NEVABA – Patrick Rambaud

Nevaba. Patrick RambaudAlterno la lectura de dos novelas, adquiridas el mismo día en la misma librería de viejo: ‘Una cuestión personal’, del Premio Nobel japonés Kenzaburo Oé, y la novela histórica ‘Nevaba’, obra del escritor francés Patrick Rambaud (de quien nada sabía hasta entonces). El primer libro me generaba gran expectativa, por el prestigio del autor y la fama del título. El segundo era una adquisición casi fortuita; portada atractiva, tapas gruesas, un excelente estado salvo algún deterioro sufrido por la sobrecubierta. El tema pintaba bien: la campaña de Napoleón en Rusia, novelada en menos de 300 páginas. No siendo caro, acabé por depositarlo en la bolsa de compras junto con el de Oé.

Resultado: decepción total con la novela del japonés; en cambio, una pequeña grata sorpresa deparada por la obra de Rambaud.

Nevaba’ (2000) es el segundo título de una trilogía –otra más- sobre la era napoleónica, cuyo responsable, el mencionado P. Rambaud (n. París, 1946), también lo es de una buena cantidad de novelas y ensayos periodísticos. Conforme anticipaba, el tema de la novela es la campaña de 1812 en Rusia. Ya el título resulta sugerente; como se sabe, el invierno ruso tuvo gran parte en la derrota del poderoso Gran Ejército con el que Napoleón se proponía subyugar el país de los zares. La improbable hazaña acabó en desastre total; la nieve y el frío glacial contribuyeron a ello.

Tras breve preámbulo, el relato nos sitúa rápidamente en tierra rusa, en la víspera de la toma de Moscú. Concluye en París, 1813, en los días en que los ejércitos convergen en Leipzig (en cuyas proximidades se librará la célebre Batalla de las Naciones). En el desarrollo de la trama, dos son los episodios que sirven de nudo temático: la ocupación de Moscú, capital semiabandonada, desabastecida y pronto pasto de las llamas; y la desastrosa retirada del ejército napoleónico, al que se suma una multitud de civiles franceses y de otras nacionalidades, residentes o visitantes que temen las represalias de los rusos. Dos, también, los protagonistas: el capitán D’Herbigny y el secretario Sébastien Roque. Oriundos ambos de Normandía, difícilmente podrían ser caracteres más disímiles. El capitán parece cortado según el patrón del soldado hosco y valentón, muy a gusto hendiendo cabezas o destripando torsos enemigos (cosas de las que es muy capaz aun después de haber perdido la mano derecha). El escribiente, en cambio, dadas sus escasas aptitudes marciales, cree haber nacido en siglo equivocado; incluso lamenta el que su elegante caligrafía lo pusiera al servicio del emperador, viéndose arrastrado a una guerra de la que nada quisiera saber.

Ambos personajes se conocen accidentalmente durante la campaña, se separan al vaivén de las vicisitudes de la guerra y vuelven a encontrarse un par de veces. Son demasiado distintos, diferente su origen social y opuestas sus respectivas carreras como para trabar amistad; apenas los aproxima el ser coterráneos. Su destino será también muy opuesto.

Las peripecias de Roque, D’Herbigny y los de su entorno, en particular una compañía de comediantes franceses que se une al ejército en retroceso, nos informan del dramatismo del momento histórico con lo que espero sea sumo verismo. Una curiosidad: la aparición en breves pasajes de Henri Beyle, más tarde célebre escritor bajo el seudónimo de Stendhal; Beyle intercambia en la novela algunas palabras con Roque.

Para mi gusto, lo mejor está en la retirada del Gran Ejército, convertido en masa informe de fugitivos derrengados por el hambre, el frío y el continuo hostigamiento de los rusos. El paso del río Beresina resulta verdaderamente espeluznante, como también los pequeños grandes dramas padecidos por los personajes y uno que otro detalle sórdido –perverso atractivo, el del horror-. Es el contraluz espantoso de las manidas gestas históricas, sean éstas exitosas o fallidas. Como tal contraluz, la novela funciona, y bien.

Napoleón se nos aparece fugazmente en su dimensión propiamente humana; irascible, caprichoso, debilitado por la enfermedad; incluso patético en su precipitada huída bajo identidad falsa. El fracaso en Rusia lo aleja de la leyenda de sí mismo.

En mi opinión, no se trata de una novela especialmente memorable pero sí proporciona, al menos, un buen momento de lectura. Mucho la favorecen la agilidad del ritmo narrativo y la espontaneidad de los diálogos. En ocasiones, esto basta para salvar el día –y, en mi caso, para justificar la doble compra-.

¿La documentación? Atendido el aparato bibliográfico, parece ser considerable. (Rambaud pone en boca de Beyle/Stendhal frases extraídas de su obra posterior.)

La trilogía es completada por las novelas ‘La batalla’ (1997, ganadora del Premio Goncourt) y “L’Absent” (2003; al parecer, sin traducción al castellano).

