EL DESCUBRIMIENTO DE LA POLÍTICA: SOLÓN DE ATENAS – Salvador Rus Rufino y Francisco Arenas-Dolz

“Un malvado y ambicioso que como yo hubiese tomado en sus manos el aguijón, no habría contenido al pueblo en sus límites; pues si yo hubiese querido lo que entonces deseaban los contrarios, o bien lo que planeaban contra estos los del otro bando, esta ciudad habría quedado viuda de muchos ciudadanos. Por ello, procurándome ayudas en todas partes, me revolví como un lobo entre los perros.”

Solón, fragmento 36.

En determinados círculos se conoce a Solón como “el primer ateniense”. Con ello se quiere hacer hincapié en el hecho de que es el primero, más allá del ámbito de los mitos, de quien conocemos su nombre y algunos hechos concretos. Se ha dicho que con él se inauguran muchas cosas en Atenas; para empezar, él sentó las bases de un nuevo modelo de ciudad, de polis. Este libro incide sobre todo en ese punto: en los nuevos elementos que entran en juego en la construcción del concepto de polis, y la interpretación de los mismos que llevan a cabo los habitantes de Atenas. En una palabra: en la nueva concepción del término “ciudadano”.

Pongamos un poco de contexto: en el siglo VII y VI a.C. Atenas está lejos de ser la esplendorosa “escuela de Grecia” de los tiempos aún por llegar de Pericles. Su peso en el panorama heleno es mínimo, y a duras penas subsiste como ciudad con entidad propia. Su economía es eminentemente agrícola, y empieza a asomar con fuerza el cultivo del olivo y la producción de aceite, aunque aún no está asentada la mentalidad (ni la posibilidad) de generar un excedente destinado al comercio, sino que el esfuerzo se limita a la mera subsistencia local. La sociedad está polarizada en dos sectores poblacionales radicalmente distintos: por un lado, las familias eupátridas (los “bien nacidos”), la aristocracia poseedora de las mejores tierras, dueña de la riqueza y el poder; y por otro, los pobres campesinos, propietarios o no del suelo que trabajan (y en realidad poco importa eso, pues en el caso de los que poseen tierras, estas son tan ínfimas y malas que apenas les da para su propia subsistencia), esclavizados en su mayor parte por la aristocracia y sin ningún tipo de poder decisorio en la ciudad. Solón nace y crece siendo consciente de la tensión de esos dos grupos irreconciliables, tensión agravada por el hecho de que los unos ansían cada vez más tierras y más poder, y los otros soportan cada vez menos su ausencia de derechos políticos y la ficción de que la riqueza y la pobreza no son un accidente de la vida sino un factor connatural al nacimiento de cada uno. Por otro lado, el régimen legislativo imperante es el de Dracón, según el cual los delitos leves se han de castigar con la muerte y los graves, también (la razón al parecer es que a Dracón le fue imposible encontrar para los graves una pena aún más severa).

Atenas es, en resumen, una ciudad que vive instalada en el atraso, y esta percepción se obtiene no solo al contemplarla en sí misma sino también si la comparamos con otras ciudades griegas. En estas la confrontación entre ricos y pobres, aristocracia y campesinado, ya se ha producido, y del choque de posturas ha emergido la figura del tirano, personaje autoritario elevado al poder casi siempre por el pueblo, que se erige como apaciguador de unos y otros y aglutina en su figura el poder y la justicia. Cipselo (y después su hijo Periandro) en Corinto, Ortágoras (y luego Clístenes) en Sición, Trasíbulo en Mileto, Fidón en Argos, Cleóbulo en Lindos… Estas y otras ciudades se encuentran en la “fase tiránica” en tiempos de Solón, o bien ya la han superado. Atenas, en cambio, aún no ha llegado a ella, o podría decirse que sí lo hizo pero el intento fue abortado de raíz (me refiero a la intentona por hacerse con el poder, unos 35 años antes del arcontado soloniano, de Cilón y un grupo de seguidores y parientes, su atrincheramiento en la Acrópolis y su sacrílego asesinato por orden del arconte Megacles, de la familia de los Alcmeónidas). Cuando Solón, nacido por cierto en el seno de una familia eupátrida y por tanto poseedor por derecho innato de riqueza y poder, es propuesto para hallar una salida al conflicto político, económico y social que abate Atenas, se le ofrece la tiranía. Sin embargo, él no está interesado en ese tipo de solución y prefiere ser nombrado arconte, una magistratura de carácter anual. Durante su mandato, demanda a ambos sectores sociales la obediencia y el acatamiento de todas las normas que promulgue. Y en principio dicho acatamiento no ha de recibir objeciones, pues su candidatura ha sido presentada tanto por los nobles aristócratas (quienes así colocan a uno de los suyos al frente de Atenas) como por el campesinado (que ven en él la única esperanza de salir de su situación de pobreza).

