EL ESCLAVO DE LOS 32.000 DENARIOS – Blas Malo

Hay ocasiones en que sobre un mismo libro, ya sea novela o ensayo, nos llegan dos reseñas… y eso nos encanta. En algunas ocasiones las hemos publicado conjuntamente en una misma entrada, como sucedió con La guerra de Troya de Barry Strauss, en la que nuestros queridos Koenig y Farsalia comentaron el libro y a la postre encontraron más puntos en común que divergencias. Hoy os traemos otra apuesta de este calibre con la doble reseña de la reciente novela de Blas Malo: una más tibia, a cargo de nuestro habitual Balbo, lector impenitente del género, y la otra más entusiasta, y que viene de la mano del historiador y novelista José (Pepe) Soto Chica, que se une a nuestra comunidad de reseñadores en la que, confiamos, no sea esta su única aportación. Por tanto, os dejamos con ambas reseñas y que cada lector se deje llevar por una, por otra o quién sabe si por las dos. Que la curiosidad se apodere de vosotros.

Reseña de Balbo

«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres».

Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha. Segunda parte, capítulo LVIII.

Parafraseando al divino Bardo, algo podrido huele en el Imperio Romano, o más concretamente en una zona del sudeste de aquella piel de toro de la que nos habla el geógrafo griego Estrabón. Allí, en la  ciudad hispana de Ilíberis, enclave situado en lo que actualmente sería el barrio del Albaicín de Granada, se desarrolla una trágica historia en donde la corrupción, el ansia de poder, las bajas pasiones y el amor a la libertad se dan la mano para ejemplificarnos, como botón de muestra, qué estaba ocurriendo en aquellos tiempos del alto principado en los que el emperador Marco Aurelio sufría continuas presiones externas e internas para poder manejar el timón del Estado. Y es que los peligros que padecía el imperio, invasiones o pestes varias, redundaban en todo la tierra conocida, no se quedaban solamente en Roma, sino que recorrían como vasos comunicantes todas las provincias imperiales haciendo por un lado que muchos sufrieran estrecheces económicas mientras que otros a la vez se enriquecían con la desgracia y se envilecían con la corrupción sin cortapisas, pues al revés de lo que se pueda pensar son los dirigentes y los ricos los que en épocas de aguas revueltas se enriquecen más todavía. O como muy bien resume Homer Simpson en una sola palabra: crisistunidad. Pues muy bien, todo este mundo que a simple vista parece abocado al abismo es el que nos presenta el escritor Blas Malo en su última novela: El esclavo de los 32.000 denarios (La Esfera de los Libros, 2023).

La acción de esta novela histórica nos lleva al año 170 d.C, a la zona de la Bética, a Ilíberis, como  les había indicado anteriormente, donde un ambiente corrupto e infecto flota en el aire. El primo del procónsul, Lucio Cornelio Aselio, que en aquellos días actuaba como representante en pos de las elecciones que se celebran en la ciudad, gasta dinero a mansalva y lo malversa con el fin de conseguir sus fines políticos. Esto es detectado por el esclavo Medoro, contable de la villa y su hijo Criso, verdadero protagonista de la novela, y esto les acarrea ser acusados y maltratados hasta tal punto que el propio padre desaparece, o le hacen desaparecen de forma misteriosa. Criso, a la vez, es vendido y revendido continuamente a diferentes amos y gracias a eso podemos ver que asuntos turbios son los que se están gestando en la ciudad, no solo relacionado con el proceso electoral sino también con el envío de aceite y materias primas a Roma o el desvío del oro que sale de las minas cercanas a Ilíberis. Es decir, nos encontramos con una novela historia romana que aúna por un lado un fresco histórico de época sino también un thriller detectivesco con el que sabemos que está pasando en ese mundo donde la traición y el asesinato están a la orden del día.

