“La historia de un pueblo que salió de la mitología y entró en la Historia”

La cita reproduce una frase que figura en la contraportada de este libro, y que por cierto en algunos ejemplares aparece cortada («y entró en», y ahí se queda). Sin duda un eslogan acuñado a medida para los griegos antiguos, y cuya colocación en el exterior del libro no hace otra cosa que presagiar que en el interior vamos a encontrar más de lo mismo. Sin embargo, el buen lector le daría una oportunidad al contenido, pese a lo que pueda parecer por el envoltorio.

Y el contenido se revela como un breve recorrido por lo griego. Uso esa expresión a conciencia porque creo, con todos mis respetos, que se ajusta algo más a lo que tenemos entre manos que el título de Breve historia de la antigua Grecia, que parece deberse más bien a una exigencia editorial (la obra se halla inserta en una colección llamada Breve Historia). El matiz radica en que no se trata de un libro de Historia, no recorre cronológicamente los acontecimientos políticos, sociales, económicos, culturales, artísticos o militares de la antigua Grecia, sino que en él se abordan temas griegos sin más, se habla de la antigua Grecia sin que la cronología marque el transcurrir de sus páginas, aunque es cierto que los temas tratados, en la medida en que parece lógico y posible ordenarlos, están colocados siguiendo un criterio temporal. Ello lleva implícito el peligro de caer en el caos y en la descompensación, en dedicar más páginas a un tema que a otro; es innegable que algo de eso hay.

Además de esta irregularidad, que no tiene por qué interferir en la calidad del libro, existen otras que sí interfieren. No siendo la prosa empleada del todo mala, tampoco es buena (aunque mejora en el último tercio del libro). Y no siendo las imprecisiones que de vez en cuando surgen en el texto del todo graves, tampoco son inocuas (tan pronto se nos habla de lineal B, en castellano, como de linear B, en inglés; de una foto del famoso tholos de Atenea Pronaia en Delfos se dice que es el templo de Apolo en Atenas; se confunde al hijo del troyano Héctor con el de Eneas…). Y no siendo la reproducción de fragmentos de textos clásicos del todo inapropiada, tampoco es proporcionada (durante varias páginas se transcriben algunos fragmentos de la Ilíada por la única razón aparente de que al autor le gustan; y en su derecho está, pero tal cosa semeja un parche en un balón que por lo demás tampoco está muy bien cosido). Por otra parte, el cuerpo central del hilo discursivo consiste en una curiosa especulación basada en los cuatro puntos cardinales: norte (los dorios), sur (los micénicos y los minoicos), oeste (los viajes de Odiseo y de Eneas) y este (las conquistas de Alejandro), y cuya exposición no queda en absoluto clara.

Tras la lectura de esta obra queda la sensación de que el autor ha pretendido, más que escribir un manual histórico, hacer una charla amena sobre un tema que le gusta, y así el libro va transcurriendo como a salto de mata entre micénicos, juegos olímpicos, “caballeros espartiatas”, Alejandro Magno… Pese a ello (o a causa de ello), el libro es confuso en muchos capítulos. La parte dedicada a la filosofía es aceptable, así como la que aborda el período helenístico; pero el resto es de contenido borroso, desdibujado, sin rematar. El libro finaliza con un glosario en el que tampoco faltan los deslices, ya que algunas palabras que aparentemente figuran en él, no están.

El libro está profusamente ilustrado con fotografías del tamaño de las páginas. Pero es forzoso reconocer la mala calidad de las mismas, y no por el hecho de que no sean en color sino porque son la mayoría de ellas oscuras, tétricas, deprimentes. Si el objetivo de una ilustración, y más si se trata de una civilización como la griega, es intentar transmitir el esplendor de su arte, la belleza de sus esculturas, la armonía de su arquitectura, en este caso el efecto conseguido es el contrario.

Justo es admitir que la obra no parece tener demasiadas pretensiones, más que, y no es poco, la de introducir al lector novato en el mundo griego: que a quien lo lea le suene un poco qué fue Grecia y qué representó para el posterior desarrollo del mundo occidental. Vale decir que el tamaño de la letra invita a que el libro sea leído no sólo tranquila y reposadamente en el salón de casa, sino incluso hallándonos inmersos en pleno traqueteo y ajetreo de cualquier transporte público. Admirable propósito, pero para llevarlo a su fin con éxito le han faltado algunas revisiones por parte del autor, del editor y hasta del fotógrafo.

[tags]breve historia, antigua Grecia, dionisio minguez[/tags]

Esta entrada fue enviada el viernes, 28 d+02:00 diciembre d+02:00 2007 a las 05:42 y está archivada bajo Historia de Grecia. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de la fuente RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propia página.