Patrick Rambaud, ‘Nevaba’. Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 2002. Traducción de Núria Pujol Valls. 286 pp.

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79 comentarios en “NEVABA – Patrick Rambaud

  1. jerufa dice:

    Felicidades, Rodrigo.
    Me ha encantado leerte en esta ocasión. He de confesarte que reseñas que da gusto, pero sobre libros que me disgustan. (Tampoco es eso, era para hacer el jueguito de palabras fácil). Pendientes tengo Vida y destino y, quizás, este, ya que me atraen mucho las peripecias de Napoleón. Estoy enfrascado ahora con la época napoleónica y el argumento de la novela que citas, me parece interesante.
    Otra vez, felicítate.

  2. Rodrigo dice:

    Bueeeno, bueeeno, Jerufa. Confesión y juego de palabras incluidos, te agradezco el comentario.

    Saludos.

  3. Ariodante dice:

    Rodrigo, como siempre. ¿Para qué voy a poner más calificativos? Ja ja, ja, me ha hecho gracia lo que dice Jerufa, si señor…yo también tengo pendientes Vida y Destino y ya veremos cuándo le llega el turno. Y es cierto que en algunos casos la reseña es fenomenal, todas las tuyas lo son, por supuesto…. y el contenido del libro no me produce un interés inmediato. En este caso, el tema es interesante, pero ya me he leído varias biografías de Napoleón, asi como obras donde se reflejan parte de sus campañas, y la verdad, estoy un poco saturada, me pasa casi como con Alejandro Magno. Además, 300 páginas no son moco de pavo… Ya sé, que Napoleón sale de pasada, vaale; que probablemente por lo que nos cuentas, la historia se deja leer con gusto, me lo creo; pero si además hay dos tomos más para completar la trilogía y cada uno tiene más o menos las mismas páginas…creo que lo dejo pasar. Al año que viene, por lo menos. Y aun tengo en casa dos tomos sobre Napoleón de Stendhal, que no veo el momento de empezarlos. Asi que, querido Rodrigo, te saludo por tu nueva reseña, pero declino elegantemente la lectura de este libro que, sin embargo, creo que puede interesar a otros muchos.
    Respecto a Kenzaburo Oé, consuélate: yo tampoco he podido con él.

  4. Me ha gustado mucho tu reseña Rodrigo. No creo que vaya a tener en mis manos ese libro, pero reseñas como éstas suponen una buena torta a falta de pan.

  5. Rodrigo dice:

    Muchas gracias a ambos, Ariodante y Cap Daniels, por sus comentarios. (Aunque el pan sabe mucho mejor que la tortita, Capi…)

    A propósito de la novela, pienso que le viene como anillo al dedo cierto comentario vertido por Urogallo respecto de ‘El húsar’, de Pérez Reverte (reseña de Curistoria del 10 de junio pasado). Lo reproduzco:

    «Esencialmente la historia tiene como protagonista, más que al húsar, al sentimiento que Reverte define genericamente como “lucidez”: O lo que es lo mismo cuando la aplica al tema militar, la capacidad de ver detrás de los hermosos cuadros de la epopeya napoleónica el rastro de muerte y miseria que no aparece en ellos».

    Puesto que no he leído la novela de Pérez Reverte, no puedo hacer la comparación entre ésta y la de Rambaud; pero en mi reseña apuntaba a una idea similar cuando anoté aquello de «contraluz espantoso de las manidas gestas históricas». Por otra parte, no he detectado en ‘Nevaba’ el gusto por lo militar que sí remarcaba Curistoria en su reseña. No uno muy acentuado, al menos.

    Ario: tus dos tomos de Stendhal sobre Napoleón me producen envidia, muuucha envidia (grrrr…). Y lo de Oé: fue mi tercera tentativa con este autor, y mi tercer traspié. No va más.

    Saludos.

  6. Valeria dice:

    Es curioso, pero la campaña de Rusia, con su General Invierno (qué poético suena, ¿verdad?) siempre me ha traído a la cabeza esa lucidez que comentais. Esa mezcolanza entre caballerosidad, honor, valor, lealtad, camaradería, heroísmo, frío, hambre, soledad y muerte. La épica romántica del conflicto bélico tejida siempre con el horror de la guerra.

  7. Aunque la Sombra del Águila de Pérez Reverte tiene grandes tintes de humor, creo que en la retirada de las tropas de Napoleón de Rusia el autor sabe reflejar bien la crudeza del momento.

  8. Valeria dice:

    Capi, yo me refería a los hechos en sí, a la imagen que tengo de esa campaña, más que a las sensaciones que un determinado escritor me haya suscitado sobre la misma.

  9. Con mis respetos Valeria, pero había escrito mi comentario antes de ver el tuyo :-)

  10. PapáCairo dice:

    “Nevaba” aún aguarda su turno en el limbo de los libros comprados pendientes de leer pero “La Batalla” pasó por mis manos hace algunos años y, más allá de tener la sensación de estar ante una obra seria y bien armada, sólo recuerdo cierta escena necrófila un poco fuera de tono. Sirva de descargo que mi memoria es corta.