Tras terminar de leer la última novela de Blas Malo, autor ya consagrado con obras como El veneciano, El esclavo de Al-Hamrá, El guardián de las palabras o Lope de Vega, el desdén y la furia, he de señalar por un lado lo positivo que he encontrado en las peripecias del esclavo Criso y, para ser ecuánime y justo (y siempre desde mi opinión) algunos puntos negativos que desgraciadamente he detectado. Empecemos por lo positivo: El esclavo de los 32.000 denarios muestra de manera brillante como hubiera sido (las excavaciones arqueológicas lo irán demostrando con el tiempo) la antecesora de Granada, ciudad que no hay que olvidar que no era un poblacho sino toda un lugar que además de contar con su foro tenía una gran basílica para administrar justicia, al menos un acueducto, circo, termas muy bien equipadas, grandes residencias imperiales para gente de alta alcurnia, senatoriales, como los Cornelio, los Vegeto… es decir una ciudad romana en toda regla que era muy importante para el imperio por el oro y el aceite que suministraba a diario. Y es aquí donde el autor se recrea ofreciéndonos, a través de los ojos de Criso, sus calles y su día a día cotidiano. Además, y sigo con los puntos positivos, esta novela histórica ofrece un refrescante punto de vista ya que gran parte de la obra nos habla de la condición de los esclavos, cómo vivían, como se traficaba con ellos, alejándose muchas veces del típico relato de novela romana en que los protagonistas casi siempre son o bien senadores, conquistadores o romanos libres a pie. Es una óptica bastante acertada que nos muestra ese otro lado de la vida que a veces pasa desapercibida en este género.

Pero por desgracia, y lo siento en el alma, hay algunos puntos negativos que aparecen en dicha narración y que me parecen algo impropios de un autor ya reconocido. A saber: el ritmo de esta novela se demora en algunos tramos y por ejemplo, hasta casi cien hojas después no sabes muy bien donde nos lleva el autor y de que puede tratar la novela en sí, es decir, si es una novela ambientada meramente en la Bética romana, o en el mundo de los esclavos, o en una trama tipo thriller acerca de la desaparición del padre de Criso, o sobre la corrupción en las altas esferas y el poder subyugante de Roma, o acaso sobre invasiones extranjeras en Hispania… y por otro lado también me ha llamado la atención que algunas veces tampoco sabes o bien la motivación por la que se mueven los protagonistas o bien que no los sitúa correctamente en el plano escénico ya que a veces (en la mente de uno) un personaje está en un lugar y acto seguido, en el mismo párrafo, está en otro sin secuencia de transición oportuna.

No sé, estos puntos restan bastante lo que podía haber sido una novela histórica muy interesante, sobre una época y un lugar poco tratados (la Bética romana) pero con unos elementos históricos que no han terminado de cuajar lo suficiente para convertirse en una obra de referencia dentro del género. Una novela que, desde mi punto de vista personal, no llega a lo que se le pide, aunque no por ello deja de ser interesante invitándoles a leerla para descubrir en qué quedó las peripecias del avispado Criso en aquel mundo brutal donde el poder se mueve en las sombras y en los negros corazones de aquellos que han de servir al emperador filósofo, al propio Marco Aurelio.

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Reseña de José Soto Chica

A veces, lo mediocre se impone y se hace norma. Pero también a veces, afortunadamente, aparece una obra que trae nuevos aires, nuevas formas narrativas, nuevos enfoques. Está usted ante una de esas novelas que rompen con la mediocridad. No busque aquí una novela más de “romanos”, sino un fresco emocionante, duro, trepidante, realista hasta dejarte descolocado, de la auténtica, a menudo relegada y siempre fascinante Roma. Sí, y sobre todo, está usted ante una excelente novela.

Blas Malo no es novato en las lides de la narrativa histórica. Bien al contrario, lleva años ofreciéndonos buenos títulos: El esclavo de la Al-Hamrá, El Mármara en llamas, El señor de Castilla, El veneciano, Lope: la furia del Fénix… son sólo algunas de sus novelas. En todas ellas mostró habilidad a la hora de narrar y de recrear épocas pasadas, pero en El esclavo de los 32.000 denarios da un paso más y nos ofrece una novela con mayúsculas. Sí, ni más, ni menos. Una de esas novelas que marcan un antes y un después en el género, y que demuestran que un autor, cuando se lo propone, cuando no se conforma con proseguir por caminos ya conocidos, sino que se empeña en seguir creciendo y explorando, puede alumbrar obras maestras.

