EL GRAN DUQUE DE ALBA – Henry Kamen

El Gran Duque de Alba Henry Kamen es -como John H. Elliot o Geoffrey Parker- un gran hispanista inglés, uno de estos británicos que sin que se sepa por qué (o tal vez se sepa, pero yo no) se han volcado en el estudio de la Historia de España con el interés propio de un nativo pero sin su tendenciosa carga emocional, y a la vez con la objetividad de quien ve las cosas desde fuera pero sin tener presente que su país fue la meta de nuestra Armada Invencible.

Desde esa posición realiza una amplia semblanza de uno de los personajes más controvertidos de nuestra historia: Fernando Álvarez de Toledo, tercer Duque de Alba (1507-1582). El «Gran Duque» encarna los valores y las miserias de la España imperial del siglo XVI; de una España militarista que domina Europa con sus tercios, el Mediterráneo con su armada, y América con sus cuerpos expedicionarios; de una España contrarreformista que incorpora a su legislación civil los acuerdos del Concilio de Trento y trata de imponer la ortodoxia católica en todo el orbe; de una España cuyas posibilidades no estuvieron a la altura de sus ambiciones y se vio desbordada por las dificultades de gobierno de tan vasto imperio.

El Duque de Alba fue todo eso: un gran militar en quien pudieron confiar Carlos V primero y Felipe II después, y que demostró su capacidad en la toma de Túnez en poder de Barbarroja, en la batalla de Mühlberg contra los protestantes alemanes de la Liga de Esmalcalda, o en la campaña italiana frente a las tropas francesas y las del papa Pablo IV; un católico radical que no dudaba al afirmar que era preferible arrasar un país que dejarlo en manos de herejes, idea que procuró siempre poner en práctica; y un gobernante -en su caso, de Flandes- que, movido por las dos cualidades anteriores, creyó que la represión armada constituía el mejor y único modo de gobierno de un pueblo en el que iba penetrando la herejía. Naturalmente, fracasó.

     

44 comentarios en “EL GRAN DUQUE DE ALBA – Henry Kamen

  1. admin dice:

    Uno se hace la pregunta de siempre: ¿cómo es posible que haya hispanistas tan prestigiosos y que en España apenas haya historiadores que cuenten la historia de su propio país? Ya no digamos, porque suena a ciencia ficción, que un español cuente la historia de Flandes, o de Alemanio, o de Francia, y sea tenido en cuenta. Por buenos y profesionales que sean los extrabjeros, la verdad es que da mucha pena.

    javier.

  2. admin dice:

    Alba no quería ir a los Paises Bajos. Sospechaba el pantanal en el que se iba a meter la Monarquía Católica. Incluso las órdenes dadas por Felipe II para poner en marcha los tercios de Lombardía salieron poco antes de recibir las noticias de Margarita de Parma que pretendía una política de pacificación muy consecuente con los problemas confesionales de los Paises Bajos y Francia. Independientemente sobre si este detalle ha pretendido desagraviar la memoria del Duque de Hierro, y no es mas que un detalle, lo que si puso de manifiesto fue la abismal diferencia de percepción y tratamiento que se tenía en el seno de la Monarquía sobre la extensión del protestantismo. El problema confesional o se abordaba con políticas de tolerancia que a corto plazo fracasaban por la incansable labor del jesuitismo más militante o se expurgaba la herejía de la forma más contundente posible y práctica ( y realmente la única que se conocía): enviando un ejército para embarcarse en una nueva guerra de religión.
    Y Felipe II era más partidario de esta solución por una razón de pura Fé y Conciencia: la Monarquía Católica no podía admitir en su seno la disidencia confesional pues suponía la fractura del principal instrumento de la Fé Católica para imponer un programa de no solo «recatolización» del orbe cristiano, según el espíritu de Trento, sino que además conllevaba el fracaso del proyecto de Monarquia Universal que presuponia el dominio de una sola Fé bajo el amparo de una Monarquía. Proyecto que por lo que tenía de uniformidad confesional implicaba un dominio político expreso; y es que política y religión iban de la mano.
    Y Alba marchó a Flandes, pero con la orden de restaurar el orden y el mantenimiento de la Fé católica, en territorio católico y gobernado por Señor Natural que de natural, también era católico.
    Y cumplió su cometido; si se excedió o no eso ya es harina de otro costal. Reprimió la rebelión, ajustició a los cabecillas y restauró la Religión. Pero a un precio a medio y largo plazo muy caro: la futura Holanda se radicalizó confesionalmente, la rebelión se conectó con asuntos de caracter constitucional que obligaron a un «repensamiento» de la propia Monarquía y finalmente Confesión e «identidad nacional» comenzaron a engolfarse para satisfacción de futuros historiadores nacionalistas.
    Alba brilló como militar pero fracasó como gobernador que acudió en auxilio de la Sacrosanta Fé Católica sin un programa de gobierno y careciendo por completo de una vision «politiqué» del conflicto confesional… algo que, evidentemente y como se vio mas tarde, fue más propio del «pensamiento político» francés… y después de ocho largas Guerras de Religión.
    La única Política posible era la Católica y en eso tanto la Monarquía como los tratadistas castellanos tenían mucho que decir.

