EL MODO ALEMÁN DE HACER LA GUERRA – Robert M. Citino

A comienzos de septiembre de 2018, los compañeros de Ediciones Salamina trajeron al mercado editorial la obra El modo alemán de hacer la guerra: de la Guerra de los Treinta Años al Tercer Reich (2018) del autor Robert M. Citino. Historiador estadounidense dedicado al ámbito militar con una buena reputación gracias a sus investigaciones. Sus trabajos le han llevado a conseguir en dos ocasiones el premio Society for Military History’s Book Award. En esta ocasión nos trae un relato cronológico sobre como se formó la manera de hacer la guerra en Alemania. Desde los tiempos de Federico Guillermo «el Gran Elector» hasta los primeros compases de la Operación Barbarroja en el verano de 1941.

Como ya anuncia la portada de este volumen, comenzamos nuestra andadura a mediados del siglo XVII. En esos momentos Europa se encuentra sumergida en la cruel y dura Guerra de los Treinta Años. En Brandeburgo-Prusia gobernaba Federico Guillermo, conocido más tarde como «el Gran Elector». Su reinado se extendió desde el año 1640 hasta su muerte en 1688. Desde un primer momento y viendo la situación geográfica de los territorios que gobernaba, su ejército se dispuso a realizar aventuras bélicas que tuvieran dos características fundamentales. Primero deberían ser acciones cortas de duración y segundo, debían de ser igualmente enérgicas. El ejército de Federico Guillermo se estrenó a finales de julio de 1656, aliado con los suecos y combatiendo a los polacos.

Década más tarde, y antes de su muerte, el Gran Elector tuvo que combatir a los suecos que se habían vuelto sus enemigos tras unos cambios de alianza (algo normal en la época). Sin duda su momento culmen se produjo en la campaña del invierno de 1678-79 cuando persiguió a unas fuerzas suecas sin dejar de presionarlas. Con estos inicios bastante esperanzadores para el ejército prusiano. Citino marca aquí el inicio de la tradición prusiana de hacer la guerra. Los capítulos segundo y tercero están dedicados especialmente a la figura de Federico II de Prusia, conocido por todo como “el Grande”. El autor nos desgrana con bastante facilidad las claves para entender las características de la guerra federiquiana y su participación en la Guerra de los Siete Años.

Federico II el Grande tuvo uno de los mejores ejércitos de la segunda mitad del siglo XVIII. Esto fue conseguido gracias también al trabajo de su padre, Federico I. Aunque Federico I no entró en ningún conflicto, su hijo heredó unas fuerzas armadas entrenadas y dispuestas para el combate. Una de las cosas por las que destacaban es que eran capaces de recargar más rápido que el estándar europeo de entonces. Federico II el Grande no tuvo un debut bueno en la primera guerra de Silesia, pero su pensamiento táctico y estratégico fue mejorando con el paso del tiempo. Esto no le libró de ser derrotado de forma notable en diferentes campañas. Seguramente por lo que más fue conocido en su tiempo fue por la búsqueda del flanco enemigo para efectuar un golpe maestro y por su impredecibilidad, ya que atacaba hacia delante sin tener en cuenta que el ejército enemigo podía superarle varias veces en número.

Robert M. Citino hace un buen repaso de Federico II el Grande y nos deja en sus conclusiones como el monarca prusiano comentó que las guerras que debía llevar a cabo su reino tenían que ser kurz und vives (Breves y enérgicas). Una propiedad que queda como símbolo del ejército prusiano a partir de entonces, pero que había dado sus primeros pasos ya con el Gran Elector. De las grandes victorias de Federico II llegamos al declive y posterior colapso del periodo napoleónico. Las fechas comprendidas entre 1806 y 1813 vieron caer y renacer al nuevo ejército prusiano. Napoleón se impuso con sus nuevos métodos en un primer momento, pero tras varios años de lucha en Europa los ejércitos enemigos copiaron sus tácticas. Con esto se llegó a un punto de inflexión.

