COMUNIDADES ROTAS – Javier Rodrigo y David Alegre

En abril de este año la editorial Galaxia Gutenberg trajo al mercado «Comunidades rotas. Una historia global de las guerras civiles, 1917-2017», de los historiadores Javier Rodrigo y David Alegre. La obra en cuestión constituye una historia global de los procesos fratricidas que han asolado nuestro planeta desde 1917, con la Revolución Rusa, hasta 2017, con ciclos abiertos desde hace varias décadas tales como los de Afganistán y diferentes países de África. La investigación que han realizado ambos autores para lograr sacar a la luz este volumen ha sido amplia y profunda. La misma se ha llevado a cabo poniendo énfasis en las violencias que sufrieron los civiles o no combatientes en el marco de estos conflictos; en resumen, nos proponen ver cómo y por qué se rompen las comunidades. El desarrollo militar de los acontecimientos no es el objetivo del relato, aunque siempre está de fondo y base, y por lo tanto es imposible que en algunas ocasiones las operaciones de esta índole no se entremezclen con la narración.

Entrando en materia, «Comunidades rotas» se nos presenta en seis grandes bloques, subdivididos a su vez en otros más pequeños. Estos grandes bloques están dedicados a las diferentes oleadas de conflictos internos que han estallado en los diversos puntos del globo terráqueo en el último siglo. El primer bloque de todos está dedicado al debate sobre las ideas y debates en torno al concepto “guerra civil”. Es un capítulo introductorio que nos mete de lleno en los diferentes relatos sociales e historiográficos a los que han dado lugar las guerras civiles hasta hoy. Relatos que por supuesto están llenos a su vez de discusiones sobre qué es una guerra civil y qué no. Para nada son siempre conflictos en que dos bandos de un mismo país se enfrentan, es decir, donde hay dos direcciones. Las guerras civiles, en conclusión de los autores, tienen una multidireccionalidad compleja, y por supuesto no están libres de injerencias por parte de  agentes extranjeros, entre otras características.

Desde el capítulo introductorio e historiográfico pasamos al desarrollo de estas guerras civiles. Las primeras que se tratan son las que surgen en Europa a partir de 1917 y se extienden hasta 1936. Especial atención, no podía ser de otra manera, se lleva la Revolución Rusa. El inicio de hostilidades que comenzó con la llegada de los bolcheviques al poder en Rusia dio lugar a una gran guerra civil que se extendió hasta 1924. Aquí se muestran los ejemplos de Finlandia, la propia Rusia revolucionaria y por último Ucrania. Tres territorios en la que cada contendiente intentó llevar a cabo su agenda política correspondiente. Sorprende el caso de Finlandia, donde la guerra civil, aunque corta, supuso un alto coste en vidas humanas para los civiles y los derrotados. En este bloque los dos jóvenes historiadores han querido añadir además la guerra civil irlandesa (1922-1923). Una guerra rápida y que, aunque tuvo su saldo en civiles que concluyó después de una amnistía por parte del gobierno de Irlanda. La conclusión del bloque termina con una mirada hacia Hungría, Alemania e Italia, donde esta paz no se quebró durante mucho tiempo como en los otros lugares mencionados. Como bien se dice, no existe ninguna fórmula que explique por qué en unos lugares desapareció la paz y en otros unos primeros golpes acabaron en una avalancha de violencia de características diversas y cambiantes.

Así es como pasamos al tercer bloque, dedicado a la Europa de entre 1936 y 1949, Europa un que se inicia con la Guerra Civil Española y acaba con la Guerra Civil Griega. En la Guerra Civil Española, Javier Rodrigo y David Alegre se detienen en la primera en profundidad. Se nota así que los dos investigadores son sendos expertos en este conflicto. Así pues, se analizan los tres años de guerra y la posterior situación política. Muy impactante el año 1936, en el cual se observan los picos más altos de violencia contra los civiles: de las 185.000 víctimas aceptadas por la historiografía, 90.000 fueron asesinadas en el primer año. Del mismo modo se pone el foco en la ayuda que prestaron Italia y Alemania a los sublevados. Este hecho corresponde a esa dimensión de injerencia extranjera que van a tener las guerras civiles acontecidas a lo largo de todo el siglo XX. Otra característica de la Guerra de España va a ser que existirán frentes definidos, algo que se repetirá solo excepcionalmente, por ejemplo en la guerra de Corea.

Dentro del mismo bloque damos el salto a la Europa de la Segunda Guerra Mundial. La conflagración mundial sirvió como paraguas para otros conflictos de diversa intensidad en los diferentes países europeos, básicamente caracterizados por la dicotomía entre resistencia y colaboracionismo. Los dos primeros casos que se mencionan son los de Bélgica y Francia, donde los fascistas colaboracionistas trabajaron con el ocupante para hacer méritos de cara a hacerse con el poder. En el estudio de esta violencia entre colaboradores y resistencia hay un interés de Rodrigo y Alegre por comprender si hubo guerras civiles o conflictos larvados en estos países. Algo que sin duda sí ocurrió en Italia entre 1943 y 1945, entre el Reino del Sur y la República Social Italiana. Las luchas antipartisanas fueron especialmente duras en este país, luchas que se llevaron a cabo con unidades que no dudaron en arrasar localidades y ejecutar civiles sospechosos de colaborar con los guerrilleros.