    En cuanto a Oé, no comparto la observación sobre “Una Cuestión Personal”, obra que a mi entender es magnífica y muy recomendable, aunque con un pero, la edición de Anagrama tiene una letra tan pequeña que su lectura puede dar dolor de cabeza.

    Yo recomendaría un librito suyo que se llama “La Presa”, que trata sobre un piloto aliado de raza negra que es derribado sobre una aldea japonesa y encerrado por los lugareños en una jaula de bambú como si fuera un animal, y otro que se titula, permítanme el abuso, “Arrancad las semillas, Fusilad a los niños”, que también transcurre en el Japón rural de la II Guerra Mundial: Unos niños que son enviados al campo por sus padres para protegerlos de los bombardeos incendiarios sobre Tokio acaban aislados en un pueblo abandonado cuando al desatarse una terrible epidemia son puestos en cuarentena a golpe de fusil, obra que vendría a ser, salvando las distancias, “El Señor de las Moscas” del Nobel japonés.

  11. Rodrigo dice:

    «Nunca digas nunca jamás»…
    Y bien, PapáCairo, puede que aun haga el intento con algunas de las obras de Oé que mencionas. Pero no me hago muchas ilusiones, la verdad.

    Valeria, tengo en mente la misma imagen de la famosa campaña, salvo quizás la parte de la épica romántica. Hace tiempo que dejé de apreciar el romanticismo de lo bélico; por lo mismo es que (casi) no soporto la iconografía decimonónica de la guerra, esos cuadros de cargas de caballería y temas afines. Y aprovecho de decirlo: como (casi) no soporto al Sharpe de Cornwell (leí dos de los libros y acabé entre aburrido y abrumado). Al comprar la novela de Rambaud, luego al comenzar a leerla, mucho me temía encontrarme con algo similar, un relato ‘viciado’ de romanticismo bélico. Por suerte no fue así, y es en buena medida por esto que el libro me pareció una grata sorpresa. (Semejante impresión me llevé de la novela «La Gran Marcha», de Doctorow -menos sorpresiva en su caso, ya que había leido buena parte de la obra de este autor y suponía que no le daría por romantizar lo espantoso, ese ‘horror’ de la guerra al que te referías.)

    Saludos.

  12. Ariodante dice:

    Aunque me salga del tema, queria comentar a PapaCairo sobre Oé. Yo tenía por casa la historia de los niños (Arrancad las semillas…), en una edición que regalaban con algún periodico hace años, cuando compraba prensa en papel. Me horrorizó tanto sólo hojearlo que desistí de leerlo inmediatamente y regalé el libro cuando hice la mudanza. Ya leí El Señor de las Moscas y no quiero más moscas, si me permitís el comentario.
    Y sí, Rodrigo, los dos Stendhal sobre Napoleón son dos joyitas que me reservo para cuando se me pase un poco la fiebre napoleónica. Tienes toda la razón: son envidiables.

  13. PapáCairo dice:

    En las «Moscas» se encierra todo lo que hay de terrible y oscuro en el ser humano y mirarse en el espejo no siempre es agradable…

  14. Rodrigo dice:

    A mí «El Señor de las Moscas» me resultó interesante, aunque sólo por el lado ‘antropológico’ del asunto -alguien calificó a William Golding de novelista/antropólogo, o antropológico, no recuerdo muy bien; de hecho escribió alguna novela sobre homínidos y prehistóricos, una cosa algo rara. Editada por Minotauro.

    Lo cierto es que lo poco que he leído de Golding me deja harto frío. Tanto que ni recuerdo los títulos, y me pasa lo mismo con Oé. Cuestión de gustos.

  15. Ariodante dice:

    Yo sólo leí de Golding El señor de las Moscas y casi por pura obligación (en aquella época pensaba que si le habian dado el Nobel era por algo). No está mal, si, encierra el lado oscuro, bastante antropológica, pero para «lados oscuros» me quedo con Ricardo III…

  16. Javier Salazar dice:

    Buena reseña de la obra de Patrick, inicialmente leí la novela de la editorial booket, y más tarde la volví a leer del libro grande de Martínez Roca. Buena trama histórica de la gran pérdida napoleónica frente al resquebrajador frio ruso.

  17. Rodrigo dice:

    «Los herederos»: el título de la novela de Golding de ambiente prehistórico. Prescindible, a mi entender.

    Comparto tu preferencia, Ariodante. «Ricardo III», esto sí que es grande.

    Gracias por el comentario, Javier. Justamente mi ejemplar de «Nevaba» es de Martínez Roca. No sabía que hubiese edición de bolsillo, hasta que vi la portada reproducida arriba.

    Saludos.

  18. PapáCairo dice:

    Habéis dado dos argumentos de autoridad: el de los gustos y Shakespeare. Yo rindo armas ante el primero aunque en este caso no puedo negar la fuerza del segundo…siempre y cuando se conceda que estamos mezclando churras con merinas.