Prusia reformó su ejército, anclado todavía en las costumbres del siglo XVIII, y lo llevó a ser uno de los más importantes de la época. Se puso en marcha la construcción del estado mayor (punto muy importante). Esto produjo que los ejércitos de menos de cien mil hombres pasaran a ser toscas masas de medio millón de soldados. La campaña de 1813 culminará con la batalla de Leipzig. Citino califica a la batalla de Leipzig como la primera Kesselschlacht (batalla de cerco) de la historia de Prusia. Entre 1820 y 1870 entramos en un periodo de reformación total. La primera parte de este capítulo esta dedicado al estudio teórico-filosófico de Clausewitz. Muy interesante debido a que el autor contrapone su pensamiento al de otros pensadores de esta clase. Del marco filosófico se pasa al material. La Segunda Revolución Industrial trajo un adelanto tecnológico sin precedentes: ferrocarriles y fusiles. Dos elementos que cambiarían la forma de hacer la guerra.

Entre todos estos cambios aparece la figura de Helmuth von Moltke, que será conocido más tarde como “el Viejo”. Moltke destacará como jefe de Estado Mayor de Prusia. Participará en las guerras contra Dinamarca, Austria y más tarde Francia. La campaña contra Austria y sus aliados alemanes se inició en 1866 y duró apenas siete semanas. Moltke supo aplicar los nuevos avances tecnológicos en las fuerzas armadas prusianas, lo cual produjo un aumento de la movilidad y la potencia de fuego. Como con Federico II, nuestro querido historiador nos muestra todos los pormenores del pensamiento táctico-estratégico del viejo Moltke. La victoria frente a los Augsburgo no estuvo libre de errores que podrían haber sido fatales. Cuatro años más tarde el objetivo será Francia. La nueva campaña tendrá otros errores que podrían haber costado una gran derrota a Prusia-Alemania. Errores que quedan bien expuestos con los ejemplos de acciones que Citino nos muestra.

Entre 1870 y 1918 entramos en lo que se denomina la etapa clásica de Alemania. La llegada de ejércitos tan masivos como los de los años previos de la Gran Guerra provocaron una verdadera ansiedad sobre como dirigirlos en batalla. En este desarrollo estratégico entra en juego el ingenio de von Schlieffen. El autor hace un buen repaso de este jefe de estado mayor alemán y nos rompe en gran parte el mito del famosísimo “Plan Schlieffen”. Nuevamente tras el apartado teórico pasamos al práctico, como se puso en marcha sobre el campo de batalla lo enseñado y aprendido en las academias. En el frente occidental nos encontramos con la acción llevada a cabo en Namur, mientras que en el este tenemos Tannenberg y la campaña de Varsovia del otoño de ese mismo año. Citino nos muestra las vicisitudes y los planteamientos que tuvo Alemania en estas duras fechas en las que la “Guerra de movimiento” quedó anclada en el oeste.

Llegando al final de esta obra tenemos dos capítulos que están dedicados al periodo entreguerras y a 1939-41. Tras el Tratado de Versalles, Alemania perdió su preciado ejército. De estos años de precariedad militar nace las formaciones que darían a Alemania sus grandes victorias en el futuro, las divisiones Panzer. Aunque el ejército alemán había sido casi desactivado, los ejemplos que se nos muestran, como los combates contra los rebeldes polacos y las maniobras de 1930 dan buena cuenta de que el espíritu combativo no se había perdido. Todo esto junto al rearme llevado a cabo por el gobierno de Adolf Hitler causó de nuevo el engrandecimiento de las fuerzas armadas alemanas. Este resurgir sería demostrado primero en Polonia. Una campaña que tuvo como consecuencias la captura de cientos de miles de prisioneros en numerosas batallas de cerco y movimientos en pinza.

