EL MAESTRO JUAN MARTÍNEZ QUE ESTABA ALLÍ – Manuel Chaves Nogales
Del rojo, el blanco, el
verde y el negro. La guerra civil que siguió a la Revolución de Octubre fue especialmente cruenta en Ucrania, donde combatieron bolcheviques, zaristas, nacionalistas y anarquistas, con intervenciones ocasionales de tropas foráneas, principalmente alemanas y polacas. La aparente sencillez del código de colores usado para designar a los respectivos ejércitos -y que encabeza el párrafo- contrasta con la confusión de un conflicto en el que todos lucharon contra todos en siniestra competencia por demostrar hasta dónde puede llegar la ferocidad humana. La ciudad de Kiev cambió de manos más de una decena de veces durante tres largos años, sufriendo siempre crueles represiones, pogromos, enfermedades y hambrunas. Al final, ‹‹aquello fue tan espantoso, tenía tales proporciones, que a pesar de la insensibilidad a que los hombres habían llegado después de las monstruosidades de la gran guerra, el mundo se estremeció de horror y acudió en socorro de los hambrientos››.
Del argumento. El libro es una narración en primera persona de las peripecias de un bailarín de flamenco y su mujer que, después de ganarse la vida por los teatrillos de varietés y los cabarets de medio París, llegan, a través de Turquía, a la Rusia de los zares justo antes de que pase a ser la de los soviets. Durante seis años sobreviven en aquel infierno donde, a la violencia indiscriminada, a la miseria y al hambre, el maestro no tiene otra cosa que oponer que su peculiar hombría de bien –son muchas las ocasiones en que sabe mostrarse generoso o solidario- y su notable talento para el trapicheo: ‹‹Así como entre las personas decentes no se deja vivir a los ladrones, entre los ladrones no es posible ser persona decente, y terminé robando tanto y tan limpiamente como mis camaradas veteranos››, dice en una ocasión sugiriendo que, en algún sentido, esta narración puede ser considerada como heredera de la más pura tradición picaresca. También es una crónica a escala humana del triunfo de la revolución bolchevique, hecha por alguien que, como deja claro el título, estaba allí y puede contar lo que pasó. A pesar de ser en muchos aspectos un relato sobrecogedor, Trapiello acierta en el prólogo al decir que ‹‹…no olvida nunca la receta suprema de la literatura, a saber, que sólo el humor puede aligerar el amargo paso de la Historia››.
Del estilo. Sorprende un poco al principio que un bailaor haga uso de un lenguaje tan culto, preciso y elegante. En compensación, la narración se adorna de vez en cuando con algún detalle costumbrista o castizo. Sorprende también que a pesar del estilo desapasionado y tranquilo, propio de quien evoca desde el tiempo y la distancia, y lleno de detalles exactos, creamos estar leyendo una novela de aventuras, con su carga de suspense y emoción, o una novela picaresca, con su poco de sátira y su mucho de crítica feroz. El autor ha escogido deliberadamente un personaje exótico y fuera de contexto para dar a todo el relato la necesaria apariencia de realidad. Quizá otro menos extravagante no hubiera dispuesto de la misma legitimidad para poner de manifiesto la evidencia de lo que allí sucedió: ‹‹A los ojos del pueblo, empobrecido y hambriento, tan feroces aparecían unos como otros; si tiranos eran los blancos, más lo eran los rojos y tanto desprecio tenían por las leyes divinas y humanas estos como aquellos. Pero los rojos eran unos asesinos que pasaban hambre y los blancos unos asesinos ahítos. Se estableció pues una solidaridad de hambrientos entre la población civil y los guardias rojos. […] Y así triunfó el bolchevismo. El que diga otra cosa miente; o no estuvo allí, o no se enteró de cómo iba la vida››.
De si es o no es una novela. Ya se advierte en el prólogo que, aunque el libro se lea como una novela, es precisamente como una novela como no deberíamos leerlo. No es mal consejo (útil sobre todo para quienes gusten de leer el prólogo antes que el resto del libro) si queremos evitar la tentación de pensar que lo que se cuenta es producto de la imaginación. En el plano formal, no hay descripción psicológica de personajes, ni detalles íntimos, ni otros elementos que suelen encontrarse en una novela. Sin embargo, aun sin pretender que el relato se vea empañado por una implicación emocional o afectiva, el caso es que la narración emociona y provoca afecto en el lector. Y reflexión, por supuesto, pero ésta se deja a cada cual porque el maestro no hace nunca juicios políticos, aunque se duela siempre de la crueldad humana, y deja las explicaciones para los libros de Historia. A favor de los que se inclinan más por pensar que es una novela (o, al menos, una crónica novelada) está el hecho de que, según dejó sentenciado Cela, novela es todo aquello que, editado en forma de libro, admite debajo del título y entre paréntesis la palabra novela y que, en este caso, si nos fijamos en los aspectos literarios, muchos fragmentos tienen un claro interés estético. Sirvan como ejemplo de lo anterior el final del capítulo 1 y el inicio del capítulo 2: ‹‹La guerra nos cogía de nuevas y hacíamos muchos aspavientos. Después aprendimos a afrontar las cosas con más decencia. Yo estuve al borde del malecón viendo cómo se perdía la vista del último buque francés. En la popa, bajo la bandera tricolor, iba un cura francés, con su sotana y su teja, que cuando el buque soltó amarras sacó un cornetín e inflando los mofletes se puso a soplar La Marsellesa. Rojo, congestionado, estuvo soplándola mientras alcanzamos a verle y oírle.›› ‹‹Al principio la guerra no se notaba mucho, pero poco a poco todo fue cambiando. La gente tenía la cara cada vez más apretada, más dura. Ya no volvimos a ver caras anchas, abiertas, sonrientes, hasta muchos años después. Y, la verdad, creo que caras amables como las de antes de la guerra no se han vuelto a ver por las calles de Europa››.