    Lo de «antropológica» o «bastante antropológica» en relación con el Señor de las Moscas lo entiendo a medias porque practicamente cualquier novela merecería llevar esa etiqueta, incluida la que es objeto de esta reseña.

  19. jerufa dice:

    Me estais asustando con El señor de las moscas.
    Llevo unas 20 paginitas y aún no ha pasado nada, claro que ya veré cuando logro acabarlo, porque es el libro C.

  20. Rodrigo dice:

    No, no, si «El señor de las moscas» tiene su interés, Jerufa. Me parece una buena novela, aunque no la tenga entre mis favoritas.

    PapáCairo, creo que tienes mucha razón en lo que apuntas respecto de la naturaleza ‘antropológica’ de cualquier novela. Por precisar, señalo que la observación que apuntaba arriba fue formulada justamente por un antropólogo, antropólogo cultural por más señas. Se refería él a un aspecto hasta cierto punto extraliterario de la obra de Golding, el del interés que revisten para un profesional de su disciplina -u otras afines- las condiciones extremas en que se ven inmersos sus personajes y los desafíos de organización social a que se ven expuestos, en algunas de sus novelas. Remataba su afirmación diciendo que éstas parecían escritas por un antropólogo de profesión.

    Por supuesto que no se necesita ser antropólogo para advertir la profunda relevancia ética y cultural de los temas trabajados por Golding. Lo que no obsta a que me siga dejando frío, en general.

    A todo esto, hoy me compré «La batalla», de Rambaud. Veré qué tal.

    Saludos.

  21. Ariodante dice:

    Pues decir que todas las novelas son antropológicas, PapaCairo, no creo que sea cierto, o al menos no es decir nada. Tendrías que explicar que entiendes por antropología, al menos. Unas novelas tienden más a picar espuelas sobre unos temas o sobre otros, de ahi que digamos que una novela es psicológica aunque no sea un tratado de psicología, o una novela sea más bucólica si tira más al paisaje,etc. Y La moscas tiran más a antropológico por lo que dice Rodrigo:

    «…aspecto hasta cierto punto extraliterario de la obra de Golding, el del interés que revisten para un profesional de su disciplina -u otras afines- las condiciones extremas en que se ven inmersos sus personajes y los desafíos de organización social a que se ven expuestos, en algunas de sus novelas.»

    Y es una novela que tiene, ciertamente, su interés, ya lo he dicho. Pero quizás extraliterario…En fin, tampoco es para darle tantas vueltas. Y cierto, no mezclemos churras con merinas, es verdad, reconozco que hay que moverse en el mismo plano en el que se está hablando y meter a Shakespeare ha sido, por mi parte, salirse del tiesto, ja ja ja.

  22. PapáCairo dice:

    El Señor de las Moscas explora los límites de la naturaleza humana y su respuesta ante determinados estímulos externos o autoinducidos bajo el denominador común del miedo, que es exactamente lo mismo que veo en La Niebla, de Stephen King o en Rascacielos, de Ballard. ¿En todas esas novelas hay una lectura antropológica? Por su puesto que sí. ¿Son novelas antropológicas? Según se quiera mirar. Un antropólogo te dirá que sí y pondrá el acento por ejemplo en la simbología totémica de la cabeza del jabalí y su importancia sobre la construcción social del grupo. ¿La esencia de la novela está conformada por “los desafíos de organización social” a los que se ven enfrentados los personajes? Yo creo que no al igual que pienso que no todo lo que tiene que ver con la naturaleza humana y su entorno debe de ser inmediatamente reconducido al ámbito de la antropología, aunque reconozco que el que los niños del libro anden por ahí semidesnudos, se pintarrajeen y cacen con lanzas ayuda bastante.

  23. Ariodante dice:

    PapaCairo: tienes toda la razón del mundo. Tema resuelto. Hablemos de la reseña de Rodrigo, porque parece que el tema se está yendo hacia otra parte…

  24. Rodrigo dice:

    PapáCairo, concuerdo contigo en que lo relativo a los desafíos de organización social no es lo esencial de “El Señor de las Moscas”; al fin y al cabo, es novela, no estudio antropológico ni, si vamos a ello, sociológico ni de sicología social. Pero sí me parece que es una arista relevante, mucho más en esta novela que en la mayoría de las obras de ficción, puesto que concierne directamente al asunto tratado en ella –aunque, insisto, no ocupe el primer lugar en el rango de prioridades del novelista-. Tales desafíos están implícitamente involucrados en todo proceso de constitución de agrupaciones humanas con expectativas de permanencia (bien que en este caso se trate, en rigor, de comunidad más que de sociedad, pero valga la aplicación del término ‘social’ en términos genéricos). Y no dejan de ser trabajados explícitamente por el autor, tales desafíos, en la medida que corresponde a los marcos de una novela: ahí están los problemas relativos a liderazgo, división/distribución de roles y funciones, surgimiento de rivalidades y fraccionamiento del colectivo en bandos opuestos, incluso una guerra en escala reducida una vez desatados los odios recíprocos. Temas todos, muy pertinentes para las ciencias sociales o humanas, en general.