Por último, nos trasladamos a 1940, donde el ejército alemán consiguió otra de sus grandes victorias, la derrota de Francia y de la fuerza expedicionaria británica. El denominado Plan Amarillo se diseñó durante la etapa desde la derrota de Polonia hasta mayo de 1940, cuando se puso en marcha. Este se llevó a cabo en apenas un mes y fue una victoria total. Como siempre, Robert M. Citino nos pone al tanto de los errores cometidos y de los cambios que empezaron a producirse a partir de entonces, por ejemplo, en la flexibilidad del mando, algo que era tradicional en el ejército prusiano. El comienzo de 1941 trajo igualmente victorias importantes, como la invasión de Yugoslavia y los Balcanes, además de la expulsión de británicos y la ocupación de Grecia. Todo ello en operaciones rápidas y enérgicas como había descrito en su día el rey Federico II. El verano de 1941 llevó a la Wehrmacht y a la Luftwaffe a los largos llanos y a las estepas de la Rusia soviética. Los primeros avances de la Operación Barbarroja permitieron la captura de cientos de miles de prisioneros y bastantes ganancias territoriales, pero los alemanes se encontraron con un enemigo muy numeroso y sobre todo muy agresivo. Finalmente, para Citino el modo de hacer la guerra alemán quedará plantado en este territorio hasta su final en 1945.

Para acabar esta reseña quiero mencionar datos técnicos. La edición en tapas blandas rusticas me parece excelente, la traducción del historiador Hugo A. Cañete es también magnífica. El volumen, asimismo cuenta con un buen número de mapas, imágenes y cuadros a todo color. La lectura es verdaderamente amena y cualquier persona con un mínimo de conocimiento en Historia Militar disfrutará desde la primera página de los datos que se nos presentan. En definitiva, otro gran trabajo de los compañeros de Ediciones Salamina por traer esta obra al castellano.

– Robert M. Citino, El modo alemán de hacer la guerra: de la Guerra de los Treinta Años al Tercer Reich, Ediciones Salamina, Málaga, 2018. 438 pp.

     

22 comentarios en “EL MODO ALEMÁN DE HACER LA GUERRA – Robert M. Citino

  1. Iñigo dice:

    Buena reseña y magnífico libro que tuve el gusto de reseñar para Desperta Ferro hace unos meses… Citino sabe lo que hace… uno de los grandes historiadores de la historia militar alemana y europea. Con permiso comparto mi reseña… https://elpuentelejano.blogspot.com/2019/07/el-modo-aleman-de-hacer-la-guerra.html

    1. Como siempre Íñigo es un placer que leas mis humildes reseñas. La tuya por supuesto es genial no hace falta decirlo. Creo que es un gran libro.

  2. Pepe dice:

    Lo leí hace un año y aunque admito que Citino tiene una forma de escribir muy directa y atractiva, discrepo bastante de las conclusiones a las que llega. No creo que Prusia primero, Alemania después, por sus condicionantes geográficos e históricos hayan necesitado que sus guerras fueran breves y brutales (no sé si son esos los adjetivos exactos que utiliza Citino) en general siempre todos han buscado ganar una guerra lo más rápido y directo posible. Me vienen a la memoria miles de ejemplos. Anibal con su locura de cruzar los Alpes, antes el cónsul Régulo desembarcando en África. Incluso Churchill y su plan de desembarco en los Dardanelos.
    No me gustó su afirmación del final del libro justificando la desaparición por decreto del estado de Prusia, porque como sus guerras eran breves y brutales, a saber que habrían hecho en la era nuclear. Como siempre ahí a Citino se le ven sus orígenes. Son muchos los historiadores anglosajones, que deben recalcar la crueldad de los totalitarismos, cuando, que yo recuerde, hasta el presente no ha sido ningún régimen totalitario, ni los rusos ni los chinos, quien ha usado la bomba atómica, sino ellos.
    Porque si hay algo peor para definir a un país, que el hecho de que sus guerras deban ser breves y brutales, lo es que sus guerras deban terminar con la rendición incondicional, sin posibilidad de diálogo, del enemigo. algo que quizá algún día una potencia emergente se lo recuerde a ellos.