Solón abolió la esclavitud por deudas, acabó con la concepción del innatismo como base para la posesión de la riqueza y el poder, redistribuyó los habitantes de Atenas (y sus correspondientes derechos) en clases sociales en función de su riqueza y no de su nacimiento, redefinió el concepto de ciudadanía (según la legislación de Dracón, ciudadano era únicamente aquel que podía costearse una armadura completa de hoplita). Como es sabido, las leyes de Solón brillaron más bajo la luz de la posteridad que en el momento en que fueron implementadas. En los años siguientes a 594 a.C., fecha de su arcontado, ni unos ni otros, ni ricos ni pobres, quedaron satisfechos con las reformas, probablemente porque los unos esperaban más de ellas y a los otros les parecieron demasiado revolucionarias. Como previendo esas reacciones, Solón se marchó de Atenas en cuanto cumplió con la misión encomendada y no volvió hasta muchos años después. A su regreso se encontró una ciudad abocada de nuevo al conflicto social, esta vez entre 3 facciones enfrentadas. Dicho conflicto se resolvió con el advenimiento, ahora sí, de la tiranía: un tal Pisístrato, perteneciente por cierto a la familia materna de Solón, gracias al engaño y protegido por una guardia de maceros que la propia ciudad le proporcionó,  se convirtió en el primer tirano de Atenas. Al poco de la subida de Pisístrato al poder (aunque todas estas fechas son poco claras), el ex-arconte Solón murió.

El descubrimiento de la política: Solón de Atenas no tiene como objeto estudiar la vida de Solón, ni tampoco el análisis de las reformas que llevó a cabo en la ciudad, ni la influencia de estas en los sistemas políticos posteriores. Estos puntos son abordados en el primer tercio del libro, pero de modo somero. Para ello ya hay otros trabajos específicos (no traducidos al castellano, desde luego; en nuestro idioma únicamente existe, que yo sepa, la imprescindible monografía Solón de Atenas de Adolfo J. Domínguez Monedero, publicada hace 20 años). Como los propios autores se encargan de aclarar, “este trabajo se centrará en los textos y los testimonios de Solón como único soporte para desvelar y entender sus ideas, que moldearon la política de su tiempo”. Efectivamente, el objeto de este libro es el análisis del pensamiento de Solón a través de lo que dejó escrito, es decir: de su poesía. Solón escribió, según Diógenes Laercio, unos 3000 versos, de los cuales se han conservado, siempre en fuentes secundarias, unos 300, apenas un diez por ciento. Que el ateniense decidiera expresarse en verso y no de otra manera no es cuestión que analice el libro de Rus y Arenas-Dolz, y hace bien: el nacimiento de la prosa aún tardaría en producirse, y en tiempos de Solón, antes, y bastantes años después, todo pensamiento que era puesto por escrito llevaba forma lírica. Por eso no tendría sentido decir que Solón “escogió” la forma poética para expresar sus ideas: en esa época no cabía plantearse dicha elección.

El libro se dedica, por tanto, a desmenuzar algunos de los fragmentos conservados de la obra de Solón, y analizarlos en clave, por así decir, “política” (de “polis”). Dicho sea de paso, si algo se echaba de menos en la monografía de Domínguez Monedero eran justamente los textos de Solón; en el libro de Rus y Arenas-Dolz aparecen un buen puñado de ellos (en este sentido, hay que recomendar la edición bilingüe de los fragmentos a cargo de Francisco Rodríguez Adrados: Líricos griegos. Elegíacos y yambógrafos arcaicos (siglos VII-V a.C.)).