    El nudo focal de la novela es el tema de la naturaleza humana sometida a experiencias extremas –esto ya lo señalabas, PapáCairo-, y el punto de partida es el aislamiento fortuito de un grupo de niños en una isla. El asunto tratado en la novela puede ser tomado como un imaginario experimento en terreno, siendo la isla el laboratorio: como para salvar los escrúpulos que (afortunadamente) impiden a antropólogos y sociólogos -u otros estudiosos- llevar a cabo experimentos de esta índole. Golding responde de alguna manera a la pregunta de «¿qué pasaría si un grupo de niños quedase abandonado en una isla alejada de la civilización?» Pues, desde su concepto negativo de la naturaleza humana, no mucho de bueno ni de lo que podamos sentirnos orgullosos. Se trata de una respuesta pesimista y desalentadora, ciertamente.

    No puedo hablar por el antropólogo que emitiera las observaciones a que aludía antes, pero me parece que su concepto de ‘novela antropológica’ no tiene más asidero que el de la metáfora, aunque sea significativo. Lo mencionaba únicamente como ejemplo. Sí, lo más adecuado es hablar de lectura o interpretación, antropológica o de otro tipo.

    Me parece que “El señor de las moscas” es interesantísima novela desde un punto de vista extraliterario. Como creo que tendré que releerla, si quiero juzgarla mejor en su dimensión más estrictamente novelística –en lo que de esto puedo entender, como mero lector aficionado que soy-. Confieso que la leí hace ya una buena porción de años.

    Saludos.

  25. juanrio dice:

    Además de felicitarte por tu reseña, Rodrigo, que además lo es de un libro que tenía en «cartera» para futuras adquisiciones, no quiero dejar de haceros una pregunta a tí y a PapáCairo, no os parece que el libro «El señor de las moscas» parte de una gran historia, antropológica, sociológica o como queramos, pero se convierte en una mala novela. La he leido en dos ocasiones, la segunda de ellas para aclarar el recuerdo que tenía y he llegado a la misma opinión, que buena historia y que mal contada. Os agradeceré que me deis vuestra opinión como lectores.

    Lo malo de esto, y mientras escribo, es que el recuerdo de la novela de Rambaud «La batalla» tampoco es muy positivo, aunque mi intención es releerla antes de ponerme con «Nevaba».

  26. Rodrigo dice:

    Hola, Juanrio. Gracias por el comentario. Y rediablos, que ya me empiezo a recelar de «La batalla» antes de despacharla.

    Sobre tu pregunta: acabo de convencerme de que no puedo opinar todo lo fundadamente que debiera del libro de Golding, en tanto novela. La leí hace demasiado tiempo, siendo muy joven -ejem, bastante más de lo que ahora soy-. De todos modos, no la recuerdo como una mala novela, sino como una que no me impresionó tanto como otras. Debo releerla, sin lugar a dudas.

  27. PapáCairo dice:

    Estoy de acuerdo contigo Rodrigo…

    En cuanto a la novela, debo decir que a mi me gusta y que no me parece que sea mala sino todo lo contrario, incluso el final, que en una primera lectura se me antojó demasiado anticlimático, ahora creo que redondea de manera perfecta la idea de cómo la «invisibilidad» lleva a los chavales al salvajismo olvidando por el camino que ayer eran «verdaderos ingleses».

    Ariodante, siento haberme desviado del tema pero creo que la Literatura está tejida con hilos caprichosos y a veces uno sigue el «equivocado», en cualquier caso, la próxima vez intentaré asir el hilo correcto.

  28. Ariodante dice:

    Cierto, cierto, PapaCairo. No creo que sea seguir un hilo equivocado, en absoluto; la problemática planteada con El Señor de las Moscas es interesantísima, pero, que a una novela se la juzgue por su contenido extraliterario más que por la forma en que está escrita, también dice mucho de la novela en cuestión. Ahi coincido con Juanrio. Todos recordamos la obra de Golding por la dureza y pesimismo -con el que coincido plenamente, soy hobbesiana en este aspecto- con que aborda las relaciones humanas básicas. Aunque también hay que decir que no es un experimento real sino ficticio, un condicional contrafáctico, que dirian los filósofos de la ciencia…por lo que ahi lo que se manifiesta es la opinión del autor sobre la naturaleza humana. Pero también hace muchísimos años que leí la novela y tendría que releerla para entrar en detalles.
    Lo que queria decir con mi intervención anterior es que a veces no le sacamos el jugo al libro reseñado sino que nos trasladamos a otra parte, y no quería ser yo la que añadiera leña al fuego, pero como veo que Rodrigo mismo se apunta al carro…en fin, opino (como diria Koenig).