    1. Estoy de acuerdo contigo en parte Pepe. Creo que todos los países han intentado finalizar sus conflictos rápido, lo que ocurre es que Prusia (luego Alemania) destacó por ello en base a que se forjó a ideas y conceptos de velocidad y guerra de movimientos. El autor lo muestra bastante bien al comienzo del libro cuando afirma que otras potencias como EE.UU , por ejemplo, han destacado sobre todo por la potencia de fuego puesta en marcha en los conflictos. Sobre todo en la Segunda Guerra Mundial y a partir de la misma.
      Sobre lo que dices de los regímenes totalitarios estoy de acuerdo con lo que has expresado. Y añadiré también que un libro que trata desde el siglo XVII hasta 1941 debe contener a la fuerza pequeños errores de bulto o afirmaciones cuanto menos cuestionables. De todas maneras y si has leído mi reseña, Citino me parece un gran autor y un gran historiador militar. Estoy deseando que lleguen al castellano más de sus obras. A ver si los amigos de Ediciones Salamina nos alegran el 2020! jeje

      Un saludo y gracias por comentar
      Ismael

      1. Iñigo dice:

        Bueno, Stahel coincide en parte con Citino en esta idea, en sus tres libros dedicados a Operación Barbarroja y Operación Tifón, publicados en Salamina.

      2. Iñigo dice:

        La cuestión es que a lo largo de la historia de Prusia/Alemania, la intención de realizar guerras rápidas se repite, no solo en la práctica, sino también en la teoría a la hora de plantear estrategias. Es decir, que Citino demuestra que es un tipo ideal de guerra que se encuentra asentado en las escuelas militares de aquel país y en la idiosincrasia de sus mandos.

      3. Pepe dice:

        Yo también he leído bastante a Citino. De hecho no hará ni dos meses que acabé La Wehrmacht se retira. Por desgracia La muerte de la Wehrmacht está descatalogado y de segunda mano es inasumible su precio.
        En este último libro si coincido más con sus conclusiones. No me parece mal autor, sabe de lo que habla, ha investigado, pero como la mayoría de historiadores militares anglosajones que han abordado la SGM lo han hecho deslizando continuamente perlas que no sé muy bien a cuento de que vienen. A saber. Japoneses malos, alemanes peores, rusos algo menos malos y aliados salvadores cuyos pequeños pecados de guerra pueden y deben ser perdonados.

  3. Sobre lo que comentáis.

    David Stahel es cierto que coincide con lo expresado por Robert M. Citino, como bien dices Íñigo, a lo largo de las tres obras hace mención a sus obras, sobre todo a esta en concreto. Pero añade asimismo que los alemanes en la SGM estuvieron también influenciados por la propia ideología nazi para lanzar su guerra en el este. Ideología que sirvió a grandes rasgos para minusvalorar el poder militar de la Unión Soviética.

    Sobre lo que dice Pepe, diré que Citino me ha parecido muy correcto en su tratamiento a todos los contendientes. Es crítico con los alemanes y no me parece mal, puesto que hasta la actualidad la literatura militar les ha sido apologética en la mayoría de los casos. Por eso una «colleja investigadora» siempre viene bien. Por eso también me gustan tanto Citino y Stahel. Sobre el tratamiento a los rusos, por supuesto muestran sus errores pero creo que sus comentarios son positivos, muy positivos.

    Un abrazo, es un placer leeros de veras.

    Ismael

  4. Iñigo dice:

    Lo que comentas en el primer párrafo, no contradice lo que digo anteriormente… Una cosa es la razón del ataque alemán y otro el modo de hacerlo, es decir, en su búsqueda de una victoria rápida… su idea era llegar a Moscú antes del otoño.

    1. No buscaba contradecir tu comentario Íñigo, solo aportar algo más a lo que habías afirmado antes. Ya que Stahel complementa (literalmente) el pensamiento de Citino con lo que yo he comentado. A ese pensamiento alemán por hacer la guerra de manera rápida se le añadió la ideología nazi en el periodo de la Segunda Guerra Mundial.

      No estaba haciendo un debate o una disección sobre la razón y el modo. Hablaba más bien de este último.

      Un abrazo

      1. Iñigo dice:

        Pero hombre, si no lo he dicho con ninguna segunda intención… Me encantan los debates. Abrazos.