Por último y como conclusión de este tercer bloque se encuentran los hechos que ocurrieron primero en Yugoslavia. El territorio fue invadido por los alemanes e italianos en 1941 y dividido en esferas de influencia. Allí, donde había una gran diversidad de etnias y pueblos, los nuevos conquistadores no dudaron en apoyar las diferentes luchas intestinas para mejorar sus respectivas posiciones. Destaca el caso del gobierno fascista de Croacia. El conocimiento de esta gran guerra civil con sus numerosos participantes es muy importante para comprender los odios y las luchas que estallarían en la década de 1990.  El epílogo, pero también el inicio de otra etapa, será Grecia, donde tuvo lugar una guerra civil que comenzó en los compases finales de la Segunda Guerra Mundial y que enlazó con el inicio de la Guerra Fría. Ambos contendientes, comunistas y gubernamentales, dejaron un saldo de 4.000 y 5.000 civiles ejecutados respectivamente. Este será el primer conflicto dentro de la Guerra Fría donde los beligerantes encontraron en las poblaciones dos enemigos nuevos: enemigos de clase o sospechosos de ser comunistas, algo que continúa con una tendencia que une sus raíces en conflictos previos como el ruso y el español.

Llegamos al apartado de las guerras civiles que surgieron en el marco de la Guerra Fría, el mundo del conflicto entre bloques. Javier Rodrigo y David Alegre nos sumergen en la ruptura que se dio en las sociedades de China, Corea, Indochina, África, Centroamérica y Afganistán. En este orden iniciamos nuestra andanza con la larga y cruenta guerra civil china, que se alargó en el tiempo hasta 1958. Hay muchos puntos de interés, como las políticas que los comunistas desplegaron  para ganarse el apoyo de la sociedad rural, así como las diferentes represiones que llevaron a cabo contra los que consideraban enemigos de su revolución. Desde el lado nacionalista destaca que nunca lograron crear una base social sólida, ya que los saqueos, las violaciones y los asesinatos minaron los apoyos que podían haber tenido. A pesar de todo, es sorprendente la idea del líder nacionalista ChiangKai-shek de que el problema no eran en su momento los japoneses sino los comunistas, ya que el ecuador de la guerra civil china se vio marcado por la ocupación nipona de amplias partes del país.

La guerra de Corea se inició en 1950, aunque los problemas y las fracturas sociales comenzaron ya en 1948, con la división del país en dos formas de gobierno y de influencia irreconciliable entre sí. Los dos nuevos gobiernos eran dos férreas dictaduras que no dudaron en imponer su control por todos los medios en las sociedades que gobernaban. El caso de las ejecuciones en Corea del Norte son más sonadas, pero en este tramo del libro se detallan también muy correctamente las perpetradas por la dictadura de Corea del Sur a cargo de Syngman Rhee contra personas sospechosas de militancia comunista.

El territorio de Indochina a partir de 1945 justamente al terminar la guerra mundial, se embarcó en un periodo bélico que duraría hasta nada menos que 1979. Los vietnamitas se lanzaron a una guerra civil de extrema crueldad debido a las diversas formas de colaboración y oposición autóctonas con efectivos que envió primero Francia para intentar recuperar sus colonias, y luego a partir de 1960 con la intervención los Estados Unidos. Indochina se rompió en tres entes políticos: Vietnam, Laos y Camboya. Cada uno de estos nuevos países sufrieron una guerra civil, caracterizada en el caso vietnamita por la existencia de dos entes estatales diferenciados, uno comunista al norte y otro prooccidental al sur. Los Estados Unidos desplegaron tal potencia de fuego que acabó por supuesto por afectar a las poblaciones civiles, bombardeadas con napalm y agente naranja. Civiles que tampoco se libraron del las políticas de reconcentración de poblaciones campesinas en el sur o de las ejecuciones sumarias realizadas por las diferentes guerrillas comunistas.

África tras el proceso de descolonización se convirtió en un hervidero de guerras civiles. Los países se independizaron con fronteras coloniales y estados sin tradición alguna, lo que hizo estallar la tensión dentro de las fronteras de los nuevos estados, y a veces también entre ellos. Se nos presenta los pormenores del caso de la República Democrática del Congo, donde a lo largo de la década de 1960 hasta 1990 se han sucedido diferentes conflictos fratricidas. Estos procesos bélicos siempre se vieron recrudecidos por las injerencias extranjeras dentro del país, tal y como ocurre en las guerras acontecidas allí durante los últimos veinte años. Por su parte, Centroamérica podría estar en la misma línea que África. Aunque había precedentes, a grandes rasgos los conflictos sociales en América Latina se dieron cuando el ejemplo cubano dirigido por el Movimiento 26 de Julio triunfó. Las teorías guevaristas sobre los focos guerrilleros fueron de suma importancia para la creación e  intensificación de la insurgencia armada en países como Nicaragua, Honduras o República Dominicana.