De los personajes y la edición. Todos los personajes son reales, según afirma María Isabel Cintas Guillén en Un liberal ante la revolución: cuatro reportajes de Manuel Chaves Nogales. El autor conoció a Martínez en París en 1930 y el libro (el folletín-reportaje, como allí se lo llama) apareció en 1934 en forma de entregas semanales en la revista Estampa, acompañado de numerosas fotografías (muchas de ellas proporcionadas por el propio Martínez), documentos e ilustraciones. En el anuncio de la publicación original se insiste en que, aparte de su interés folletinesco, ‹‹tiene un extraordinario interés de actualidad porque dice claramente a los españoles cómo es una revolución social››. Y también que ‹‹es un testimonio auténtico y en todas sus partes veracísimo››, aunque es difícil aceptar que la narración no se haya visto influida de algún modo por el temperamento antirrevolucionario del autor. El texto, sin embargo, ha envejecido bien y sigue siendo tan actual y moderno como lo fue entonces. Está disponible en un volumen editado por Libros del Asteroide y en una edición de la Diputación de Sevilla de la narrativa completa de Chaves Nogales también a cargo de María Isabel Cintas Guillén, seguramente la mejor conocedora de su obra.
Del autor. Manuel Chaves Nogales fue un brillante periodista y un magnífico escritor, comprometido con la República pero crítico también con los desmanes cometidos en su nombre. Demócrata convencido, se exilió en Francia cuando el gobierno republicano abandonó Madrid y más tarde escapó a Inglaterra huyendo de los nazis (conviene aquí recordar que, después de entrevistarle, Chaves había calificado a Goebbels como “grotesco e impresentable”). En París quedó su familia con instrucciones de quemar sus papeles y regresar a España, cosa que hicieron dos meses más tarde tras superar algunas dificultades. No volverían a verse, porque pocos años después Chaves moría solo en Londres donde había continuado luchando contra el fascismo y el comunismo por medio de artículos y reportajes. Lúcido, clarividente, siempre adelantado a su tiempo y siempre descolocado, basta imaginar la controversia que la publicación del libro objeto de esta reseña pudo suponer en el ambiente revolucionario del año treinta y cuatro, cuando huelgas, levantamientos e insurrecciones estaban a la orden del día. A este respecto, quizá valga la pena recordar sus amargas palabras en el prólogo de A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (publicado en Chile en 1937 y, de nuevo según Trapiello, lo mejor que se ha escrito nunca sobre la guerra civil): «Los “espíritus fuertes” dirán seguramente que esta repugnancia por la humana carnicería es un sentimiento anacrónico. Es posible. Pero, sin grandes aspavientos, sin dar a la vida humana más valor del que puede y debe tener en nuestro tiempo, ni a la acción de matar más trascendencia de la que la moral al uso puede darle, yo he querido permitirme el lujo de no tener ninguna solidaridad con los asesinos: para un español quizá sea eso un lujo excesivo».
Extraordinaria reseña, Pepe. Todo cuanto has señalado sobre el autor, Chaves Nogales, me provoca tremenda admiración. Las palabras a modo de colofón tienen –y lo diré a riesgo de resultar rimbombante- el sello de la universalidad: puede que no haya pueblo o país en el mundo que no sufriese, en algún momento de su historia al menos, la experiencia de ver convertido semejante compromiso ético en lujo excesivo.
De alguna manera percibo en el español una suerte de hermano espiritual de George Orwell. También un hombre lúcido y a contrapelo de las tentaciones maximalistas de su tiempo (comunismo, fascismo, también el imperialismo en el caso del inglés). ¿Llegarían a saber el uno del otro?
Pepe, hacía tiempo que no te leía una reseña. ¡Ya era hora!
El tema parece apasionante tal y como lo describes, pero aún tengo pendiente Vida y destino de Grossman.
Tomo nota de todas formas y me llama sobre todo la atención, la edición del libro a cargo de Diputación. No es corriente ver a Administraciones Públicas editando estos berenjenales, aunque la justificas perfectamente.
Me hace gracia, Maese Rodrigo. Está al quite en todo lo que sepa a bolchevique.
Buenos días.
Pues una reseña interesante si, puedo decirlo ahora que me he tomado el tiempo de leerla con toda la atención que merecen las -desgraciadamente escasas- apariciones de Pepe. Aunque no se, me parece que le falta la genialidad de otras. ¿Demasiado estructurada tal vez?
