EL LEÓN DE OJOS ÁRABES – Antonio Cavanillas de Blas
No es la primera vez que se trae a este foro una obra de Antonio Cavanillas. Tiempo atrás Richar presentó El prisionero de Argel del mismo autor. Coherentemente, el estilo narrativo y la elegante prosa de una y otra obra son los mismos. También hay identidad en ambos casos en que sea el protagonista el que relate su historia -y al socaire de ella la de su época- en primera persona. Si allí lo hacía Miguel de Cervantes, ahora lo realiza Salustiano Olózaga, personaje político de la era isabelina que llegó a ser Presidente del Congreso de los Diputados y del Consejo de Ministros y varias veces Embajador de España en Francia.
Fue otras muchas cosas, también: masón, Académico de la Lengua, Gobernador de Madrid y, sobre todo, el primer amante de Isabel II. Este es el aspecto en el que más abunda Cavanillas, pues no en vano el libro se subtitula Los amores de Isabel II y las intrigas políticas. Se muestra prolijo y minucioso el novelista en la descripción de los lances amorosos que ambas figuras, la reina y su ministro, mantuvieron entre sí o cada uno con quien quiso o pudo, hasta el punto que, sin restar valor al contenido histórico, anecdótico y costumbrista propio de toda novela histórica, bien podría pertenecer el relato a la colección erótica de la Editorial Tusquets. Es, pues, lectura ambivalente para estudiosos de nuestra monarquía constituyente decimonónica tanto como para rijosos de espíritu neoliberal.
Pues sin haber leído la novela aún teniendo bastantes ganas por mi afición al autor, y sin saber apenas nada (por no decir nada de nada) del tema tratado ni de los personajes (pido discuplas por mi ignorancia), se me vienen a la cabeza un par de comentarios:
1.- me apetece leer la novela.
2.- lo de los escarceos amorosos entre Salustiano e Isabel sería por interés puro y duro, ¿no? Porque, buf, menuda pieza la señora.
3.- ¿quién era el cornudo del marido?
4.- cuando se habla de «los amores» de Isabel se menciona el plural: ¿hubo más amantes conocidos?
En fin, que si alguien además añade algún enlace para ver alguna imagen de los susodichos protagonistas (el amante protagonista, el marido cornudo, los demás amantes…) pues mejor que mejor.
Gracias.
Regios cornudos ha habido muchos; no es cosa singular. Sin ir más lejos, el abuelo de Isabel II, Carlos IV, puede representar un genuino paradigma de ello. Su esposa, María Luisa de Parma, mantuvo pública y notoria relación con el favorito real, Manuel Godoy, de forma que la mayoría de los 14 hijos que tuvo deben atribuirse al valido. Con tales antecedentes no ha de sorprender la actitud de la <Isabelona>, como llama Valle Inclán a Isabel II, habida cuenta además que el marido de conveniencia que se le impuso cuando tenía sólo 16 años fue su primo-hermano Francisco de Asís, un reconocido homosexual que acabó exiliado en París donde vivió siempre en compañía masculina. Isabel tuvo 11 hijos de los que presumiblemente ninguno era imputable al rey consorte. Si se mantuvo la dinastía Borbón fue debido a que Isabel II era de tal estirpe, no porque el padre putativo aportase su apellido.
Vaya, pues ante esa perspectiva del asunto, que la dinastía Borbón se mantuviese porque Isabel II lo era… en fin, ¿quién asegura que a su vez Isabel II fuera hija de quien debía? En fin…