlo o manejarlo sin ser demasiado claros, prometiéndole el título de jalifa y luego negándoselo, en fin, que Madrid no se aclaraba y todo aquello se convirtió en un carajal. Dadas las circunstancias, no sorprende que nuestro protagonista buscara entonces nuevos apoyos más allá de los protectores francés y español y fuera a llamar a las puertas de Alemania y del Imperio otomano, sobre todo con la Primera Guerra Mundial en pleno apogeo. A fin de cuentas, los primeros eran amigos del mundo árabe, los segundos los gobernantes teóricos del Magreb y ambos enemigos de los franceses, a quienes El-Raisuni odiaba más que nada en el mundo.

Así andaban las cosas cuando se consiguió llegar a un acuerdo, la guerra en Yebala terminó y nuestro protagonista llegó incluso a dirigir una columna en la invasión de la cabila de Anyera de 1916. Pero nada es para siempre y las cosas acabarían torciéndose de nuevo, esta vez de verdad, y en esta ocasión el general Dámaso Berenguer, alto comisario en el protectorado, acabaría poniéndolo contra las cuerdas. Pero El-Raisuni tenía la baraka, esa suerte indefinible y mística que acompaña a los líderes al combate y que les otorga el triunfo. Justo cuando ya estaban los españoles por tomar su base de Tazarut, Fernández-Silvestre (otra vez él) y sus fuerzas se desmoronaron en Annual y hubo que firmar la paz. El Yebalí no volvería a entrar en guerra con los peninsulares, es más, se convirtió en el bastión occidental contra Abd el-Krim el-Jattabi, quien acabaría capturándolo y condenándolo a muerte, aunque lo mató la enfermedad antes de que se cumpliera la sentencia. Un final digno de Hollywood, o de mejor causa sin duda.

Y ya va llegando la hora de terminar este comentario a modo de reseña. El autor nos narra la historia de El Raisuni en un libro lleno de protagonistas muy bien descritos, de pensamientos y de impresiones, de matices, de razonamientos y de textos de época, para que el lector pueda acercarse él mismo al extraordinario panorama de aquella época y de aquel lugar. Y como botón de muestra no me resisto a poner a los dos grandes héroes nativos de estas guerras del protectorado frente a frente. “¿Quién eres tú? –es El Raisuni, quien habla a Abd el-Krim, ya cautivo, poco antes de su muerte– Demuéstrame quién eres tú, tu persona y tu rango. Nosotros sabemos quién eres tú, tu padre y tus abuelos, oh hijo del fakih. Del mundo se ha apoderado el sueño y lo ha aborrecido. Sobre lo que me mandaste decir de que me había salido del islam, las cosas de la gente las sabe la gente y cada cual sabe lo que es; sobre nuestra inclinación a la nación española, solo era por apagar el fuego de la guerra; por evitar el derramamiento de sangre y nuestro proceder es público; pero tú, oh hijo del fakih, viendo la situación, no es preciso preguntar: ¿cuánta sangre de tus hermanos musulmanes has derramado sin motivo? ¿Cuántos niños has degollado sin causa islámica y a cuántos has deshonrado?” Ahí va eso, y aquí me quedo, aunque no sin antes recomendar este libro a todos aquellos amantes de la historia, del protectorado, de los héroes de múltiples caras y de las grandes aventuras. No defrauda.

Y, por cierto, opino, que me estaba ablandando.

 

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Carlos Tessainer y Tomasich, El Raisuni. Aliado y enemigo de España. Librería Hispania Ediciones, 2015, 358 páginas.

 

     

4 comentarios en “EL RAISUNI. ALIADO Y ENEMIGO DE ESPAÑA – Carlos Tessainer y Tomasich

  1. Iñigo dice:

    Personajazo del que tenemos una visión romántica de la mano de la película «El viento y el león» con un estupendo Sean Connery, pero que en la realidad de su tiempo, presenta muchos claros y oscuros en su relación con la España colonial de la época, con una Francia imperante en aquellos territorios y una tensa situación con sus vecinos tribales. Desperta Ferro publicó no hace mucho un número en su sección de Hª Contemporánea que ya por si mismo resultó muy interesante en el descubrimiento del personaje. Reseñón.

  2. Pintaius dice:

    ¡Excelente reseña Koenig! Para un apasionado como yo de las Guerras de Marruecos, supone un placer que le descubran libros como este, cuando, además, como bien dices, Raisuni no ha tenido la importancia para la historiografía que posee Abd el Krim.

    Sólo una precisión: la protagonista femenina de «El viento y el león» no es Faye Dunaway, sino Candice Bergen, la inefable «Sra. Pedecaris»… ;-) Saludos.

    1. Koenig dice:

      Me traiciona el subconsciente. ¡Gracias por la precisión!

  3. Carlos TESSAINER Y TOMASICH dice:

    Me alegro que para ti la figura del Cherif Muley Ahmed El-Raisuni surgiese «de las brumas de la historia». Yo como historiador, también etaba harto de que «el protagonista principal de la historia anticolonial – o antiprotectorado – en Marruecos fue Abd el-Krim el Jattabi, presente hasta en la sopa (…)». Eso y el conocimiento de la figura raisuniana desde que era pequeño, en virtud sobre todo del lugar de mi nacimiento, me inclinaron a su estudio, de donde salió la biografía que tan generosamente comentas, que en realidad es mi tesis doctoral.
    Muchas gracias, Koenig.
    carlos TESSAINER Y TOMASICH

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