Y también la cuestión que trata es interesante. Los años caóticos dela guerra incivil rusa son un tema poco tratado.
Un saludo.
Reconozco que, cuando he leído el primer párrafo de tu reseña, me he dicho a mí misma: «este no es mi Pepe, que me lo han cambiado».
Y cuando, en el segundo párrafo he leído: «El libro es una narración en primera persona de las peripecias de un bailarín de flamenco y su mujer […]» he respirado con alivio y se me ha escapado una sonrisita. Sólo tú podías hacer una reseña de una novela cuyo protagonista es un bailarín de flamenco en la Rusia zarista.
No estoy de acuerdo con Koenig (lo siento, galo, pero hace unos días me diste permiso para meterme contigo), porque creo que la reseña de Pepe es genial, como siempre. Sin embargo, el tema no me llama la atención, vaya por Dios.
Yo no he leído nada de Chaves Nogales. Por cierto, Pepe, como veo que has omitido el dato (supongo que porque resulta bastante evidente al leer entre líneas) me atrevo a darlo yo: este autor era sevillano.
Y existe reseña en Hislibris de otro libro suyo, A sangre y fuego:
https://www.hislibris.com/a-sangre-y-fuego-manuel-chaves-nogales/
Estupenda reseña, Pepe con inicial en mayúsculas.
Gracias por vuestros comentarios, os iré contestando poco a poco, que hoy estoy liado y Sergio me pide que juegue con él al ajedrez. No sé la respuesta a tu pregunta, Rodrigo, pero es muy posible que Chaves y Orwell se encontraran en Londres, al terminar la guerra civil. No se me había ocurrido pensar en el paralelismo entre ambos, pero me parece una idea muy acertada; se me ocurre compararle también con otro escritor francés que también luchó por la paz: Romain Rolland. Suya es una de mis definiciones favoritas, a ver qué os parece: Héroe es todo aquel que hace lo que puede; los demás no hacen ni eso.
Jerufa, yo también me extrañé de la publicación, pero entra dentro de lo razonable que las administraciones locales traten de recuperar la memoria de los escritores nacidos en la localidad o que tuvieron alguna relación con ella. He encargado ya los dos tomos y contaré que aspecto tienen cuando los reciba. Según creo, están algunas de las ilustraciones y fotografías que acompañaron a las publicaiones originales (una muestra aparece en la imagen de portada de ayer).
Koenig, estoy de acuerdo contigo: esta reseña me gusta menos que las dos anteriores. Quizá es porque el libro, aunque he disfrutado mucho con su lectura (y lo recomiendo sin reservas), no me ha conmovido tanto como lo hicieron los otros. Tal vez por eso he dejado también que sean otros los que hablen en la reseña, abusando de las citas textuales. Eso es algo que no percibí en su momento pero que ahora, al releer lo escrito, veo más claro. Gracias por tu sinceridad.
A pesar de que te haya conmovido menos esta novela que otras que has reseñado, creo que se debe al estilo del autor, que tiende al desapasionamiento para no dejarse arrastrar. Aún no he leído este libro, pero si disfruté enormemente de A sangre y fuego, que recomiendo siempre que me preguntan por libros sobre la guerra civil española, o Juan Belmonte, matador de toros, sobre la vida y lo que rodeo al torero sevillano.
Chaves Nogales debió ser un hombre especial, uno de los pocos que supo mantenerse firme en sus convicciones y no dejarse arrastrar por las pasiones y luchas fratricidas que asolaron España.
Ascanio: efectivamente, Chaves era sevillano, y hacen bien por allí en intentar reivindicar su memoria porque era un magnífico escritor y es injusto que estuviera tan olvidado. En palabras de uno de sus recientes comentaristas, es de los que perdió las dos guerras: la civil y la de los manuales de literatura. Aunque el tema tampoco se cuente entre mis favoritos, creo que en este caso vale la pena hacer una excepción (no me llama la atención tampoco el género biográfico, y menos cuando se trata de un torero, pero espero con impaciencia que llegue a mis manos su biografía de Juan Belmonte). Gracias por tu cariño y feliz año nuevo.
Cavilius, gracias por tu comentario y por el enlace a la reseña de Javier, que yo no recordaba. Hace poco vi en una librería una novela titulada «El pentateuco de Isaac» y pensé que, aunque el tema no me gustaba nada, podría ser una lectura interesante. Luego vi, por casualidad, que ya la había reseñado Juanrio, y pensé en la discusión que hemos tenido hace algunos días sobre si los libros (muy) malos deben ser reseñados aquí. El argumento de que una reseña negativa sirve de ayuda a los demás no me parece convincente porque, en mi caso, olvido enseguida las reseñas y, en caso de que las recuerde, no sé si fueron positivas o negativas. Un ejemplo: hace cuatro días vi en una librería «Fuego persa» a un precio muy bueno, y sabía con seguridad que había sido reseñada, pero no conseguí recordar si la reseña era buena o mala. En consecuencia, no compré el libro.