  29. Rodrigo dice:

    Bueno, Ario, puede que la novela de Golding tenga ‘más jugo’ que la de Rambaud. Mientras conversemos sobre libros y en buenos términos, creo que todo está bien.

    Javi recomendaba «El señor de las moscas» en otro hilo. Acaso se asome por aquí y se anime a emitir su opinión.

    Y sobre «La batalla»: he podido constatar que en ella también figura Beyle/Stendhal, y no de manera ocasional como en «Nevaba».

    Saludos.

  30. Ariodante dice:

    PapaCairo, ¿que debemos entender con tus signos?

  31. PapáCairo dice:

    Algo así como «buen rollo» o que entiendo lo que quieres decir

  32. Ariodante dice:

    Aaaah, ¡ queé inteligensia! ¿dónde vienen las equivalencias?

  33. Aretes dice:

    Pídele a Clío el manual de instrucciones rápidas.

  34. jerufa dice:

    Rodrigo, se comentó en la reseña de El lector suscrita por quien suscribe. Valga la suscribencia.

  35. Rodrigo dice:

    Es cierto, Jerufa, ya recuerdo. Y yo mismo suscribía a su recomendación…

  36. PapáCairo dice:

    Lenguaje universal de foros varios…

  37. Ariodante dice:

    Me he perdido…¿de qué estamos hablando, por favor?

  38. Rodrigo dice:

    Leída «La batalla», debo decir que me ha parecido de nivel y tono semejantes a los de «Nevaba», aunque más me ha gustado la segunda; tal vez por el atractivo de la campaña rusa: tiene ésta un aura legendaria, supongo que por lo desproporcionado de la empresa y el consiguiente -y proporcional- estrépito del fracaso sufrido por Napoleón. De todos modos, mi cuota de carnicerías y demás horrores bélicos ha quedado copada, por un buen tiempo.

    Otra cosa: como indicaba en la reseña, «La batalla» fue premiada con el Goncourt en 1997. Me parece excesivo.

    Ah, Jerufa: me compré el «Drácula», de Bram Stoker. Tu campaña surte efectos. :-)

    Saludos.

  39. Jerufa dice:

    ¿Que editorial?

  40. Urogallo dice:

    Bueno, solo puedo decir lo mejor que se puede decir de una reseña: Me he comprado el libro.

  41. Rodrigo dice:

    DeBolsillo, Jerufa.

    En efecto, Urogallo: es el mejor piropo para una reseña.

  42. jerufa dice:

    Bueno, estimado Rodrigo. Espero que no te decepcione. Ya me comentarás.

  43. Urogallo dice:

    «¡Todavía me queda la mano izquierda para matar mongoles!».

    Comienza prometedoramente.

  44. Rodrigo dice:

    Je, je, je…

    Dos páginas más adelante: «Se puede luchar con una sola mano y una certera patada en el c**o» (con perdón).

  45. Urogallo dice:

    Cierto, y ante la mirada escrutadora del propio emperador, «cuadrado, tan alto como ancho».

  46. Rodrigo dice:

    Buf, lo que gocé con esa descripción…

  47. Urogallo dice:

    Aunque eso sí, las únicas estancias amuebladas serán las del emperador. El resto os tendreis que espabilar.

  48. Rodrigo dice:

    Bueno, que en algo se manifieste el rango.

  49. Urogallo dice:

    ¡ Malditos Mujiks !. ¡Están quemando la capital del zar Alejandro, el hermano del Emperador !.

    No he leído mucho, pero me parece una novela excelente, sinceramente. Estoy disfrutándola realmente.

    La contraposición entre el escribano y el capitán impagable. Entre el oficial ansioso de algo de pillaje y el pobre funcionario que solo busca una mesa para escribir sus informes.

  50. Rodrigo dice:

    Y el Emperador creía que esos ‘coglioni’ de sus soldados podían pegarle fuego a la capital de su hermano Alejandro, por no saber encender las estufas rusas…

    Es cierto, de esos dos personajes surge un contrapunto llamativo. Pero espera a llegar al final. Ilustrativo y todo, da grima.

  51. Urogallo dice:

    Hábil con el sable, incluso con la mano izquierda, el capitán atacó de lado y rebanó la muñeca del incendiario a la altura de la manga roja de su traje. Sin prestar atención a la sangre que manaba a borbotones, el ruso recogía la antorcha con su otra mano cuando el sable le atravesó la garganta.

    Este capitán es, sin duda, un tipo resolutivo.

  52. Rodrigo dice:

    Por acá, el lenguaje de moda lo definiría como un ejemplo de carácter ejecutivo y proactivo.

  53. Urogallo dice:

    Impagable como retrata a Napoleón:

    En cuclillas, con ambas manos y la nariz pegadas al mapa, el emperador se acaloraba; creaba una Rusia a su conveniencia, trazaba rutas que cruzaban ciénagas, recogía cosechas imaginarias, lanzaba cargas de caballería, se adjudicaba victorias. Avanzando así hacia San Petersburgo, se dio un coscorrón con su geógrafo, lanzó un grito, le insultó en dialecto corso. Nadie osó sonreír. La suerte de cien mil hombres dependía de una palabra; por una vez, todos sabían que la realidad no iba a doblegarse a un capricho.