¿Que exagero? Bueno, sólo les puedo decir que he hecho la cuenta y tirando por lo bajo he debido de leer a lo largo de mi vida unas 800 novelas de todo género y condición, y si ustedes me piden que les haga una lista con las mejores 40 metería en ella, sin dudarlo, El esclavo de los 32.000 denarios.

¿Qué que hace tan especial a esta novela? El pulso narrativo: trepidante; la construcción de personajes: creíbles, variados, poderosos, vivos; la reconstrucción histórica: de un virtuosismo y un realismo que sobrecogen; la trama: compleja, adulta, emocionante y que no se resuelve hasta la última página.

¿Ya está? No, ni mucho menos. Si usted es todavía uno de esos seres extraños que le pide a una novela que lo emocione, que lo haga llorar, que le robe el aliento, que le estruje el corazón, que lo tome por el cuello y lo meta de un empellón en cada una de las páginas que la componen, ésta es su novela.

La novela se ambienta en el Imperio romano del reinado de Marco Aurelio, en concreto en los años 171-172, y se ubica en la Bética y más concretamente, en la ciudad de Ilíberis, la actual Granada. Hasta ahí podríamos hablar de cierta originalidad en cuanto a la elección del lugar: Ilíberis y no la magna Roma –a la que por cierto muchos autores suelen recrear como si fuera un escenario de cartón piedra–; pero es que Blas Malo adopta un enfoque poco habitual para narrar su historia: la narra a través de los ojos de un esclavo, Criso. Un esclavo que vive y sufre, conforme al terrible contexto que la esclavitud planteaba a millones de hombres, mujeres y niños del mundo romano. Así que prepárese para sumergirse en un ambiente duro, bronco, repleto de ira contenida, sueños aparentemente inalcanzables, maltrato, miedo, terror incluso… Pues todo eso es lo que vivía, sentía, padecía un esclavo romano.

Criso no es un esclavo cualquiera. Es el hijo de Medoro, otro esclavo, pero uno que le supo transmitir no sólo conocimientos, sino también enseñanzas y valores ejemplares que Criso atesora cuando conoce que su padre ha sido asesinado.

Sí, un asesinato. No será el único, pero sí el que desencadene una complicada trama en la que los poderosos de Ilíberis, de la Bética y aún de la mismísima y lejana Roma, se vean enredados. Una complicada madeja de ambiciones desmedidas, ocultas corrupciones, crímenes horrendos, pasiones desatadas y justicia implacable en la que Criso jugará un papel determinante y en la que irán apareciendo personajes inolvidables con los que empatizaremos desde el primer momento o a los que odiaremos con todas nuestras fuerzas hasta casi la última página. Esclavos, nobles, soldados, bárbaros y romanos, patricias, hechiceras, pastores… todos tienen su papel, pues se halla usted ante una novela en la que el número, calidad, importancia y variedad de los personajes confiere a la novela una profundidad, una credibilidad y una complejidad que agradecemos mucho los lectores que huimos de las novelas planas que nos cuentan, una y otra vez, las mismas historias con distintos ropajes.

No voy a desvelarles nada de la trama –jamás cometería ese crimen–, pero sí les diré que la novela brincará entre sus manos y que contiene no sólo la vida de los esclavos de una villa romana o los aún más infortunados que se destrozaban, el cuerpo y el alma, literalmente, en las minas, sino también los entresijos del gobierno de una ciudad de la época, los juegos de poder que los grandes, gobernadores, legados, etc. se traían entre manos o los avatares bélicos de una Roma que ya comenzaba a ser muy presionada por los bárbaros;  y por si no bastara con tan buenos mimbres, estas páginas nos ofrecen también una historia de amor de una fuerza arrebatadora.