¿Has leído ya Juan Belmonte, Juanrio? Está visto que no hay manera de sorprenderte. Supongo que será por los muchos contactos que tienes en el lumpen literario madrileño, en el que te mueves como pez en el agua…
Es verdad, Pepe. Romain Rolland es también muy digno de ser mencionado junto a Orwell. Y a Chaves Nogales, ya puestos.
Me gusta la cita, francamente. De heroísmo entiendo bien poco pero, para mi gusto, mientras más lejos de Carlyle, mejor.
Pepe, eso de no recordar si una reseña es buena o mala…
Te estás haciendo mayor.
«Me hace gracia, Maese Rodrigo. Está al quite en todo lo que sepa a bolchevique».
Je. Me has pillado, Jerufa.
Qué razón tienes, Jerufa: olvido las reseñas y olvido hasta los libros que he leído; para que eso no me suceda procuro elegirlos tan singulares como este de la pareja de bailarines en la revolución rusa. Me imagino al maestro y a su mujer cantando eso de
A la cueva que hay en Grana’
ha llegado de tierras lejanas,
como reina en carroza dorá’
una niña princesa gitana.
Sí, ya sé que la canción es posterior, pero es que no puedo evitar pensar en Manuel Bandera y Ángela Molina metidos en faena…
http://www.youtube.com/watch?v=yga7HD8DsNM
¡Que arte!
No tienes arreglo.
Lumpen literario……Ya sabes, Pepe, que siento debilidad por Libros del Asteoride y mis amigos y familia lo saben y aprovechan para regalármelos…
Algún día habría que dedicar una reseña entera a la labor que está haciendo esa editorial, Juanrio, rescatando joyas olvidadas, ofreciendo traducciones de calidad y buenos prólogos. Por poner algún pero, diría que la presentación de los libros es tirando a sobria. En los últimos años el negocio editorial ha cambiado bastante y han aparecido sellos editoriales como setas. Algunos no tienen nada que envidiar a los clásicos. No doy nombres porque me llaman a cenar, pero luego sigo.
Tienes razón, Pepe. Asteoride, y muchas otras, que han parecido estupendas editoriales, hacen una labor que hace que a los lectores se nos abran los ojos de par en par al entrar a las librerías, por lo menos a la que yo frecuento. Últimamente no miro los libros de los grandes grupos más que de perfil y me tiro de cabeza a por estas joyas semidesconocidas. Creo que tengo en casa al menos un tercio de lo editado por Asteroide, y prácticamente leído…
Asteroide, Acantilado, Nórdica e Impedimenta son nombres de editoriales con menos de diez años que están realizando una labor de innovación impresionante. Con diez años exactamente está Salamandra (fue en 2000 cuando Emecé España se independizó de Emecé, que fue comprado por Planeta, y pasó a llamarse así) y se ha convertido ya en una de las grandes, comiendo terreno constantemente a Tusquets, Anagrama o Seix Barral (Planeta). Valdemar, que también merece ser mencionada, es un poco más antigua, de mediados de los 80, y Alba es más o menos de la misma época.
Ese es el camino del lector, aunque no son precisamente las editoriales con más influencia en esta casa. Gracias a su trabajo he descubierto joyitas como mi canadiense favorito (Robertson Davies) o una pandilla de americanos de los que no había oído hablar en mi vida y que han cambiado mi forma de leer. O españoles, que también los hay muy buenos y desconocidos.
Salamandra ha tenido la suerte de pegar un par de pelotazos y esto le ha permitido publicar cosas mucho más arriesgadas, esperemos que le pase a otras. Por contra, los grandes grupos han caido en un ombligismo que hace que su catálogo tenga cada vez menos interes, aunque no menos ventas…Triste caso el de Alfaguara, de editorial de referencia a pastiche editorial en muy poquitos años; sin embargo tanto Tusquets como Anagrama mantienen perfectamente el tipo con un buen equilibrio entre la calidad y lo comercial.
Hablando de Asteroide, precisamente hoy me he comprado «Los días contados», de Miklós Bánffy.
He tenido una especie de flechazo, porque no sé nada de ella.
¿Alguien la ha leído?
La tengo pendiente. Leí las primeras páginas en verano pero se me hizo un poquito pesada para la época. Será una de mis próximas lecturas para el nuevo año, tengo un par de amigos que la han leído y me han hablado muy bien de ella.
Efectivamente, se me había olvidado mencionar Alfaguara, últimamente un poco de capa caída, aunque el premio que lleva su nombre es de los más prestigiosos. Efectivamente, Tusquets y otras se defienden bien. Por ejemplo, acabo de leer en ella la última novela de Luis Landero, que es unos de los maestros absolutos. Pero, a ver si consigo explicarme con un poco de claridad, aún siendo un maestro, es un estilo que es ya bastante conocido y una forma de escribir que me resulta muy familiar. No hay sorpresa. Y cuando lea lo último de Eduardo Mendoza pasará seguramente lo mismo. Sin embargo, lo que encuentro en el catálogo de Asteroide es novedad (para mi experiencia lectora), voces que no he oído nunca antes, y eso es ahora mismo algo que valoro tanto como la calidad.