La tormenta que se cernió sobre Afganistán a partir de 1978 cierra este cuarto capítulo. Afganistán a lo largo del siglo XX este país sufrió varios golpes de estado, el último de los cuales aupó al partido comunista al poder. Un partido que no dudó en purgarse en conflictos internos, aunque también los guerrilleros islámicos provocaron que la situación derivara en un gran estado de excepción. Una parte del gobierno pidió ayuda a la URSS, que envío un gran contingente de tropas y recursos financieros. Los famosos muyahidines fueron asimismo financiados por la CIA y Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudí. Después de una década de guerra los soviéticos se tuvieron que retirar en 1989, justo antes del colapso de su propia patria. Así pues, en 1989 acababa la edad de los bloques y se pasaba a un nuevo orden.

El capítulo cinco está enteramente dedicado a las guerras yugoslavas de la década de 1990. Un conflicto que sin duda marcó a toda Europa, debido en gran medida a los medios de comunicación que grabaron y tomaron imágenes en tiempo real. La antigua Yugoslavia se hundió en una guerra civil que produjo episodios de limpiezas étnicas en uno y otro bando. La intervención estadounidense en la guerra produjo que esta se homogeneizara según sus intereses, ya que hasta entonces había numerosos grupos armados y políticos con unas agendas muy diferentes. Violaciones, asesinatos, delincuencia y mafias (tráfico de armas y de blancas) fueron lo que caracterizaron este conflicto. Los testimonios expuestos por los dos autores hielan la sangre, sobre todo los referidos a las violaciones de mujeres por parte de los grupos armados.

El sexto y último bloque de «Comunidades rotas» se centra en los conflictos derivados de la disolución del bloque comunista europeo, lo cual lo pone directamente en relación con el caso Yugoslavia. El colapso y desaparición de la Unión Soviética hizo emerger de nuevo guerras étnicas que habían estado larvadas bajo el poder comunista, ahora avivados por la oportunidad de nuevos repartos de poder en una nueva coyuntura política. Con ello Javier Rodrigo y David Alegre nos hablan del Alto Karabaj, Azerbaiyán y Armenia, así como la guerra que se desarrolló en Chechenia, sin duda un estado fallido desde el principio. Se hace un definitivo repaso por África en la década de 1990 y a comienzos del siglo XXI. El apartado titulado “la guerra civil multidireccional como pandemia” ya nos da una idea de la situación: una guerra de nunca acabar y que sigue siendo muy incierta en su resultado puesto que, aunque se hayan firmado tratados de paz, todo sigue igual. Para acabar la obra ambos historiadores dejan unas conclusiones y plantean una serie de cuestiones la mar de interesantes, dejando en el aire diferentes temas para posteriores investigaciones.

A nivel técnico la obra está muy bien editada y maquetada. La tipografía es más que correcta y sobre todo la lectura es muy amena. Por la diversidad de temas tratados esto es un punto muy a favor, pues hace que en ningún momento se pierda el hilo conductor de la narración. Aunque la edición no trae imágenes si nos ofrece numerosos mapas en cada uno de los capítulos. Mapas muy necesarios cuando llegamos a los conflictos africanos, asiáticos o de la Antigua Yugoslavia y la URSS. En definitiva, «Comunidades rotas» es un gran volumen donde se nota el esfuerzo de sus autores por traer un relato innovador sobre las guerras civiles sucedidas a lo largo del siglo XX y sus consecuencias. Además, es una obra que trae al castellano un estudio científico sobre conflictos en los que apenas había información en este país.

Entrevista realizada al coautor David Alegre en Archivos de la Historia 

Javier Rodrigo & David Alegre, Comunidades rotas. Una historia global de las guerras civiles, 1917-2017, Ed. Galaxia Gutenberg, Barcelona. 736 pp. (29€).

     

7 comentarios en “COMUNIDADES ROTAS – Javier Rodrigo y David Alegre

  1. Farsalia dice:

    Buena pinta e interesante entrevista, lo tengo entre las futuribles lecturas. Bien por la reseña.

    1. Lo cierto es que el volumen es una verdadera joya. Yo te aconsejo que lo pases de «futuribles» a otro lugar de importancia más inmediato. Porque es la clase de obra que sé que te va a gustar. Es una investigación que más de una vez te va a dejar boquiabierto con las historias que se detallan…

      1. Farsalia dice:

        Por lo hojeado no descarto «adelantar» la lectura…

  2. Vorimir dice:

    Sí, parece un libro muy interesante. :D

    1. Debo comentarte lo mismo que al compañero Óscar, el libro es ciertamente interesante y muy recomendable. Tiene todas las papeletas para convertirse de aquí a un tiempo en un gran imprescindible sobre el concepto y la historia de «guerra civil». Te gustaría mucho, lo afirmo con conocimiento de causa.

      Un abrazo!

  3. Captain Wonder dice:

    Supongo que en el libro, en el apartado de apoyo extranjero a los bandos en liza, para la Guerra Civil española no se obviará el soviético y francés (por lo menos, mientras gobernó Leon Blum) a la II República, ¿no?

    1. Antígono el Tuerto dice:

      ¿Y por qué habría de obviarse?

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