  5. APV dice:

    En primer lugar la búsqueda de la victoria rápida ya viene de tiempos griegos, precisamente en la forma de batalla campal, con las falanges alineadas, porque los hoplitas tenían que irse a trabajar en el campo así que el período de guerra era breve.

    Vemos también a unos ejércitos revolucionarios y napoleonicos buscando la batalla decisiva en vez de las campañas de posiciones del s. XVIII.

    Igualmente la 1ª GM condicionó mucho, nadie quería una campaña larga que agotaría sus recursos, y eso se plantearon los alemanes frente a Rusia atacar con contundencia y vencer rápido como muestra Stahel, pero les salió mal.
    La necesidad de romper frentes y vencer llevó a varios caminos: el alemán de ruptura, el ruso de guerra profunda, el británico basado en coordinación y sorpresa, el francés con avance sostenido por artillería.
    En realidad los EE.UU. usan desde entonces el modelo francés adaptado a una mejor tecnología y superioridad de medios.

    1. En realidad creo que la victoria rápida y la «batalla decisiva» (concepto militar que ha dado lugar a numerosos debates a lo largo de la historia) son dos cuestiones que todas las fuerzas armadas han querido conseguir siempre salvo en contadas ocasiones.
      La cuestión es que Citino desgrana el pensamiento militar alemán en base a esta cuestión de la rapidez y la fuerza del golpe que tenían que dar los ejércitos de Alemania. En ningún momento se niega lo primero que he dicho y que has comentado antes. Pero creo que si es reconocible que los alemanes en esta clase de pensamiento militar han destacado por encima de otros.

  6. Iñigo dice:

    Bueno la particularidad del caso alemán/prusiano, se debe especialmente a tres factores: Primero que históricamente sus ejércitos eran cuantitativamente más débiles que los de su entorno. En segundo que se encontraba rodeado habitualmente de enemigos, por la situación del país en Europa. Y tercero, que incluyeron la estrategia como un estilo propio de sus mandos y ejércitos, por propia iniciativa, no como un modelo de estudio histórico realizado posteriormente. De ahí el razonamiento y expositivo de Citino en su libro.

    1. Jajaja, no hombre, no digo que tus comentarios vayan con segundas intenciones, ni mucho menos. Si a mí también me encanta debatir.

      Nada más que añadir, lo cierto es que ese es el eje central, la columna vertebral de la obra de Citino. En base a esto desarrolla todo lo demás.
      En otro orden de cosas, estaría super bien el traer al castellano «Quest for Decisive Victory: From Stalemate to Blitzkrieg in Europe, 1899–1940». Yo la considero la primera parte de la obra «De la Blitzkrieg a Tormenta del desierto». ¿Tú que dices Íñigo?

      1. Iñigo dice:

        Ni idea… No lo he leído.

  7. APV dice:

    El concepto victoria rápida y batalla decisiva no están históricamente tan unidos, como indica Keegan, no todos los pueblos o culturas han desarrollado o aceptado la batalla campal (entendida como alinear dos ejércitos en un lugar con banderas y demás y enfrentarse) como método bélico, planteando un enfrentamiento más fluido basado en el movimiento, el hostigamiento, saqueo, destrucción de recursos, emboscadas,…
    No por ello menos efectivos que la idea muy occidental de librar una batalla frontal.

    La idea de rapidez prusiana hay que tomarla por otra parte de las necesidades de Federico el Grande y el encorsetamiento de loa ejércitos entonces. Si vemos las campañas de maniobras indecisas en Flandes estaba claro que Federico no podía usarlas por falta de espacio, y su ejército era rápido frente a los lentos austríacos o franceses.
    Pero no lo era tanto como se vio en la última campaña de Bohemia donde ante un enemigo que seguía el compas ambos eran pesados, y cuando Napoleon atacó demostró que su ejército carecía de la agilidad de los ejércitos revolucionarios.