    nando.

  3. admin dice:

    Javier se hace la pregunta de ¿cómo es posible que haya hispanistas tan prestigiosos…? y eso que sólo me he referido a los ingleses Kamen, Elliot y Parker, sin hacer mención de sus compatriotas Raymond Carr, Robert Brian Tate, John Lynch, o Hugh Thomas. A la anterior pregunta habría que hacerse otra no exenta de chovinismo ¿será que nuestro lar hispano tiene algo que admira y atrae?. Porque si de la historia saltamos a la música, la lista de los compositores que han sentido que los hálitos inspiradores de Euterpe soplaban desde la península ibérica es interminable: Mozart con su ópera Las bodas de Fígaro ambientada en Sevilla, donde también lo está Fidelio, la única ópera de Beethoven, y El barbero de Sevilla de Rossini, y Carmen de Bizet; o los franceses Collet, Chabrier, Debussy, Lalo, Laparra, Massenet, Ravel y Saint-Saens; o el ruso Rimsky-Korsakov; o el vienés Hugo Wolf con su popular ópera El corregidor. ¿Por qué tantos foráneos se han visto seducidos por nuestro terruño? ¿Tendría razón el Sr. Franco (me estoy refiriendo a don Francisco, que en gloria esté o donde quiera que sea, pero que no vuelva) cuando decía que somos la reserva espiritual de Europa?

    Anthos.

  4. admin dice:

    Sí, parece que por unas razones u otras España es un país atractivo, pero en realidad la segunda parte de la pregunta es la más preocupante. Es decir, no tanto por qué España despierta interés – lo cuál demuestras perfectamente – sino cómo es posible que los historiadores de referencia de nuestra propia historia sean extranjeros.

    ¿Es que no somos capaces de hacer una historia no sesgada de nuestro propio país? ¿ damos mayor credibilidad al profesional extranjero, por el mero hecho de serlo? No lo sé; si la razón es buscar una mirada objetiva, podría tener sentido, pero no creo que sea algo recíproco. ¿Cuántos historiadores españoles no ya se interesan, sino serían tenidos en cuenta con sus opiniones acerca de la Historia de Francia o Inglaterra en esos países?

    Más que conformarnos pensando en que somos algo digno de interés – como muchos otros países – la verdad es que tiendo a pensar que hay un problema de educación ( no sólo Universitaria), y quizá hasta de mentalidad que hoy por hoy hace difícil ver a un Germanista español, por ejemplo, con el prestigoio de tantos hispanistas foráneos como mencionas. Podemo decir que allí no serían bien recibidos, y quizá sea verdad, no lo sé, pero más bien creo que es un problema nuestro. Es mi impresión, y ojalá me equivoque.

    javier.

  5. admin dice:

    Me parece un signo más de la colonización cultural anglosajona que hasta nos tiene que enseñar como tratar la historia de nuestro país. Tenemos tal fascinación por lo extranjero («que inventen otros») que damos más credibilidad a lo que viene de fuera que a lo interno.

    compluto.

  6. admin dice:

