DARK VALLEY DESTINY: THE LIFE OF ROBERT E. HOWARD – L. Sprague de Camp, Catherine Crook de Camp y Jane Whittington Griffin
«Entonces Saúl tomó su espada y se arrojó sobre ella». (1 Samuel, 31: 4).
Versículos escogidos en el oficio fúnebre de R.E.H.
Nuestro héroe era el hijo de un médico de discutible formación y de una mujer que vivía auto-recluida en su hogar, víctima de una tuberculosis crónica, y también de una crónica fantasía clasista. Nació de una pareja que no creía posible tener hijos, y vivió sus primeros años en una cabaña con suelo de tierra y sin agua corriente.
No obstante, llegó a cumplir su sueño de vivir de la escritura pese a que nunca se fue de casa de sus padres, lo que debió facilitar mucho la labor y vivió el éxito en vida, aunque esa vida fuese corta y la terminase por sí mismo con una pistola automática (no con un revolver, que es la imagen que uno espera de un tejano).
Sin embargo, como en el caso de Lovecraft, en su biografía hay que separar cuidadosamente el mito y la realidad. Y en este caso el mito lo quiso construir él mismo, hasta un punto tal, que a las historias sobre su vida que él difundía las llamaron «Whoppers»: Exageraciones, mitificaciones, reelaboraciones puramente literarias de sucesos mucho menos impresionantes ,por las que Howard fue famoso en su estrecho círculo.
Sprague, como una deuda con el hombre que le hizo famoso en su labor de editor, re-escritor y continuador de sus historias, emprendió la labor de preservar su legado, conservar sus pertenencias y perpetuar su obra.
Y este libro es parte de esa deuda.
Howard fue un poeta maldito. Sin ninguna duda. Ser un poeta maldito en París durante el siglo XIX quizás fue duro. Pero serlo en un pueblo pequeño de la Tejas rural durante la ley seca y la gran depresión exige un esfuerzo y una capacidad que solo estuvieron al alcance de nuestro héroe.
Howard fue un escritor totalmente identificado con un nuevo género, el pulp, un tipo de publicación que por un lado creó un mercado para la obra de una gran cantidad de escritores que jamás podrían haber soñado con publicar un libro, ya que las ediciones baratas sólo se popularizaron desde 1940 con destino a las tropas, pero que por otro lado, destruyó el reconocimiento de un género literario consolidado y reputado: El cuento americano.
El pulp tenía sus condiciones, de estilo, formato y temática. Huía del realismo, pero podía usarlo como un instrumento de despiste para el lector. Excluía las tramas complicadas y exigía acción constante y escenarios exóticos. La introducción debía ser rápida y la conclusión explosiva.
En estos márgenes se movió Howard, y consiguió reinventar un género apenas nacido e influir a la cultura popular como pocos lo han hecho.
Aunque no viviese para verlo, por propia decisión.
Para crear a su gran personaje y su mundo, apenas le bastaron dos años. En ese tiempo partió del bloqueo mental más absoluto, a generar un género nuevo e identificativo (Espada y brujería) y a hacer progresar ese género hacía un «realismo» maquillado, para decidir que la evolución definitiva era tomar el camino del Western, que además era más rentable, la brújula dorada de toda su obra: el beneficio económico.
Cuando murió, sus papeles y pertenencias se almacenaron en un sótano húmedo con la esperanza de que aquel blasfemo material se destruyese por sí mismo. En su funeral, el pastor metodista le prometió el infierno como suicida. Algo que afectó a su padre, pero seguramente a él le habría dado igual, ya que era decididamente ateo y además, anticatólico.
Pero llegaría Sprague para sentarlo junto a Crom, en su montaña.
¿El resto? El resto está en las viejas crónicas nemedias…
Interesante, una biografía sobre un escritor cuya breve vida fue tan prolífica como poco estable. Perteneciente al Círculo de Lovecraft (con quien solo se comunicó por carta, el Facebook de aquellos días) sus miras literarias siempre optaron más por la aventura (de corte histórico, fantástico o detectivesco) que por el terror.
Siempre viene bien recordar a estos autores pulp, padres de la moderna cultura de masas.
El verdadero padre de Conan, conocedor del secreto del acero.
Tuvo ocasión de conocer a Lovecraft, pero lo postergó con una excusa insustancial. Al parecer, realmente no simpatizaban mucho a nivel humano, aunque hubiese tarántulas de regalo por medio.
11 de Junio
Espéranos junto a Crom en su montaña