Precisamente he estado hablando de este hilo hoy y es posible que conozca al editor de Asteroide próximamente…suerte de contactos en el lumpen literario…..
Gracias, Juanrio: ya te contaré…
A mi me está costando un poco entrar en la historia. Quizá sea por los nombre húngaros, que son practicamente imposibles de recordar.
¿De dónde habrá salido esa lengua? TEngo que releer «Tierra, tierra», creo que S. Marai comentaba algo al respecto…
En un artículo de hace unos meses, en El periódico, se decía que Bánffy es el novelista que Chejov habría podido ser de no dedicarse al teatro y al cuento. Aunque eso sea cierto, las melancólicas novelas de húngaros melancólicos narrando la caída de un imperio melancólico no me atraen demasiado. Hablo sin saber nada de la obra ni del autor (lo cual no es pecado sino deporte, que cuenta con numerosos practicantes entre los parroquianos) y a lo mejor resulta que luego ambos son la alegría de la huerta…
Yo siempre he pensado que los húngaros eran alegres….sin tener ninguna constancia de ello, por supuesto. Lo que leí de la novela no era triste, lo que si era es densa. Espero desatascar un poco la pila y ponerme con ella.
Mira, aquí hay otro que piensa como tú…
http://www.youtube.com/watch?v=FznT_QFFq7s
Hace algún tiempo estuve a punto de comprar Armonía celestial, del húngaro Peter Esterhazy, aunque luego no lo hice y no me acuerdo bien del porqué. Se trata de la historia de una familia -los húngaros serán todo lo alegres que quiera Juanrio, pero en literatura tiran más bien a serios, con eso de la historia, el patriotismo y el esplendor perdido- que luego tuvo que revisar en una novela posterior, Versión corregida, debido a que tuvo acceso a cierta información que cambiaba un poco las cosas.
Genial, Chaplin….lo mío con los húngaros no se de donde viene….
Juanrio: «Los días contados», abandonada a las 150 páginas…por pesada.
Y bien que me **de por los 30 mortadelos que cuesta.
Espero que te la leas y me digas que es ahí donde empieza a ponerse interesante.
Bueno, en ese caso supongo que aceptas ofertas (a la baja) por el libro. Dado que no estoy muy interesado en él, te lo cambio por Rajá, de Haefs, que abandoné en la primera página, o, alternativamente, por una ración de boquerones en vinagre y una cerveza. En Madrid, claro está.
Es una buena oferta, sobre todo la de los boquerones y la cerveza. Yo de tí, Derfel, no lo dudaría. Cuando lo lea, si soy capaz de superar la página 150, ya te contaré. Por cierto que este trimestre publican la segunda parte. Si, resulta que este también pertenece a una trilogía.
Hombre, la trilogía transilvana, fundamental para entender la decadencia y el resquebrajamiento (que palabreja) de la monarquía austrohúngara…
Por cierto, quizá valga la pena mencionar que A sangre y fuego, el libro de Chaves Nogales sobre la guerra civil que reseñó Javier, lleva el mismo título que la primera novela de la trilogía polaca de Henryk Sienkiewicz, que consta también de El diluvio y Un héroe polaco.
Yo, una cerveza sola, ni la veo delante. Además, ¿caña o botellín? ¿rubia, tostada o negra? ¿de trigo o de cebada? ¿nacional o de importación?…
Son demasiadas incógnitas sin resolver…
En fin, ¿por qué me habré dejado llevar por mis impulsos, una vez más? Pepe, si quieres te cambio ese de Haeffs por otro de Haeffs sobre Alejandro Magno, del que no pude leer más de cien páginas de unas 1300 o así. O por varios del primer hombre de Roma, que no sé qué narices hacen en mi casa, porque nunca he podido pasar de la página 150 del primer tomo. Y así, un largo etcétera.
Yo tengo tantos libros malos que estoy pensando hacer un garage sale un día de estos, para hacer un poco de sitio en las estanterías. ¿Tú crees que tendría éxito?
Yo estoy planteándome poner un poco de orden en mis estanterías y deshacerme de unas cuantas birrias que tengo por casa….avisaré en el foro cuando lohaga por si alguien está interesado en alguna de éllas.
Mirando por las estanterías para ver qué saco en el rastrillo, he visto un libro que tenía absoluta (e injustamente) olvidado y del cual he extraído un pequeño fragmento que he copiado en el hilo de Valeria. Va a resultar que hacer limpieza de vez en cuando no es malo del todo…
Uno de los libros del catálogo de Asterisco al que tengo ganas de echar el guante es Ángulo de reposo, de Wallace Stegner. Debo reconocer que nunca he tenido mucho aprecio por la literatura norteamericana, pero reconozco que se trata de un prejuicio sin mucho fundamento del que poco a poco me estoy empezando a librar. En este momento, sin ir más lejos, estoy disfrutando enormemente de la lectura de Ni un pelo de tonto, de Richard Russo.
Vaya, Pepe, vi hace años la película basada en la novela de Russo, con Paul Newman y Jessica Tandy (la protagonista de Conduciendo a Miss Daisy).