    No puede constreñirse a los reducidos límites de un comentario a pie de página ­que no mucho más viene a ser esta anotación­ sobre la figura del Duque de Alba el análisis y enjuiciamiento de la concepción teocrático-monárquico-universalista de Felipe II. Pero las observaciones de Nando me dan pie para alguna que otra apostilla. Sea una la que se refiere a las circunstancias que pudieran ayudar a «desagraviar la memoria del Duque de Hierro». Cierto es que fue denostado hasta la saciedad y que en muchos ámbitos lo sigue siendo, como lo es también que no deja de haber razones para ello, pero habría que considerar que, por un lado, es fácil juzgar a posteriori, con la perspectiva históricamente global que ahora tenemos y desde las pociones político-sociales que rigen nuestros actuales comportamientos; por otro lado, hay que admitir que el Duque obró con absoluta moralidad, (empleo el término en el sentido estrictamente etimológico: mos, moris = costumbre) pues no se apartó de las rutinas al uso en la forma de resolver los asuntos de Estado: a falta de otros foros (estaba lejos la fundación de las Naciones Unidas), la eficacia de los <tercios> tenía rango de silogismo dialéctico.
    Otro aspecto es el manido tándem Religión-Política tan indisoluble en el siglo de la contrarreforma, cuando así convenía que fuese, como quebradizo si las circunstancias lo aconsejaban. No hay que olvidar que los paladines del Catolicismo Romano, Carlos V (Carlos I para nosotros) y Felipe II fueron objeto de los anatemas del iracundo papa Pablo IV y finalmente excomulgados ambos por él. Fue precisamente contra las tropas francopapales del Duque de Guisa y de este mismo pontífice contra las que hubo de enfrentarse, victorioso por supuesto, el Duque de Alba cuando ostentaba el virreinato de Nápoles. Tampoco conviene olvidar el infausto lance del saqueo de Roma por las tropas del imperial Carlos V como represalia por la incitación de Clemente VII a Francisco I para que incumpliese el Tratado de Madrid. Es aleccionador en este sentido el documento conocido como «Testamento político de Carlos V» en el que hacía a su hijo la siguiente advertencia y recomendación:
    «Tendréis con el Papa tres principales dificultades. La una, la del feudo del reino de Nápoles y el concierto que con el papa Clemente sobre él se hizo; la segunda, de la monarquía de Sicilia, y la tercera, por la pragmática fecha en Castilla; y en todo estaréis con advertencia para hacer de vuestra parte lo que es razón, y si otras diferencias ocurriesen las trataréis, como es dicho arriba, con la sumisión que un buen hijo de la Iglesia lo debe hacer, y sin dar a los papas justa causa de mal contentamiento vuestro; esto de manera que no se haga ni intente cosa prejudicial a las preeminencias y común bien y quietud de los dichos reinos».
    Es decir: como buen hijo de la iglesia, sí; pero consentir que de esta actitud se derivasen perjuicios para las preeminencias y bienestar de los reinos, eso ya era otra cosa. En definitiva: papistas y ultracatólicos cuando a bien lo tenían y era de provecho a sus intereses.

    Anthos.

  7. admin dice:

    Con respecto al tema de la falta de historiadores españoles, además de complejos varios que citais en vuestros comentarios, sinceramente, creo que el peso de la Guerra Civil está muy presente (demasiado) en las conciencias de los estudiosos de la materia. Si alguien de un «bando» habla o publica libro sobre los ‘Esclavos del Valle de los Caídos’ (Rafael Torres, por ejemplo) falta tiempo para ser replicado por otro del «bando» contrario con otra novela monográfica abordando los ajusticiamientos en las checas y en Paracuellos (véase César Vidal).
    La objetividad no existe, pero la parcialidad buscada no debería ser el criterio que siguieran los encargados de estudiar nuestro pasado (y presente).

    De todas formas, me sorprende como podemos dar credibilidad a alguien -César Vidal- que puede publicar más de quince libros al año relacionados con TODOS los temas históricos (masonería, la cábala, el Islam, las checas…), amén de conducir una tertulia radiofónica diaria y participar como contertulio en TV.
    No creo ni que le de tiempo a revisar las obras escritas por sus «negros»; algún día le colarán alguna frase tipo ‘todos los sagitario morirán apuñalados’ como ocurrió el año pasado en el diario 20 minutos, y su legión de seguidores/compradores se extrañarán.
    Soy consciente de que he citado a historiadores de medio pelo, de anecdotilla, pero analizando a los supuéstamente más serios me da que ocurre un tanto de lo mismo

    Pela.

  8. admin dice:

    césar vidal, qué clásico. yo creo que el siguiente suyo será sobre los fantasmas de palacio de linares.

    Javier.

  9. admin dice:

    Comparto todo lo dicho por el Pela;
    ¿Como es capaz ese tío de llevar tal ritmo de trabajo? Lo mejor de todo es que en su sección sobre libros… el mismo se autopromociona, pero guardadando las formas porque las reseñas y críticas se las leen las esbirras que trabajan para él ( y que no me extrañaría nada que fuesen sus «negras»)
    Por cierto Pela: se te ha olvidado decir que además de su polifacética labor como historiador, y según tengo entendido, «amás amás» dirige tesis doctorales y cursos de doctorado… ¡¡¡¡ que hombre !!!!
    encarna los antiguos ideales del humanista renacentista.