Criso, la noble Emilia, el terrible Lucio Cornelio Aselio, el intrigante Perseo Africano, el duro Corvino, los fieles Mario y Licinio, los malvados Polonio y Rufo, el atractivo Emilio, el misterioso y gigantesco Nemo, el entrañable Tiresias, la hechicera y desgraciada Nidia… esos nombres, y otros muchos, se apoderarán de ustedes a lo largo de las 390 páginas de El esclavo de los 32.000 denarios.

Una última palabra sobre uno de los personajes: Publio Cornelio Anulino, uno de los hombres más importantes y también de los más olvidados de la Roma de la segunda mitad del siglo II y de los primeros años del III. Fue la mano derecha de Septimio Severo y coronó su carrera como Praefectus Urbis de Roma –esto es, el segundo hombre más poderoso del Imperio–; de hecho, Septimio Severo –también Julia– debió su trono y su poder al iliberitano Publio Cornelio Anulino pues fue este último quien ganó para él las batallas decisivas de su reinado y quien supo llevar a cabo no pocas de las acciones de gobierno y reformas que Septimio dispuso. Pues bien, en las páginas de la novela de Blas Malo se lo encontrarán, y se lo encontrarán tal y como realmente fueron este tipo de personajes: con sus luces y sus sombras. Les digo esto porque esa es, para mí, una de las grandes virtudes de esta soberbia novela: el realismo. No busquen aquí personajes sin profundidad, artificiales y llenos de tópicos; busquen seres humanos, y esos, piénsenlo, suelen ser complejos, contradictorios incluso. Y así es el Publio Cornelio Anulino de Blas Malo, que tiene el acierto de rescatarnos a uno de los grandes de la historia romana. Uno del que otros se han olvidado, pero que cobra vida en esta gran novela.

En suma, si le gustan las novelas emocionantes, ésta es la suya; si le gustan las novelas realistas, esta es la suya; si le gusta una buena recreación histórica que le lleve al pasado, está en esta novela; si le gustan las tramas complejas, absorbentes, trepidantes, de esas que te roban el aliento hasta la última página, ésta es su novela, y, por último, si aprecia la literatura con mayúsculas, aquí se la dejo recomendada: El esclavo de los 32.000 denarios, de Blas Malo.

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Blas Malo, El esclavo de los 32.000 denarios. Madrid, La Esfera de los Libros, 2023, 390 páginas.

     

9 comentarios en “EL ESCLAVO DE LOS 32.000 DENARIOS – Blas Malo

  1. Iñigo dice:

    Vaya dilema… Y vaya acierto hislibreño eso de publicar dos reseñas de una novela con opiniones tan dispares… Muy jugoso, sí señor. ¡Viva Hislibris!

  2. Farsalia dice:

    A mí me han picado la curiosidad…

  3. cavilius dice:

    Yo me pregunto si un esclavo por 32.000 denarios sale caro o barato.

    Por regalarme uno en estas fechas tan señaladas, más que nada.

  4. Rodrigaz dice:

    Respetando la opinión de nuestro querido Balbo, la reseña de Soto es tan apabullante que en cuanto termine mi lectura actual, esta novela será la siguiente.

    Enhorabuena y gracias por ambas reseñas.

  5. Iñigo Montoya dice:

    Buena reseña

    1. Iñigo dice:

      ¿Cuál de ellas? ;-P

      1. Balbo dice:

        La mía, la mía XD

  6. Hahael dice:

    Gracias por la reseña. A ver si me aplico con otras lecturas y me pongo con esta.

  7. Valeria dice:

    Pues con estas dos opiniones, como para dejarla de lado, pues la curiosidad el la madre de todas las aventuras. El género está tan manoseado que una va como pisando huevos antes de decidirse por una novela histórica. Es verdad que ya no busco «novelas de referencia en el género», solo un libro que no me haga bufar a cada poco, porque cuando eso pasa en casa me miran como si estuviese poseída por algún espíritu malvado y se apartan. La tendré en cuenta para futuras compras, y veremos de qué lado (o del lado de qué reseñador) cae la moneda.

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