VIAJE POR ESPAÑA – Hans Christian Andersen
«Viajar es vivir». Cuando hace ya muchos años estudiaba en la Facultad de Letras, existÃan una serie de créditos universitarios (asà los llamaban entonces) que habÃa que gastarlos en alguna asignatura aparte de las obligatorias. En algunos casos se podÃan hacer asignaturas de otras carreras o similares, pero en verdad lo a mi me gustaba era utilizarla en las que trataban sobre literaturas de distintas partes del mundo. Asà conocà la eslava, inglesa, francesa e incluso islámica. Y entre todas ellas, la que me pareció más curiosa y entretenida fue la que hablaba sobre la literatura y cultura nórdica. Allà aprendà mucho (también en parte porque la profesora era danesa) sobre la cultura, arte y sociedad de aquellos paÃses. Gracias a ello tuve la ocasión de conocer a grandes escritores desconocidos en España, y algunos de los que solamente nos han hablado de pequeños, como por ejemplo Hans Christian Andersen. El gran público en general sólo conoce de él los cuentos que hemos leÃdo cuando nuestra alma era pura como El patito feo, La reina de las nieves, La sirenita, o la escalofriante La cerillera. En alguna ocasión hay personas entendidas que también conocen su autobiografÃa llamada El cuento de mi vida… pero pocos son los que saben que entre Andersen y España hubo desde siempre un romance especial.Â
Es una historia que ha quedado en el olvido, pero que es bueno recordar de vez en cuando para que todo el mundo tenga ocasión de apreciar el amor que sentÃa el escritor danés por nuestro paÃs. Solamente una placa en la castiza Puerta del Sol nos lo recuerda. Si alguna vez acuden a este lugar no duden en alzar la vista, ya que al lado de la pastelerÃa La Mallorquina, enfrente, uno puede leer lo siguiente: «Aquà estuvo la fonda La Vizcaina donde residió en 1862 Hans Christian Andersen según escribió en su diario». ¿De qué diario nos habla la dorada placa? No se impacienten pues principio hablarles del fantástico viaje que hizo una vez este hijo de la Reina de las Nieves a una tierra de arcano sol. Todo este maravilloso periplo quedó reflejado en un diario llamado Viaje por España y que hasta hoy en dÃa ha sido bastante desconocido. Pero empecemos por el principio…
Erase una vez un niño, nacido en Odense (Dinamarca), hijo de un zapatero remendón y una triste lavandera. Se llamaba Hans pero la literatura universal siempre la ha conocido por su apellido: Andersen. Cuenta en su autobiografÃa que cuando solo tenÃa tres años (1808) fue la primera vez que conoció a un español. En este caso se trataba de un soldado perteneciente al regimiento Zamora, que, bajo las órdenes del omnÃmodo Napoleón, tenÃa la misión de luchar contra los suecos. Con lágrimas en los ojos siempre contarÃa a quien quisiera oÃrle que fue allà mismo cuando comenzó su romance con España, pues parece ser que aquel soldado, moreno, henchido de sol y alegrÃa, lo cogió por los brazos elevándole en el aire. Desde entonces siempre tuvo una espinita clavada en su corazón: conocer aquella lejana y misteriosa tierra de donde procedÃa este hombre procedÃa. Tuvieron que pasar unos cuantos años pero en 1862 un amigo benefactor le ayudo económicamente a conseguir su sueño, y de esta manera un frÃo dÃa de Septiembre de ese año por fin pudo entrar en nuestro paÃs y asà reencontrarse con aquella sensación de felicidad que una vez un esforzado español le imprimió en su triste infancia.
Siempre se ha dicho que una de los pecados de Andersen era su vanidad. Cuando comienza su Viaje por España nos cuenta que, a pesar de ser una celebridad en Europa, aquà nadie le conocÃa. Aunque aquello le molestó un poquito reconoce que tuvo que hacer de tripas corazón y tragarse su orgullo pues todavÃa estaba por descubrir el mayor tesoro que habÃa más allá de los Pirineos. Este diario es un auténtico documento literario, casi gráfico por su expresividad, sobre la España y sus costumbres de mediados del siglo XIX. Comienza su periplo por Cataluña y entra por la Junquera visitando posteriormente Gerona, y Barcelona. Acto seguido desciende por el Levante y se deja llevar por el sol valenciano y conoce las ciudades de Játiva, Orihuela y penetra en la AndalucÃa misteriosa y mÃstica en donde busca con anhelo aquellos ojos verdes de una Carmen y el brillo azulado de una faca en la noche. Tal es la visión que existÃa en aquellos momentos de España en el mundo. Siente una felicidad completa en Málaga y dice de ella lo siguiente: «En ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan dichoso y tan a gusto como en Málaga». Se empapa de la magia de Granada, se embelesa con las caderas de las gaditanas y se extasÃa con las maravillas de Sevilla y Córdoba. De Madrid le interesa su mundo cultural, aunque allà no le conocen pues sus libros, como ya he mencionado antes, todavÃa no se han traducido. Se traslada a Toledo y finalmente toma la senda Norte terminando su odisea en Burgos, Vitoria e Irún. ¡Adiós España!