    Nando

  10. admin dice:

    Pardiez!!!!!!!… y ahondando en el tema de historiadores exóticos: ¿Sabían ustedes que el inimitable Octavio Aceves ( sí, ese que salía en television adivinando el futuro leyendo los papeles del Foskitos) tiene escrito un libro sobre los Hugonotes?
    Amenazo con leerlo y hacer pronta reseña en este nuestro Blog. Que Dios os coja confesados!!!!!!

    Nando.

  11. nando dice:

    Yo retomo esta reseña por ser tan hispánica y católica.

    Si alguien ha encontrado una respuesta convincente sobre la intervención continua en Flandes que la dé… yo de momento creo que todo se basó enun «proyecto», ideal… que tenía como lugar preferente la defensa de la Religión Católica…

    No me encaja la pólitica de intervención en Europa solo por razones de la llamada «Razón de Estado», para un francés puede funcionar… para un católico castellano solo existía una razón… la RAZÓN CATÓLICA…

  12. javier dice:

    dejaté de rollos y resuélvenos el maldito cuadro, que aún te estamos esperando.

  13. David L dice:

    1) En mi opinión, respondiendo a nando sobra la razón que llevó a Felipe II a enviar al Ejército para «pacificar»los Países Bajos, creo que bien podría ser lo que ahora se denomina «guerra preventiva», es decir, viendo como se estaban poniendo las cosas de religión en Francia, los problemas por el mismo motivo que había sufrido Carlos V en Alemania, etc, se decidio cortar por lo sano antes de que fuera demasiado tarde.

    2) Si nos centramos en la obra de Kamen, creo que hay un punto que no concuerda con lo expuesto por nando, no digo que no tenga razón, pero aquél en su obra sobre el Duque parece dejar claro que Alba era junto al cardenal Granvela partidarios de la mano dura, por lo menos hasta «pacificar» los ánimos. Por el contrario, el partido de Eboli, encarnado en la figura de Ruy Gonçalves, optaba más por la negociación diplomática que por la fuerza armada. El Duque de Alba y Ruy Gonçalves era antagonistas entre sí, ambos discrepaban prácticamente en toda la política a seguir por la Monarquía hispánica, y ambos estaban lo suficientemente cerca de Felipe II como para poder llegar a influir en las decisiones de este último.

    Es dificil pensar que Alba decidió el uso de la fuerza en Flandes por llevar la contraria a Ruy Gonçalves, para aquél, la diplomacia en determinados casos no llevaba a ningún sitio, y en temas de herejía muchísimo menos.

    Un saludo.

  14. Urogallo dice:

    Respondo a la cuestión con un punto único, que Parker ha aclarado:

    Antes de enviar a Alba, Felipe II ha hecho todo lo posible por llegar a soluciones negociadas con la rebelión, cediendo en todos los puntos posibles debido a la absoluta imposibilidad de retirar a sus tropas del Mediterraneo. Los nobles levantiscos, que mantienen tratos con los berberiscos ( Cómo a demostrado Parker), se niegan a pactar, conscientes de su posición de fuerza.A esto se le llama traición. Aunque luego la situación se confunde con la guerra de religión ( Algo que no queda claro hasta 1580), Alba es enviado, ante todo, a tratar con subditos rebeldes ( Egmont y Horn eran católicos).

    Cuando el peligro en el mediterraneo flojea, es perfectamente lógico que Felipe IIº decida emplear la fuerza para resolver el problema de la rebelión abierta. La ejecución de Egmont y Horn es perfectamente adecuada a derecho, puesto que han cometido delitos de lesa majestad.

    He conseguido el libro en la colección de Historia de España, y me parece bastante ( muy) superficial, además de que intenta encajar al Duque en las tesis previas del autor ( muy discutibles) sobre el IMPERIO español.

  15. Anthos dice:

    Creo, David, que cuando mencionas a Ruy Gonçalves te estás refiriendo a Ruy Gómez de Silva ¿No es así?

    Saludos

  16. David L dice:

    Un inciso, cuando he nombrado en mi último mensaje a Ruy Gonçalves quería decir Ruy Gómez.

    Un saludo.

  17. David L dice:

    Así es Anthos…¡qué curioso hemos insertado el mensaje a la misma hora!

    Un saludo.

  18. David L dice:

    Kamen también es de la opinión de que en los Países Bajos lo que verdaderamente se combatió fue una rebelión abierta de una parte de la nobleza neerlandesa contar la obediencia debida a la Corona española, enrcanada ésta en la figura de Felipe II.