Soy mucho menos aficionado al cine que a la literatura y en general no me fío mucho de las adaptaciones cinematográficas, pero al menos esa película me gustó. Por lo que dices, parece que vale la pena leerse la novela.
Yo no he visto la película pero quiero hacerlo una vez que termine la lectura. Por lo que voy leyendo, no me cuesta nada imaginar a Paul Newman y a Jessica Tandy en los papeles principales. Tengo curiosidad por saber si Juanrio la ha leído…
Justo esa no la he leido (no puedo tildear, perdon) Cuanod iba a la biblioteca me dejaba guiar por el instinto, y en una de esas ocasiones me tope con Russo y su novela Alto riesgo; me encanto. Luego lei Empire Falls y me volvi a convencer, me gusta mucho como escribe.
Al contrario qque Pepe, a mi si me gusta mucho la literatura americana. Con ese metodo mio, que supone la ausencia total de metodo, he tenido la suerte de leer a muy buenos autores. Asi de memoria me acuerdo de Peter Taylor, de Philip Roth, Richard Ford (estupendo escritor y recopilador de relatos) Walker Percy (he leido tres novelas suyas de grandisimo nivel) Bernard Malamud….Creo que escriben muy bien, o es que se ajustan a mi gusto, como Paul Auster, posiblemente el que mas.
Del que citas (Wallace Stegne) lei por regalo de mi librero En lugar seguro, y creo que leere esta que tu citas. Asi que si lo lees primero tu, ya me contaras.
Anda, casualidades de la vida: cuando estaba leyendo el comentario de Pepe en el que despotricaba contra la literatura USA, iba yo a recomendarle precisamente la lectura de «Ni un pelo de tonto».
Lo leí hace un par de meses y me encantó. Me encantan esos libros de gente normal, con problemas normales, mezcla de comedia y tragedia, como la vida misma. Me parece dificilisimo crear ese tipo de personajes, tan alejados de estereotipos. Y no sólo Sully, sino todos los secundarios. Aunque Sully es absolutamente genial.
Absolutamente de acuerdo, Derfel. Además, qué maestría para describir la naturaleza de los personajes a través de lo que dicen, y cómo lo dicen, y cuándo lo dicen y por qué. Sólo una precisión: no he despotricado contra la literatura USA; he admitido que, en tiempos, tenía una cierta prevención, un prejuicio tonto del estilo de «sabrán mucho de ciencia, pero qué van a saber estos de arte ni de literatura si no tienen ni siquiera tres siglos de historia». Me equivocaba, como me sucedía con los callos, que antes no me gustaban y ahora me parecen una delicia…
Juanriver, el siguiente libro de Asterisco que voy a comprar es Angulo de reposo, de Wallace Stegner. De hecho, acabo de encargarlo. ¿Lo has leído ya? Por cierto, entre que llega ese, voy a empezar con Empire Falls. Que no se entere Jerufa, que ya sabe que tengo el de Gengi cogiendo polvo…
De, desde, en, entre, hacia, hasta para elegir la preposición hay que tener cuidado. En realidad quería decir «entre que llega y no llega». Un lapsus, vaya, será que ha traicionado el inconsciente…
No he leído Angulo de reposo, Pepe. Leí el anterior «En lugar seguro», buen libro con un personaje en especial muy interesante. Empire Falls lo léi hace tiempo pero me temo que estoy en un periodo de memoria de pez…seguro que me gustó, pero no recuerdo nada de él.
¿Qué pasó con Sully, Pepe?
Sully resultó ser un personaje maravilloso, igual que la novela. Cuando la terminé experimenté una extraña sensación poco frecuente de un tiempo a esta parte y que fácilmente se puede resumir en la siguiente cuestión: ¿y qué demonios leo ahora? Bien, he empezado varios libros, entre ellos uno de Zweig, otro de Umberto Eco e incluso la novela de Gengi, por dar gusto a Jerufa, pero los he dejado todos ya que mi mujer, estrella de mi firmamento, me trajo ayer a casa Empire Falls, otra novela de Russo. La cosa empieza bastante bien: Los hombres de la famila Whiting tenían mucho en común, incluido el hecho de haber desposado invariablemente a mujeres que les hacían la vida imposible. Quizá me pase como a Juanrío cuando la termine y no recuerde muy bien qué pasaba en la novela. Pero hay que tener un talento notable para hacerte disfrutar con una novela en la que no pasa nada. Cuando leo en algunas reseñas eso de «acción trepidante, no se da tregua al lector, que va de sorpresa en sorpresa» digo esa expresión manchega que Jose Mota puso de moda el año pasado: sí, claro que lo voy a leer, pero hoy no, MAAAAÑANA…
Aclaración para los que no sean manchegos o no hayan visto a Jose Mota en acción:
http://www.youtube.com/watch?v=xMCQqGwq3Hg
Como quiera que en esta página hay muchos aficionados al baloncesto de base que están pendientes de cómo ha quedado la clasificación después de la segunda fase, paso a informar. Majadahonda (los nuestros) estaba delante de Canoe en la clasificación, pero con los mismos puntos. Por tanto, bastaba con ganar a Rivas o que Canoe perdiera su partido. Así que con un oído en el transistor y otro en la cancha, hemos asistido al partido más importante de la temporada y quizá al más intenso y emocionante. Qué partido amigos, qué partido…
http://www.youtube.com/watch?v=riUa2bVsc14&feature=related
Pero, Pepe…¿Cual ha sido el resultado? que me has dejado con el alma en vilo…..