Una de los principales motivos de su viaje no es conocer solamente sus gentes y costumbres sino también disipar en parte la leyenda negra que impregna cual mancha la entonces marca España: «(…) habÃa oÃdo las descripciones más tremebundas: las diligencias eran cajas de tortura, enormes y pesados omnibuses con sólo una portezuela a un lado; en caso de volcar de ese lado, serÃa imposible salir, y volcaban siempre. AllÃ, a los protestantes se nos perseguÃa como herejes; de continuo andaba uno expuesto al asalto de bandoleros; y en lo tocante a la comida no habÃa quien la tragase. SÃ, estas cosas habÃa oÃdo y muchas otras leÃdo, y ahora iba yo al encuentro de todas ellas». En nuestro paÃs en cambio conocerá otra realidad pues pronto apreciará nuestra comida. Le encanta la hospitalidad que demuestran sus gentes y acaba enamorándose de la belleza de las españolas a las que considerara auténticas perlas sin par. Pero nuestro viajero no es un ingenuo y no se deja engañar tan fácilmente, pues en el libro no tiene reparo en reflejar también aquellos puntos oscuros y desengaños que ha sufrido al ir de acá para allá. Cuando viaja a Madrid y al Norte se queda estupefacto al comprobar el frÃo que hace, ¡más que en Dinamarca! pasándolo mal en algunas fondas en las que no tienen ni siquiera chimeneas para combatir el gélido viento de la noche. Le molesta sobremanera el bullicio que hay en las calles y en los cafés literarios; y se siente decepcionado no solo por no ser conocido (recordemos su vanidad) sino también por haber estado solamente con dos escritores, los cuales se pavoneaban continuamente sus propios escritos. Como curiosidad éstos eran el Duque de Rivas y Juan Eugenio de Hartzenbusch.
En verdad, una aventura apasionante. Hans Christian Andersen intenta durante todo el libro buscar aquellas sensaciones que le marcaron de pequeño y por ello no duda en relatar de manera fidedigna todo lo que ve y todo lo que oye. Cada página de este diario es un fresco de cómo fuimos y una homenaje a nuestro paÃs. Toda nuestra incultura y bastedad de entonces el autor danés la rodea de un amor y una delicadeza que pocos escritores han tenido al hablar de España. Les recomiendo su lectura pues es un verdadero tesoro para los sentidos y un soplo de aire fresco en el corazón.
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Hoy tengo que pasar a recoger un pedido de libros asà que trataré de conseguir este que acabas de reseñar .
¡Hola Balbo! Felicidades por la reseña, me ha gustado mucho, tanto por el libro en sà como por el estilo de la misma, bonito homenaje a los cuentos ;-))
Me lo apunto en mi lista, me parece muy interesante conocer la visión que tenÃan de nuestro paÃs en aquellos años y la comparación con la propia realidad.
A Andersen lo conozco por sus cuentos, que aún no he leÃdo pero que tengo en una preciosa edición en inglés y que me pondré con ellos sin duda. Y reconozco que el de La Cerillera es el cuento con el que más he llorado, da igual las veces que lo lea, es de los más tristes, en apariencia, que hay. Hay en Copenhague un museo en la plaza del ayuntamiento dedicado a los cuentos de Andersen, en ël están representados tanto su vida como los principales relatos, con figuras, luz, sonidos y voz en off que narra cada cuento. Es uno de los museos más bonitos que he visto, sencillo pero muy, muy bien hecho, un gran homenaje a este escritor, y la representación de La Cerillera es muy, triste pero a la vez tan delicado….
Como he dicho antes, me apunto para La Pila éste, porque seguro que es minucioso y detallista con las descripciones tanto de las gentes como de los paisajes, costumbres y monumentos.
Muchas gracias! ;-))
Un saludillo
CalpurniaT ;-))
Preciosa cabecera. ¡Me encanta! ;-)
Y por cierto Calpuernia, si te gustase el libro te recomiendo también la autobiografÃa de Andersen: «El cuento de mi vida».
Coincido con Balbo, genial la cabecera Nuruialwen, bueno, ésta y todas!!;-))
Gracias, Balbo, me lo apunto, me lo apunto. Seguro que es muy interesante y conocer la vida de los escritores siempre da una perspectiva más completa de su obra. Y conocer sus luces y sombras ayuda a «humanizarlos», aunque a veces no nos guste todo lo que podemos llegar a descubrir.
Un saludillo
CalpurniaT ;-))
Pues una vez más tengo que escribir que la crÃtica es de primera. Ya me da vergüenza hacerlo porque va a pensar que soy un acosador pero no es asÃ. Al contrario soy bastante crÃtico con los crÃticos y algunas de las reseñas que se escriben me incomodan no sólo porque no terminan de convencerme sino porque se niega la posibilidad a que alguien más escriba una reseña mejor sobre algún libro en particular (sobre todo los de mi interés). No es su caso. Tiene usted el don de hacer que un tema o un libro que, de entrada, no está en mi área de interés, se convierta en un pequeño malestar de estómago que no cesa hasta que compro el libro y lo leo. En fin. Tendré que dejar de entrar a Hislibris o buscar otro trabajo para poder mantenerme el vicio. Ahora bien, si alguna crÃtica me permito con usted es que no se presta al debate enriquecedor. Casi todos los comentarios que siguen a sus crÃticas mueren por falta de oxÃgeno vivificador. No me extiendo más.
Un saludo.
Gracias a los dos por los ánimos, Balbo y Calpu ;)
No sé porqué no ha aparecido, pero el otro dÃa escribà un comentario elogiando esta reseña. ¡Es estupenda!
Y, desde luego que dan ganas de leer el libro…