    La lucha contra la herejía es un objetivo claro en la política de Felipe II, como lo había sido también de su padre, pero el primer objetivo encomendado al Duque de Alba es la represión y anulación de esa desobediencia debida al Rey. Lo que ocurrió después, derivado de la represión llevada a cabo por el Duque, son ya complicaciones derivadas de esa dureza represiva.

    Lo que nadie puede dudar es de que el Duque de Alba tenía una gran visión geoestratégica, detectaba claramente que reinos eran los que podían amenazar a la supremacia española en el mundo. Para Alba, el gran enemigo era Francia, era el reino que podía enturbiar los asuntos de la Monarquía hispana en sus posesiones europeas…..desgraciadamente los hechos posteriores vendrían a darle la razón.

    Un saludo.

  19. Urogallo dice:

    No recuerdo de quién era la profética frase: «El corazón del Imperio Español está en París».

  20. David L dice:

    Con Francia pasa lo mismo que con los Países Bajos, ambos se fueron formando como unidad nacional teniendo como objetivo el verse libre del dominio español.

    El Duque de Alba era partidario de aplicar en Francia la «medicina» que se estaba aplicando en los Países Bajos….creo que hasta planteó al Rey invadirla cuando este país se vio envuelto en la guerra civil religiosa.

    Un saludo.

  21. Urogallo dice:

    No estaría de acuerdo con lo de Francia, ya era un país con mucha historía anterior, otra cosa es que alcanzase su hegemonía «contra» España.

  22. nando dice:

    Me alegro de que se retome esta reseña.

    Coincido con casi todas las cosas que se están diciendo. Pero creo que no se conectan algunos problemas lo suficientemente.

    Alba era partidario de la línea más dura en los Paises Bajos y durante mucho tiempo abogó por intervenir con fuerza. Pero al mismo tiempo era perfectamente consciente de los problemas tanto logísticos como militares de tal intervención, los cuales se unían a su dificil situación dentro de la Corte: él sabía que solo a él se le podía encomendar tal misión por dos razones: por haberla defendido constantemente y por ser el capitán más capacitado para levantar un ejército en Milán.
    Pero también sabía que la financiación de ese ejército iba a depender de los tejemanejes de Ruy Gómez encantado de que fuese alejado de la corte con tamaña empresa por delante y practicamente sin dinero.
    Alba financió, como ya había hecho antes, parte de la campaña pero la mayor tragedia del Duque de Hierro es que fue enviado cuando la gobernadora de los Paises Bajos vió que remitía la tensión con los nobles
    y que la política de pacificación podía dar resultado.
    Además Alba, antes de la revuelta, nunca otorgó gran importancia geoestratégica a Flandes.
    Para él el corazón de la Monarquía era el Milanesado tanto militarmente como estratégicamente. Algo lógico, debido a su «formación» en las guerras de Italia y sus conexiones con el Sur de Alemania.

    El problema gordo es que Alba se tuvo que enfrentar a un conflicto ciertamente novedoso ( para mí el problema religioso es fundamental) dentro de la Monarquía. A eso se unía la carencia por completo de unas líneas de gobierno mínimas en caso de que acabase, y como así fue, como gobernador de los Paises Bajos.
    Un militar de hierro enviado a suprimir una revuelta con un ejército imponente… la cara de Margarita de Parma cuando entró, me parece, en Bruselas tuvo que ser de espanto. Al poco tiempo «presentó su dimisión» y dejó al frente a Alba que carecía de un programa político después de la pacificación.

    La Rebelión y la posterior guerra es muy compleja, llegando a hablarse en los primeros años hasta 1580 de distintas rebeliones.
    Pero lo importante son los motivos de la primera gran revuelta, y sobre todo, del cambio de política por parte de Felipe II.
    Coincido con Urogallo y David L en el caracter que tiene de lucha entre la Corona y parte de la nobleza levantisca y que que se vió como una forma de poner en marcha un tipo de Justicia Real basado en la desobediencia de unos súbditos hacia su Señor. De hecho es la forma con la que se legitimó la intervención y el posterior ajusticiamiento de los principales cabecillas.
    Pero tanto los medios como sobre todo las formas empleadas, eran desproporcionados.
    Alba nunca tuvo en cuenta ni los privilegios ni las libertades tanto de los flamencos como de sus ciudades. Puso en marcha un tipo de justicia ajena a todos los procedimientos y leyes jurisdiccionales del país y sobre esos procedimientos llevo a cabo una represión, posterior a la victoria militar, basada en el libre arbitrio de sus decisiones y de sus Tribunal de la Sangre. Los flamencos veían esto con auténtico terror porque no solo se estaba ejecutando a conciudadanos sino que se hacía sobre procedimientos jurisdiccionales importados de fuera y que se saltaban su particular sistema de privilegios y libertades que regulaban, no solo los procesos penales, sino la misma relación con la Corona.