Bueno, el resultado, claro, eso es importante, pero como dicen algunos periodistas deportivos que van de teóricos del alma humana, son más importantes las sensaciones, y éstas quedaban bien descritas en la canción y en el abrazo que le dado a la conserje del pabellón, que debe estar a punto de jubilarse.
De lo que deduzco que te has llevado una alegría. ¿Qué tal Sergio?
Pues ya que es tu reseña y abres el melón del baloncesto en la categoría de andar por casa…
Ayer jugó mi hijo por primera vez desde septiembre, ya que tuvo una lesión y hubo que operarlo. Pasé un miedo tremendo (que me comí con patatas porque me prohibió ir al partido) hasta que llegó a casa. Han sido unos meses muy duros para él, porque si algo le mueve es una pelota, meter un triple de los suyos y escaparse del contrario.
Ayer estaba feliz.
Y, por extensión, tú también.
Estas madrazas…
Aretes, no sabía que tu hijo jugara al baloncesto, ni que hubiera tenido una lesión, ni que se hubiera sometido por ello a una operación. Me alegra mucho que ya esté bien, pero danos alguna noticia más: en qué categoría juega, en qué equipo, en qué posición…
Para contestar a Juanrio, Sergio juega de base, y suele decir a menudo que su misión no es tanto jugar bien (en el sentido de conseguir buenas estadísticas) como hacer que los demás jueguen bien. Ayer consiguió ambas cosas.
Me alegro por los hijos de ambos, Aretes y Pepe. Se lo malas que son las lesiones porque aparte del dolor que uno pasa, cuando se supone que uno se ha recuperado vienen los miedos por la posibilidad de que vuelva a pasar, por eso es tan importante volver cuanto antes a pasar ese miedo.
Sabía que Sergio juega de base, ya lo habíamos hablado, y ese filosofía de juego que tiene es la que yo intentó que entiendan mis compañeros de equipo, en este caso de futbol, lo importante no es lo bien que estemos individualmente si no lo que seamos capaces de hacer por el resto del equipo.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/suicidio/Francia/directo/elpepucul/20100503elpepicul_4/Tes
Sigue la saga del observador privilegiado.
Gracias por la noticia, Urogallo. Tengo encargadas desde hace meses en las obras completas de Chaves editadas por la Diputación de Sevilla, pero está visto que no tengo suerte con las librerías y que se las tendré que encargar directmente a algún sevillano.
Me temo, Pepe, que el problema es la Diputación de Sevilla y, posiblemente, la tirada que hayan hecho. Habla con tus contactos sevillanos que será la mejor opción. De este libro sobre la caída de Francia te puede hablar Koenig, ya lo ha leído.
Leído el libro, Pepe, no me queda sino agradecerte la recomendación.
Los méritos de esta especie de crónica novelada que es El maestro Juan Martínez… son suficientemente calibrados en tu reseña así que no agregaré mucho más. Sí quiero remarcar la calidad del estilo. Gran parte del ímpetu testimonial del libro, de su capacidad de impactar, proviene justamente del laconismo y la austeridad que impregnan sus páginas. También hay bastante gracia en la prosa de Chaves Nogales como para que tales virtudes no degeneren, ni por asomo, en aridez.
Aparte de los méritos literarios, el libro tiene el valor de las aproximaciones a la cara B de la historia, en particular gracias a su observación de unos acontecimientos tremendos desde una perspectiva a ras de suelo y marginal como es la del protagonista. Juan Martínez es un extranjero de paso, no es un pez gordo, no alienta simpatía por el ideal revolucionario, ni siquiera tiene opiniones políticas muy definidas -ni mucho menos ideologizadas-. Las pasa canutas y da cuenta de lo que sucede del modo más objetivo posible. No hay aquí un cuadro en negro y blanco (lucha entre buenos y malos) de la revolución rusa y la guerra civil. Hay un cambio un testimonio sin remilgos de una época demencial, cuya cuenta en millones de vidas segadas o denigradas apenas estaba empezando.
Atinado comentario del maestro Martínez: «Los bolcheviques le asfixiaban a uno. El que no era bolchevique o no estaba a su servicio era un paria, un perro, al que se trataba a patadas. En todo momento se estaba expuesto a ser víctima de algún atropello, con la seguridad de no encontrar jamás poder alguno que le amparase a uno en su derecho. El régimen soviético era muy bueno, pero para ellos solos. A los demás, que nos partiese un rayo». Considerado en retrospectiva tiene tanto más valor. Por la misma época había en Occidente gentes ilustres, como G. B. Shaw o el matrimonio de los Webb, que cantaban las alabanzas de la URSS.
En fin. Muy buen libro.