    1. No pretendía unirlos en mi afirmación, pero si ponerlos en valor en que son dos conceptos bien debatidos y teorizados de numerosas formas.
      Me gusta lo que dice Keegan, no te voy a engañar. Hay ejemplos de pueblos que no han desarrollado una táctica de batalla campal. No obstante, creo que la cuestión está en por qué no han desarrollado dichas tácticas. ¿Por que no querían o por que no podían? Normalmente las tácticas de guerra de guerrillas son utilizadas por un contingente menor en número y fuerza (Sobre todo en esta última). Pero no por esto significa que dichos pueblos no hubieran preferido otra táctica. No introduciría el hostigamiento y el saqueo como formas de combate. Además si tenemos perspectiva histórica cada táctica se complementa una de la otra.
      Lo de librar una batalla frontal, ojú, porque sinceramente creo que en el mayoría de las ocasiones se intenta evitar la misma. Ya sea en la Edad Media (García Fitz lo estudia bien) o en la Edad Moderna (s. XVI y XVII). Aunque es cierto que la batalla campal o frontal viene de lejos (algo en lo que estamos de acuerdo) creo que hay que coger con pinzas cuando se buscaba la misma, algo que nos llevaría a otro debate distinto.

      Un abrazo!

  8. APV dice:

    Keegan crítica la visión de la guerra exclusivamente como continuación de la política de Clausewitz, examinando otras culturas.
    Pero si nos vamos a la batalla campal no todos la ven igual ni todos la plantean como una batalla de aniquilación, pensemos en los choques entre griegos y persas donde los segundos no estaban tan adaptados al choque cuerpo a cuerpo o los aztecas que más numerosos en Otumbano se adaptaban al concepto bélico que Cortés traía de España.
    Respecto al hostigamiento los pueblos esteparios eran muy dados a usarlo y en la Crisis Tumu aniquilaron un ejército chino enorme, con emperador a la cabeza, solo usando esas tácticas.

    1. Ahí si estoy ya de acuerdo contigo, de que la batalla campal no es vista por todos los pueblos igual. Ahí si te doy la razón.
      Yo sinceramente pienso, y creo que es evidente, que una batalla campal se puede administrar o conducir de mil y una formas, como los ejemplos que has puesto. Hasta ahí todo correcto. Lo que no creo es que por ejemplo el saqueo sea un modo de lucha per se o el hostigamiento guerrillero. No sé si me estoy explicando coherentemente.
      Es decir. En una batalla campal se puede ganar a base de hostigamiento, pero hay dos ejércitos presentes. Esto no quiere decir que vayan a chocar frontalmente ni mucho menos.
      Claramente hay ejemplos de pueblos que tienen una forma de combatir única. Y que no todos buscaban una batalla de aniquilación, es evidente. Los aztecas por ejemplo con su forma de luchar buscaban capturar prisioneros.

  9. APV dice:

    El hostigamiento o la guerra de guerrillas (no necesariamente lo mismo) ha sido un medio de lucha en muchos conflictos, con ejércitos enemigos destruidos o agotados cuyas comunicaciones, suministros y unidades eran destruidas por un enemigo más móvil que no les hacía frente ni tenía un ejército presente.
    Las batallas no son el elemento exclusivo de la guerra, puede haberlas o no, ni siquiera victoriosas deciden totalmente el resultado de la guerra (recordemos que los franceses ganaron muchas batallas en España en 1808-1814 pero que pasó al final).

    1. No discuto que el hostigamiento o la guerra de guerrillas no sean efectivas, que lo son y mucho. Realmente un uso de ambas crea condiciones muy delicadas para quien recibe su furia. Pero las guerras siempre tienden de una manera u otra a hacerse convencionales. ¿Es un método de lucha? Si (me he expresado mal antes),pero en gran parte de los casos se acabará pasando a lo que he nombrado antes, un movimiento convencional. No tiene por qué ser frente a frente, pero si de forma más directa.

      Si pasamos al concepto seco y ambiguo de «batalla» estoy de acuerdo en lo que dices. Porque ya entramos en un debate, muy interesante, sobre los tipos de batalla (y a qué consideramos una batalla por supuesto). Y claro que una batalla o varias, aunque un ejército se alce con la victoria no significa que la guerra se decida favorablemente. Hay muchas cuestiones de fondo. Hay mil ejemplos sobre lo que dices, sí.

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