    ….no tengo tiempo…

  23. Ascanio dice:

    ¡Pero nando! ¿Qué haces, correr una maratón? Porque siempre te quedas a medias…¿o tienes un asador y se te queman los pollos?

  24. David L dice:

    Desde luego, se puede uno imaginar la cara de Maragrita de Parma cuando viera desfilar por Bruselas a las recien llegadas tropas del Duque de Alba,pero.. ¿alguien podía dudar de lo que se iba a llevar a cabo conociendo la vida y figura del Duque?. Primero las armas, y después la diplomacia, nunca al reves.

    De todas formas, aunque para Alba el Milanesado fuera el eje principal al que la Monarquía debía poner máximo empeño en conservar, tampoco podemos menospreciar la importancia de los Países Bajos en las relaciones comerciales con Castilla…¿podríamos valorar este aspecto dadas las dificultades financieras que de siempre padecieron los Austrias?..ahí dejo la pregunta.

    No se puede tampoco descartar que ante una rebelión o revuelta en los Países Bajos, Francia se quedara de brazos cruzados, de hecho, creo que se hablo de una posible ayuda de Carlos IX a los rebeldes, suceso que me imagino no pasaría desapercibido al Duque de Alba.

    Y para acabar, me gustaría comentar las posibles repercusiones que en la labor llevada a cabo por el Duque de Alba en los Países Bajos pudo tener el papel de la propaganda holandesa. No olvidemos que hechos como la muerte del principe Carlos, el intento de apresar a Antonio Pérez, la Inquisición, etc, fue utilizado muy astutamente por los principes holandeses para cargar en la figura de Felipe II, e indirectamente a la del Duque, una imágen exterior de maldad que tal vez hizo más daño a lo que se pueda pensara priori.

    Un saludo.

  25. Al terminar de leer la biografía de Henry Kamen sobre el Duque de Alba no puedo evitar recordar un artículo que leí hace aproximadamente un mes. El artículo hablaba sobre el estreno de la película Alatriste, y el columnista decía que era un momento en el que España estaba necesitada de héroes nacionales que sirviesen como elemento aglutinador de nuestro país. Figuras de ficción que reencarnasen los valores patrios y nos hiciesen sentir orgullosos de nuestro pasado. Pero, ¿para qué recurrir a la ficción cuando nuestra propia historia está plagada de personajes reales que han intervenido en aventuras épicas para la mayor gloria de España?
    El duque de Alba puede ser el ejemplo de uno de estos personajes que tuvo como fin principal de su vida el servicio abnegado a España. Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba, fue ante todo un soldado al servicio de España. Aunque su labor como militar fue compaginada a lo largo de su vida con las artes cortesanas, si ha pasado a la historia es sobretodo por sus intervenciones militares en la mayor parte de los conflictos que sostuvo España en el siglo XVI.
    Educado por su abuelo don Fadrique, su bautismo de armas fue en el sitio de Fuenterrabía en 1524. El joven Fernando contaba con 17 años y luchaba bajo las órdenes del condestable de Castilla. Esta acción le dio méritos para entrar a formar parte del ejército imperial con el que intervendrá en la toma de Argel o en la batalla de Mühlberg. Con la abdicación del emperador Carlos V en su hijo Felipe II, será cuando el duque comience a adquirir importancia como político además de militar. Él será quien tome el mando del ejército en Italia y en Flandes, donde se forjó su fama de cruel y justiciero.
    El retrato que nos hace Henry Kamen del personaje es demasiado amable. Se nota que el historiador se siente muy atraído por la personalidad del duque, presentándolo como un político fiel a España, a su rey, y a la religión católica. Según Kamen, su vida se basa en los esfuerzos y sacrificios dirigidos a impedir la herejía en los dominios españoles, pasando de puntillas sobre su característica intransigencia y crueldad. Le justifica argumentando que, ante todo, el duque de Alba era un militar y todas sus decisiones las tomaba desde ese punto de vista. Pero no tiene en cuenta que las labores del duque de Alba también eran diplomáticas, y en eso falló estrepitosamente. Ante cualquier problema político, su solución siempre se centraba en el uso de la fuerza. Cuando fue nombrado gobernador de Flandes, sofocó brutalmente la revuelta y creó el Tribunal de los Tumultos, encargado de investigar cualquier atisbo herético. Al carecer de fondos –uno de los grandes problemas de la aventura imperial española-, estableció una serie de tributos a la población flamenca que le ocasionó aún más impopularidad de la que tenía. En 1573 fue destituido y de regreso a España fue detenido durante un tiempo por una disputa nobiliaria con el Rey.
    Gracias a su férreo y duro carácter, consiguió mantener intactos los dominios españoles y ganar en la guerra los réditos que perdía con la política. Kamen relata que en muchas de las reuniones del Consejo del Rey, él solía ser la voz discrepante al que no se solía hacer caso. Aquello le causaba ataques de rabia en los que amenazaba con abandonar la corte y regresar a su casa. En alguna ocasión no tuvo más remedio que hacerlo ya que su dedicación política le ocasionó grandes quebrantos económicos. Su última acción militar fue la conquista de Portugal.
    Es interesante el retrato que Henry Kamen hace de don Fernando, describiéndolo como un auténtico castellano, hosco, huraño, de difícil trato, honesto, leal, recto, apasionado de su familia y fiel a sus principios. Creo que no fue ni tan bueno como lo pinta el biógrafo, ni tan malo como lo critica la leyenda negra.