    Y la guardia imperial bajo las cenizas:

    La Guardia Imperial, envuelta en un tufo penetrante a quemado, tuvo el siniestro honor de ser la primera en descubrir ese paisaje inhumano; la banda de música a la cabeza, y los pífanos, y los tambores, y las campanillas que un africano triste y larguirucho agitaba en su manga, resonaban, anacrónicos; sus notas apenas disimulaban los aullidos de las bestias salvajes y los gritos de las rapaces. Cada diez metros, un granadero se separaba de la tropa y se apostaba al borde del camino que el emperador iba a emprender hacia un Kremlin salvado por sus murallas. El general Saint-Sulpice cabalgaba ante sus cuatro escuadrones de caprichosos uniformes y diezmados por la disentería; inclinaba la cabeza y combaba los hombros, abrumado por la fatalidad. D’Herbigny miraba de soslayo el caballo negro de su general, un jumento turco con la cola trenzada con cintas fijadas por un alfiler dorado. Después de la toma de Zaragoza habían dejado de impresionarle las ruinas.

  54. Ariodante dice:

    ¡Cómo disfrutas, Uro, con ejércitos y batallitas…! Se te lee feliz (¡hombres!) Ejem…!

  55. Lovecraft dice:

    Un buen libro (en su día hice una reseña en el foro https://www.hislibris.com/foro-new/viewtopic.php?t=1116&highlight=rambaud ) y también muy bueno su predecesor («La Batalla»). Algo que me llama mucho la atención de ambos es lo bien que conjuga tantos personajes y tan dispares: te cuenta la misma historia pero através de los ojos de personajes muy diferentes.

    Poco más que decir, salvo que espero algún día leer la tercera parte

  56. Urogallo dice:

    Impresionante hasta el final:

    El Beresina se aproxima, sólo les queda cruzarlo. Se juega la vida y su Imperio, pero no piensa dejarles trofeo alguno a sus enemigos. La víspera, organizó una ceremonia inolvidable; desde Arcole sabe que los hombres necesitan imágenes fuertes, que estimulen sus emociones e intensifiquen su adhesión. Los abanderados de todos los regimientos aniquilados estaban presentes en la llanura. Una gran hoguera de carretas fundía la nieve. Uno tras otro, se iban acercando arrojando a ella las águilas. Besaban el emblema antes de contemplar cómo las llamas lo deformaban, lo licuaban; muchos lloraban. Un tamborilero redoblaba con su instrumento, un oficial saludaba, con el sable en alto. Más tarde, el emperador le había confiado a Caulaincourt que prefería comer con los dedos antes que dejarles a los rusos ni que fuera un solo tenedor con su escudo de armas, y había repartido entre los empleados de su casa el recipiente y los cubiertos que cada uno utilizaba en las comidas de la cantina imperial.

  57. Rodrigo dice:

    Un honor, Urogallo, el que te haya gustado tanto.

    Saludos.

  58. Urogallo dice:

    Indudable. Incluso del final de los dos protagonistas se puede extraer una moraleja.

    Impagable la caracterización de Napoleón.

  59. toni dice:

    hola, llevo tiempo buscando la tercera parte en castellano y nada…me incorporo un año tarde al foro…
    Yo conmocí primero la batalla y me gustó mucho, más que nevaba…

  60. Rodrigo dice:

    El tercer volumen sigue sin ser traducido al castellano, Toni.

    Saludos.

  61. JJSala dice:

    Estoy leyendo «Nevaba» y hace mucho que leí «El Señor de las moscas».

    Sobre el primero aún no puedo decir nada. De momento, treinta páginas, va bien. Veremos más adelante.

    En cuanto al Señor de las moscas, con mi no demasiada autoridad (los comentarios de Rodrigo, PapáCairo y Ariodante si que dan muestra de tenerla), me atrevo a opinar que Golding trata de exponer la fragilidad de la «civilización» ante la naturaleza y la necesidad de supervivencia y lo delgada que es la capa de la cultura y la civilidad ante una situación en la que la represión (entendiéndose ésta como freno a los instintos) y la autoridad (adultos represores) desaparece.

    Salud

  62. Rodrigo dice:

    Estimado JJSala: en lo que me toca, la verdad es que mi autoridad no es mayor que la de cualquier aficionado a la literatura. Y entre los hislibreños los hay mucho más versados que yo.

    Por otra parte, me parece que tu comentario sobre la novela de Golding es muy acertado. Y vaya que ha sido materia de estudios lo que enuncias sobre civilización, represión y autoridad.

    Saludos.