Me alegra sobremanera que hayas conseguido el libro (ya me contarás cómo) y que hayas disfrutado con su lectura, Rodrigo. Estoy de acuerdo con tu comentario de que uno de los aspectos más destacables del libro es el de adoptar una perspectiva a ras de suelo. Eso me recuerda que ayer le envié a un amigo unas fotos de un partido de baloncesto, hechas a pie de cancha y a un metro de la línea de fondo. Me respondió que estaban bien pero que gran parte del mérito se debía al lugar desde donde había hecho la foto. Joder (pensé yo), también también tien su mérito saber dónde tiene que ponerse uno…
Cierto, muy cierto.
Pues mira, Pepe, lo compré en una librería local. La verdad es que fue una grata sorpresa el ver en un mesón de esta librería varios títulos de Libros del Asteroide. Llevé enseguida el de Chaves Nogales y un par de días después una novela de Wallace Stegner y una de Angel Wagenstein (no la reseñada por Juanrio, que no está, sino Adiós, Shangai).
¿La de Stegner es En lugar seguro? Tuve la suerte de leerla antes de que la publicaran y me gustó bastante. La de Wagenstein es muy buena, se la he pasado a Ariodante, junto con la de El Pentateuco de Isaac. Son muy distintas, mientras el Pentateuco es más humorística, ésta es más aventurera.
Qué coincidencia, estoy a punto de comenzar uno de Wallace Stegner, pero no el que dice Juanrio. El mío es «Ángulo de reposo». Me alegra saber que los libros del Asteroide son capaces de viajar tan lejos. Si aquí en España ya resultan algo caros (supongo que pagamos las traducciones tan cuidadas y los prólogos) no quiero saber cuánto cuestan allí. Bueno, sí quiero saberlo… anda, Rodrigo, informanos…
Uuuuf. Me equivoqué de autor, Juanrio. No Stegner sino William Maxwell: Adiós, hasta mañana.
Pepe, el de Wagenstein cuesta $20.000, el equivalente a 29.7 euros (Librería Manantial). Los otros dos son un poco más baratos.
Eso viene a ser, más o menos, un 50% más caro que en España. Leer puede ser un vicio caro, dependiendo de dónde viva uno… Por cierto, al mirar el precio he visto que Asteroide acaba de sacar otro de Wagenstein, intitulado «Lejos de Toledo». No puedo ver sino con preocupación que Juanrio aún no haya dado noticia de esta nueva publicación…
Ya lo creo que es caro, sí. Lueguito tendré que empezar a tirar de los préstamos bibliotecarios.
Tengo pendiente ese de Maxwell que citas, Rodrigo. Leí Vinieron como golondrinas, pedazo de título, y me estremeció.
Pepe, Lejos de Toledo está anunciado en la página de Novedades con historia. Estuve a 5 minutos de asistir a la presentación, pero se me cruzó una obligación y no pude asistir. Es otro que tengo en la lista de pendientes y que puede que caiga en la feria.
Gracias, Juanrio, por descubrirme Novedades, no sabía que en el icono de la derecha se podía pinchar y aterrizar en esa especie de paraiso de los libros de Historia. No he conseguido encontrar la noticia del libro de Wagenstein, porque cuando he llegado a «Los escarpines de la reina de Noruega» he pensado que ya tenía más que suficiente.
Y eso que no has visto las entradas de otros libros:
Las pantuflas de Hitler
El vestido palabra de honor de Isabel II
Los leotardos de Stalin
Ya sabes, Pepe, la novela histórica y sus misterios….
Acabo de pedir dos de los libros de Wagenstein, Juanrio. El de Toledo para regalarlo a un amigo (y maestro) búlgaro, que ha vivido mucho tiempo fuera de su país, como le sucede al protagonista de la novela. Y el de Shangai para leerlo yo para que veas que, a pesar de «Romanticismo», que no se me olvida, aún sigo confiando en tu criterio.
Isabel II, tan religiosa como promíscua, menuda novela está esperando a ser escrita para ese personaje…
Juanrio: ¿qué pasa con «Los dias contados» y el ocaso del imperio astrohúngaro? ¿Te has rajao?
Después de la publicidad que hiciste del libro, Juanrio ha hecho suyo el lema de mi mujer («No hay que correr..»)
El primero sigue mirando, languidamente como húngaro que es, desde la estantería, abandonadito en la balda más alta. EL segundo no lo he comprado por razones obvias….pero algún día caerá….
Pepe, espero que te guste el de Wagenstein, y si no fuera así, tendré que hacer alguna penitencia.
Juanrio, torero, ya estoy leyendo el de «Lejos de Toledo». No pinta mal de momento: me gustan el humor y la alegría con la que cuenta algunas cosas, y cuando llego a casa cojo el libro con ganas. Sin embargo, no cantes victoria todavía, chaval, que aún es pronto para dar ningún juicio.
Terminada la lectura, le doy un notable. El autor tiene talento para recrear un mundo propio, pero la historia no acaba de ser redonda porque tiene demasiados tópicos y su argumento no está además bien rematado. Son destacables, sin embargo, los toques de sutil ironia y las (a veces demasiado ingénuas) llamadas a la fraternidad entre las gentes.
Leeré el de Shangai cuando me lo devuelva mi señora.