  26. richar dice:

    Saludos Recaredo y bienvenido al blog.

    ¡Menuda exposición para estrenarte, sí señor!

    Yo, como desconocedor del tema, no me siento capacitado para comentar algo sobre tu punto de vista, pero por lo menos te agradezco tu exposición.

    Un saludo y esperamos verte a menudo por aquí.

    Richar.

  27. richar dice:

    Saludos,

    acabo de terminar de leer este ibro (gracias Anthos por el préstamo) y he de decir que me ha gustado. Al principio me hice un poco de lío y me pareció algo deslabazado, pero poco a poco me fui metiendo en situación y la verdad es que se me ha hecho hasta corto.

    Aparte de lo que comentáis, me quedo con un punto que menciona al final al autor, y es que, Alba fue el general más reputado de su tiempo, a pesar de no haber intervenido en los grandes conflictos armados de la época: San Quintín, Lepanto… ¿qué opináis de esto? Es decir, ¿creéis que realmente llegó a mostrar unas dotes de gran general, más allá de ser un gran organizador?

    Y por último, una duda que me ronda cada vez que leo libros sobre la época, y es la poca conexión que aparenta haber entre lo que pasaba en Europa y en América. Es obvio que ambos continentes tenían conexiones, y sobre todo imagino que Europa dependía en gran manera del oro americano, pero casi nunca encuentras referencias de un lado a otro en estos libros.

    Por ejemplo, en este, no se menciona nada sobre América (aparte de un pequeño comentario de Alba de que había que mandar una expedición represiva a Perú, creo), y al igual pero a la inversa pasa con los libros que he leído sobre diferentes conquistadores: una vez están en tierras indias, apenas hay referencias.

    Y me choca por la cantidad de personajes relevantes que hubo durante ese siglo en ambas tierras: Carlos V, Felipe II (¿estos dos no fueron nunca a América?), el duque de Alba, Farnesio, Juan de Austria, Pizarro, Hernán Cortés…

    no sé, ¿no os parece curioso? y enganchando con el último párrafo, ¿los monarcas españoles no viajaron nunca a tierras americanas?

    saludos,
    Richar.

  28. Epaminondas dice:

    Hola Richar,

    Hubiera sido muy arriesgado someter a tan azaroso viaje a quien en ese momento era «el señor de la tierra», amén de los problemas de comunicación con la metropoli durante el viaje. No lo sé con certeza, pero no creo que algún rey europeo visitara sus posesiones ultramarinas en esta época.

    saludos

  29. Ascanio dice:

    Richar, el que estoy leyendo ahora, Monarquía e imperio, sí que hace referencia a esa relación entre España, Europa y América. Lo cierto es que estoy por el principio, pero desde primera hora ha dejado bien clarito que no se puede entender el siglo XVI en Europa sin tener en cuenta lo que pasaba allende los mares.
    Veremos qué cuenta a medida que vaya avanzando. Por ahora, hasta aquí puedo escribir.