  63. juanrio dice:

    Terminado Nevaba. Que gran libro, y ahora releída la reseña y los comentarios, lo veo aún mejor. Lo terminé anoche restándole un poquito de tiempo al sueño y mereció la pena. Me ha gustado mucho más que La batalla que me pareció más frío en su escritura. Espero que tengamos suerte y publiquen el tercer libro.

  64. Rodrigo dice:

    Lo mismo digo: que publiquen el tercero.

  65. JJSala dice:

    Ante todo, Rodrigo, y una vez acabada de leer la novela, felicidades por tu reseña.

    Dificilmente puedo añadir algo a la misma. Coincido en todo contigo, tanto en lo referente a lo mejor de la novela (la retirada y el paso del Beresina), como con tu opinión sobre la novela en si.

    Efectivamente, no se trata de una novela memorable, es incluso proclive a ser dejada de lado en gran parte de la misma, sobre todo antes de los momentos mencionados (retirada y paso del río).

    Por otro lado, los personajes tienen poca consistencia, son estereotipos sin demasiada carne, personajes lejanos de un paisaje nevado que es el verdadero protagonista de la historia.

    Mención aparte al personaje «invitado» , Henry Beyle y su conversación con con Sebastián Roque, en la que se compara el incendio de Roma y Nerón con el incendio de Moscú y los franceses (Napoleón).

    Salud

  66. Rodrigo dice:

    Vale, JJSala.

    A mí me parece que a la novela le falta algo de profundidad, en general, pero atendida la sencillez de su esquema, creo que funciona bastante bien.

    Concuerdo contigo en que la intervención de Beyle es un punto fuerte.

    Saludos.

  67. iñigo dice:

    De verdad que leyendo este libro se pasa mucho frío. En general me ha gustado mucho. La sensación de impotencia, de que solo hay un camino de salida, es decir, en dirección a Paris, para que los protagonistas se salven de morir bajo los cosacos, o los lobos, o el frío, o el hambre… Da una sensación de huída contínua, de supervivencia frente a las calamidades de la invasión de Napoleón. Escrito con agilidad, con personajes, quizás algo superficiales, pero con suficiente consistencia como para sentir el frío y el miedo en tu cuerpo. Y algo muy importante: se lee de tirón y eso es de agradecer en una novela histórica hoy en día. En sus escasas 275 páginas es capaz de hacernos pasar de la emoción y la victoria antes de llegar a Moscú, a la total decepción y la derrota y huída frente al fuego incontrolable de la capital y después, a las grandes extensiones heladas y solitarias de la gran Rusia.

  68. Rodrigo dice:

    Opinión que suscribo.

    Qué bueno que te gustase, Iñigo.

  69. iñigo dice:

    Tenía ganas de leerlo y no me ha defraudado.

  70. Valeria dice:

    Pues yo estoy de acuerdo con Rodrigo en que es una buena novela, pero no es una novela memorable. Aunque tiene momentos espectaculares (como cuando describe una iglesia reconvertida en carnicería) esperaba algo más. Tal vez esperaba más desarrollo argumental y menos narrativa descriptiva, aunque en este aspecto es magnífica. He tenido en mente los grabados de Goya sobre los desastres de la guerra mientras la leía. Tiene una prosa muy cuidada y unos personajes muy bien perfilados, aunque a trazo grueso, como si fuese más importante el paisaje que quienes lo pueblan.

    También he tenido la sensación de que, siendo la novela central de una trilogía, algo se me escapaba (porque no he podido encontrar la primera parte) . Por ejemplo en la descripción de Napoleón, que parecía una caricatura del gran general que se supone que era.

    En cualquier caso es recomendable.

  71. iñigo dice:

    He terminado «La batalla» y me ha parecido completísimo. Es capaz de narrarnos los hechos que precedieron a la batalla, el propio enfrentamiento y las consecuencias posteriores en apenas 240 páginas y sin embargo no se echa de menos nada. Las descripciones son poderosas, tanto de la batalla como de los sentimientos encontrados de la tropa, los mariscales y mandos y las reacciones del propio Napoleón. En fin, que me ha gustado mucho. Lo personal, los sentimientos tienen mucha importancia, y el autor es un experto en contarnos las cargas de caballería, las retiradas, los desencuentros entre los militares… Una gozada. tanto como en «Nevaba» o más.

  72. Rodrigo dice:

    Es buena, cierto, pero a mí me resultó un tanto fatigosa. Cuestión de gustos nada más: por lo general los relatos de batallas no me van.

    ¿Para cuando la traducción de El ausente?

  73. iñigo dice:

    Que gran pregunta…

  74. Rodrigo dice:

    Y parece que no tendrá respuesta satisfactoria. Una pena.

  75. iñigo dice:

    Ya son varios años de retraso. Y además hay otros títulos que no llegan. En amazon he visto que hay un libro dedicado al exilio de Napoleón y otro a la figura del zar Nicolás.

  76. Rodrigo dice:

    ¡Sauron! Lo que nos perdemos…

  77. iñigo dice:

    Ay si supiera leer en francés ya habrían caído. Lástima.

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