Ciudadano es, según la reforma soloniana, cualquier miembro de la comunidad ateniense, que además pertenece a una clase social determinada (no es simplemente “un rico” o “un pobre”) y posee unos derechos legítimos, puestos por escrito y expuestos a la vista de todos, y por tanto innegables e inalienables. Las ideas de unidad de la polis o de coordinación de los diferentes grupos sociales que la conforman, aparecen en los versos de Solón como elementos clave para el buen funcionamiento de la ciudad. La amenaza de la hybris, la soberbia, el ansia de riqueza, de poseer más de lo debido, es la enfermedad de la polis como lo es del hombre, y es lo que, por consiguiente, hay que esforzarse en evitar. Menciona Solón en sus versos cómo fue tentado por esa hybris cuando se le propuso convertirse en tirano, o cuando en el ejercicio de su función de arconte fue acosado por los respectivos bandos enfrentados, pretendiendo que sus decisiones les beneficiaran de modo unilateral.

El sentido de justicia también está reflejado en los fragmentos solonianos, y así es plasmado en el libro. Según Solón, los hombres y no los dioses son responsables de sus propios actos, y por tanto de su propio infortunio. La responsabilidad y la culpa son humanas, no divinas, y la justicia, uno de los pilares de la polis, acaba imponiéndose siempre. Se afirma, y con razón, que la participación en los tribunales de las clases más desfavorecidas fue un medio de conceder una cierta cuota de poder a esos sectores a los que, ciertamente, Solón no permitió que tuvieran presencia en los órganos decisorios de la ciudad, más allá de su contribución presencial en la asamblea general de todos los atenienses.

Pese al rechazo de la tiranía, la exigencia de una tendencia hacia la virtud, y la consolidación de la libertad como principio de la ciudadanía, Rus y Arenas-Dolz no pueden por menos que reflejar en su trabajo el desencanto de Solón al comprobar que la ciudad de Atenas acabó cayendo finalmente en brazos de la tiranía (aunque en un principio Pisístrato gobernó como un ciudadano, su gobierno fue una tiranía al fin y al cabo). Pese a ello, según los autores el balance final de las medidas de Solón fue positivo, puesto que consiguió poner los cimientos de lo que hoy estudiamos y llamamos polis. Solón fue el primero en reivindicar la libertad política del ciudadano para participar en el gobierno de la polis.

Se trata de un trabajo muy interesante, y especialmente recomendable al tratarse Solón de un rara avis en el ámbito de las monografías en castellano. Por mencionar algún pero, el libro es a menudo reiterativo y perifrástico en sus planteamientos, cosa lógica por otro lado pues las ideas que se pretende sacar a la luz aparecen repetidamente en los fragmentos solonianos. Pecado venial dentro de un trabajo de altura.

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Salvador Rus Rufino y Francisco Arenas-Dolz, El descubrimiento de la política: Solón de Atenas. Madrid, Tecnos, 2022, 379 páginas.

     

4 comentarios en “EL DESCUBRIMIENTO DE LA POLÍTICA: SOLÓN DE ATENAS – Salvador Rus Rufino y Francisco Arenas-Dolz

  1. Farsalia dice:

    Ñamy… este va a la saca de las futuribles lecturas.

  2. Rodrigaz dice:

    Gracias por la reseña. La figura de Solón está muy poco presente en la bibliografía de lengua castellana. Creo que esta edición, que desconocía, caerá en breve.

  3. Antigono el Tuerto dice:

    Interesante, y cubre un tema que, últimamente, parece ser recurrente en muchas estanterías de las librerías, ¿o será cosa mía?. Así a la cabeza me suenan haber visto, recientemente, El nacimiento de la democracia: El experimento político ateniense, de Laura Sancho y La Democracia Ateniense en la era de Demóstenes, de Hansen.
    ¿Será que el tema está de moda?

  4. cavilius dice:

    Sí, Rodrigaz. Como digo por ahí, no conozco (aunque tampoco es que esté yo pendiente del tema día y noche) otra monografía en castellano más que la de Domínguez Monedero, y ya ha llovido.
    Por desgracia, Antígono, no creo que el tema esté de moda; veo más bien casualidad. El libro de Laura Sancho es un buen repaso a la historia de la democracia ateniense, desde Solón hasta el fatídico año 322 a.C. Un libro avalado por la trayectoria de la autora, quien se ha dedicado casi exclusivamente a la historia política y social de la antigua Atenas. El de Mogens Hansen han tardado 30 años en traducirlo al castellano, y aún me mira de vez en cuando desde la estantería, con esa portada tan peculiar que tiene.

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