  30. richar dice:

    Saludos Ascanio,

    creo que este lo tengo también, de una época en la que Arauxo y Nando me recomendaron trogollón de libros de la época y me los pillé todos… si ves que está bien, me dices, que de esos dos apenas me fío…

    Gracias Epaminondas por tu respuesta, muy lógica por otra parte. ¿Alguno tiene respuesta a lo de los monarcas «cruza-charcos»?

    Saludos,
    Richar.

  31. David L dice:

    Por cierto, este otoño mi tan admirado Manuel Fernández Alvarez presentará su última gran biografía sobre el Siglo de Oro español.En concreto se trata de la figura del Duque de Alba. Si la obra es tan buena como las anteriores que he leído de él seguro que tendrá un hueco en mi librería.

    Un saludo.

  32. Urogallo dice:

    Curioso, Jacobo Siruela ( Jacobo Fitz-James Stuart, Conde de Siruel, de la Casa de Alba) ha vendido por una buena suma su pequeña editorial, y ha fundado una nueva que se dedicará a difundir documentos relacionados con la figura del Gran Duque de Alba. La andadura editorial comenzará con una obra reivindicativa de un autor americano.

  33. Davide dice:

    Como sé que por este blog navegan muchos aficionados a la literatura de Pérz Reverte, aquí os dejo un artículo que escribió en relación al último libro publicado por Henry Kamen, «Los desheredados». Como buen polemista Pérez Reverte entra al trapo sobre algunas afirmaciones y conclusiones que el hispanista extrae en su obra.
    Saudos.
    http://www.capitanalatriste.com/escritor.html?s=patentescorso/pc_16sep07

  34. Nieves dice:

    ¿Es cierto que los tercios españoles asesinaron a 7000 personas en Amberes?

  35. Urogallo dice:

    ¿En la furia española?. Dificil que entonces hubiese alguien contando los cadaveres. Imposible tener cifras exactas, pero teniendo en cuenta que arrasaron a las milicias urbanas, si que habrían caido muchos en combate, y sobre todo, durante su rauda huida.

    «Traemos laureles de gloria y propósito de victoria. No hemos de comer hasta cenar con nuestros hermanos, o desayunar en los cielos».

    Declaración del representante de los amotinados españoles, que acudieron sin exigir condición alguna a salvar a sus compañeros sitiados en la ciudadela de Amberes.

  36. Carlos dice:

    Urogallo, la nueva editorial de Jacobo Siruela arrancó hace dos años, editando la historia de Genji (a ver si os animais alguno a hacer una reseña sobre ese libro). Con la biografía de Alba de Maltby (en la que, por cierto, está completamente basada la de KAmen, y este así lo reconoce) ha iniciado una colección sobre su familia, lo cual me parece encomiable, teniendo en cuenta el papel histórico que han jugado desde hace cinco siglos.
    En cuanto al libro de Kamen, la verdad es que es bastante flojo, como siempre está a la caza de un tema que pueda vender mucho y en el que pueda aparentar.

  37. Arauxo dice:

    (La de cosas que esconden estas páginas y la gente sin saberlo…)

  38. Carlos dice:

    Sí, a ese Genji, aunque según me han dicho la traducción de Atalanta es mejor. Pero eso es cuestión de gustos, o de tener más amigos que el otro.
    Ay Arauxo, es que ya uno ni se acuerda de si hay una reseña determinada.

  39. Arauxo dice:

    Cierto, cierto. Las dimensiones de Hislibris, como las del Universo, resultan ya inabarcables…

  40. Anthos dice:

    No es tan complicado saber si existe una reseña determinada. Sin perjuicio del típico buscador que incluye el blog, en la parte superior del lateral derecho hay una entrada que dice Listado de reseñas. Ahí están todas ordenadas y enlazadas.

  41. Urogallo de San Fernando. dice:

    Vaya, una adecuada corrección. Yo solo había aportado el dato de «El Semanal» que consideraba nuevo el proyecto editorial.

  42. Manuel dice:

    ¿Es cierto que hubo una estatua del Duque de Alba en la Plaza mayor de Amberes (Antwerpen)?

  43. iñigo dice:

    La redacción del texto no me ha resultado especialmente amena a pesar de la riqueza vivida y desarrollada por Alba. Pienso que esta no es la biografía referente del gran Duque, aunque es innegable que es capaz de acercarte a su figura, aunque sin lograr reflejar claramente algunos aspectos de su vida, sobre todo en los referente a sus primeros años en la Corte de Carlos I y por supuesto, en su gobierno de los Países Bajos, donde Kamen carga las tintas en la dureza militar del Alba, sin prestar demasiada atención a su labor política, deudora de la mentalidad intervencionista de Felipe II.

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